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Popular, nerd; lo mismo. por Baozi173

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—No has dicho nada en varios minutos.

Tao volvió a la realidad con un mal sabor de boca. Su mirada había estado clavada sobre el mantel durante mucho tiempo, jugaba con sus cubiertos y no tocó ni por accidente el vaso de agua helada frente a él. YiFan, mirándolo un poco extrañado, ya no sabía si sentirse incómodo en entre el silencio y los ojos perdidos del contrario. En medio del restaurante, no tenía la energía para soltar algún sarcasmo.

La tarde estaba fresca y como ya venía con el acuerdo de su mudanza, ellos debían verse por lo menos dos veces durante la transición que se estaba fingiendo para sus padres. Un par de fotos de ellos juntos era lo que necesitaban y ahí, los dos sentados en un restaurante de manteles blancos y cubiertos para ambos lados del plato, a duras penas y si hablaron después de ordenar la comida.

Tensos al pensar en qué decir, Tao empezó a rehuirle a la situación, ocultándose entre sus pensamientos. Preocupado por sus calificaciones y la débil posibilidad de mantener la media beca —y que no se la quitaran o redujeran— sus ideas lo atrajeron hacia el día mismo en el que después de discutir fuertemente con su, entonces, compañero de piso registró su matrícula y la de este en el nuevo instituto.

Sus primeros días en Corea fueron frustrantes. Tao se sentía un poco —muy— abandonado por su suerte. Estaba siempre a una broma de YiFan de echar a llorar o arrancar en cólera. No se dio cuenta de cuándo el parloteo de sus padres sobre irse a Seúl se volvió cierto, más que solo palabras acerca del futuro. Tao sentía que se desvanecía, todo lo que fue de él estaba muriendo. De una semana pasaron rápido a los dos meses de mudanza. Ya podía comprender cuando su madre se quejaba del desorden de la sala, cuando no lavaba los platos, su ropa, recogía la basura y así una lista infinita de cosas que los hijos hacemos mal —o a medias— por lo menos una vez en nuestra vida. YiFan era como ese horrible esposo que no quería o el hijo que no tendría.

«Bueno para nada» murmuró esa mañana antes de estrellar la puerta por su tras al cerrarla. Ya no lo toleraba, eran esas ganas de querer lastimarlo las que le brotaban desde el estómago. Respiraba profundo y se calmaba, ningún golpe que le diera sin importar cuan fuerte llegara a ser lograría que YiFan sintiera algo remotamente cercano a los últimos siete años en la vida de Tao.

Caminó toda la mañana con la mochila en la espalda, mirando su nueva calle, la forma de los edificios, el gris que lo inundaba. Extrañaba su casa rodeada de vecinos que lo conocían, cercada con rejas al final de la línea de pórticos y la escasez de carros después de las siete de la noche. Seúl tenía un ambiente menos familiar, por lo menos el edificio en el que lo habían metido junto a YiFan, poco tenía de atractivo.

Ese día tenía que hacer pasar su inscripción, aunque el humor no le daba para nada. YiFan lo había sacado de quicio, de nuevo. Durante su corta estadía ya se había empezado a desaparecer, con nuevos amigos, no lavaba ropa, era más grosero de lo que recordaba e incluso una vez llegó con una extraña resaca después de haber pasado casi dos días fuera del departamento. Era muy poco considerado con los nervios del menor. Tenía el corazón en la garganta cada mañana, se comía las uñas rezando que regresara a casa en una sola pieza. Explicarle a su madre y la madre de YiFan que este se encontraba desaparecido en un país desconocido podría resultar difícil.

Llegó al lugar donde pasaría encerrado los próximos tres años de su vida, ese maldito instituto. Deslizó la mochila de su espada a sus manos soltando el aza izquierda de su hombro. Haló del cierre y sacó dos sobres llenos de papeles que necesitaba para sustentar ser parte del programa de becas extranjeras. Los nombres Wu y Huang estaban escritos hasta arriba rápidamente con marcador negro.

Ciertamente, los lugares nuevos no le inspiraban curiosidad extrema, pero no se llenaba de ansiedad al entrar en uno. La señorita de la recepción vestía de rosado pastel, no había nada terrorífico en ello. Se acercó con apuro y preguntó en un buen coreano —producto de sus clases de idiomas impartidas desde la primaria— si ella podía serle de ayuda. Asintió, por fortuna. Le invitó a sentarse a su lado. El lugar olía mucho a papel, a tinta y un poco de café, seguro por lo cercano del inicio de clases, las inscripciones abiertas, mucho papeleo y poco tiempo para acabarlo. Se veía gente cruzarse de derecha a izquierda, incluso algunos pasos al fondo del lugar, tacones golpeando.

«¿Una media beca y un cuarto de beca?» preguntó la señorita, acomodando sus lentes en el puente de su nariz. Como si estuviera tomando la orden en un restaurante, tomando nota sobre la libreta que tenía a su derecha.

—Es cierto, he dicho poco, estoy... pensando. —el menor finalmente levantó la mirada, clavó lo ojos directo a los de YiFan.

Ni siquiera recuerda cómo terminó en el baño del lugar, sudando frío y con lágrimas bruscas acumulándose. La memoria le salta de un lugar a otro. Tiene muy borrosa la transición entre el registro y el escapar al baño tras el corredor recién retocado y un fuerte olor a pintura. Fue una especie de subida de presión en su cabeza. Estaba respirando pesado y sus hombros lo aplastaban. Se apoyó en las paredes, arrastró la cabeza que le daba vueltas.

Estaba entrando en pánico, pero incluso el día de hoy no recuerda por qué.

Sobre el lavabo empezaron a caer lágrimas. Tao estaba un poco asustado, de sí mismo, de estar solo, de estar tan lejos de casa. Su cabeza seguía dando vueltas, empezó a recoger el aire con mucho ruido, sus piernas se debilitaron e imaginaba que se caía. Nunca se sintió tan fuera de su propia cabeza, como si pudiera verse a sí mismo en un tercer plano, que todo se salía de dimensión. Era como estar a punto de desmayarse.

¿Era eso un cuadro de ansiedad? Se metió a uno de los cubículos, cerró la puerta con las muñecas tan débiles que apenas y sintió que las movía. Las arrinconó contra el cuerpo y tomó su cabello entre los dedos, lo haló un poco. «Calma, calma, Tao, vuelve a tu cabeza, por favor» se suplicó mentalmente. Inhalaba y exhalaba brusco.

«¿Hay alguien ahí?» una voz un poco ronca se coló en el baño. La cabeza de Tao hizo silencio. Su rostro estaba empapado, pero incluso así se quedó quieto, mucho, mirando fijo el pestillo de la puerta que ya en esos instantes no sabía cómo lo había colocado.

«¿Hola? ¿Hay alguien?». Fueron los instantes en los que se sintió más expuesto desde que bajó de ese avión. Vio la sombra por el hueco de bajo la puerta, esa separación de por lo menos veinte centímetros desde el suelo lo ponía tenso. Y no era para menos, ese alguien al otro lado de la puerta empujó dos veces.

«¡No, no hay nadie aquí!» se delató. El extraño tocó de nuevo, como pidiendo pasar.

«¿Estás bien?» le preguntó suave.

«Si digo que sí, ¿te irás?» inquirió, limpiando un poco el húmedo de sus mejillas.

«Probablemente no» de forma ridícula, una cabeza se asomó por debajo de la puerta del cubículo. Era pequeño, cabello lacio y negro, al igual que los ojos que lo observaban. Estaba un poco asustado, tal vez, pero trataba de sonreírle. Sus cejas estaban dobladas, ansiosas. Le ofreció un pañuelo, mirándolo desde abajo, encogido como niño pequeño sobre la taza del wáter.

«¿Traes pañuelos en el bolsillo? ¿Y son muchos?».

«No serán tantos luego de que me limpie las manos mil veces. El piso de este baño no debe estar rebosante de limpio...».

Casi desde el primer momento Soo estuvo para él, más que eso, se quedó para saber que estaría bien luego.

Tao estaba recordado aquella vez que lo conoció, el pecho se le había acelerado, pues se dio cuenta de un punto muy importante que hasta el momento había pasado desapercibido. Los mejores amigos no te abandonan. Ni siquiera en un baño sin agua o el aseo adecuado. Llevaban dos minutos de conocerse, en promedio. Sí, fue cuando Tao se dio cuenta, mientras rebobinaba el recuerdo en su memoria y jugaba en tiempo real con el tenedor entre sus dedos de un segundo punto importante, no solo los mejores amigos están para ti, no. Las personas buenas están ahí. Incluso la gente que no te conoce puede sentir humanidad por ti.

¿Entonces por qué Tao se volvía a sentir tan perdido cuándo pensaba en todo lo que estaba ocurriendo? Más que eso, se sentía perdido cuando trataba de darle forma a un nuevo futuro sin YiFan en medio, arruinándole la vida.

Muchas cosas le dieron vueltas y era muy posible que el dolor de cabeza estuviera siendo partícipe del revuelo de palabras, pero sentía una fuerte ira dentro del cuerpo. YiFan siquiera se veía diferente a cuando se fue, la estaba pasando bien sin él.

—¿Por qué dejamos de hablar? —dijo Tao, notando que el otro dio un largo trago a su bebida, sin intención de tomarle demasiado en cuenta.

Y si había algo que sentía Tao demasiado personal, era que YiFan en toda su existencia nunca hubo pagado la penitencia de ninguno de sus actos. El karma lo amaba, lo dejaba seguir por la vida sin remordimientos, sin mala conciencia. Eso lastimaba al menor, lo tenía mal.

—¿Por qué dejamos de hablar? Te quedaste en blanco justo ahora. —respondió YiFan, confundido por la interrogante.

Su cabello estaba desordenado, aunque no se notara. Había bajado un poco de peso en esos días de mala comida. Tampoco su sueño había sido el mismo, YiFan estaba acostumbrado a la rutina. Tao limpiaba el departamento a las siete de la noche, le daba de cenar y luego de que se encerraba en su cuarto, lavaba los platos con sus extrañas canciones japonesas. Él conciliaba el sueño mientras tanto. Tao no lo había notado, las ojeras ni el muy ligero aroma a humedad de su camiseta. Eran dos conocidos, excompañeros —examigos— almorzando.

—No me refiero a ahora, ni a estas semanas... —era una de la primera vez en su vida que Tao quería saber la respuesta a esa pregunta y estaba convencido de que fuera lo que fuera, tenía que oírlo— Me refiero a por qué preferiste dejar de ser mi mejor amigo cuando teníamos once años.

YiFan separó un poco los labios, volviendo luego a apretar los dientes. La voz de Tao estaba siendo muy serena, estaba confundido con la intención de sus palabras.

—Estás siendo muy tenebroso. —fue una pregunta que lo golpeó en la cara como un balde de agua helada.

Tal vez sin agua, quizás solo el balde.

Esas palabras solo le confirmaron lo que ya esperaba— No se te ocurre qué decir.

—¿Por qué preguntas cosas así de la nada?

Pero no era de la nada. La verdad, Tao había estado preguntándose eso cada día desde que iniciaron la secundaria, todos los días. Le ansiaba —por lo menos cuando era niño— saber qué había hecho mal, pues extrañaba a su mejor amigo. Sin embargo nunca lo enfrentó, hasta ese día, por temor a saber si de verdad había sido su culpa.

—Curiosidades.

—¿Curiosidades?

YiFan acomodó el flequillo de su frente, arrugando las cejas. Tragó saliva, estaban en un lugar muy púbico. Se hallaba acorralado, sin ganas de siquiera armar en su cabeza una buena respuesta, algo que lo hiciera sentir menos culpable.

—¿Te das cuenta de que pronto nunca más seré parte de tu vida? —los ojos de Tao se desviaban a todos lados— Me llevo preguntando eso desde la secundaria. —YiFan estaba muy incómodo— Entonces, no sabía lo mucho que podías cambiar ni cuánto daño podías llegar a hacerme.

Como es claro, YiFan sabía lo que le había hecho pasar a Tao, pero nunca lo escuchó venir de su boca. Se le secó la garganta, agachó la cabeza, buscando con la mirada su vaso de agua. Las órdenes de comida aun no llegaban.

—Nuestra amistad se debilitó y...

—Qué hipócrita. —interrumpió el menor— Tú te fuiste. Decidiste que no era suficiente, que Victoria o Mica eran… ¿Poco para el renovado Kris?

La pareja del constado los miraba de reojo, tal vez la mujer había notado la tensión. El mesero que los estaba atendiendo seguía perdido en algún lugar del restaurante. Nada lo salvaría esta vez. Ni siquiera la opción de levantarse y salir pudo pasar por su cabeza. YiFan estaba enfrentando lo que Tao había aguantado, no podía decir nada, tenía razón en todo.

—Debió ser divertido, he de admitirlo, debe ser fantástico vivir en una burbuja, donde todos te admiran, todas las chicas quieren que les hagas caso y los chicos quisieran ser tú… Ser popular fue lo mejor de tu secundaria, estoy seguro.

—Tao, podemos hablar de esto en otro momento.

—No hay otro momento, —estaba levantando un poco la voz, hablando con más profundidad, le agrietaba la garganta— me he preguntado esto por años, porque tú eras mi mejor amigo en el mundo.

La espalda de Tao se estaba quebrando sobre la mesa, apoyando cada vez más el pecho sobre el borde de esta. YiFan por otro lado, se sentaba cada vez más erguido, con los párpados caídos y los labios apretados.

—No sé qué decirte.

—Nunca sabes qué decir, jamás. Has pasado los últimos ocho años metido en tu cabeza, creyendo que todo el mundo gira a tu alrededor. Y ahora que me voy, solo me sacas de órbita y poco o nada te importa... —sintió que se le aguaron los ojos, pero no quería verse débil.

Su rostro estaba rojo de contener la cólera y la tristeza.

—Tao, —el mayor aclaró su garganta— yo era un niño... Me dejé llevar.

Esperó algunos segundos para saber si era todo lo que tenía que decir, y se decepcionó. Sentía la cara arder, ¿qué cosa podría decir para dejar salir todo lo acumulado? Y aunque no lo supiera, estaba logrando lo que en el fondo anhelada, el mayor estaba sintiendo culpa. Por fin, después de años, YiFan fue golpeado por la avalancha de recuerdos. Sintió frías las manos, Tao lo miraba expectante, adivinando qué pasaba por su mente cuando ni él lo sabía. ¿Por qué lo había abandonado realmente? No, no era algo específico, Tao nunca hizo algo mal.

Él fue un imbécil.

—¿Esa es toda tu excusa? —enderezó la cabeza, pasó sus dedos a los ojos y los frotó brusco al querer quitarse las lágrimas de encima. Dejó escapar una risilla, sarcástica— Yo también era un niño.

—Sabes que yo desde siempre fui un niño perdido.

—Esa no es excusa. —exclamó, ya no estaba tranquilo, pero tampoco era un grito en todo el sentido de la palabra.

—Estás haciendo que nos mires. —y no era mentira, estaban empezando a murmurar.

El mesero al otro lado del salón, avanzó rápido a la mesa, sonriendo y anunciando que la comida estaba ahí. Colocó los platos frente a cada uno de ellos, sonriendo, rezando que dejaran de pelear. Los clientes alrededor empezaban a mirarlos, a hablar por lo bajo. Si se incomodaban y se quejaban, eso se podría incómodo. Pero a pesar de su esfuerzo por interrumpir en la conversación, YiFan ni siquiera levantó la cabeza y le pidió que se retirara, pues estaban en medio de una situación muy personal.

—Yo también era un niño cuando me dejaste, y estaba asustado, porque las personas que me trataban mal en el colegio eran tus amigos. —inició suave en cuanto estuvieron solos otra vez— Tú me trataste como quisiste, no tienes idea de cuánto tiempo lo he aguantado todo ni todo lo que he llorado por tu culpa.

Tao suspiró, estaba cansado, la cabeza le dolía mucho, ya no lo soportaría un segundo más. Había liberado todo lo que recordó en el rápido y abrupto momento de ira que estuvo escondiendo. Se levantó de la mesa, tomó su celular de junto al plato y buscó en su bolsillo.

—Nunca te disculpaste conmigo, jamás. —colocó algunos billetes sobre a esa, correspondientes a la cantidad de su comida, ya no estaría ahí para terminar el almuerzo— Posiblemente, incluso el año pasado podía haber aceptado esas disculpas, porque me las merezco, más que nadie merezco un lo siento de tu parte. Mi cabeza quedó en puros rayones y no tienes idea de lo que me hiciste, me atormentaste. —su voz temblaba.

Sus lágrimas y estaban en el peor punto.

—Yo solo quería a mi mejor amigo. Hoy noto que él ya no existe, a YiFan lo consumieron por completo. —el aludido levantó la cabeza, queriendo, pensando en detenerlo— Si quieres esconderte tras un apodo el resto de tu vida, ya no es mi problema.

—Tao, estás muy agitado, no camines así…

—Tengo un mejor amigo, uno que sí me cuida y yo lo cuido a él. —KyungSoo sí valía la pena— No pretendas ser muy correcto ahora, no te queda.

No hizo nada, no se movió, Tao estaba por empezar a caminar hacia la salida.

—Estás muy podrido por dentro y estoy muy feliz de sacarte de mi vida.

Dio algunos pasos en dirección a la puerta, cruzando con YiFan que seguía en su silla, sentado, mirando a un lado con la cabeza caída. Se detuvo junto a su hombro, sin intención de quedarse.

—Y si te atreves a ponerle un dedo encima a alguno de mis amigos, otra vez, te saco el alma, YiFan. —finalizó, yéndose luego.

『⭐』

—¡Hasta que te dejas ver! —Minseok se lanzó a los brazos de Luhan, enterrando su cara en el pecho del otro, chillando— Eres el tipo de personaje de serie al que los productores ya no pueden pagarle y para solucionarlo, lo sacan una temporada entera.

—Eres un exagerado, siempre pudieron venir a visitarme.

Luhan estaba recibiendo a cuatro de sus amigos, uno a uno pasaban a su casa, siendo Minseok el primero y el más angustiado por sus faltas continuas al instituto. Estaba muy cerca de romper el récord de inasistencias del mayor.

 

—Verte más seguido en clases, eso es lo que extrañamos. —agregó KyungSoo, entrando después de Yixing.

El aludido rodó lo ojos, sonriendo al mismo tiempo.

—Lu, nos haces falta. —Baekhyun era el último en la fila, saludando con la diestra y cerrando la puerta al terminar de poner los pies dentro.

—Y ustedes a mí.

Todos, conociendo la casa como si fuera la suya, se dispersaron en el espacio. Baekhyun avanzó a la cocina a servirse un vaso de agua, Minseok y KyungSoo se acomodaron en el sofá más grande de la sala y Yixing corrió al módem del borde del pasillo que se cruzaba con la escalera a ingresar la clave en su celular —millonésima vez que el aparato desconocía la red— mientras Luhan se encogía de hombros, extrañaba mucho a esos idiotas invasores.

—¡Bueno, basta de cursilerías! —exclamó sonriente, agitando los brazos y dando saltos hasta la sala, llegando con Baekhyun por su tras— Tomen asiento de una vez, Tao no debe tardar en llegar.

Yixing y Baek hicieron caso. Se sentaron en sillones separados y alejados, siendo que aun la situación entre ambos se llevaba algo tensa, seguían sin dirigirse la palabra más que para saludar. Baekhyun se negaba a disculparse de nuevo y Yixing a mirarlo mientras no fuera absolutamente necesario. Aunque el menor se moría por, al igual que con Minseok, llorarle sus penas se aguantaba.

«Ding Dong» el sonido del timbre se hizo presente.

—Uff, hablando del rey de Roma.

—El emperador de China. —corrigió Luhan a Minseok, saliendo luego disparado a la entrada.

Ya en el recibidor, el anfitrión abrió la puerta con la mayor sonrisa del mundo. Estaba ansioso por tener a todos sus amigos en casa, hacía mucho que no se encontraban realmente todos conectados y con la mente por completo en el ambiente.

—¡Tao! —gritó, casi queriendo treparle hasta la cabeza para darle un sonoro beso en la mejilla, pero se limitó a dar saltitos de emoción— Nunca estuve más feliz de ver a otro chino en mi casa.

—Hola, Lu, ¿ya están todos aquí?

Yep, en la sala, sentados como para jugar a la ronda.

—Ya jugaron a eso, que se les ocurra otra cosa.

El otro asintió en respuesta. Le tomó de la mano y avanzaron juntos a la estancia. Estaban ya ubicados cuatro de seis chicos. Tao miró el cuadro con curiosidad, Minseok y KyungSoo ocupaban el mueve de tres personas—a pesar de ser muy pequeños para eso— de frente al televisor, ambos tendidos con mucha ligereza. Luego, Yixing en el sofá de dos personas de la izquierda, mirando su celular, deteniéndose para levantar los ojos y sonreír en bienvenida. Y por último, frente a Yixing pero a la derecha y a otro lado de la estancia, Baekhyun enroscado en el asiento individual, mirando al techo y haciendo muecas, lo mismo de siempre cuando estaba aburrido.

—¡Llegó Tao, ahora sí puede empezar la reunión!

Los dos caminaron al medio de la sala, separándose ahí. Luhan corrió a sentarse junto a Yixing, recostando su cabeza en el hombro ajeno, mientras Tao tomó lugar en el suelo a los pies de Minseok al no querer interrumpir el ambiente relajado de él y KyungSoo —además de no querer ver tan directamente al último—, se cruzó de piernas y enderezó la espalda.

—¿Qué es lo que quieren hacer? —preguntó el mayor de todos.

—Películas no. Ya estoy cansado, que Dios me perdone, de Marvel. He hecho maratón de todas sus películas mil veces en estas semanas. —chilló Luhan a medida que se le descomponía la voz al recordar que había visto hacerse polvo a SpiderMan seis veces en dos semanas, en todas y cada una terminando en llanto.

—Ni Dios te persona eso.

Siendo que cada uno de los presentes estaba enterado de la situación de Luhan, no se comentó nada. Ya se había hablado, no grupalmente, pero de dos en todos hubieron abordado el tema y debatido sobre él al menos una vez. Siendo curiosa la casualidad, era inevitable tener un poco de curiosidad. Luhan tras decidir esconderse en su casa después de la confesión pública de Sehun, iba muy poco a clases. Tal vez se le veía ahí dos o tres veces a la semana. Y continuando con el fenómeno, Sehun también estaba ausente casi todo el tiempo. Nunca coincidió con Luhan en esas, ¿dos o tres semanas? Casi cuatro. Como una situación previamente coordinada, no se vieron ni la sombra después del rechazo.

—¿Entonces qué hacemos? —insistió Tao.

—¿Jugar a las espadas? —ofreció Baekhyun.

—No, Tao no querrá y el punto es jugar todos, no que uno mire. —se quejó Minseok, teniendo altas expectativas de la reunión— ¡Otra sugerencia!

Todos se miraron, cruzaron los ojos sin sentir alguna idea llegar a sus mentes.

—Podemos solo sentarnos y hablar. Hace mucho no estamos los seis juntos, toda una tarde sin interrupciones. —resaltó KyungSoo, notando que la madre de Luhan, ni su padre y hermana, estaban presentes.

—El duende tiene razón.

Los otros tres Xiao tuvieron una invitación a la fiesta de compromiso de una prima lejana de Luhan. Teniendo en cuenta que este no quería ir y si lo obligaba solo tendría su cara de palo todo el tiempo, lo dejó quedar sin mayor reclamo. Quería que su hijo se liberara un poco. Toda la semana lo observó con esos ojos perdidos y una ausente elocuencia muy impropia de su personalidad. Algo andaba mal con Luhan, pero prefirió darle su espacio.

—Y... —inició Minseok, queriendo romper el hielo— ¿Y qué se cuentan de nuevo?

—Nuestras vidas son aburridas. —respondió KyungSoo casi al instante.

—¡Fue tu idea, idiota!

—¡Esa boca, Baekhyun! —Minseok le lanzó una almohada que se estrelló contra su cara, dándole justo en la nariz. Benditos los cojines de Luhan que poco tenían de esponjoso, parecían rocas.

—Probablemente el único con chisme sea Yixing. —soltó Luhan sin pensar, recibiendo un lapo en la nuca por parte del mencionado— Lo siento, amigo, solo tú tienes pareja. —hizo puchero, sobándose el golpe.

Todos empezaron a lanzar palabras al aire, casi no se entendía todo el parloteo que se armó en el ambiente. Entre risas y chillidos, Baekhyun abrió la boca, dejando escapar su voz muy bajo y con vergüenza.

—Oigan... —nadie le hizo caso a la primera, era tan bajo su tono que se confundió con el resto de comentarios expuestos en el aire. Se lanzaban frases de un lado al otro y Baekhyun perdía confianza en decir lo que tenía planeado desde la noche anterior— Oigan. —repitió.

Pero se sentía ahogado y necesitaba a sus amigos, a su equipo de tontos. Se armó de valor, más del que hubo estado reuniendo desde antes de irse a dormir. Al planear la reunión en primer lugar no la vio como la oportunidad de sincerarse con el grupo, pero ya era la honestidad la que lo llamaba.

Carraspeó fuerte, casi exagerando, captando la atención de todos.

—Yo sí tengo algo de qué hablar. —anunció, muy consciente de que nadie se esperaba lo que venía, más que Minseok.

¡Wuu! Alguien que quiere atribuir a nuestro tiempo compartido. —celebró Luhan.

—Es algo así como un secreto, solo Minseok lo sabe. —fue cuando el mencionado supo exactamente de qué estaban hablando y se sintió aterrorizado. Sus ojos se volvieron redondos de forma resaltante.

—Me estoy ofendiendo. —bromeó Luhan.

—Yo... les he estado mintiendo mucho en estos días, no he venido a ver a Luhan ni he salido con ustedes...

—¿Alguien más ya se está preocupando? —dijo Soo.

—Baek, ¿te pasa algo? —preguntó Tao ya con más seriedad.

—He estado haciendo las cosas mal. —anunció.

«Ahogué mi relación con Chanyeol sin ni siquiera iniciarla» fue la oración más resaltante de todo el discurso que el muchacho preparó. Todos lo atendían con ojos abiertos y bocas cerradas. Baekhyun dejaba torcer su voz, no se preocupó en ocultar que se sentía de la mierda. Que todo quedó enredado, más de lo que ya estaba en un principio, por su culpa. Les confesó en frases desordenadas que luego de lograr disculparse por todo su capricho, no escogió las palabras correctas y eso le partía el corazón. Baekhyun hablando serio, de sentimientos en especial, era extraño y aunque a veces fuera objeto de burla, señalado de no tener emociones, en realidad era que él era el más complicado de los seis para expresar en la forma más acertada lo que sentía. Fue así desde niño, no cambiaría nunca. Minseok siempre le dijo que le traería problema de grande ese asunto de no tener idea de cómo decir lo que pasaba por su cabeza de una y otra manera. Y ese momento llegó sin dar cuenta.

—Pensarlo tanto y ser amigos de idiotas.

Todos dirigieron la mirada al dueño de esa voz resentida. Tenía el ceño fruncido, los brazos cruzados. Hasta Luhan se cohibió al tratar de pensar en qué decir.

—Yixing... —Minseok regañó bajito tras la interrupción de este.

—Sabía que ibas a decir algo como eso. —le gruñó Baekhyun, que con los ojos vidriosos, hizo rechinar los dientes.

«Dios santo» murmuró Tao, dejando caer la cabeza sobre sus manos. Ya todo se estaba empezando a descontrolar y su cabeza y su estómago, lleno de dos pastillas para el dolor, no podrían soportar otro segundo más en gritos. Sabía que tanto como solucionarse podía acabar mal, pero esperaba que fuera el primer resultado el que ganara.

—¿Qué esperabas que dijera? ¿Que te felicito por decir mentiras deportivamente? —rebatió sarcástico el mayor.

—Yixing, basta. —pidió Soo.

Baekhyun se puso de pie en un dos por tres, Yixing por coincidente lo imitó, como aceptando la discusión. Los cuatro restantes se asustaron y levantaron de sus asientos. Ya todos de parados, el ambiente estuvo crudo, se podía cortar la tensión con una navaja. Y aunque suene ridículo, Minseok pensó por un segundo que tal vez alguno de ellos traía una y en cualquier momento le pediría a otro que les amarrara por la muñeca para emprender una pelea callejera a muerte.

—Claro, ¡como a ti te funcionó de la maravilla los enredos, todos tenemos la misma suerte y nadie tiene el derecho de joderla! —no planeaba dejarse molestar, lo señaló con el dedo índice al tiempo que agitó el brazo.

—Baekhyun, te estás pasando.

—¡¿Y crees que no lo sé, Minseok?!

El mencionado cerró la boca por el grito.

—Min no te está levantando la voz, Baek.

—Dios, parece que ninguno de ustedes tiene ganas de sentir algo de comprensión conmigo. —exclamó Baekhyun, agarrando su cabello brusco y frustrado.

—Deja de ponerte de víctima, sabes que todos y cada una de las personas aquí te cuida, siempre. —le acusó Yixing, todavía molesto.

—¿Entonces por qué no lo demuestran ahora? ¡Lo necesito!

—¡Has estado ocultando algo muy fuerte para con todos nosotros y piensas que se siente normal que un día de la nada se te ocurra sentirte al borde de tus engaños para venir corriendo! —interrumpió Luhan, callando a todos los presentes— Disculpa, me he exaltado...—respiró profundo— Que le hayas dicho a Minseok requirió valor, imagino, pero somos un equipo de seis... No nos malinterpretes, no estamos en tu contra.

—Eso parece.

—¡Dios santo, Baekhyun, deja de interrumpir dos segundos! —regañó KyungSoo.

El pequeño se cruzó de brazos, devolviéndole la atención a Luhan con su discurso.

—Decía, —retomó Luhan el discurso— no estamos en tu contra. Siempre estamos de tu lado. Pero somos mejores amigos y debes actuar como tal.

Fue el detonante, cada una de esas palabras desató el llanto en Baekhyun. Poco se había visto en todos esos años de un Baekhyun llorando, casi nunca se sentía al borde del sentimiento para hacerlo. Echaba lágrimas con poca elegancia y sorbía la nariz con ruido.

—Lo siento, lo siento mucho. —se cubrió el rostro con ambas mangas, limpiando su nariz— No quise ocultarlo, pero estaba avergonzado, fui yo quien inició todo esto. No estaríamos metidos en un millón de discusiones si no fuera por mí.

Yixing se acercó rápido a abrazarlo y frotarle la espalda. Le apretó el cuerpo y dejó que le mojara el hombro. Era su reconciliación. Baekhyun se dejó abrazar, relajó el cuerpo y pasó los brazos al cuello del contrario. El corazón se les estaba haciendo añicos, pero tener a Yixing de vuelta seguro haría que todo mejorara.

«Calma, Baek, respira profundo» le pidió. El otro asintió, inhalando y exhalando fuerte, pasando así varios minutos antes de que todos pudieran ver como el menor despegaba el rostro del más alto. Sus ojos estaban rojos y no se molestó en ocultarlo.

Luhan fue a buscar algunos pañuelos para Baekhyun. Corrió a la cocina con apuro, casi se cae en el proceso, pero volvió como el héroe de la tarde con una caja color pastel en manos. El otro le recibió sin decir nada, solo sonrió pequeño como agradeciendo el gesto. Se limpió la nariz y el rostro gastando varios. Yixing le ayudó a recibir los que ya había terminado de usar. Luego de unos minutos Baekhyun volvió a sentarse, ahora entre Minseok y KyungSoo. Pronto el resto también se acomodó en el piso, a los pies de los tres que ocupaban el mueble más grande. Veían cómo Baekhyun lograba en largos minutos regular la respiración. Igual que Yixing no le quitaba los ojos de encima, lo estaba cuidando con la vista, Luhan lo notó y se sintió feliz por los dos. El resto del grupo dejó pasar el tiempo, quedando luego todos en silencio y amontonados unos juntos a otros en ese único espacio, como disfrutando la compañía del silencio, al menos el tiempo que les lograra durar.

—Qué tenso estuvo esto...

—¿Alguien más tiene algún secreto que confesar? ¿Cómo que es Batman o algo parecido?

—¿Minseok? —se horrorizó Luhan al verlo levantar la mano.

—¿KyungSoo? —igual lo hizo Yixing quien esperaba, desde el fondo de su corazón, que de verdad alguno de ellos tuviera que confesar que era Batman, Robin o cual personajes que se les ocurriera.

Que Minseok y KyungSoo se metieran en problemas era casi como el apocalipsis.

—Oh, por Dios, alguien que me agarre que me desmayo.

Y así se les fue la tarde, es muy largo de explicar. A Luhan ya casi que se le salen los ojos de escuchar las historias que se había perdido por dársela de extraviado. Minseok se ruborizó hasta la orejas al hablar de Jongdae y lo que lo hacía sentir, era más que evidente para todos los presentes que estaba muy metido en sus sentimientos. Recibió igual un golpe en la cabeza de parte de Baekhyun, ofendido por haber compartido su corazón con él y que este no lo tratara igual de vuelta. Vaya desfachatez.

Siguiendo luego con KyungSoo, a Yixing y Minseok se les cayó la mandíbula. Su pequeño estaba hablando en voz muy baja y con la mirada enterrada en el suelo. Jugaba con sus dedos y casi que lo decía todo entre dientes, pidiendo al cielo que no lo escucharan hablar de sus emociones. Se puso incluso más rojo cuando Baekhyun aceptó en voz alta, igual que Yixing, que Jongin era muy atractivo. Así noche les vino encima casi sin sentirla. Después de las lágrimas, de los malos entendidos, todo se disipó del aire...

—Oye.

Ya todos se estaban yendo a casa, pero Tao sabía que tenía algo que arreglar. Se acercó rápido a KyungSoo por detrás, le tomó del brazo y lo hizo voltear. Ya estaba emprendiendo camino su camino, igual que Yixing, Baekhyun y Minseok por el lado opuesto de la calle.

—Disculpa... Por lo del otro día. —inició.

El pequeño estaba muy sensible, se sentía fuera de órbita. Tao estaba hablando con él, cuando en toda la tarde apenas y si lo había saludado. Se emocionó, aunque no lo demostró. Su corazón dio un salto y las ganas de llorar volvieron a invadir le el pecho.

—Estaba muy tenso, no supe qué decir y entré en algún tipo de transe extraño. —dijo, mirando al suelo— Disculpa, yo no podría vivir sin ti...

Fueron los segundos más largos de su vida. Nunca esperó tanto una respuesta, ni siquiera los resultados del examen de becas. Tal vez ni siquiera los de su examen de admisión a la universidad los sentiría con tanta expectativa.

—Creí que me odiabas... —fue el inicio más horrible, la voz le tembló, igual que todo el cuerpo— Estaba muy asustado, creí que no querrías hablarme.

—Yo jamás podría dejar de hablarte... Eres mi mejor amigo en el mundo, de eso no hay duda alguna.

KyungSoo echó a llorar, sus mangas las llevó a sus ojos. Estaba muy sensible de haber pasado la tarde peleando y confesando que cuando Tao lo abrazó se sintió tan cálido, más que ninguna otra vez.

—Tienes algo raro en el rostro, ¿te ha pasado algo?

—No del tipo de cosa que pueda decir frente a la hora de sentimientos de Luhan. —dijo el más alto— Deja de mirarme así de feo, te cuento luego.

Todo era cuestión de disculpas.

 

『⭐』

«Parece que hay otro de nosotros que decide no hablar de lo que ocurre».

Era que tal vez el universo se hubo confabulado para hacer que todo brotara bruscamente en un solo día. Pasó casi de la nada y nadie lo pudo prevenir. Ni siquiera Jongdae con su celular bloqueado.

Estaban todos sentados y echados en la habitación de Sehun, todos en silencio mirando la televisión y mirando sus celulares. Poca era la conversación y cuando Sehun habló, como era de esperarse, todos prestaron atención. Suho al fondo del cuarto, pegado al enchufe y su cargador levantó la cabeza sin percatarse ni en quien era el que había hablado. Igual Chanyeol y Kai que miraban la televisión sentados en el piso despegaron su atención de la pantalla y dirigieron los ojos al menor. Cuando Kris y Chen también voltearon —los últimos y los más perdidos en el aire— Sehun estaba colocándose de pie, con la diestra sosteniendo un celular.

Chen, al instante, notó que era el suyo.

—¿Por qué revisas mi celular? —preguntó sin malicia, casi riendo pensando en que al andar por sus redes sociales hubo hallado algo gracioso o en lo cual entretenerse.

Pero las cosas estaban más complicadas de lo que pudo imaginarse en algún momento.

—¿Y tú cuándo pensabas comentarlo? —preguntó el menor.

—¿De qué hablas? —el otro le devolvió una pequeña sonrisa y las cejas arqueas.

Chanyeol le dirigió una mueca a Jongin, como preguntando con gestos si entendía algo de lo que hablaban. Pero no, este le negó con la cabeza, igual que Junmyeon cuando ambos estiraron el cuello a la esquina del cuarto para repetir la interrogante.

—Muy callado te has mantenido. ¿Te avergüenzas o qué? —le agitó el celular en el aire— Si tú no tienes el valor, pues yo puedo decirlo.

Algo hizo clic en la cabeza de Chen. Aunque se había esforzado, no sirvió para nada el ocultar toda evidencia que lo delatara sobre Minseok. Esperaba tener tiempo hasta aclarar las cosas en su mente para explicar luego con más paciencia a sus amigos lo que ocurría con él.

—Sehun, cállate. —Jongdae se levantó se golpe de la cama.

Sehun estaba de pie junto al televisor.

—¿Qué es lo que ocurre aquí? Ya no tengo ganas de más enfrentamientos. Ha sido mucho por un día. —renegó Kris con los chicos, levantándose igual. Limpió su pantalón del suelo con relajo, buscando saber qué era lo que estaba pasando— ¿De qué hablas, Sehun?

—Chen está viendo a Kim. —soltó sin más el menor— Minseok, ¿verdad?

El lugar se congeló. Hasta hace veinte minutos Jongin estaba molestando a Kris por haber permanecido tan callado desde que llegó a la casa. Incluso entre el grupo se hubo logrado bromear un poco sobre Chanyeol y sus nueva ojeras. Todos parecían andar con normalidad. Nadie notó cuando Sehun tomó el celular de Jongdae —al principio con pura inocencia— y empezó a revisar sus aplicaciones y entradas recientes. Esperaba hallar porno, sinceramente, no un chat escondido.

«¿Minseok? ¿El pequeño de pelo rojo?» dijo Chanyeol bajito, casi para sí mismo.

—¿Estoy mintiendo, Chen?

—Solo han pasado unos días, les juro que les iba a decir. —se apresuró a responder, mirando a cada uno de los que estaba en la habitación, confirmando la veracidad de lo que Sehun estaba acusando.

—Anda dile eso a Suho.

El mencionado se ofendió, se puso de pie y suspiró.

—Sehun, te estás pasando. —le dirigió, sin ganas en lo absoluto de empezar a discutir.

—¿Yo me estoy pasando? ¡Ustedes han empezado a tener secretos en todos lados! Cada vez hay más cosas de las que no hablamos. —apretó los dientes, no estaba frustrado, estaba enojado y de la nada— Y de por sí, no hablamos de nada estos días…

Cruzó sus brazos y se dejó hacer por sus pensamientos. Chanyeol y Jongin debatían con los ojos si levantarse o no del suelo. Si eso ayudaría en algo o pondría las cosas más tensas.

—¿Qué más ocultas? —sonrió de lado, mirando a Jongdae de nuevo, sabiendo dónde morder primero— ¿Cómo conociste a Minseok?

—Idiota, ¡ve a frustrarte con tu vida a otro lado!

Como ya había previsto, Jongdae no respondió bien a su acusación, si bien sus palabras no decían mucho, estaba seguro de lo que hablaba. Se llenó de cólera, como sintiéndose traicionado por el acuerdo de silencio que ambos tuvieron y cerraron con un apretón de manos. No lo podía creer. Que Sehun lo delatara, y a sí mismo en el proceso, era llegar al límite. Él lo sabía, Sehun estaba mal, lo cernía sobre ellos, aunque no disipaba con claridad por qué.

—Dios mío, ya paren con esto.

Sehun, Sehun. —Chanyeol se levantó de golpe al ver que el mencionado se acercaba a Jongdae. Eso se estaba volviendo peligroso, casi tanto como para lograr resquebrajarlo todo.

—Jongdae, ya tranquilo. —al ver que este no respondía a lo qué le decía, Suho levantó la voz al saber a ciencia cierta que podía controlarlo por los hombros, muy seguro de que no se le escaparía— ¡Dije basta!

«Esto se está tornando más complicado de lo que pensé».


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