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Popular, nerd; lo mismo. por Baozi173

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Había pasado alrededor de dos largas y aburridas horas desde el momento en el que Minseok y Yixing habían sido expulsados de la biblioteca por aquel hombre que preferían pensar era trabajador del lugar. Los amigos divagaron un rato antes de decidir volver ambos a sus casa a causa del aburrimiento que el exterior provocaba. Nada es divertido si no traes el suficiente dinero en el bolsillo.

Yixing se desapareció en el bus que conducía por su ruta, dejando a Minseok solo en medio de la calle, delineando con los ojos las vitrinas de las tiendas de la zona que exhibían ropa, dulces y demás. Tomó una de las escasas monedas que tenía en el bolsillo. Lo poco que le había quedado después de pagar el ticket del autobús, suyo y sus dos amigos, cuando iban de ida a la biblioteca. Se acercó a una de las carretillas que informalmente se ubicaban a un lado de la acera, pidiendo una botella de agua para seguir caminando de vuelta a su casa.

No supo en qué momento se distrajo con las rendijas del drenaje a un lado de la pista. Así como tampoco se dio cuenta de cuando se detuvo a ver como los pasadores de sus zapatillas estaban desatados. Por lo cual, no se fijó en que momento un chico desconocido, hasta ese instante, venía corriendo en dirección contraria él, distraído también, ambos chocaron. Cayendo al suelo juntos.

—¡Ah, maldición! —El desconocido soltó un grito al sentir agua correr por su espalda.

Minseok levantó la vista, dispuesto a disculparse un millón de veces y salir corriendo. Pero, cuando enfocó por fin a la persona que tenía encima de él, las palabras se le atoraron en su estómago.

—¡Jongdae! —chilló asustado. El mayor de un salto lo quitó de encima, poniéndose de pie frente al contrario con las piernas temblando. —¡Te juro que lo siento! ¡Lo lamento! ¡Esto de empaparte cada vez que te veo no es a propósito! ¡Lo juro, discúlpame!

Hacía cuantas reverencias pudiera, suplicando al cielo con la mirada que no se molestara de sobre manera. Chen por su lado echó a reír.

—¿Qué pasó, se te quitó lo macho?

—¿Ah?

«Oh, cierto…» Algo hizo click en la memoria de Minseok. Hace un par de días, miércoles para ser exactos, habían hablado y justo Minseok se le ocurrió la maravillosa idea de hacerse el difícil. Comportarse recio y distante. En su opinión no le había salido nada bien, ya que el temblor en sus manos era más que evidente, y a decir verdad chistoso, pero en comparación resultaba de lo más ridículo el cambio de personalidad tan drástico.

Claro, dentro del instituto era muy malote y todo un macho. Pero fuera de este suplicaba por su vida casi de rodillas. Chen se levantó del suelo, sacudiendo su ropa al estar reincorporado en su totalidad sobre sus pies.

—Dame tu camisa. —JongDae extendió una mano.

—¡¿Qué?!

—Deja de gritar, me molesta tu voz. —Ordenó— Anda, dámela.

—¿Cómo por qué? —interrogó regularizando su tono de voz.

—Seguro tienes algo puesto debajo, ¿no?

—S-sí.

—Entonces dame la camisa, no pienso andar por ahí con la espalda mojada.

No, no era cobarde, nada que ver. Solo temía por su vida.

Obedeció a la orden entregándole la camisa que llevaba encima, quedando en una playera que llevaba marcado el logo de Los 4 Fantásticos a un lado.

«La verdad, ese color rojo no le queda nada mal.» ¿Pero que estaba pensando? ¡Obviamente no le quedaba mal! Era Kim Jongdae de quien hablaban, por algo el popular era popular.

—¿Vas a seguir babeando? —Chen interrumpió sus pensamientos.

—Lo siento. —desvió la mirada abochornado.

—No te culpo, es imposible no mirarme sin hacerlo.

Minseok rodó los ojos. Por un momento pudo dejarse engatusar por la cara bonita y en exceso arreglada de esa persona, pero Chen definitivamente no podía evitar su personalidad arrogante y pretenciosa.

—Ya me voy. —anunció el mayor.

—¿En serio? Que desconsiderado de tu parte. Primero me bañas en seco y luego te vas como si nada hubiera pasado.

—Ya te di mi camisa, la cual por cierto, puedes quemarla después de usarla.

—¿Tienes algo raro? ¿Bipolaridad o algo así?

—¿Ah? —Minseok hizo una mueca.

—De un momento a otro solo te enojas, aun cuando hace un par de segundos temías que te diera un buen golpe por lo del agua.

—No es nada, solo...

—¿Te caigo mal o te gusto?

Tal vez, y solo tal vez el tacto al hablar no era el fuerte de Jongdae. Las palabras que salían de su boca no eran lo que uno llama amables si no van dirigidas a una persona cercana a él.

—¿Qué quieres que te diga? Contigo, o bueno, con cualquiera de tus amigos hay que ser bastante discreto al interactuar. No es a propósito, solo me pones tenso.

—Entonces te gusto.

—Ya quisieras. —y sin querer ambos rieron con disimulo al terminar la última palabra.

—¿A dónde vas? —preguntó el menor revisando la calle con la vista.

—De vuelta a casa, me botaron de un lugar y me quedé sin nada interesante que hacer.

A Jongdae se le ocurrieron tantas formas de burlarse de aquella frase, pero se mordió la lengua evitando que alguna palabra saliera de su boca. —¿Quieres compañía? Tengo unos minutos, podría llevarte hasta el paradero.

—Me agradaría…

Ambos emprendieron su camino a la parada de buses más cercana, esa que quedaba a menos de dos manzanas desde donde ellos estaban.  Chen se contuvo de hacer cualquier comentario hiriente, imitando en lo posible a Chanyeol cuando alguien se le acercaba. No se sentía nada cómodo así, pero era parte del reto. Debía contener su personalidad y no hacer ningún comentario hiriente sobre todos los datos interesantes que Minseok le mencionó sobre la saga de X-Men, no importaba cuan tentadora fuera la situación.

—Aquí es. —dijo el mayor jugueteando con sus dedos— Gracias por hacerme compañía.

—No hay de que, ¿ya ves?

—¿Qué?

—No soy tan malo cómo pensabas, ¿o sí? —El castaño negó con la cabeza sonriendo un poco de lado.

—Adiós, Jongdae. —dijo dándole un abrazo. Minseok se separó de inmediato, sorprendido de sí mismo.

—Lo siento.

—No hay por qué. Al menos gané algo de confianza, ¿no?

En ese momento un autobús se estacionó en frente de ellos, dándole oportunidad al mayor de escapar sin responder antes a la pregunta. Oportunidad que no desaprovechó subiéndose en el transporte en tiempo record dejando sólo a Chen en medio de la vereda.

«Eso fue extraño.» Se repitió.

De repente solo fue un reflejo involuntario al sentirse tan cómodo hablado con él, o producto del calor del momento, la razón para esa reacción era algo incierta, pero de algo Minseok estaba seguro. No debía acostumbrarse ni repetirlo nunca más en su vida. Él no era su amigo.

Por su lado Jongdae estiró sus brazos y metiendo las manos a sus bolsillos caminó de vuelta. Salir a tomar aire un rato no fue mala idea después de todo. Su vista había jugado a su favor al ayudarlo a visualizar a su pequeño compañero de clases en medio de la calle, dándole oportunidad de fingir un tropiezo en lo absoluto fortuito. Aunque lo del agua fue un toque adicional agregado por las circunstancias. Su espalda seguía húmeda, y la camisa roja que hacia obtenido del otro ya iba absorbiendo un poco de agua. De seguro Chen luego se enfermería.

Al llegar a su casa tomó la llave de su bolsillo trasero, abriéndose el mismo la puerta principal, ya que sus padres llegarían, con un poco de suerte, a finales de año. Hasta entonces esas cuatro paredes eran todas suyas. Subió las escaleras con pereza tropezado en el último escalón yéndose de cara al suelo.

Y Chen como era tan Chen no se levantó, sino avanzó arrastrándose hasta la puerta de su habitación, parándose en la entrada y pasando sin hacer ruido. Jongdae cerró la puerta de su cuarto para tirarse luego a su cama, tomando los audífonos de su bolsillo, colocándolos en sus orejas he insertando el cable en el orificio del celular.

Su primera lista de reproducción empezó a sonar. Las canciones eran tranquilas y relajantes, casi lo suficiente como para hacer que una persona alcanzara las ganas del descanso.

«Muy bien, Jongdae.» Se felicitó a sí mismo, había demostrado otro talento. Otro aspecto que agregar a su lista de «Las cosas que hacen tan perfecto a Kim Jongdae.» La actuación, la había logrado dominar. Una llamada interrumpió su autoalabanza, al igual que su música.

Oh Sehun decía en el identificador.

—Perfecto, después de todo no había tenido mi dosis diaria de presunción hasta ahora.

Descolgó la llamada.

{*}

Lo saludaba, lo despedía, hasta le pedía permiso para pasar. Chanyeol se había vuelto el estereotipo de buen compañero, o tal vez siempre lo fue pero Baek no lo había notado. Pero llevar una buena relación con el más alto no fue nunca la intención. Solo iban unos días desde que tuvieron su primera conversación y no había ni rastro de que se avecinara un mal carácter. Un berrinche o un grito lo suficientemente hiriente era lo único que necesitaba Baekhyun para reclamar su premio.

¿Suena tan mal que solo lo use? Pues sí, y nadie debía ofenderse, pues ahí no había nada más que interés. —Baekhyun, ¿quieres un poco?

Chanyeol le extendió una mano que sostenía un pan al que se le escapaba un poco de lechuga por el costado.

«Comida para conejos.» Pensó al instante.

—No, gracias. —dijo— No soy muy fan de los vegetales.

—Bueno, pero avísame si se te antoja, mañana traeré lo mismo. ¿Acaso no te gusta el emparedado de lechuga y tomate? Yo lo amo.

«¡Esto no funciona!»

{*}

KyungSoo cerró el libro de turno, marcándolo la hoja en la que pausó su lectura, dejándolo en el lado que le correspondía de la carpeta, empezando a guardar sus pertenencias en su mochila. La campana ya había sonado, eso significaba que era hora de volver a casa.

Los grupos se volvían a reunir en el lugar que les correspondía del aula. Aunque, claro que algunos no respetaban eso. No tenían restricciones y todo el lugar era de ellos. ¿Adivinan quiénes son?

—¡Kris, vamos a tu casa! ¡Quiero verla!

—Ni lo pienses, Sehun.

—Eres malo, hyung.

Ese día les tocaba ocupar el frente de la clase, reunirse exactamente en el sitio de Jongin, o sea el que compartía con KyungSoo. El pequeño intentó mantener la cabeza agachada en todo momento. Por desgracia ninguno de los personajes de su libro saldría de entre las páginas a rescatarlo.

—¡Soo, ven rápido! —Por suerte sus amigos sí.

Cargó su mochila en la espalda y saltó a los brazos de Tao, poniéndose todos en marcha a la entrada del instituto, tomando una charla sobre los temas que se trataron en clase y alguno que otro detalle gracioso sobre el receso.

—¿Cuáles son los planes para el fin de semana? —preguntó el más alto.

—Por ahora, nada de nada.

—Tengo planes familiares, no podré hacer nada. —Gimoteó Yixing— Seguro mi madre me obligará a tender ropa todo mi fin de semana.

—Eso sonó patético hasta para ti. —se mofaron los demás.

Así fueron los seis dirigiéndose a la entrada. Al fin de cuentas no hicieron ningún plan grupal, solo se separaron en la puerta como era costumbre. Tao se fue primero por su lado, seguido por Yixing con absoluta tranquilidad en dirección opuesta, y luego Baekhyun apurado para poder llegar a almorzar temprano y no recibir ningún regaño de parte de su madre.

Quedaron KyungSoo, Minseok y Luhan, los cuales se iban juntos por la misma ruta desde siempre.

—¡Hora de chismes! —anunció Luhan.

—Insisto en que venderlo a un sicario no sería algo tan malo. —bromeó el KyungSoo. Los otros dos rieron ante el comentario.

—¡Sehun es hermoso! Podría jurar que me miraba de reojo cuando le explicaba.

—¿Nos podrías dejar de contar por millonésima vez tu no cita?

—Ay, ustedes son unos aguafiestas.

—No es eso, solo que un ser humano normal no resiste escuchar una historia distorsionada por la mente de su mejor amigo más de catorce veces.

Luhan frunció el ceño, no le gustaba como sus amigos juzgaban su enamoramiento por Sehun, y lo usaran como una broma que podían usar en su contra cada vez que pudieran. Pero él sabía cómo deshacerse de ellos, después de todo, Minseok y KyungSoo no eran los más fuertes del grupo.

—De acuerdo. ¡Hora de sentimientos! —anunció Luhan por segunda vez.

—Me voy. —dijeron al unísono los dos restantes, siendo retenidos por el tercero por el cuello de la camisa y las tiras de las mochilas.

—No van a ningún lado.

—Tú hablando de sentimientos da más miedo que la ves que Baekhyun de la nada se le ocurrió decir «hablemos de sexo».

Historia real. Una anécdota que en realidad no era anécdota, solo una frase que a Baek se le ocurrió soltar en medio de una cena entre los seis amigos y la madre del menor de todos. Algunos dicen trasero para deshacerse del silencio incomodo, otros preguntan cosas obvias como ¿esto es un tomate?, pero a este se le ocurrió instruir sexualmente a sus pares junto a la progenitora de uno de ellos.

—Si se van le contaré a todo el mundo que en su primer año de secundaria se les olvidó traer ropa interior debajo del pantalón.

—No sé si molestarme contigo por amenazarnos con eso, o con nosotros por contártelo.

—Con ustedes, no quiero cargos de conciencia.

—Idiota. 

—Lo que aun no entiendo es como les pasó lo mismo, el mismo día. ¿Qué, acordaron desde el día anterior a o algo así?

—¡Cállate de una buena vez! —gritaron ambos al unísono.

Los dos pequeños suspiraron, ya no tenían una salida viable. Luhan había ganado.

—Bueno, empecemos con Soo, ándale.

—¿Qué, por qué yo? —exclamó ofendido.

—Porque ya mucho molestamos a MinSeok en todo lo que lo conocemos, y tengo el resto de mi vida para fregarle la paciencia, es tu turno de sufrir. Solo será un rato, Kyunggie.

El menor arrugó los labios en forma de protesta, pero no recibió ningún tipo de apoyo de parte de ninguna de las personas que lo acompañaban. Sus hyungs eran malos en definitiva.

—¡Primera pregunta! —exclamó Luhan con voz de comentarista deportivo— ¿Tu situación sentimental ha cambiado desde la última hora de sentimientos?

—¿Tú crees que aunque haya cambiado te lo diría?

—Eso es un sí, ¡siguiente pregunta! ¿Quién es?

—¡Deja de molestarme, Luhan! —KyungSoo viajó del extremo derecho de la línea que formaban los tres amigos al izquierdo, ocultándose tras la espalda de Minseok apretando su brazo con fuerza—¡Min, me está molestando! ¡Pégale! —Gimoteo con una voz casi infantil, al igual que cuando un niño va a acusar a su hermano menor con su madre porque este rompió su juguete nuevo.

—Lo siento, Soo, pero hasta yo estoy curioso, no te defenderé esta vez, solo respóndele y se callará. Lo aseguro.

Las veces en las que Minseok se negaba a proteger a su amigo eran contadas, la verdad era que aun siendo al que le debían más respeto era con quien más jugaban. Eso no era algo de lo que los demás se enorgullecieran, pero Kyung se lamentó que fuera justo fue ese momento en el que se le diera por darle independencia y libertad de resolver solo sus propios asuntos.

—¡No hay nada que responder! No me gusta nadie. —gruñó.

—¿Entonces por qué tu cara está tan roja como Baekhyun ese día de playa en el que no se acordó de usar bloqueador solar?

—¡No es cierto!

El aludido cubrió su rostro con el antebrazo. Estaba seguro, sin ni una pizca de duda, que si se los dijera no importaría cuántas veces les hiciera jurar que no se lo contaría a nadie, al día siguiente o incluso apenas llegaran a casa y tuvieran acceso a internet se asegurarían de que todo el grupo estuviera enterado de la confesión.

—¿Piensas hablar ahora o tendré que sacártelo por cucharitas?

—¿Hay alguna opción en la que no hablamos de esto y solo me dejas huir?

—No.

Sería una gran noticia. KyungSoo enamorado de alguien, o algo que no sea un libro. Sin duda un acontecimiento que celebrar, pero el pequeño aún no se sentía listo como para anunciarlo como una afirmación. No sabía si ese pequeño revoloteo en el estómago iba a durar o solo pasaría en un par de días.

—No pienso hablar de esto contigo, Luhan.

—Pero;

—No. —Interrumpió— Y me tienes que prometer que no dirás nada de esto a nadie.

—Pero;

—¡Promételo!

—De acuerdo, nada saldrá de mi boca.

«Tal vez esta vez lo cumpla. Luhan no es mala persona a fin de cuentas.» Y al día siguiente en el instituto, apenas todos estuvieron reunidos KyungSoo se hubo arrepentido de lo que hace menos de veinticuatro horas pensaba de Luhan.

—¡Adivinen! ¡Alguien robó el corazoncito de nuestro pequeño KyungSoo!

—Ya lo hablamos, Luhan. Fred Weasley no cuenta como una persona real.

—Ah, cierto, se me olvidó mencionarlo. No es de un libro.

—¡¿Qué?!

Los otros tres del grupo que no estaban enterados de la noticia, abrieron la boca de sobremanera al escuchar la noticia.

«De acuerdo, lo acepto, es mi culpa. Pero yo me encargaré. Qué pena que Luhan no tendrá descendencia.» Se decía KyungSoo a si mismo mientras respiraba hondo e intentaba bajar el rubor de sus mejillas al tiempo que calculaba que tan fuerte tendría que patear a Luhan hasta dejarlo estéril.

 


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