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Popular, nerd; lo mismo. por Baozi173

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Luhan temblaba, no pensaba poner en práctica nada de lo que su pequeña hermana le había propuesto. A veces podía ser tan inocente y recomendarle algo como invocar en algún tipo de ritual diabólico a Maléfica y esperar que lo hechizara; tanto como en otras ocasiones se le perdía la advertencia para padres y ofrecía redactar algún tipo de contrato para fornicar como animales. Bueno, los cuentos de princesas ella los tenía desde que aprendió a leer ¿Pero de donde había sacado la trilogía de 50 Sobras de Grey?

—Hyung. —Luhan volvió a la realidad. Era su última oportunidad y lo estaba arruinando.

—Lo siento, Sehun, creo que estoy muy distraído hoy.

—No me digas.

Parecía que el respeto a los mayores se había esfumado de alguna manera. Era eso o que su alumno ya había agarrado la suficiente confianza con su tutor como para hablar cómodamente. Luhan suplicaba al cielo que fuera lo segundo.

—Continuemos, —inició— dame un definición detallada de ADN y ARN.

—Ya me cansé, ¿no podemos tomar un receso?

—Los exámenes finales se acercan. No permitiré que salgas reprobado.

—Usted se preocupa mucho, hyung, cinco minutos no matan a nadie.

Sehun estiró sus brazos, dejando caer su torso en el respaldar de la silla. La biblioteca estaba más silenciosa de lo usual. El ambiente resultaba tan aburrido para el menor que incluso aprendió lo que se le estaban intentando transmitir con esos tres gruesos libros. El pequeño se había soltado bastante en sus otras dos sesiones. Durante un par de descansos dentro del instituto se habían encontrado y la diferencia entre ese y este Luhan era abismal.

Ese hablaba de su día, y de paso de la clase. Este hablada de la clase y observaba el piso por momento largos y pausados al punto de ser incómodo. Eso de sacarle el jugo no estaba resultándole. No habían soltado ninguna broma. En realidad en todo el rato que estuvieron juntos desde que se encontraron, con dos horas de estudio, lo cómico era algo imperceptible.

—Luhan, me aburro. —anunció separando en partes sus palabras. Y tal vez fue el silabeo del más alto, o sus labios al curvarse cuando lo llamaba por primera vez por su nombre, pero esa imagen casi sensual provocó un brusco sonrojo en el tutor.

—Si tanto te aburres, ¿qué propones?

—No lo sé, las bibliotecas no son divertidas

—Eso no es cierto, son hermosas. —Como ya se imaginarán, las burlas llegaron a la mente de Sehun a base de ese dialogo. Hacían fila por salir, pero no debían.

—Si me aburro será tu culpa. —bromeó Sehun— Me sorprende que tú te diviertas ¿Siempre estás aquí o algo así?

El mayor sonrió para sus adentros, ya era un logro bastante amplio que Sehun le preguntara sobre su vida, o bueno, sobre lo que hacía que no se aburriera al estar encerrado en esas cuatro paredes. Pero contaba.

—No es precisamente eso, solo que me he acostumbrado, mis amigos y yo lo consideramos un gran escondite.

—¿Escondite?

—Tú debes entender aunque sea un poco. ¿Qué querrías hacerle a un grupo de chicos que andan con la cabeza baja y abrazando un montón de diccionarios?

—Hacerles bullying hasta que se cambiaran de distrito.

—Exacto, ahora entiendes.

Ambos rieron bajo por las reglas del establecimiento y el hecho de que la joven bibliotecaria milagrosamente, dentro de todas las veces en las que había frecuentado el lugar estaba despierta y alerta.

—A qué hago que se quite esas feas gafas. —murmuró el más alto casi al oído de su mayor. Luhan asintió a su afirmación algo dudoso de lo que el contrario fuera a hacerle a la chica, joven debo agregar.

Sehun se levantó de su silla, lanzando sus mechones de cabellos colados sobre su frente hacía la parte trasera de su cabeza. Se acercó con paso firme y a decir verdad seductor a aquella señorita de cabellera descuidada y cutis maltratado, dándole cierta razón al estereotipo que los programas animados creaban sobre las bibliotecarias.

—Disculpa... —Desató una voz gruesa ante ella, haciéndola vibrar con solo escucharla.

—¿Sí? —murmuró luchando por no tartamudear.

—Quisiera preguntar por un libro… Oh, no. ¿A quién engaño? Yo... —Sehun fingió vergüenza la cual en realidad ni por casualidad tenía

—Me pareciste... hermosa. —le sonrió.

—¿E-en serio?

Él asintió provocando que ella tragara grueso. —Aunque, —se inclinó sobre el escritorio que los dividía— esas gafas no me dejan ver tus bellos ojos.

Un salvaje sonrojo apareció en las mejillas de la mujer. —Pues... —se quitó los anteojos con lentitud, sin quitar la vista del castaño— ¿Así está mejor?

—Por supuesto. —susurró acercando su rostro disimuladamente.

—Yo...

—Me tengo que ir. —Sentenció— Te veré luego, volveré pronto.

No, después de ese día no volveríaSehun dio vuelta sobre sus talones y volvió al lado de Luhan, riendo mudo, sentándose en la silla que minutos antes ocupaba.

—Eres una rata.

—Cuando me lo propongo, sí.

—¿Ya te divertiste?

—Sí, volvamos a los libros.

Y así, una hora más tarde la sesión terminó. Luhan se despidió con un beso en la mejilla. Él mismo tuvo que reunir la fuerza para robárselo a Sehun, ya que según la bitácora sus encuentros ya no serían nunca más fuera del área estudiantil. Aunque, jamás fue de otra forma.

Luhan corrió al primer teléfono público que vio en cuanto estuvo fuera de la biblioteca y marcó uno de los pocos números que se sabía de memoria. —Yixing, tú, yo y un pote de helado, ahora. —sentenció.

『n88;』

«¿Quién es de orejas grandes, sonrisa estúpida y es malditamente amable conmigo?»

—Park Chanyeol. —La maestra llamó a un nombre al azar en la lista del alumnado— Responda la pregunta del pizarrón.

El castaño tardó unos segundos en analizar, dando como respuesta una de las alternativas ofrecidas desde antes. Como un milagro mandado del cielo acertó.

—¡Al fin! Dame esos cinco, Baek.

«¿Baek?»

—Lo siento, pero ese apodo me lo reservo para mis amigos.

—¿Qué no lo somos?

El aura del mayor parecía a punto de explotar. No quería un amigo, sino un enemigo. Alguien que lo maltratara y se comportara como lo último de lo último. ¿Tan difícil le resultaba ser malo? La campana del fin de clases sonó e hizo eco en los oídos de ambos.

El mayor tomó con rapidez sus cuadernos y los colocó en la mochila como pudo, no le importó mucho el orden, solo le importaba salir de ahí pronto, ya sea a reunirse con sus amigos o solo ir a casa. Si oía una sola vez más un alago a como le quedó el peinado, Baekhyun juraba que le iba a dar algún tipo de ataque por la frustración.

—Hey, Baek, ¿vas a casa? —No quiso responder, pero su gran moral se lo impedía.

—Sí, con permiso.

—¿Por dónde te vas? pregunto, no sé, después de dejar a Suho en su casa siempre me quedo solo.

No, no y no. Para nada ese era el plan.

—¿Por qué me hablas? En serio.

—¿Ah?

Los regímenes y moderación se le escaparon al más pequeño. Se saldría de las reglas y probablemente la habría fregado toda, pero eso no le importó, o al menos no le tenía presente en el momento en el que se le ocurrió dirigirse a Chanyeol con aquel tono tan cortante y frío. Tal vez él debía aprender algo de crueldad de aquella demostración, era gratis.

—No te entiendo.

—¿Cómo? —gruñó— ¡Ustedes se pasan la vida mirando a los demás por debajo del hombro y justo cuando lo necesito no puedes hacer un miserable esfuerzo!

El salón ya se había vaciado casi por completo, solo quedaban los amigos de Baekhyun, todos excepto Yixing, el cual nadie sabía dónde se había metido. Solo desapareció apenas la campana dio la orden de retirarse.

—¿Por qué de la nada me hablas así? ¿Hice algo que te molestara?

—Sí, ahora que lo preguntas, sí.

Sus manos apretaban con fuerza las tiras de su maleta. El menor no comprendía nada. ¿Cómo su pequeño hyung en menos de dos minutos se le había quitado toda esa aura de fragilidad? Desde el inicio daba la impresión de necesitar ser protegido, pero en menos tiempo del que le toma a Kai enamorar a una chica todo aquello que le interesó a Chanyeol en primer lugar para intentar ser su amigo se había esfumado, como polvo en el aire.

—Si me explicaras entendería al menos un poco de lo que me dices, Baek.

—¡No me llames así!

—¿Cómo? ¿Baek?

—¡Exacto! Solo mis amigos me dicen así, tú no eres uno.

Eso dolió. Casi tanto como su indiferencia a su existencia al inicio de su relación, esas palabras atravesaron y acuchillaron lo que Chanyeol creía era un avance a un lazo amical. Pero al parecer nunca existió.

—Eres un grosero. —murmuró con ligero resentimiento en sus palabras.

—No, eso debiste ser tú. ¡¿Cómo es que no lo entiendes?! —Si el primer reclamo ya era confuso eso no tenía ni pies ni cabeza— Eres un imbécil.

—¡Explícate! ¡¿Quieres?! ¡No entiendo ni la mitad de lo que estás diciendo!

No importa cuán educado uno pueda ser, tampoco podía dejarse insultar, por nadie, ni siquiera sus amigos. Si tenía algo que decir podía hacerlo, en su cara. Dejarse de rodeos.

—¡No se me da la gana!

—¡A pero mira que infantil!

—¡¿Y a ti que te importa?!

—¡Que me estás jodiendo el humor y no me sabes decir por qué!

—¡Te odio, Yixing! ¡A mí me pudo tocar Junmyeon! ¡Pero no!

«¿Y aquí que tiene que ver Suho?» Pensaba Chanyeol. Las interrogantes volaban en su mente.

—¡Si tanto me detestas ¿Por qué te me acercaste?! ¡Tú me hablaste primero!

—¡Fuiste una apuesta!

Y ahí, con la cólera por los aires, lo dijo. Los chicos detrás de él abrieron los ojos de la sorpresa. Levantaron las cejas, estaban tan extrañados de la situación que estaba transcurriendo que no se atrevían a decir nada.

—¿Qué?

—¡Lo que escuchaste! No me interesaría tu vida en lo absoluto si no me hubieran prometido algo a cambio. ¿Sabes? tengo una gran imaginación y mi amigo siempre está de mi lado.

—¿Apuesta? —eso salió de la boca de Yeol casi en susurro.

—Eso mismo, tú y Junmyeon fueron hasta hace cinco minutos el blanco perfecto.

—¿Qué se supone que apostaste? —se cruzó de brazos.

—Lo lógico, que tú eras un maldito, pero ni para eso me serviste.

—O sea esperaban que los tratemos mal.

—Al menos yo sí, Yixing se fue por un imposible creyendo que podían tener un lado amable. —hizo comillas con los dedos. El más alto ya no quiso escuchar más. Se dio la vuelta, recogiendo sus cosas.

—Friégate, pues tendrás lo que quieres.

Solo esas palabras dijo antes de salir a zancadas del aula, dándole un golpe con un lado de su cuerpo a Baekhyun que se atravesaba en el camino de su asiento a la puerta. Iría a buscar a Suho, él era de alguna forma parte de la situación. Se sentía usado. Eso dolía, dolía mucho.

—Baekhyun...

Tao rompió el silencio que se había formado. La tensión era cortante. Todos se fueron acercando despacio a Baek desde el fondo del salón, como si se tratara de una bomba a punto de detonar.

—Soy muy impulsivo, ¿no?

Los demás asintieron, de a pocos iban entendiendo la situación, y aunque no se sentían orgullosos de los hechos, amigos son amigos y no se les podía dejar de lado. Se le apoyaría, aun con todas las tonterías que junto a Lay había hecho.

—Ahora me siento mal.

Se dejó caer, sus piernas flaquearon. ¿Cómo la estaría pasando Yixing? Seguro él la estaría pasando mil veces mejor. Después de todo se quedaría con su colección.

Su primer error fue aceptar aquella apuesta. Lamentablemente no fue el único que cometió con respecto a Junmyeon. En su inútil intento de alcanzarlo lo alejó más, y aunque no le afectara de manera alguna, incluso si significara la pérdida de su colección, un ligero y casi imperceptible rastro de culpa le quemaba sobre los labios.

Su segundo error fue asustarlo. El recurso aplicado fue erróneo en todos los sentidos. Causarle una incomodidad infundada hacia el menor no era lo que quería. Miedo no era amistad. ¿Cómo no lo había notado antes? Lo había sufrido durante un buen tiempo, él y su grupo.

Su tercer error. Su futuro tercer error era que aun con el salvajismo que llevaba Yixing en los genes también era una persona tan honorable y correcta cuando llegaba el momento. Su tercer error era ir a confesar, disculparse. Yixing caminó sin reparo hacia el chico a quien debía rendirle cuentas, ya había pasado un rato desde que lo estaba buscando. Para su buena suerte ya todos los demás se habían retirado, dejándolo solo en compañía únicamente de Chanyeol y Sehun.

Se acercó tan tranquilo como su conciencia se lo permitía. Los tres ahí conversaban sin darse cuenta de su alrededor. No quería interrumpir, pero sentía que una intervención no haría mal a nadie. Sobre todo si sus intenciones no era en lo absoluto malas, todo lo contrario. Eran de paz.

Lo raro comenzó ahí. Cuando estaba a menos de diez pasos de su objetivo y esos tres pares de ojos se posaron sobre un miserable Yixing que solo alcanzó a parpadear y agitar sus pestañas en un movimiento casi suplicante de piedad.

¿Por dónde se había esfumado su valentía? Se sentía débil, juzgado y asechado. Se sentía como un Minseok a la luz del día. Tragó grueso, evitando que el ataque a base de contacto visual directo que le estaban dando esparciera los escalofríos a lo largo de su cuerpo, extendiéndose desde la punta de sus cabellos al filo de sus dedos.

Oh, muy tarde, ya empezaron. Se arrepentía mucho, ahora lo hacía. Esa apuesta saco un lado valiente y salvaje de sus adentros. Pero tan caprichosa era su propia existencia que no duró demasiado. Su atrevimiento no era el usual y de eso estaba más que consiente. Gritar y enfrentarse a quienes se lo merecían no era nada que le preocupara a Yixing. Fue muy confiado y dejó a la deriva sus límites. Se descarriló solo por ser quien probara algo dentro de ese contexto. ¿Pero que era exactamente? Fue, es y será por siempre en su memoria la experiencia que más reflexión le dedicó hasta ese momento. Jugó con cosas que luego él mismo no podía manejar. Debía despedirse de sus historietas.

—Hola.

Su saludo fue un hilo de voz que se escapaba casi ahogada de su boca. Esa expresión en el rosto del mayor ya la había visto antes. Lo que daba curiosidad era el gesto de sus dos acompañantes.

—Con que una apuesta.

Eso fue todo, la gota que rebalsó el vaso. No podía siquiera preparase para huir. Sus pies parecieron clavarse al suelo como reacción a las palabras recientemente pronunciadas. La razón por la cual se habían enterado era desconocida. Teorías e ideas dieron vuelta en su cabeza, rebotando entre la cordura y el pánico.

—¿Q-Qué? —tartamudeó.

—Sabes a lo que me refiero. —Yixing hubiera querido decir que no.

—Así que te gusta jugar, ¿no?

Chanyeol intervino como si la misma frase fuera su llamado. —Y luego dicen que nosotros somos los malos. ¿Te parece bien? Andar por ahí divirtiéndote con la gente, alterando los nervios e invadiendo su espacio.

Suho no se veía de buen humor. Sabían todo.

—Responde. —ordenó con el ceño fruncido.

—Lo siento. —Cual perro regañado con la cola entre las piernas y orejas caídas, Yixing dejó caer su cabeza. Avergonzado ante sus mayores.

—¿Te gusta andar besando por ahí a las personas? Si te reto a hacerlo con el primero que se cruce, ¿lo harás? —El pequeño negó— Oh, vamos, te daré lo que quieras. —ironizó— Si quieres anda y llama a tu amigo, seguro que también estará interesado en esto, ¿o me equivoco? Una buena oferta no podrían rechazarla, ¿no?

—Yo no quería llegar tan lejos.

—Pero lo hiciste, Zhang.

Levantó la cabeza con las mejillas pálidas. Aunque su cuerpo se asfixiaba en candela por dentro sus manos eran heladas al tacto. —Te pido disculpas por lo que pasó. ¿Podemos quedar en paz?

—¿Qué pasa si me niego, qué harás?

Aceptar o no estaba en las manos de Junmyeon, e interpretando el reciente avance en la conversación actual las cosas no jugaban a favor de Yixing.

—Nunca te molestaré más, te lo aseguro.

—No es suficiente. El hostigamiento, asecho, tanto como la invasión a mi espacio merecen más que eso.

Suho se acercó peligrosamente, con aquellos ojos que solo había visto antes en el rostro de YiFan. Tan lleno de ganas de dolor. Las disculpas ya no servirían, eso estaba más que seguro.

—Empieza

—¿Ah?

—Suplica.

De acuerdo, eso empezaba a molestar con ligereza al menor. Estaba acorde con el hecho de que su error no era el de los más gratos, pero ¿merecía tanto drama? La vergüenza por la falta ya era suficiente.

—Suho.

—No me llames así. —gruñó.

—¡Pero que es que no;

La cara de Yixing se volteó bruscamente. La palma de Junmyeon permanecía extendida en el aire, doliendo un poco por el impacto contra el rostro de Yixing.

『n88;』

—Tao...

—¿Sí? —El más alto levantó la mirada que tenía casi perdida entre sus libros de texto.

—Quisiera hablar contigo, antes que con todos los demás.

—¿Por qué? —Un suspiro bastante espeso salió por entre los labios del mayor.

—Es sobre quien me gusta.

Tao abrió los ojos de sobre manera ¿Era verdad que el pequeño KyungSoo se había enamorado? Sus cejas se arquearon son querer, dirigiéndole una mirada confusa.

—Bueno... Dime, te escucho.

—Es alguien especial y creo que ya es hora de compartirlo.

—¿Estás seguro que no solo es por presión de Luhan? Solo han pasado unos días desde que nos enteramos en primer lugar.

—No. Estoy seguro, quiero contártelo.

—Si es de verdad siéntete cómodo en compartirlo conmigo.

—Me gusta Chanyeol.


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