La improvisada entrevista había sido un desastre. Kyungsoo se preguntaba constante mente en qué había pensado cuando aceptó que JongIn le ayudase. Sucedió que el genio de la oficina se puso tenso en cuanto JongIn entró a ésta como si fuera lo más normal del mundo que un ánima irrumpa en morada de otra.
-¡TODO EL MUNDO SABE QUE ESO NO SE PUEDE!-
-¿Qué cosa?- JongIn apartó su mirada de la televisión para ver un exasperado Kyungsoo tras suyo.
-Aish, verdad que eres idiota, déjalo ya- Kyungsoo fue hasta la cocina a por su té de hierbas que JongIn había recolectado ésa tarde en el bosque de las ánimas. –Entonces… no son venenosas ¿verdad?- Kyungsoo meneaba el bebedizo con algo de desconfianza.
-¡No! Son mágicas.-
-Si claro, tomaré solo porque amo las infusiones y no he podido comprar hierbas decentes, quien sabe si estas las orinó un perro…- JongIn rodó los ojos y se volteó hacia la televisión, estaban dando el noticiero. Kyungsoo dio el primer sorbo y pensó que se sentía bien, con el quinto sorbo ya se había ido a sentar a un lado de JongIn tan relajado como nunca.
-¿Ves que son mágicas? Ya no estás histérico- Kyungsoo le pegó un codazo a Jongin medio en broma.
-Solo diré que son mejor que muchas cosas que probé durante mis años de estudiante.- Kyungsoo dio un sorbo largo y cerró los ojos, relajado ante la mirada divertida de JongIn a su lado.
-Creo que verte así de relajado es mucho mejor que ver la tv-
-No sé qué me has dado pero estoy en la puta gloria. Gracias.
-¿Entonces te puedo dar un beso?-
Kyungsoo abrió sus ojos de par en par, aun mirando un punto fijo del techo. Sin moverse un céntimo y creyendo haber escuchado mal, incluso temiendo que esa pregunta fuese nuevamente producto de su imaginación. Pero algo nuevamente no coordinaba en su razonamiento.
-¿Puedo?- JongIn se acercó peligrosamente a su dueño, pero extrañamente éste no oponía resistencia ni se alteraba. -Lo tomaré como un sí- Los labios de Kyungsoo descansaban, relajados como nunca, y mediante JongIn se acercaba, los ojos de su dueño lo miraban fijamente. Fue rápido, un beso de dos segundos y ya se había separado y estaba con pulso de abuela esperando que le gritara.
-¿Qué?
JongIn sintió herido su orgullo y se acercó nuevamente dándole otro beso rápido y otro, y otro. Todo culmino en una lluvia de besos rápidos que aun no se terminaba de creer hasta que Kyungsoo agarro su cabeza flojamente y lo separó de él.
-JongIn no me jodas ahora que me siento tan bien-
-¿Pero te ha gustado?-
-Tal vez un poco… a ver dame otro- JongIn se acercó nuevamente sin poder creérselo y lo besó, manteniendo esta vez varios segundos sus labios sobre los de su dueño. A Kyungsoo le gustaba, desde esa misma mañana que se había quedado grabada de forma tan cierta esa sensación suave que no podía quitarse de la cabeza: Los labios de JongIn sobre los suyos. La situación era tan real como cierta. Pero eso Kyungsoo no lo sabía, o no quería saberlo. Porque para él todo lo que fuera placentero y tuviera que ver con JongIn era una alucinación.
-¿Te ha gustado?-
-Si, me gusta mucho.
JongIn infló su pecho y avanzó hasta que se posó encima de su dueño quien descansaba a su lado mirándolo. Para Kyungsoo eso estaba mal, su mente siempre sintió que estaba mal, que de alguna forma le era prohibido JongIn, y que él se veía como un ser malvado que se aprovechaba de la inocencia de su Genio quien no había tenido más dueños hasta ahora, quien no sabía nada de nada y lo que sabía no se lo explicaba. Pero cuando caía en la mentira de su mente traicionera, no podía importar menos la situación supuestamente vulnerable de su Genio. JongIn le confundía la mente y le robaba la razón, definitivamente.
“No importa, total es otra alucinación, nada de esto es real” pensó Kyungsoo. De pronto en su ensimismamiento se preguntó si tal vez JongIn fuera real también. Se le cruzó como una chispa la pregunta que duró una milésima de segundo, de si su genio realmente existía, y aún más profundamente pensó si realmente era que existían en su totalidad todos aquellos seres que solo él podía ver. Y sintió pánico porque nunca había deseado con tantas fuerzas que su pensamiento no fueran más que miedos infundados, tal y como justamente ahora, en el momento en que JongIn estaba sobre él, besándolo y acariciando todo su cuerpo.
A pesar del miedo que le inundó un instante, olvidó rápido aquel “horrible pensamiento” y sin indagar más en ello, se abandonó a sus sentidos. Besó de forma desvergonzada y ansiosa a JongIn, tal como hoy en las pircas bajo el sol mañanero. Kyungsoo tenía poco control de sus actos ahora, porque ésta vez era JongIn el que mandaba, el coló una mano traviesa bajo las mil capas de ropa de invierno que solía llevar su dueño, tocó su piel tibia y se sintió en la gloria.
Por primera vez, se sintió realmente feliz. El calor corporal de Kyungsoo era tan humano que JongIn sintió que se volvería loco.
-Kyungsoo, uhm, discúlpame- El más bajo dio un quejido en cuanto JongIn separó sus bocas, y su decepción fue rápidamente truncada cuando su genio le subió las ropas y dejó al descubierto su abdomen en un arranque de curiosidad. Kyungsoo se estremeció por el frío y por los ojos de JongIn clavados en su cuerpo. En seguida JongIn bajó y comenzó a besar con afán el delgado y blanquecino vientre. Sus Manos descansaban en los costados y para Kyungsoo eso fue delirio puro.
-¿P- por qué?.
-Porque ahora voy a comerte- Esa fue la frase culmine que hizo que Kyungsoo se derritiera entero y cerrara los ojos regalándose a su genio. Dándose completamente a él. Con sus mejillas rojas y el calor en toda su cara solo pudo decir un casi inaudible “Haz lo que quieras conmigo”.
JongIn sonrió satisfecho y se sumió en su labor, tal y como recordaba haber visto en la TV un día que Kyungsoo dormía, él imitó exactamente lo que recordaba de una película de amor. Besar su boca, su cuerpo, su hombría, escucharlo gritar, escucharlo decir su nombre, gritarlo.
Todo aquello deseaba y había deseado con todo su corazón en éste último tiempo. Su anhelo fue el causante de todos los problemas que aquejaban a Kyungsoo y por fin él podía tenerlo con su consentimiento. No podía ser más feliz al ver que su dueño le correspondía, que enredaba sus piernas con las suyas e intentaba tocarlo, que quería quitarle la ropa torpemente y que de pronto lo vio directo a los ojos como permitiéndole con una mirada dar el siguiente paso. JongIn tragó saliva, tembloroso.
-Te quiero Kyungsoo-
-Yo también te quiero, pero adentro- JongIn estaba sorprendido de que Kyungsoo soltara tal guarrada y sonriera, no parecía él. Pero no tenía tiempo para pensar ni tampoco tenía cabeza. Porque se calentó tanto con esa respuesta, que incluso la casa comenzó a crear tanto vapor que parecía un exótico y afrodisiaco sauna en la sala.
El genio fue lento, tumbó a Kyungsoo completamente de espalda en el suelo y le fue quitando la ropa prenda a prenda, desesperándolo. Explorando cada rincón de su cuerpo como una joya. Kyungsoo por su parte acariciaba el cuerpo de JongIn con gran entusiasmo, hasta que se vio completamente desnudo y pensó que el juego ya no era justo.
Desabotonó el abrigo rápidamente haciendo que éste cayera por los hombros del genio. Se dio cuenta, al verlo por primera vez tan detenidamente, que su torso se veía como el de un puto modelo de una porno.
-Oh Jongin, por la mierda-
-No blasfemes-
-Es que, te necesito… pero ya- JongIn acarició las piernas de Kyungsoo, quien instintivamente las abrió para darle cabida. JongIn se presionó sobre él varias veces, inclinándose a besarlo. Kyungsoo se la tocaba y sacudía con una mano, de vez en cuando acariciaba el miembro de JongIn también, demostrando su experticia, pensando que todo iba malditamente bien para ser cierto, y era obvio, porque para él esto no era más que otra de las fantasías de su genio.
Pero toodo se fue a la mierda en cuanto JongIn abrió la boca.
-No, no. Esto está mal-