—Deberías saber más del tema. Porque te puedo joder la vida sin querer. Ah, por cierto. Yo pensé que tú debías estar soltero, yo pensé que no encontraras trabajo para que así, estuvieras siempre en casa… conmigo— JongIn era tan severo como un detective que acababa de juntar todas las pistas, él miraba fijamente a la cara horrorizada de Kyungsoo y, sin querer, le atormentaba con todas y cada una de sus palabras.
— ¡¿QUE?!
— ¡No fue de mala voluntad! Te estoy siendo sincero. Nadie puede controlar lo que piensa y yo… yo no sé cómo funciona esto pero de verdad. De verdad que no quiero hacerte daño nunca.
Ahí tenía Kyungsoo, a dos metros de él, el genius loci más nocivo que conocería en su vida, quien con sus pensamientos podía controlar todo su entorno, absolutamente todo lo que le sucedía y eso podía significar su fin si es que JongIn lo llegaba a odiar.
Tenía que salir, tenía que huir rápidamente, pero sin que JongIn se diera cuenta. No quería imaginar lo que pasaría si se enterara que quiere escapar y dejarlo nuevamente en su miserable soledad. Tenía que actuar con inteligencia, tenía que idear un plan para largarse lo más pronto posible, así tuviera que vivir en la calle.
—JongIn, ¿A qué le temes? — JongIn lo miró confuso, él pensó que Kyungsoo saldría corriendo despavorido, pero en lugar de eso, lo tenía preguntándole cosas de psicólogos.
—A quedarme solo nuevamente.
—Yo nunca te dejaré solo.
Kyungsoo juntó todo el coraje que tenía para avanzar hacia JongIn y darle un abrazo confortable. Debía actuar bien, tenía que hacerle creer que él estaba de su parte. Era supervivencia. JongIn lo abrazó fuertemente e inspiró de su colonia, fue un abrazo tan cálido que por un segundo, Kyungsoo sintió que no quería separarse, olvidó el miedo que le empezaba a tener a su genio y recordó la noche en que él supuestamente se había aprovechado.
— Mentiroso— Todo el calor se desvaneció entre sus cuerpos, un escalofrío le recorrió cuando el aliento frío de JongIn chocó contra su cuello, paralizándolo, haciendo que su corazón latiera de pánico. JongIn sabía su plan, sabía malditamente todo, porque mierda, era tan obvio, pensaba Kyungsoo.
Y no pudo replicarle, claro que no, Kyungsoo quedó mudo y rápidamente buscó que hacer para callarlo, ¡Que no dijera más nada! ¡Que no le hiciera hablar!
Un beso falso. Frío, como no recordaba ninguno. Era un beso del auténtico JongIn, quien estaba desecho por dentro y Kyungsoo lo sabía, y no era como si le importara. No fue solo hasta el momento en que JongIn separó sus bocas y comenzó a llorar abrazado a Kyungsoo, que éste último sintió su pecho hundirse y tal vez algo dentro de su corazón se enterneció. JongIn, quien era varios centímetros más alto que él no se veía bien llorando de esa forma tan desconsolada. Kyungsoo no sabía que hacer más que darle ligeros golpecitos en la espalda para que se calmara y no hubiera una inundación en la casa o algo por el estilo.
—Kyungsoo, no sabes de soledad.
¿Cómo iba a saberlo? ¿Si nunca había podido estar en un lugar donde no hubiera un ánima cargando su existencia? Entonces era cierto, Kyungsoo no sabía de soledad, tampoco sabía de empatía aunque él siempre se sintiera “victima comprensiva de los genius loci” Pero eso no bastaba, ese título no era nada con todo lo que tenían que soportar ellos y no fue hasta mucho tiempo después que Kyungsoo lo entendió por completo. Pero ya era demasiado tarde.
Después de ese día, JongIn intentaba mantener su mente ocupada en otras cosas, quería pasar de Kyungsoo porque no pretendía que él lo odiase y terminara escapando. Por su parte, el (idiota) Kyungsoo, seguía pensando que JongIn le arruinaría la vida e ideando un plan maestro para escaparse sin levantar sospechas.
El dueño comenzó nuevamente a salir todos los días en busca de empleo, sin embargo, su plan consistía en llegar antes del anochecer a casa con algo delicioso para comer y una nueva película para ver junto a JongIn, porque bien sabía que eran su punto débil.
Ya se habían hecho rutina sus tardes de películas, cuando un día el humor de Kyungsoo se volvió extrañamente. Tarareaba la canción Crazy de 4minute mientras preparaba unas palomitas de maíz caseras (no había demasiado presupuesto). Estaba absolutamente concentrado en preparar el cocaví para ver la película “Shrek” mientras JongIn lo observaba de reojo, él ya no hablaba tanto como antes, no se empeñaba en hacer feliz a Kyungsoo aunque en el fondo así quisiera. Puesto que sabía que era en vano, tenía más que claro que Kyungsoo esperaba con ansias el momento en que pudiera marcharse y dejarlo. Y era tan doloroso tener que fingir, ver que Kyungsoo se empeñaba por hacerle sentir confortable cuando todo se trataba de una mentira, que lo podría incluso estar ilusionando para luego dejarle cruelmente.
-No tienes que esforzarte tanto, no tengo deseos de hacerte mal, Kyungsoo- El más bajo quedó paralizado ya que no se esperaba ese contraataque. Sus nervios eran visibles y JongIn pensó que era imposible con él. Era demasiado llevado a su idea y no le creería nunca.
El buen humor de Kyungsoo de disipó al instante, no podía ser más de mierda la situación. No podía.
— ¿De qué hablas?
— ¡Que estás siento un puto cínico! ¡Si te quieres ir puedes irte a la mierda pero no finjas ser bueno conmigo cuando es obvio que quieres marcharte!
Kyungsoo quedó con la boca abierta, cada musculo de su cuerpo se tensó en algo parecido a un calambre. JongIn lo trajo de vuelta a la realidad con una sola frase y todo lo que decía era cierto ¿Qué intentaba lograr con esto? ¿Era lo mejor? Kyungsoo se dio cuenta que no, que estaba haciendo el papel de idiota.
—No… perdón.
Fueron las últimas palabras que alcanzó a decir cuando JongIn traspasó el umbral hacia el patio seguido de un estruendoso portazo que hizo crujir absolutamente toda la casa. No se supo más de él en toda la noche y Kyungsoo sintió incluso más frío que la primera vez que durmió ahí.