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Io ti Penso, Amore por azumicard

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Sherlock.

 

 Nuestros nuevos horarios habían resultado dispersos.  Desde alba hasta altas horas de las noches, John permanecía en el conservatorio.  Las actividades resultaban excesivas para su debilidad física y por las noches terminaba completamente agotado.  Podía escuchar sus débiles pasos, subir las escaleras, abrir la puerta y tumbarse sobre el sofá. En ocasiones obviaba el proceso alimenticio, iba directamente  a su habitación;  priorizaba  el sueño. 

 

El clima empeoró mientras avanzaban las horas.  Por la tarde  estuve sentado en mi sillón, luego de disfrutar una taza de té, proporcionado por la señora Hudson,  minutos antes.  Mi cerebro se había excitado con exceso, con todo cuanto había ocurrido, hace dos días atrás. Un insignificante hecho había puesto en jaque todos mis sentidos. En mi interior, las más extrañas fantasías y conjeturas  tomaban vida. Abrí los ojos de golpe,  me levanté de aquel cómodo lugar en busca de un cigarro. Busqué en el lugar donde solía guardar la cajetilla, por arte de magia, llamado John Watson, había desaparecido el objeto en cuestión. Ir a comprar alguna tienda cerca no era una opción viable para mí. Volví al sillón, esta vez subí los pies y los envolví con ambos brazos. Maldije al clima, a mi compañero de piso, a los estúpidos parches de nicotina, los encontré en sustitución a los cigarrillos.  

— Si tan solo el  incompetente de Lestrade hiciera bien su trabajo, no estaría en esta situación… ¡Ahhh!  -lancé un quejido – Mi cerebro colapsará si no encuentro un punto de interés o… -fijé la mirada en el piano.

 

A paso lento me aproximé. Era el momento propicio para componer música, una actividad que mantendría relajado y ocupado. En el atril dejé varios pentagramas y un lapicero sobre el mueble. Tomé asiento, rocé con las manos los teclados; aún podía percibir las huellas dejadas por John. Un rastro que me permitía saber la pieza musical ejecutada. Reescribir ordenaba mi mente, mientras la parte irracional se oponía.  Un conflicto interno parecía tomar protagonismo, sin embargo, cerré los ojos, aislé cualquier pensamiento fuera de lugar. Mis dedos comenzaron a moverse  por voluntad propia. Los dejé pasear por las 88 teclas, buscando el sonido ideal.

Pierdes la noción del tiempo, espacio cuando se trata de música. Llevaba componiendo y plasmando  en el pentagrama, llevaba  tres hojas; sería una pieza corta. Casi al finalizar, percibo ruido, proveniente de la entrada. La puerta se abrió, las notas musicales  dieron bienvenida a John.



https://www.youtube.com/watch?v=uTdTzV603l8

 

 

Se quedó unos segundos parado. Luego siguió su camino, arrojó sus cosas contra el suelo y su cuerpo cayó pesadamente sobre el sofá. No dijo nada, hasta después de 3 minutos de completo silencio.  

— La música quita del alma el polvo de la vida diaria – murmuró, John.

Continué tocando el piano, obviando su presencia.

— Sherlock… ¿Estas escuchando? – alzó la mirada – No me ignores…Bah, que más da, no puedes arruinar aun más  este terrible día – dejó caer su cuerpo, otra vez.

—   Bethoveen seguirá siendo tu talón de Aquiles, si no te enfrentas en serio a la música –sin dejar de tocar, respondí-  El rastro de huellas refuerza mi teoría. Tu falta de interés te llevó a desperdiciar el tiempo, tus manos tomaron un rumbo distinto, trazado por la partitura. La marca de tu cabeza cerca del atril, sugiere que te rendiste en varias ocasiones. 

— Ahora comprendo porque no quieres que limpie el piano...

— El polvo otorga información valiosa.

— Hermosa… hermosa melodía estas interpretando. 

— Me llevó dos horas componer la pieza musical. – la ultima nota resonó.

Al instante, se levantó del sofá.

— Tú… eres magnífico –exclamó entusiasmado- Has creado algo sublime. Creí que tu investigación había rendido frutos. Buscar dentro del mar de piezas musicales antiguas, unos ejemplares, dignos de traerlos devuelta a nuestra era.

—  La selección quedó interrumpida por…-cuando iba a contar mis planes a John, este me interrumpió.

— Vaya, es tarde... Iré a tomar un baño, luego prepararé la cena – a punto de abandonar el lugar, agregó- Por cierto, Sherlock, tu música sería el lenguaje de la filosofía si pudiera pensar con sonidos en vez de pensar con palabras.

Me tomó por sorpresa sus palabras.

 

 

 ***

 

Era las cinco de la tarde, cuando el crujir de la puerta principal, anunció la llegada de una persona. Minutos previos, me encontraba mirando  por la ventana hacia la calle.  En mis manos tenía mi violín Stradivarius. Veía como la imagen de John desaparecía en el horizonte. Desde el ángulo donde me encuentro, puedo afirmar: es una persona menuda y con un humor de los mil demonios. Admito, tiene una paciencia  infinita, pero provocar su ira, terminó siendo un experimento peligroso, atentando contra mi integridad. Aún puedo sentí los brazos de John apretar mi garganta; es un demonio cuando se propone.  Obtuve un resultado distinto a lo previsto, casi la situación se sale de mis mano si no fuera por el sonido de su móvil. Mientras él  atendía la llamada, yo aproveché para respirar tranquilo.  Por el lenguaje corporal de John, iba a tardar, así que cogí el violín del suelo.  A pocos minutos de finalizar esa llamada, los sonidos del violín se apoderan del ambiente. Por inercia él volteó el rostro, nuestras miradas intimaron  fracción de segundos, lo suficiente para comprender como debia actuar. Di media vuelta, dando la espalda y continué tocando.

Sentado en mi sillón recibí la predecible visita de la Sra. Hudson.  Su inconfundible voz rebozaba de alegría, matando el ambiente creado por mi estado de ánimo. Hice a un lado el violín  para poder recibir la taza de té, proporcionado por ella. Era una costumbre aparecer a las cinco de la tarde; la hora del té. 

— Eres increíble desordenado, Sherlock –comentó, mirando alrededor- en menos de tres días has transformado el lugar, que con tanto esfuerzo, John arregló. Deberías tener una pizca de consideración.

— Y la tengo –respondí tajante.

— Por supuesto, tu adicción a la música a horas extrañas.

—  Como  su interés hacia el  hermano del dueño de la panadería. Sí al principio fue atracción física, ahora ha cambiado su percepción, luego de una amplia conversación. Encuentra en él muchas similitudes  de su antiguo esposo, sin embargo, lo desconocido alimenta su curiosidad. Una invitación próxima, la tiene en ese estado mental; proceso bioquímico en el hipotálamo.

No respondió al instante, aguardó el tiempo prudencial.

— Sherlock Holmes, has estado espiando mis conversaciones.

— En lo absoluto –rechacé su acusación – solo basta con observar sus facciones y lo demás cae por su propio peso. Interpretar los indicios encontrados en las personas es una tarea sencilla; un pasatiempo cuando estoy aburrido.

— Has vuelto a tener una pelea marital.

 La pregunta llegó en el momento menos indicado. Había dado otro sorbo del té, cuando las palabras llegaron a mis oídos. Por poco terminó atorándome.

—  Me topé con él, justo en el instante que salía – prosiguió el relato- No tenía buen aspecto; estaba molesto. Al  percatarse de mi presencia, volteó la mirada. Me saludó amablemente sin perder el enojo y luego se fue – realizó un breve pause – El motivo de su enojo, tiene nombre y apellido  -me vio directamente a los ojos- Sherlock, querido…  se considerado con el pequeño de John.

— Estoy cumpliendo el acuerdo pactado entre ambos.

— Tu madre me dijo que aprendiste a cocinar varios platillos comestibles. Aplica esos conocimientos para preparar la cena de vez en cuando.   

— ¿No tiene alguna vajilla que lavar?

— Bien, jovencito. Comprendí a la perfección tu indirecta. Pero antes vas a prometer arreglaras las cosas entre ustedes –su preocupación  era notable, a través de sus facciones y tono de voz-  Ha pasado días desde que los escuché tocar juntos. Ahora solo existen interpretaciones individuales. No prohíban a  esta persona de su dúo extraordinario.

Volvió a tomar el papel de conciliadora cuando se suscitaba situaciones similares; un nexo entre John y yo.  Siempre involucrándose en asuntos ajenos.  Y la cercanía contribuyó a que asuma el rol de madre sustituta. Dicha relación es más estrecha con John; ve en ella la imagen maternal que careció parte de su adolescencia. Por mi parte, tenía suficiente con la intervención de mi familia en mi vida. Solo hasta poco más de 5 años atrás; la anhelada independencia.

Finalizado el proceso alimenticio, cogí el violín con la mano izquierda y con derecha el arco. Aún sentado, comencé a tocar notas dispersas, sin ninguna orden en especial. Apagué mi mente  intencionalmente y dejé a mis dedos moverse por voluntad propia.  Nulas oportunidades dejo a la parte emocional tomar control de mi mente, ya que las considero un defecto humano.  Sin embargo,  la imagen mental de él tomó por asalto a mis pensamientos. No encontraba lógica a esta anomalía; no dejaba de pensar en John Watson. Hasta consideré la absurda idea: ser yo  el culpable de la discusión e inducirle a que abandone el piso.  La lucha entre lo racional y lo emocional terminó por conducirme a la peor de las opciones posibles; enviar un mensaje de texto.

 

No me interesa que estés haciendo. Regresa de inmediato a Baker Street 

- SH  18:45


No recibo órdenes de ti.  Además es fin de semana, ya quede con unos amigos para salir. Para un genio como tú, podrás deducir que no vendré hasta el siguiente día. No te preocupes, voy a quedarme en el departamento de alguno de ellos 

- JW   18: 47


Si estas molesto, me disculpo.

- SH   18:47

 

Simplemente quise salir a divertirme. Necesito liberar toda la tensión acumulada. Y si tienes hambre, puedes calentar la comida que hay en la refrigeradora. Asegúrate de  no arruinar la cocina, porque esta vez no limpiare tu desastre.

- JW     19:00


 

Eché la cabeza hacia atrás del sillón, miraba el techo; en la misma posición me quedé contemplando a la nada. Mis dedos aún sostenían el móvil, quería llamarlo y decirle que vuelva… ¿Con qué objetivo? Esa era la pregunta del millón. Ni yo encontré respuesta, solo deseaba verlo ahora mismo, sentado en el sillón de al frente. Tener esas pláticas cada fin de semana, aunque sea yo el único en tomar la palabra, mientras John escuchaba atentamente. Intervenía con alguna de sus erróneas deducciones o comentarios irrelevantes. Sin lugar a duda, podía percibir su pasión hacia la música.

Tuve la extraña necesidad de escuchar su voz, cuando el reloj marcaba media noche. Durante ese lapso, estuve tocando el piano a un ritmo lento y casi melancólico. Extinguí los sonidos en el instante que escuché el móvil sonar insistentemente, al punto de sacarme de quicio.

— Sherlock Holmes.

— Hola… Sherlock. Soy Molly Hooper –habló casi tartamudeando-  veras, te llamé…por qué.

— Molly, no tengo toda la noche. Ve directo al asunto.

— Es sobre John…

Pronunció ese nombre y todos mis sentidos estaban alertas.

— ¿Qué le sucedió?

— Por momento nada, pero deberías venir a recogerlo de inmediato. No tiene buen aspecto  desde el punto de vista donde me encuentro ahora.

Definitivamente estaban en un Bar: la música a un nivel alto, pero soportable para el oído humano. Bulla de personas conversando en diferentes direcciones, entre otros sonidos típicos de un lugar de diversión.

— Cual es la dirección –pregunté, al tiempo que me puse de pie, en busca de mi gabardina, menos la chalina porque estaba extraviada – Mantenlo vigilado, mientras llego al lugar.

El solo hecho que algo le ocurriera, hizo que bajara de las escaleras a toda prisa. La parte racional, indicaba  cero probabilidades de sufrir un accidente, pero la parte emocional le contradecía. Durante el trayecto empecé a recrear diversos escenarios  posibles, estaba yendo en contra de mi razonamiento.  Estaba actuando de diferente manera… eso empezaba a dar miedo. Nunca había experimentado estas extrañas emociones y no eran nada agradable; no me sentía  yo mismo.  El taxi se detuvo, luego de pagar por el servicio, caminé  hacia la entrada del establecimiento.  El cabello recogido en una cola,  posición cohibida, son características  de mi informante.

— Creí haberte dicho que lo vigilaras - mi voz la asustó. Estaba distraía viendo a otro lado- No estás haciendo un buen trabajo, Molly.

— Oh, Sherlock…por fin llegas – sonreía,  a la vez tenía un rostro de preocupación - …No sé qué tiempo llevan bebiendo, pero  creo que ya tuvieron suficiente por hoy. Hace poco, John terminó involucrado en una pelea, todo por ayudar al idiota de Nick. Estaba coqueteando con la persona equivocada.

— Pelea en la cual salió ileso –me apresuré en responder.

— ¿Cómo lo sabes?

— El tono de tu voz  me aportó bastante información y verte aquí,  confirma mis suposiciones: el grado de la situación es menor. No existe peligro para ninguno de los involucrados. Y si me disculpas, iré a buscarlo.

— ¡Sherlock!... debes saber algo mas… él…-titubeó. 

—   Consiguió compañía femenina.

 

Mostrando un gesto amable tuve que despedirme de ella. Justo en el momento de voltear, apresuré el paso y entré al dichoso Bar. Rápidamente mis ojos trabajaron hasta encontrar su ubicación exacta, en medio de la multitud. Cinco metros de distancia nos separaban, los cuales iba acortando mientras avanzaba paso a paso.  En efecto, John tenía compañía, una mujer de 25 años de edad, relativamente alta para la estatura de él. Cumplía con el patrón de sus antiguas novias. Si que estaba entretenido viendo el escote del vestido,  acomodado intencionalmente.

— Estas en problemas Jonny boy –dijo Nick en tono burlón –, vinieron por ti.

—  Sherlock,  vaya sorpresa verte aquí –intervino Mike. Traía dos vasos de cerveza-  Creí que estos lugares no eran lo tuyo, prefieres lugares menos ruidosos y con escasez de personas pululando. Ya que estas aquí, acompáñanos –me dio uno de los vasos. 

— ¡Sí! – dijeron en coro el resto de personas.

Las personas se reacomodaron,  dejaron un espacio  libre a lado de John.  Sentado, me dispuse a fingir tomar cerveza, embriagarme no estaba en mis planes, no después de nuestra última borrachera.  La dama que acompañaba a John, le estaba dando de beber, coqueteo mutuo.  Debía encontrar rápido el modo de crear una distracción para salir del lugar, un minuto más y moría del aburrimiento.  Analice los posibles escenarios que terminen con mi tortura, y al fin lo encontré. El ángulo de inclinación del vaso de John, era la opción adecuada. Realicé el cálculo respectivo en sincronía de los movimientos de las personas. Como resultado, su camisa mojada parcialmente por el contenido.  Excusa ideal para sacar a John de ese círculo y llevarlo al baño, donde si podríamos conversar.

—  Menuda suerte… ¡Por qué a mí! – se quejaba mientras limpiaba la mancha en el lavado- Es mi camisa favorita…  ¿Y tú qué haces aquí? Creí haber sido claro al enviar el mensaje. Tu presencia es innecesaria.

—  Al punto de intentar llamarme cuatro oportunidades. El último intento iba a ser el definitivo, desististe al verme parado frente a ti.  Sacaste tu mano inquieta del bolsillo del pantalón.

Mis deducciones fueron correctas, su rostro así lo confirmó.

—   Has estado  soportado la conversación con esa insípida persona porque tenías  la esperanza que Molly me llamará  y vendría por ti. Es el motivo por el cual te involucraste en un pleito ajeno; atraer la atención de Molly Hooper. Tu plan funcionó. Aquí estoy.

—  Olvidaste mencionar…- se tapó la boca y fue corriendo a vomitar.

—   Si ya terminaste, podemos irnos.

—  Yo me quedó…  la noche aún es joven –salió tambaleándose – No seas aguafiestas Sherlock, disfrutemos de la vida al máximo. Vamos a beber juntos, como aquella vez, solos tú y yo. ¿Qué dices?

Finalizado la pregunta, John se acerca en busca de su respuesta.  Entonces, pierde el equilibrio y terminamos en el suelo.  Él estaba encima de mí, sin poder moverse al inicio. Luego de reír, empezó a mover el cuerpo; intentando pararse sin éxito en los dos primeros intentos. Podía oler a la perfección el alcohol impregnado en su ropa, también el olor a tabaco.  Intervine para  resolver el asunto.

— No te encuentras en las condiciones óptimas para opinar. Regresemos a Baker, ahora mismo.

—   Bien… como ordene su majestad…-respondió  pesadamente – Solo déjame despedirme de los chicos y nos vamos.

Una reacción espontánea; le retuve del brazo.

—  Sherlock, será cuestión de unos minutos. Espérame aquí, ¿Si? – habló de manera convincente.

 

Lo esperé cerca de la salida del local. Busqué una ubicación discreta para no llamar la atención por mi vestimenta. Parecía haber tenido éxito hasta que dos señoritas se acercaron hacia mí. Segundos previos estaban observando.

— Hola, guapo –dijo una de ellas- Por qué tan solito.

— ¿No quieres que te hagamos compañía? –preguntó, al tiempo que apegaba más su cuerpo contra el mío; coqueteo femenino.

— Espero a alguien.

— Pero, nosotras somos mucho mejor que cualquier otra mujer…- descaradamente mostraban sus atributos- Olvídate de ella y ven con nosotras.

— Escogieron a la persona equivocada o como ustedes lo llaman víctima – respondí con rudeza- Por seres como ustedes, la raza humana está cavando su propia tumba al paso de los años.  Si me disculpan – con las manos me abrí paso-, mi compañía acaba de llegar.

A pocos metros de distancia, John se encontraba caminando. Me acerque a él y salimos del lugar. Parecía que su borrachera había desaparecido parcialmente a raíz de la reciente caída. Durante el camino de regreso, estuvo muy hablador, no dejó que intervenga cuando habló de  Mozart, Beethoven y Brahms.  La palabra era absolutamente suya, yo me quedé callado, escuchando atento  todo  el discurso.  Lo siguiente en hacer: tararear una pieza musical y creerse director de orquesta.  Otro minuto más y hubiera roto en risa por los graciosos movimientos que realizaba, las incoherentes indicaciones.  Llegamos a nuestro destino, lo ayudé subir las escaleras, conducirlo hasta su habitación. Cayó como un tronco sobre la cama, al instante quedó profundamente dormido.

Los sonidos del violín no llegaron a despertarlo. Tenía el resto de la noche solo para mí. Aproveché  al máximo cada uno de los minutos en practicar y componer música a mí antojo. La noción del tiempo desapareció, después de tocar la tercera pieza.  Las notas musicales embriagaron mis sentidos, dejándome llevar a la deriva; en busca de la tonada perfecta. Al abrir mis ojos,  encontré el lugar iluminado por luz natural y el ruido externo se hacía presente como todos los días; había amanecido. Con la mirada busqué algún rastros de John en el piso, confirmó mi sospecha; seguía durmiendo.  Fui a la cocina a preparar café, él lo necesitaría más que yo.  Serví dos tazas, las coloqué en la mesa, yo me senté a leer el periódico y beber el elixir de la vida.

— Oh… como me duele la cabeza –entró a la cocina quejándose- No vuelvo a salir con Mike y los chicos.

— La típica promesa de una persona reincidente.

— ¡Cállate! – molesto avanzó - ¿Y esto?

— Por error preparé café más de la cuenta. Esa es tu parte – le señalé la taza- Aún está caliente, bebe cuanto antes, será mejor el efecto.

— Gracias…

— Se específico, John.

— Por… -aclaró la voz y continuó- preocuparte por mí.

 

Fueron las únicas palabras que intercambiamos aquella mañana.  El apretado horario de clases lo llevó a beber el 80 % del contenido, apresurar su aseo personal  y cambiarse más rápido que un rayo.  No era motivo para llevar un inadecuado cambio de ropa. Estaba a punto de ejecutar el plan: “aniquilación de camisas a cuadros”, cuando estuviera ausente.  Sin embargo, la llamada entrante de Lestrade distrajo mi atención.  El asunto eran propuestas de conciertos, recitales privados y públicos.  Y como parte del contrato, en mis manos recaía la última palabra. Podía simplemente rechazar todas las propuestas por ser aburridas o escoger de tantas opciones un par. Le pedí enviarme un correo electrónico con la información requerida. Antes que cambie tema de conversación, corté la llamada. 

Parte de la mañana lo ocupe, revisando las propuestas. Nada parecía llamar mi atención, uno a uno iba desechando hasta quedar un grupo reducido de cinco. La segunda fase se dio  inicio, aquí la evaluación es rigurosa, no aceptaría tocar cualquier pieza  musical, ni complacer caprichos de los potenciales clientes.  Deje sobre la mesa dos hojas de papel; tenía la respuesta para Lestrade. Sin otra labor ocupando mi valioso tiempo, fui a tomar una reconfortadle ducha.  El contacto del agua con la piel relajó mi mente que estuvo inquieta el día anterior.  Aún tenía el cabello mojando mientras realice el cambio de vestimenta, las pequeñas gotas  se deslizaban por mi rostro. Utilicé la toalla para el secarlo y al buscar los zapato, mis ojos alcanzaron ver la revista sobre el armario.

— Será hoy o nunca – empecé a leer- mmm…  todos los ingredientes están disponibles en la refrigeradora. Y la preparación es nivel intermedio a pesar que la revista lo cataloga como difícil.   Es seguir  el procedimiento  paso a paso. Una regla básica aplicado en muchos campos de la vida.

 

Salí de la habitación, unos pasos más y estaba en la cocina.

— Desearía no utilizar un delantal, pero corro el riesgo de ensuciarme…-me quedé viendo la prenda-Que empiece el juego de una vez por todas.

Coloqué todos los ingredientes sobre la mesa. Ya que tenía la información de la preparación almacenado en mi cerebro, realicé el primer paso, cortar los vegetales. Haciendo uso del cuchillo, procedí.  Sin embargo mi falta de práctica me llevó a realizar una insignificante herida en el dedo índice.  Por precaución, hice uso del botiquín de primeros auxilios;  una bendita solucionó el problema y volví a la preparación.

 Los horarios de John sufrieron algo llamado metamorfosis forzado, la razón, su nuevo instructor. Ahora tenía clases los fines de semana, también.  Se caracterizaba por ser estrictos con sus estudiantes y sobretodo exigente; robar el último aliento.  Sus clases no eran nada fáciles en comparación con los otros instructores, él se distinguía.  Fue el único en tener mi absoluto respeto, no podía encontrar nada malo en él: excelente músico.  Calculé a la perfección los horarios: John sale del conservatorio temprano  y con un margen de error, él debería estar llegando a las 20:00. Hora ideal para servir la cena preparado por mí.

Media hora de retraso. Sentado en mi sillón favorito aguardaba su llegada. Otros diez minutos transcurrieron, la situación seguía siendo la misma. Tenía las palmas de las manos juntas, sirviendo de apoyo de mi mentón y las piernas cruzadas.  Analicé los posibles contratiempos, ninguno encajaba con el tiempo.  Aburrido de no hacer absolutamente nada, fui a tocar el piano. Sumergirme en las notas.

https://www.youtube.com/watch?v=WkbK9hVuqtE

 

 

En medio de la melodía, distinguí el sonido familiar de esos pasos subir por la escalera.  De pronto la puerta se abrió, mostrando a la persona que esperé por mucho tiempo. En ningún momento aparté la mirada de la partitura, me guiaba por los sonidos que él realizaba. Unos débiles pasos escuché aproximarse como aquella vez.  Paré de tocar cuando lo vi desplomarse sobre el sofá.

— No te preocupes estoy…bien –dijo, John en tono de murmullo – Deja que duerma escuchando tu música… la música más maravillosa…jamás escu…

El lugar quedó en silencio.

— ¿John?

— Si…

— Llegas tarde.

— ¿Así?... Creí que era…temprano…

Su última respuesta, luego el silencio se apoderó del ambiente.   A juzgar el timbre de voz,  se encontraba tirado boca arriba, una mano cerca de su rostro. Comprobé mi acertada deducción al aproximarme donde yacía dormido.   

— “La misma rutina todos los días: despertar, conservatorio y dormir. Ahora que lo pienso fue todo un acierto dejarlo en manos de su nuevo instructor. John se ha metió de lleno a practicar el piano hasta llegar a este punto…  Además es el sacrificio que demanda tener a un excelente instructor. Ha enseñado a otros pianistas que ahora ya son famosos”

Dichas palabras no fueron materializadas en sonidos articulados,  sino quedaron en mi cerebro.  Mientras más tiempo miraba a John, no podía apartar los ojos de él. Parecía un tipo de atracción, similar a la gravedad; estaba siendo arrastrado.  La observación me llevó a resaltar una característica irrelevante  hasta el día de hoy. Tiene las pestañas más largas del  promedio de varones y los labios finos de color carmesí, semejante a las de una mujer. La siguiente acción fue más extraña que la primera.  Dejé reposar sutilmente mi mano sobre su rostro, el cual estaba frío debido a las bajas temperaturas del ambiente. Una cálida sensación invadió mi interior, impulsando a mi cerebro realizar una segunda acción.  Deslizar la palma de la mano sobre aquella piel fría, a la vez cálida. No contento con la última inexplicable acción, otra orden se dio; acercamiento.  Mi rostro estaba a escasos milímetros de  mi ¿amigo?, sin poder razonar, ahora todo mi atención radica en esos labios; no aparté la mirada.  El punto focal  cambió a  unos centímetros más arriba, tenía el ceño fruncido. Casi al instante regresé la atención al verdadero problema. 

Podía sentir y escuchar su respiración lenta.  Yo estaba ahí  petrificado, sin poder mover ningún músculo.  Verlo dormir  me pareció  una nueva experiencia, que debía repetirse. El semblante relajado de John,  provocó estabilidad emocional en mí.  Unos milímetros más y nuestros labios iban a terminar juntándose, entonces un impulso eléctrico proveniente de mi cerebro, me alejó de él. Había retrocedido  sin darme cuenta.  Desconcertado  me quedé parado en silencio, mientras John dormía tranquilo, sin saber que estaba sucediendo a su alrededor. 

— Pero, que… - las palabras regresaron a mi garganta.

El cambio fue notorio: pulso acelerado,  pupilas dilatadas…un suave estímulo de una nueva conexión desconocida en aquel momento.  Algo llamado pánico se apoderó de mí, enseguida retrocedí un paso.   A medio camino de la huida, frené el paso al recordar un detalle importarte. Regresé a la sala de estar, utilicé una manta para cubrir su cuerpo que estaba perdiendo calor corporal.   Solucionado el problema, no tenía nada que hacer ahí, así que fui a encerrarme a mi habitación.

 

 

Notas finales:

 

Avanzo  a pasos  lentos... a  falta de tiempo ha  dificultado la actualización  a tiempo  como me gustaría realizar.

 De manera secuencial llevaré los sucesos  en la línea de tiempo, del cual a veces me pierdo jejejejeje. Escuchar melodías  me relajan y me inspira a  continuar escribiendo a pesar de no contar con mucho tiempo Y.Y

PD: lo que tenga que suceder, va a suceder, sin apresurar las cosas. Así que, paciencia.

PD2: Actualizaré los domingos, claro no todos los domingos, pero haré el intento.


Ciao Ciao  *w*// 


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