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Io ti Penso, Amore por azumicard

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Sherlock.

— Te escucho –dije, cruzando las piernas.

Me bastó escasos segundos para deducirlo;  sigue siendo un libro abierto ante mis ojos.  Las palabras parecían no emerger desde su garganta, sus dedos se movían nerviosamente, aplacando el estado de ansiedad. Y sus ojos no tenían punto de atención, miraba a todos lados, menos al mío. Se rehusa a mantener algún contacto visual, pero los míos estaban atentos a cada movimiento.

—  Considero que estoy en las condiciones de poder dar el siguiente paso.

Sus palabras eran música para mis oídos.

—  A estas alturas, ya habrá deducido el motivo por el cual estuve llegando tarde en estos últimos días -prosiguió- Al principio me costó comprender lo que sentía. Lo conseguí, no fue fácil, pero logré terminarlo a tiempo. ¿Quieres escucharlo? – preguntó muy sonriente.

— Por supuesto.

Al fin vería venir una confesión de su parte.  Lo vi levantarse de su cómodo lugar para dirigirse al piano. Algo no encajaba en el rompecabezas. Tomó asiento, en silencio aguardó escasos segundos antes de posicionar sus manos encima del teclado. Respiró profundo, dio pasó


Una agradable melodía fluía con naturalidad entre sus dedos. Era capaz de arrancar del instrumento bellos sonidos. Como lo que oí aquel día en el pasillo. La  música se incrementa, baila en la luz, es pura, inocente, espontánea  e individual; agregar la simplicidad.  Escuchándole desde mi posición, uno se entrega con toda el alma, como un cantante que, olvidándose del acompañamiento, se deja llevar lejos por su emoción.

Verle tocar el piano, siempre es un privilegio, disfruto de su música, de los sonidos extraños que atraen mi atención. Ver cada una de sus expresiones faciales y corporales, al interpretar alguna pieza musical. Se entregaba de lleno a la melodía, formando parte de ella; su compromiso es inquebrantable.  Se notaba que era una composición propia, había errores, notas demás, entre otras observaciones.  Resto importancia a esos detalles, su objetivo no era impresionarme con su técnica, sino que su música llegué a mí.

—   ¿Cómo estuvo? –preguntó finalizado la interpretación.

— Un verdadero desastre.

El brillo en sus ojos desapareció.

—  Tu piano es tan etéreo que no es necesario un Forte para crear un contraste –me puse de pie y caminé con las manos detrás de la espalda-. No niego que tu técnica ha mejorado, pero no es impecable, tienes camino que recorrer. Y que fue esos sonidos fuera de tiempo, han arruinado el pasaje más importante de tu composición. Has tocado sin cuidado, dejando la emoción enterrado.

Continué juzgando su interpretación en base a mis conocimientos en música.  John no esperaba una respuesta como la mía o quizás sí.

— No te cansas de decir cosas desagradables todo el tiempo –habló con un tono de voz entre aflicción y odio – Al menos por el día de hoy podrías mandar a la mierda a tu ego –me vio a los ojos- Debí suponer que no ibas a recordarlo. El gran Sherlock Holmes, solo almacena información importante.

— Estas en lo correcto.

— Hoy es 6 de Enero.

— Bravo, John dedujiste la fecha…

— Tú, grandísimos imbécil, cállate –me interrumpió abruptamente, poniéndose de pie-¡Maldición, hoy es tu cumpleaños!  Y la música que acabas de escuchar y destrozar sin piedad, lo había compuesto especialmente para ti… - hizo puño con ambas manos, controlando su impotencia- Era tu regalo de cumpleaños… en la que tanto esfuerzo puse para que sea de tu agrado, pero fue todo un desastre. Mi desastre… -agachó la cabeza.

— John, yo…

— No digas nada –amenazó con el dedo índice-  Ya tuve suficiente.  Comprendí a la perfección; no estoy a tu altura y quizás nunca lo estaré. Ciertamente estás subiendo a la cima. ¡Así que hazlo, y hazlo todo tú solo!

Sus palabras eran firmes, como su determinación en querer adornar mi rostro con diversos golpes. Escogió la segunda opción, controlar su ira y salir de escena.  Exactamente dio cuatro pasos cortos, justo en el quinto, le tomé del brazo, haciendo girar su cuerpo y deteniéndole.  En ese instante, estuve dispuesto a arriesgar todo aquello que me impedía besarlo. Por un solo roce, iba a dominar al pequeño demonio, llamado John Watson. Así que, el beso, como casi todo, nace en nuestra cabeza. El impulso de nuestros instintos motivados por nuestras hormonas, y sumados a la imaginación potencial de cada uno, intensifican o apaciguan el deseo.

Mis labios se posaron en los suyos con sutileza, en busca de esa sensación indescriptible que, llena todo mi ser. La probabilidad de rechazo fue del 0 %, resultado distinto al que había pronosticado. De manera natural se fundieron nuestras bocas en un pausado beso, disfrutando cada minúsculo movimiento. Desafiando  mi lógica: el tiempo parecía haberse detenido, en complicidad. Así brindarnos más tiempo para nosotros, para continuar con aquel magnifico momento sin fin.  El más experimentado buscó dominar la situación; aumentó el ritmo que era perfecto.  Subestimó mi inexperiencia  en este campo. Le di una sorpresa al cambiar la posición y ritmo, cuando entreabrió los labios. Profundicé el beso con los conocimientos adquiridos previamente; nada es imposible para mí.  Sentir sus manos, apretando mis hombros, confirmó el grado de placer que sentía al experimentar el siguiente nivel.  

 Es en ese instante cuando las dos energías físicas que han provocado tal bomba hormonal, decidimos separarnos por mutuo acuerdo  y la odiosa necesidad de respirar. Nos  miramos a los ojos, los que expresan estados emocionales que se encuentran en la misma frecuencia. Es entonces cuando se descubre la complicidad y el arrepentimiento por finalizar un momento mágico. Sus bellos ojos verdes  eran casi hipnóticos, reflejaba el deseo incontrolable y amor por mí. En ese estado fue más fácil de deducirlo.

— Puedo interpretar tus sentimientos a través de las  notas musicales –dije.

— Siempre la música por encima de cualquier cosa – apoyó su frente en mi cuerpo-. Si no lo hicieras, no serías tú.  Arruinando la atmósfera, como solías hacer con mis novias. La vieja costumbre se te quedó, genio.

— Deberías agradecerme por librarte de personas aburridas. 

— No todos lo eran. Sarah es una buena violinista. Su música me conquistó, en el instante que la escuché tocar a pocos metros  de donde estuve, aquel día.

— Tienes problemas de audición.

Rompimos en risa, ante mi respuesta.

— Deseo escuchar los hermosos sonidos de tu piano y violín. Que danzan al compás de tus dedos y se deslizan a mi habitación para resonar en mis oidos suavemente – acaricié esa parte con sumo cuidado, en el momento exacto. – Sherlock… - dijo en un jadeo.

— Estoy creando sonidos.

Lo siguiente;  recorrer con las yemas de los dedos el contorno de su rostro hasta llegar a su boca.  John tenía los ojos a punto de cerrarse, bajé la mirada a sus labios que se abrieron cuando sintió el roce. De derecha a izquierda mi dedo índice paseaba por la textura húmeda de su labio inferior. En la agitación de su respiración hallé un nuevo sonido, traducido en deseo.  Acerque mi rostro al suyo, para escuchar la melodía que emiten nuestras bocas cuando nos besamos, en un compás  binario. Tiene dos pulsos: uno es fuerte y el otro débil. 

Tuve la necesidad desesperada de aprisionar su cuerpo, así que rodeé su cintura con mis brazos. Él colocó sus brazos encima de mi cuello y profundizo el beso, el cual no tenía control, bueno hasta ese instante. No negaré sus  habilidades, se movía majestuosamente, buscando el ángulo ideal para el disfrute de ambos. Analicé el proceso durante unos minutos, mientras sentía sensaciones nunca antes experimentadas durante las etapas de mi vida. Aproveché la milésima de segundo de apertura en los labios, que utilizaba en el proceso. En ese instante, le sorprendí con un apasionante beso francés.  

Un sobresalto anunció su sorpresa, abrió los ojos de golpe para luego volver a cerrarlos. La finalidad es agudizar los sentidos en medio de la penumbra, disfrutar cada detalle como si fuera el último y el último como el primero; un círculo vicioso sin escape.  Es cuando descubres la adicción por la otra persona y creas cierta dependencia.  Lo podía comprobar, al sentir sus dedos deslizarse por mi ensortijado cabello. Apretando en ocasiones un mechón, cuando la sensación aumentaba al paso del tiempo.

— Sher…-jadeó al romper el beso.

A través de la mirada le transmití el mensaje: guarda silencio. Ambos necesitamos esos escasos minutos para recobrar el aliento, después de aquel magnifico beso. En medio del silencio, la respiración agitada golpeaba nuestros rostros. que estaban a milésimos centímetros de distancia. La suave mano de John acariciaba mi rostro, a su vez, nuestras miradas hablaban su propio idioma.

— Por qué demonios esto es tan natural para ti…

— No es natural. Es sólo que soy hábil -respondí con indiferencia.

— Olvidé que estoy con un verdadero genio–rió por debajo- Ni siquiera en un momento como este puedes dejar tu arrogancia de lado.

Lamió sus labios para distraerse, momento en el que pregunté:

— ¿Es eso una invitación?

— ¿Huh? Ah, oh, no te equivocas… yo… - ante mi pregunta, se dio cuenta de lo sugestiva que había sido esa acción y enrojeció de vergüenza.

 

De las palabras pasamos a la acción. John se encontraba recostado sobre el sofá, y el cojín con la bandera Británica, le brindó comodidad durante el proceso de provocativos besos. A su vez, deslizó su mano libre por mi nuca, yo permanecía encima de él, atónito por la rapidez que empezaba a excitarse. Y el bulto de su entrepierna, así lo confirmó. Atrás había quedado la timidez,  la situación inició a subir de temperatura. Gustoso mi cuerpo se movía al ritmo que él marcaba, nuestros cuerpos parecían llamarse uno al otro; un llamado eminente. El sonido del piano resonaban en mis oídos, la música de John se apoderó de mis oídos y de su melodiosa voz que jadeaba sin cesar.  Finalizado un apasionante beso francés, lo escuché susurrar: “Te amo”  Una frase común se convirtió  en el sonido más bello que había escuchado.  En ese instante lo único rondando mi mente era poseer aquella persona que mis ojos contemplaban a corta distancia.

Cuando iba a dar rienda a todas esas emociones contenidas; unos golpes en la puerta,  puso un pause a la perfecta sintonía. Alguien tocaba con insistencia.  En primera instancia, resté importancia al hecho, pero es imposible continuar por el estruendo.  La conexión se desvaneció en un abrir y cerrar de ojos.

— ¡Sherlock, sé que estas ahí! Abre la maldita puerta. – dijo a viva voz, simultáneamente tocaba la puerta.

— Solo es Garfield- dije para tranquilizar a John.

— ¿Quién? –peguntó, confundido.

— Garfield Lestrade.

— Se llama Greg.  Porque no puedes recordar un simple nombre –apartó mi rostro del suyo- Vamos, muévete.

 

Mi cálculo erróneo, condujo a este inesperado desenlace. Pasé por alto un factor importante; la presencia de Lestrade. A estas alturas era imposible retomar el punto donde nos habíamos quedado porque no quedaba nada. Era como despertar abruptamente de un agradable sueño, quedar con una espléndida melodía a medio componer. Una mezcla de emociones se apoderó de mí. Caer en las garras de la pasión nubló mi mente, dejando fuera de juego al razonamiento. Podría convertirse en un arma de doble fijo, el cual quería experimentar si la persona involucrada es John. Con él todo lo que creía, adoptó otro significado.

 

 

 

John

Han pasado cuatro semanas y aún mi piel se escarapela al recordar aquel mágico día. Es como si hubiera sido ayer, las memorias están frescas, podría describir a la perfección cada acción que involucró el proceso. La cantidad de besos que nos dimos sin cesar; olvidando en ocasiones  respirar. El recorrido de nuestras manos en el cuerpo del otro, buscando tímidamente  liberar la pasión escondida y aferrarse al tiempo.  Era vivir un sueño irreal porque  para  Sherlock: el amor es una cosa emotiva, y todo lo  emotiva es contrario  a la razón pura y serena. Así mismo lo considero como una desventaja peligrosa, donde la química es increíblemente simple y muy destructiva. Con todo lo que dice saber del mundo, el amor es algo que se le escapa de las manos.

Para ser un primerizo, superó mis expectativas.  He besado un millón de veces, de distintas formas, pero ninguno fue tan especial. Donde un simple roce de labios, logra robarte el aire por completo, en un suspiro.  Esperar con ansias a que el beso se concrete y poder probar al fin esos apetitosos labios. Labios que solo servía para transmitir las deducciones que su cerebro procesa a través de la observación. La ausencia de palabras llamó mi atención; no era su fuerte, pero con una mirada me dijo todo. Me sentía vulnerable ante esos ojos penetrantes de indefinido color. Es como si lo conociera desde siempre,  por ese motivo nuestras mentes están en completa armonía y mi cuerpo reaccionaba de forma natural a sus demandas.

Ni el paso del tiempo ha logrado eliminar la agradable sensación de mis labios, el embriagante aroma varonil esparciendo por mis fosas nasales y aquellos excitantes sonidos, producidos por los movimientos de nuestras bocas. La explosión de emociones dominaba mi mente y cuerpo. Parecía un adolescente emocionado, luego de experimentar su primer beso.  

 

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La melodía fluía al toque de mis manos, que apretaban el teclado con el doble de fuerza, escrita en la partitura. Quería lograr sonidos verdaderamente intensos, cargados de sentimiento y lleguen a lo más profundo del corazón. Al dejarme absorber por la música, mis ojos automáticamente se cerraron para agudizar mis sentidos y disfrutar al máximo los  bellos sonidos. Sin embargo, la concentración poco a poco iba desapareciendo por la débil voz que escuchaba cada cierto tiempo. El fino hilo se quebró, devolviéndome a la realidad.

— Querido, no era mi intención interrumpir  –habló la señora Hudson-, tu interpretación de esa maravillosa melodía. Pero, llevas todo el día encerrado, practicando sin descanso. Ni siquiera has tocado el desayuno que dejé esta mañana –tenía en la mano una bandeja con dos platos de comida- Por amor de Dios, vas a terminar enfermo si no te alimentas como antes – dijo preocupada.

— Perdí la noción del tiempo. ¿Qué hora es?

— Las cuatro de la tarde. 

Me sentía como si recién hubiera despertado de un largo sueño.

— Ven a sentarte. La comida se enfriará- agregó.

— Agradezco su preocupación. –me levanté de mi cómodo lugar y caminé hacia la cocina- Mmm…Tiene un exquisito aroma. Se me abrió el apetito.

—  Comida casera y nutritiva –sonrió amorosa. Tomó asiento a frente de mí- Has estado muy ocupado con el conservatorio.

— Se acerca los exámenes finales –respondí antes de llevar comida a la boca.

— Lo entiendo…-suspiró- Pero, llegas tarde, sin ninguna gota de energía. Aún así continuas con las clases prácticas aquí hasta altas horas de la noche. No estoy quejándome, disfruto de tu música; solo que me preocupa tu bienestar.

— Míreme, estoy bien.

— Solo veo tus ojeras por desvelarte.-respondió algo molesta- Y todos esos envases vacíos de comida enlatada adornando la cocina, me dice que no has estado comiendo adecuadamente.

Tenía razón, la falta de tiempo me llevó a depender de alimentos rápidos. Gran parte de las noches en vela no era a causa de los ensayos, si no porque no podía sacar a Sherlock de mi cabeza.

—... ¿Has hablado con él?

— ¿Disculpe qué dijo?

— Pregunté, si Sherlock se ha comunicado contigo –parecía una madre preocupada por su hijo- Sé que el trabajo lo mantiene ocupado, Sin embargo, no le cuesta realizar una simple llamada. Desde su partida no sabemos nada, solo mediante los medios de comunicación, nos enteramos sobre sus actividades.

La queja de la Sra. Hudson, contra la descortesía de Sherlock, había empezado y yo estaba ahí para escucharla. Se desahogó a través de la charla, la cual se prolongó. Disfrutando de un delicioso té, continuamos conversando. Lo que ella desconocía es el mensaje de texto, enviado por él, hace un par de horas atrás.

 

Incluso si estamos separados, siento como si me estuvieras viendo. Es extraño, pero esto es lo mucho que pienso en ti John.

SH.

 

 

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Su ausencia era notable: las mañanas eran demasiado tranquilas para mi gusto, faltaban sus comentarios inesperados, sus quejas hacia los diversos músicos profesionales  y las acertadas deducciones. El ambiente cobró un sabor agridulce: tenía libertad absoluta y a la vez me sentía prisionero.  Un par de ocasiones serví una taza de café por demás; la vieja costumbre. La sola presencia de la taza me hacía compañía en las noches de intenso frió. Hasta el sabor adquiría diferente gusto; uno más amargo.  También me atreví entrar a su habitación a pesar de la estricta prohibición.  Al abrir la puerta, encontré una nota pegada detrás: “Puedes ver, más no tocar. Lo sabré”  Sabía que iba a entrar tarde o temprano, porque no hacerlo ahora. Recorrí el lugar a pasos lentos, memorizando el  contenido de la habitación. Todo era ridículamente simple, para un genio como él.

Por otro lado, el conservatorio se convertía en un verdadero infierno. Tenía piezas musicales pendientes de hace semanas atrás. La lista no tenía fin, porque terminaba las piezas asignadas, otra lista lo remplazada. Sin contar que los exámenes finales se acercaban cada vez más.  Las horas de prácticas no eran suficientes y las reforzaba al llegar al departamento. Todo apuntaba a que no tendría escapatoria.

— ¿Por qué no le pides ayuda a Sherlock? – preguntó, Molly, sin rodeos, en medio de la conversación.

No tuve reacción de inmediato. Quedé con la boca ligeramente abierta.

— También es su especialidad: el análisis musical -agregó- . No tienes ideas los amplios conocimientos que posee referente a la música. Lo he visto devorar libros –lanzó una sonrisa burlona-, partituras y experimentos con los sonidos.

— Lo sé. Cuando tiene oportunidad adopta la postura del “señor arrogancia”  Siempre quiere ser el que tenga la última palabra –bebí café de mi vaso- No requiero de su ayuda, soy autosuficiente.

— Tú  estimulas su cerebro.

— ¡¿Qué?!

Casi me atoró al escucharla.

— Eres una especie de inspiración para Sherlock -sonrió- Gracias a tu influencia  ha logrado sacar bellos sonidos; perfectamente esféricos.  Del mismo modo, él estimula tu parte musical para maximizar tus habilidades.

—  Volveré a decirlo: soy autosuficiente –desvié la mirada. No podía admitirlo delante de ella, mi orgullo estaba en juego.

— Te queda cinco días, aún estas a tiempo – me miraba fijamente, con las manos debajo de su rostro- Prefiere los mensajes que las llamadas.

— “¿Cómo sabía eso? Que tanto Molly conocía a Sherlock – hablé para mis adentros – “Esto no son celos. No estoy celoso, claro que no”.

— Fue un gusto verte, John. Debo regresar al laboratorio – tomó su abrigo del respaldar de la silla- , tengo trabajo pendiente. 

Se despidió con una tímida sonrisa. Era evidente que Molly seguía interesada en Sherlock. Su eterna enamorada.

 

 

https://www.youtube.com/watch?v=uzIZu0JoT2E

 

 

 

Abrir la partitura es el inicio del viaje musical, donde la mezcla de sonidos te transporta a otro mundo. Experimentar en carne propia las emociones que quisieron transmitir los autores mediante sus diferentes piezas musicales; compuestas a la perfección.  Debía tocar el piano tal como demandaba la pieza, ya sin errores, pulir cada detalle que elevaría la calidad de interpretación. Las largas horas invertidas en las prácticas  estaban cobrando sus primeros frutos,  logrando cada vez llegar a la meta final; perfección.  Mis manos dieron inicio el primer movimiento, sin mucha dificultad lo ejecuté. Al paso del tiempo  el sonido sufrió irregularidad, afectando el ritmo.  Me desconecté de los armoniosos sonidos y detuve mis dedos para dar paso al importuno silencio.

Tenía la mirada perdida, a su vez mi cabeza era un completo desastre. Dejé que me afectará demasiado mi pésimo desempeño, no lo afronté como solía hacerlo siempre. Necesitaba aquellas palabras agresivas, cargadas de todo, menos autocompasión.  Ahora podía dar credibilidad a lo que dijo Molly. Me levanté de golpe, caminé en dirección a mi Némesis; el piano, y cogí el celular. Sin pensar dos veces marqué el número frecuente del  registro de llamadas.

Cada timbrada hacía latir mi corazón con más intensidad. La espera me estaba matando lentamente.  Sabía que al escuchar su voz iba a quedar sin palabras, correría el riesgo.  Finalizado el segundo e iniciando el tercer sonido de espera, el pánico apoderó de la situación. Justo cuando iba cancelar la llamada, responde.

— Ya era hora que llamaras, John –su voz sensual ocasionó una corriente eléctrica recorrer mi columna vertebral-.

— Es… estuve ocupado.

Oh, por Dios ¿Por qué titubeo?, debo parecer ridículo.

— Exámenes finales. Elemental –respondió –. Cuál es la pieza que te está dando problemas.

— Beethoven Piano Sonata No. 31

— El estilo bohemio y lírico de las últimas piezas de Beethoven  serían adecuadas para ti. Evidentemente no logras ver los pequeños detalles  en la partitura, los cuales otorgan esa clase de sonidos a la melodía. Se ve reflejado en tu inexacta interpretación, falta de exactitud,  y lo que siempre me reprochas; sentimiento.

Le bastó escuchar mi voz para realizar su acertada deducción. Lo extrañaba y a la vez lo odiaba. No deja de sorprenderme, al punto de querer elogiarlo. 

 

— Bethoveen escribió el primer movimiento en forma de sonata –continuó, luego de un imperceptible suspiro- , pero luego saca a relucir el lado lírico y a propósito evadió la forma cuidadosamente construida. La sección de desarrollo casi parece como un breve puente ente la exposición y la recapitulación.

Escuchaba atentamente. Su voz es música para mis oídos.

— En su periodo medio, especialmente en su sinfonía Eroica y en la sinfonía N° 5.  Expande el primer tema ampliamente. Llevándolo al límite y construyendo así  la sección de desarrollo.

— Sherlock…  estoy muy impresionado –sonreí aunque no me viera- Es como si hubieras estudiado cada pieza de Beethoven.

— Es porque he tocado sus piezas. Además llamó mi atención porque Beethoven hacía muchos experimentos, incluso en sus piezas pequeñas, las cuales podría haber utilizado en sus sinfonías, así que es divertido descubrir esos detalles imperceptibles ante los ojos de personas comunes. 

Ahora comprendo su fascinación por dicho autor y las largas horas que pasaba analizando partituras. Perdido entre el tiempo y espacio; actitud típica en él.

 — Te agradezco por la extendida explicación. A partir de aquí mi trabajo radica en decidir cómo voy a sentir todo eso. Realizaré mi propia interpretación.

— No veas, ni escuches lo evidente.

— Lo haré… -realice un incómodo pause- Extraño tu música… -lo dije sin pensar.

Tapé mi boca con la mano libre. Al otro lado del auricular, me pareció escuchar una risa luego del silencio.

— Tocaría algo para ti, pero no  traje mi violín y  el piano  por el momento se encuentra fuera de mi alcance.

— ¿Dónde estás, Sherlock? – pregunté curioso.

— En el camerino.

— ¿EH?

— Llevó una eternidad encerrado aquí. Y no lo digo literalmente. El ingenuo  de Lestrade cree que caí en su trampa-le oí sonreír con malicia- Apropósito  le dejé  ganar una batalla sin importancia. Sabía que llamarías durante este horario, el cual calculé con exactitud, tal como había planeado.

— Hablaste con Molly, seguro.

— Irrelevante. Me basé al cronograma de exámenes,  las piezas que te fueron asignadas, las tendencias de tu instructor, tus habilidades con el piano y por último, el análisis musical. La suma de los componentes me llevó a varias posibilidades. Al final se redujo a tres. Tú actuaste bajo la segunda posibilidad.

— Eres…

— ¡Aburrido! – interrumpió- Necesito un cigarrillo o voy a morir de aburrimiento –se quejó con el típico tono de voz.

— Utiliza parches de nicotina.

— No es lo mismo. Sentir el sabor recorrer tu boca para ser expulsado, luego de cometer su objetivo. Son como tus besos; adictivos.

Mis mejillas adquirieron tonalidad rojiza al escucharle.

— Tú, perfecto idiota.

— Yo también extraño escuchar el sonido de tu piano. Al igual, tus predecibles errores. Todo aquello está grabado en mi palacio mental.

Quedé mudo. No podía articular ninguna palabra.

— Seguramente nos veremos pronto: más aún, hoy no puedo compartir contigo los pensamientos que tuve los últimos días en relación con mi propia vida –continuó hablando ante mi evidente asombro- Hay momentos en que siento que el lenguaje de nada sirve. Anímate, continúa siendo mi auténtico y único… -interrumpí.

— Eso lo has sacado de un libro –respondí  ante el evidente plagio- Para ser más específico, extractos de las cartas escritas por Ludwig Van Beethoven.

— ¿Vas a seguir tocando? – desvió el tema.

— Por supuesto.

—  Elemental. Sugiero que empieces desde el final del canon. Toca cada nota con mucho cuidado, nada está escrito sin ninguna función. Todo tiene un propósito.


Sus palabras fueran pocas y precisas.  El tiempo continuó su curso cuando hubo una pausa, anunciando el eminente final. Quería seguir conversando con él, escuchar sus correcciones que ayudarían a encontrar el sonido ideal. Además, exteriorizar todas estas emociones reprimidas a causa de su ausencia.  Mi confesión quedó atorada en mi garganta, al decir que su espera aburrida había terminado. Nos mantuvimos en silencio, hasta que Sherlock puso punto final  a la ansiada conversación.

— Debí imaginar que te dejaste vencer fácil para tener este espacio libre –dijo Lestrade entrando a la habitación- En cinco minutos estarás en escena… ¿Sherlock, que te sucede? ¿Te encuentras bien?

—Tengo un proceso bioquímico en el hipotálamo debido a la segregación de dopamina –respondió, estando de espaldas.

— ¿Qué?

— Que estoy enamorado – volteó a verle- Que inicie el juego.

Teniendo una sonrisa en el rostro, Sherlock pasó por el costado de Lestrade. Estaba más que listo para tocar el piano y dejar a su música cautivar al público.

 

 

Notas finales:

Se suponía que el capítulo iba ser para enero... y recién logro actualizar T.T 

Gracias por sus reviews, por seguir mi fic 

PD: la demora fue porque la inspiración me abandonó cuando tenía tiempo para escribir. 


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