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Io ti Penso, Amore por azumicard

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Notas del capitulo:

Glosario:

Crescendo (en italiano "creciendo") son términos que se utilizan en notación musical para indicar que se debe aumentar gradualmente la intensidad del sonido.


—  Si, Watson, soy estudiante de piano como usted – me adelanté responder su pregunta, demoraría en ser formulada.

— También es un virtuoso del violín.

— Y bien,  ¿qué ha averiguado de mí en internet?

— Usted es un integrante de la respetada familia Holmes. Después de una corta estadía en Viena ha vuelto a Londres con el fin de continuar sus estudios en el piano. Es un genio del piano.   También  maneja una página que es dedicada al análisis de la música.

— En efecto – apoyé los codos sobre la mesa y junté las palmas de las manos - Es indispensable estudiar las distintas obras musicales, desde el aspecto de la forma, estructura interna, técnicas de composición, o acerca de la relación entre estos aspectos y cuestiones interpretativas, narrativas y dramáticas.  El análisis musical es un campo de la teoría de la música, cuya especialidad es la más reciente: de hecho, su nacimiento como disciplina autónoma se remonta aproximadamente a la segunda mitad del siglo XIX.

—  Lo sé… interpretar una obra sin conocer nada de esa estructura y guión interno es como recitar un poema en un idioma distinto al nuestro-suspiró profundo- se me da fatal el análisis, Mr. Holmes.

— Creo haberle dicho que solo es, Sherlock.

— Y yo solo, John – su lógica era correcta – ¿comenzamos de nuevo?

 

El resto de la tarde nos quedamos conversando sobre música en distintos aspectos, llegando a diferir  varias de las teorías planteadas por mí.  No me resultaba aburrido hablar con John, sino encontraba en él la compañía ideal. El principal fue remplazado por situaciones cotidianas que John encontraba interesante contar.  Entré en estado automático, no presté atención a sus palabras, solo le vi mover los labios hasta que escuché la frase: “¿Vamos a cenar, Sherlock?” Mi respuesta fue afirmativa. La siguiente acción fue abordar un taxi que nos llevaría  a un restaurante italiano que conocía. Pude notar que a John le encanta ese tipo de comida, recuerdo haber visto un par de libros dedicados a comida italiana mientras estuve en su departamento. Durante el corto trayecto nos mantuvimos callados, pero en ocasiones miraba a mi compañero discretamente.  Él tenía la mirada fija en la ventana del vehículo y el semblante relajado.  La persona que tenía a lado mío es común y a la vez única; logrando capturar mi atención por completo gracias a sus habilidades como pianista. Y  aunque suene extraño, también como ser humano.

 

Bajamos del taxi con dirección al establecimiento cruzando la calle.  John caminaba detrás de mí, al entrar fuimos recibido por el dueño Ángelo; un artista retirado que conocí durante mi estadía en Italia hace muchos años.  Nos condujo a una mesa para dos, con vista hacia  la calle. No dejaba de sonreír y mirar a John, mientras él decidía que plato ordenar de la carta.

 

—  Puedes comer todo lo que deseas Sherlock, claro también tu cita. La casa invita.

—   ¡No soy su cita! –protestó a viva voz mi compañero.

— Voy a traer una vela, es más romántico – se retiró y al poco tiempo volvió con un plato de comida y  por supuesto con la vela prometida.

—   ¿Y tú no vas a comer?


— No… encuentro aburrido el proceso de alimentación, tanto como las conversaciones sin motivo o dirección alguna; un completo desperdicio de tiempo –fije la mirada en él y continué- No debe preocuparse por mí,  he ingerido lo necesario estos días para mantener a mi cuerpo en condiciones óptimas.

— ¿Qué tiempo estuvo viviendo en el extranjero? – lanzó la pregunta.

— Desde mi niñez estuve en distintas ciudades del mundo, periodos cortos  hasta llegar al siguiente nivel de educación – una pregunta quedó atrapada en la garganta de John, a juzgar por el estado anímico de él  era  fácil de deducir -… En efecto, también toco el violín. Es un instrumento que cuenta con voz propia; ideal para poner a pruebas las habilidades.

— ¿Encuentra en la música una especie de desafío?

— Atrajo mi atención por ser compleja – mientras conversamos, una mancha de pasta de tomate permanecía  en la unión de sus labios que me distrajo. Perdía en momentos el hilo de la charla, así que tuve que limpiar con mi dedo índice - ...uhm… un toque de romero – lamí la salsa – intensifica el sabor del tomate, pero prefiero tu comida; es bastante buena considerando que no es chef profesional-.

 

Cuando alcé la mirada, encontré el rostro enrojecido de John, dejó caer parte de la pasta que tenía en el tenedor. Ciertamente no comprendía el por qué me mirada de tal modo, era como si fuera un bicho raro.  Puedo deducir a las personas, sin embargo el acto de socializar está fuera de mi alcance. También noté que las mejillas de él empezaban a tomar un color rojizo y después agachó la cabeza para seguir comiendo en silencio. Hice lo mismo, me mantuve bebiendo vino en completo silencio, viendo por la ventana a las personas transitar en las calles.

 

 

 

No tengo la mínima idea de cuánto tiempo ha pasado desde  el día que cené con John Watson. ¿Una semana? ¿Días? ¿Semanas? Cuando practico en el piano pierdo la noción de tiempo con facilidad, puedo pasar días sin hablar, al igual que no dormir o comer. Al abrir los ojos esta mañana el sol empezaba a levantarse ya sobre las edificaciones de enfrente, cuando me acerqué a la ventana, me quedé mirando hacia la calle, pero mis ojos no veían porque mis pensamientos estaban en otro lugar, girando vertiginosamente en torno a la pieza que estuve practicando en estos últimos días.  Volví a la sala de estar en busca de las partituras que dejé regadas en el suelo, junto al cenicero adornado con una infinidad de colillas de cigarro. Aún vestía el pijama y la bata azul. Dispuesto a tomar una refrescante ducha, el timbre de la puerta sonó. En otra situación hubiera ignorado el sonido, pero sabía de quién se trataba; por esa simple razón fui  a abrir la puerta.

— Vaya sorpresa John – le recibí con un cigarro entre mis labios.

— ¿Fumas? – fue lo primero en decir en vez de saludarme.

— Buen día para ti también – retiré el cigarro y lo mantuve lejos de la visión de él – Por favor, pase – le cedí el paso. Ya que la estructura de todos los departamentos era la misma, caminó hacía la sala de estar.

— ¡¿P-pero qué sucedió Aquí?! –exclamó al ver el supuesto desorden – No llevas ni dos semanas viviendo y este lugar es un verdadero desastre.

— No seas exagerado, solo está un poco desordenado – intenté ordenar.

— ¿Es un cráneo? – indicó con el dedo al objeto que estaba sobre el piano.

— Un espectador… Ahora podrías decirme a que debo tu inesperada visita.

— Bien… - miraba todo a su alrededor para después dirigirse a mí- Su ausencia en el conservatorio ha causado un conmoción entre los estudiantes, ya que sospechan que usted ha enfermado o ha desertado por el incidente. Su instructora temporal  está realmente preocupada porque usted es uno de los estudiantes prodigios de la institución – lanza una mirada inquisidora -  Ambos sabemos que todos esos rumores son falsos… la realidad es  otra.  Durante esos días he escuchado incansablemente el sonido de su magnífico piano; estuvo practicando.  

— Correcto – caminé alrededor del piano – las clases son muy aburridas, las mismas frases que he leído en libros desde que tengo uso de razón.  Así mismo… - John me interrumpió al decir: “insoportable”, quedé con la palabra en la boca -  ¿Perdón?

— ¡No sé cómo puedes vivir en medio de este caos que llamas departamento!

 

 

Aparte de Mummy, nadie se enojó de tal forma conmigo a consecuencia del supuesto desorden que provoqué. Para ser bajo de estatura tiene una voz potente, sus palabras atravesaban como agujas en mis oídos. Me remontó a los días que recibía amonestaciones de  Mummy, todo  por culpa de Mycroft, a veces por causa mía o por barba roja (mascota) John hizo aquella mueca con la nariz y fruncir el ceño cuando está molesto. Antes que pudiera responder a todas sus acusaciones, él ya se encontraba caminando de un lado a otro; empezó a colocar cada cosa en su lugar.  Comprendí a la perfección que mi presencia era un estorbo para él, así que fui a tomar un baño.

 

El proceso de limpieza duró el tiempo que pronostiqué, minutos antes de retirarme.  A mi regreso, encontró el piso reluciente con un fuerte olor a lavanda, unas cuantas partituras estaban apiladas sobre la mesa; John sabía  que eran parte de mis lecciones por esa razón no las guardó en el librero como los demás. Guardó toda la basura en bolsas de plásticos, tan concentrado estaba en limpiar que no se dio cuenta de mi presencia; estaba a unos metros cerca de él. 

— “Que idiota soy, me pase casi todo el día limpiando” – pensó, John mientras terminaba de lavar un par de platos y tazas- “Para ser una persona adicta a los cigarros, se mantiene en buen estado físico, bueno… eso proyecta su esbelta figura. ¡Demonios, qué estoy pensando! Debo darles la razón a las estudiantes; Sherlock posee un atractivo físico único. Tengo la ligera sospecha que a él no le interesa saber que es dueño de un sex appeal y tiene una legión de admiradoras. La música acapara todo sus pensamientos”- Observar el estado de la cocina, uno sabía que Sherlock nunca lo había utilizado a excepción para preparar té y café. Lógicamente estaba días sin comer, así que fue a la refrigeradora en busca de ingredientes para la cena. Se llevó una gran sorpresa al encontrar vació el interior – “¿Enserio? Ni siquiera una miserable botella de leche. ¿De qué vive este hombre? ”

— Qué prepararás para cenar – pregunté al acercarme.

— Nada… - dejó abierta la puerta del refrigerador para poder observar -  No tienes ningún alimento aquí. ¿Hace cuánto tiempo no has realizado las compras?

— No voy al supermercado porque es una actividad mundana. Tengo lo básico para subsistir. Y si necesito alimentarme, voy a cualquier establecimiento de comida.

—  El tabaco no cuenta como alimento – clavó una mirada de enojo.

— Olvide que tengo un médico personal a mi cuidado– fui a sentarme y John me siguió, pero se mantuvo parado.

— No es gracioso, Sherlock. Estás tomando a la ligera tu salud. Así que… - De pronto sentí sus manos sostenerme del brazo –  Desde hoy cenarás conmigo en mi departamento, es la única forma de cerciorarme de tu alimentación y también porque durante la noche podemos hablar de música… -.

 

 

A pesar que podía predecir las acciones de John, la reciente propuesta me tomó desprevenido, aún procesaba la información. Me quedé sumergido en su mirada tímida, debido a nuestro encuentro cercano pude comprobar el color de sus ojos; comunes, con una característica única. Busqué dentro de mi mente el porqué de su reacción, entre una infinidad de posibles respuestas. Al final quedé con dos tentativas respuestas, los cuales mi lógica refutaba su fundamento.  Por qué mostrar tanta preocupación por otro ser humano que recién conoces, al punto de asumir el rol de una madre abnegada por un hijo.  Las posibilidades que la confianza involucrada sea quebrantable son altas, en ese tipo de acuerdo, entonces por qué correr un riesgo absurdo, si no hay un beneficio de por medio.  ¿Acaso, John tiene intenciones ocultas que he obviado?... Cada gesto, cada movimiento, cada palabra  fortalece mi teoría: es una persona leal y con verdaderos principios morales.

 

Sin embargo, era difícil tomar en serio sus palabras  que sonaban firmes y contundentes, debido a que tenía el rostro ligeramente sonrojado. Cuando no pudo mantener la mirada en mí, volteó la cabeza; un intento por ocultar su vergüenza. Otra vez me vi forzado a sonreír sin que él se diera cuenta. Su siguiente movimiento fue llevarme casi a la fuerza a su departamento, donde aguardé hasta que la cena esté lista. De una manera inexplicable el apetito que creí haber perdido, regresaba cada vez que tenía frente a mí un plato de comida preparado por John.


— “Es todo un misterio, Sherlock… Nada más termina de cenar va directamente al piano dispuesto a seguir tocando. Sus largas y finas manos logran ejecutar los pasajes rápidos a la perfección. Toca cada nota con mucho cuidado, buscando la entonación adecuada para interpretar la pieza tal como el artista lo compuso. Y Su técnica es verdaderamente  excepcional… las palabras serían insuficientes para describir lo que mis oídos escuchan en este momento – quedó perdido en la melodía, observando de una distancia prudencial  – Es la primera vez que tengo la dicha de escucharlo tocar, me siento honrado que utilice mi piano para su práctica nocturna. Sin lugar a dudas sabía que era un genio, pero… siento como se estremece mis entrañas con solo escuchar la mitad de la pieza, no quiero imaginar cómo terminará esto – se quedó inmóvil, contemplando a Sherlock, enseguida cerró los ojos para profundizar la sensación -  Los  sonidos  van tomando forma y  vida en esas manos pálidas sobre el teclado. Una a una las notas musicales invaden la habitación”.

 

 

Es natural que todas las cosas tengan una sombra… Hasta las nubes, que no son más que niebla que flota en el aire, proyecta una sombra sobre la superficie del agua. John,  había terminado siendo una especie de sombra para mí. Gran parte del tiempo libre, tenía su compañía, ya sea dentro o fuera de las instalaciones del conservatorio. La insólita situación llevó a los estudiantes cuestionarse la razón por el cual, una persona como John Watson, permanecía a mi lado. Porque soy una persona carente de la parte emocional, predomina la razón sobre todas las cosas. Cuando me refiero a la música trato a todos de igual forma, con una honestidad brutal; logrando una antipatía desmedida. Sin embargo ese trato frío y despiadado cambiaba notoriamente cuando  el desconocido John estaba involucrado. Las conversaciones que usualmente terminaban en discusiones, adoptaron otro rumbo, ahora seguía el  mismo ritmo de principio a  fin. Percibí en él, una conexión especial, algo inexplicable con palabras.

 

El nombre de John había ganado cierta fama al ser vinculado conmigo. Empezaron a tejerse rumores sobre  nosotros dos. Aunque los culpables trataron de limpiarse las manos, los tenía identificados. Resté importancia el hecho, por considerar una pérdida de tiempo.

 

Dentro del cuarto de ensayo, un par de manos se deslizaban por los teclados del piano, creando notas musicales perfectas. Sobre las partituras resonaron emotivos acordes de tercera, la melodía empezaba a fluir con naturalidad. Como un *crescendo, raudo hacia el corazón de alguien. Era perceptible la tranquilidad que transmitía la pieza, cada pasaje de transporta a una emoción distinta con más intensidad. Durante toda la tarde y parte de la noche, John estuvo practicando estrictamente como solía hacer antes de la semana de exámenes. Tuvo la necesidad de mejorar cada vez más su interpretación, no estaba del todo satisfecho por sus escasos avances. No podía dejar de compararse con Sherlock, cuando lo escuchaba tocar por las noches; la diferencia entre ellos era abismal. Por ese motivo se quedaba practicando después de clases con el fin de estar a la altura de él.

— “Demonios…  la clase se prolongó más de la cuenta y al final todas las salas de ensayo estaban ocupadas – John, maldecía una y otra vez al instructor por su desgracia – El tiempo está jugando en mi contra, tengo que apresurarme en  llegar al departamento y comenzar a practicar todo lo que pueda”-.

Aceleró el paso. Mientras caminaba sus dedos simulaban tocar el piano dentro del bolsillo de su abrigo. A menos de una cuadra, recuerda comprar leche. Da media vuelta rumbo a la tienda más cercana, aprovecha también para comprar otros alimentos que necesitaba.  Con una bolsa de compras en la mano izquierda, abre la puerta de su departamento.

— ¿Otra vez tú?  –fue lo primero en decir  al ver a la persona sentado en el suelo, en medio de varias partituras.

— Llegas temprano…- respondí sin verlo-  De nuevo, te quedas sin cupo ¿cierto?

— Cómo demonios logras entrar a mi departamento si no te he dado ninguna copia de la llave – estaba parado frente a mí, aun sosteniendo la bolsa plástica.

— Estoy en lo correcto. Debo agregar el detalle que te peleaste con la caja registradora y… - la voz de protesta e interrupción apareció.

— ¡Cállate!, no quiero escuchar tus deducciones… - de pronto se calló sin razón alguno, acto seguido alcé la mirada - ¿E-es mi portátil?

— Sí. Tuve que utilizar el tuyo porque el mío se encuentra varios metros de distancia.

— Pero, tiene contraseña.

— El cual me demoré averiguar menos de un minuto. Cada vez es más fácil resolver tus… - con rudeza fue arrebatado de mis manos el portátil. Lo guardó sobre la mesa de centro que desplacé para tener más espacio.

— Por décima vez, Sherlock tu  departamento queda al costado.

— El tuyo es más espacioso, ideal para estudiar, practicar y realizar algunos experimentos con las piezas musicales. Sin mencionar la vista esplendida que posee.

— ¡Todos los departamentos de este edificios son idénticos! No vengas a pintar una realidad inexistente – la ira empezaba a manifestarse a través del timbre de voz, como también en sus ojos que eran inquisidores – No sé porque pierdo el tiempo hablando contigo, si  ambos sabemos que vas a quebrantar mi privacidad en distintas formas. Iré a tomar un baño – fue a la cocina a dejar las compras.

— ¿Problemas con tu cita de hoy? – pregunté antes que él desapareciera en el rango de mi visión.

— No – contestó tajante – saldremos hoy, es todo… - retrocedió unos cuantos pasos y lanzó aquella pregunta guardada –  ¿Y tú, Sherlock, tienes novia?-.

— No es lo mío.

— Entonces ¿novio? Lo cual me parece bien – pretendía ser tolerante.  

— Claro que está bien – respondí lo antes posible y él tenía una sonrisa en los labios - El amor es una cosa emotiva, y todo lo  emotiva es contrario  a la razón pura y serena que yo coloco por encima de todas las cosas. Jamás caeré en las garras de aquel sentimiento banal, además no estoy dispuesto a perder el juicio.

— Bien… confío en mi juicio – se echó a reír - El amor es algo maravillosamente sutil.

— Y destructivo – agregué – Una ventaja peligrosa.

 

John me dirigió una mirada intensa, con una chispa de lástima. No dijo nada más y se retiró a su habitación, luego al baño. Mis ojos retomaron su trabajo en el material que tenía alrededor mío, tenía mucho trabajo por hacer. Un aproximado de 15 minutos le toma alistarse, otros cinco minutos para preparar té. Mientras permanecía en la cocina desvié la mirada hacia ahí; no puede comprender por qué lleva esa horrenda camisa a cuadros debajo de un aburrido jersey. ¿En serio pretende salir vistiendo tan mal…? Lo compensa con su gentil trato, comportándose como todo un caballero.

— Aquí tienes tu té, Sherlock – colocó la taza a un costado, tuvo cuidado de no estropear mi trabajo – supongo que hoy también te quedarás a dormir ¿cierto?

— Técnicamente no duermo, solo cierro los ojos y estoy en mi palacio mental. Estado subconsciente – bebí un poco, tenía la boca seca. Es indudable que sabe preparar un exquisito té – ¿Y a dónde la llevarás?-.

— Iremos al cine –dijo, sonriendo.

— Aburrido… -di un segundo sorbo a la bebida. Eché un vistazo, él volvía a tener el semblante semi enojado y los brazos cruzados.

— No estás en posición de cuestionar. Sé cómo complacer a una mujer; las conozco muy bien  en todos los aspectos.

— Eres un especialista – dije en tono sarcástico que él supo descifrar – Sugiero  que te des prisa o llegarás tarde. Necesito silencio absoluto y tu presencia es molestosa. Vete de una vez por todas.

— Te das cuenta que me estas botando de mi propio departamento. ¡Esto es el colmo! – exclamó, al tiempo que dirigió una mirada feroz y amenazante -  A mi regreso, espero no verte por aquí… - fue sus últimas palabras de la noche.

 

 

 

Bajo la luz de la luna, John y su novia caminaban por las calles casi desérticas de Londres.  Debido al inclemente frío, se cogieron de las manos para mantenerlas  abrigadas, así mismo John cubrió el cuerpo de la dama con su saco negro.  La salida nocturna fue acompañada de una amena conversación, en todo momento él tenía una sonrisa en los labios que cautivó a su novia. Cuando doblaron la esquina, algo inesperado sucedió, Sarah lo besó sin previo aviso. Sintió como aquellos labios carmesí se posaron en los suyos  con una delicadeza absoluta .El acto atrevido fue correspondido con entusiasmo. Se miraron por un largo momento y luego continuaron su camino al departamento.

— Parece que hay mucha tranquilidad – dijo Sarah.

John asistió, pero se sentía preocupado  mientras subían las escaleras, peldaño a peldaño al tercer piso. Tenía un problema llamado Sherlock Holmes, cabía la posibilidad que él aún permaneciera en su departamento porque no era el tipo de persona que obedecías ordenes,  simplemente las ignoraba y hacía lo que le plazca. Abrió la puerta,  el lugar estaba en completo silencio, no había rastros del intruso. Respiró aliviado, fueron directo a la cocina para beber un poco de té, sin embargo no había nada en el recipiente. Segunda opción, preparar cena ligera para dos. Su velada romántica culminó con un brindis y la despedida  se transformó en un intercambio de caricias y besos apasionados; el alcohol estaba haciendo efecto. Sus cuerpos se entrelazaron en busca de calor, caminaron sin romper el beso  hacia el lugar más cercano; el sofá. Cuyo ambiente tenía las luces apagadas, pero no fue impedimento para abrirse paso en medio de la oscuridad. El delicado cuerpo de Sarah estaba a punto de reposar en el mueble hasta que un quejido de una tercera persona impidió a la pareja continuar.

— ¿Sherlock? – dijo John, después de prender la luz.

— Oh, John, no esperaba verte hasta mañana – Hablé mientras acomodé mi cuerpo para sentarme - Es curioso saber que cambiaste tu habitual rutina cuando tienes una cita. El 60% de tus salidas terminan en una noche fuera de casa, sin embargo debo admitir que me equivoqué esta vez.

Los dos quedaron sin palabras, tenían un semblante de confusión.

—  “Mierda, soy un tonto por olvidar los estados de meditaciones de Sherlock. En el cual se mantiene en completo silencio, con las palmas de las manos juntas, apoyadas en su mentón y los ojos cerrados. Es como si perdiera la noción del tiempo y espacio porque podía pasar horas y horas en la misma posición sin mostrar ninguna incomodidad.  Nada ni nadie podían romper su concentración, bueno eso creí hasta el día de hoy”.


— Entonces, si es verdad el rumor sobre tu convivencia con el gran  Sherlock Holmes  – comentó aquella mujer de manera jocosa.

—  ¡Claro que es falso!, cada quien vive en su respectivo departamento- aclaró, John.

— Tomaré una ducha…

Dejé a la feliz pareja a solas, sin embargo, John me siguió hasta la cocina. Descarté la opción: recibir una amonestación por el reciente incidente, pero su rostro tenía un significado distinto.

— Está bien puedes utilizar el mío –  se refería a ser uso de su baño, ya que el mío sufrió algo llamado, tubería estancada. Lo vi de manera extraña por su actitud fuera de lugar – No te preocupes por el cambio de ropa, puedes utilizar la que dejaste el otro día. Está limpia y planchada.

—"¿Y estos de qué van?" –cuestionó Sarah entre si, al observar el comportamiento cercano entre ellos; parecía que se conocían de años.  Cómo era posible brindar más atención a un supuesto amigo que a su propia novia, las prioridades eran incorrectas.

— Lamento la interrupción. Podemos… -no concluyó la frase porqué Sarah caminó hacia él y pasó de largo  sin decir nada.

— Tomaré un taxi, aún es temprano –dijo, mientras se colocaba su abrigo gris. Acomodó su cabello con desenfado, todo en ella transmitía un mensaje de frustración mezclada con decepción y rabia a consecuencia de la intromisión- Sherlock, tiene mucha suerte de tener a alguien como tú a su lado.  Solo tienes ojos para él – una escenas de celos aparecería después de  una temporada de amor.

— Espera, Sarah… - va tras ella. La coge del brazo- Estás interpretando la situación equivocadamente, la realidad es distinta. Cree en mis palabras – el tono de voz asemejaba a una súplica, acompañado de una mirada  sin vida. Era difícil resistirse a semejante acto de compasión; fue conmovida.

— Adoro que supliques perdón. Tiene un lado sexy esta situación- sonríe.

— Voy a compensarte,  lo prometo.

 

Sellaron el pacto mediante un beso íntimo como el último de la noche. La acompañó hasta la puerta, donde  demoraron unos cuantos minutos para despedirse de manera cariñosa. Típico de una pareja en la cumbre de su relación.  La sonrisa que tenía John se transformó  por enojo, en el momento que cerró la puerta.  Gritó el nombre de Sherlock una y otra vez mientras caminaba, empuñó las manos tratando de contener la ira que hervía dentro de él. A punto de golpear la puerta del baño, este se abre y aparece Sherlock, vistiendo un polo marrón, buzo de color azul. La distancia entre ellos era escasa, podía olor perfectamente el shampoo emanar de sus ensortijados cabellos húmedos.  Algunas gotas de aguas permanecían adornando su definido rostro.  Las prendas cubrían la forma de su cuerpo, pero era notoria su delgadez. Quedó sin palabras  ante la majestuosa vista que tenía frente suyo, de manera extraña su corazón empezó a latir deprisa y sus manos sudaban de nerviosismo.  Nunca antes había reaccionado de aquella manera tonta con sus citas; parecía un adolescente viendo a su novia salir de la ducha.

 

— “… como se supone que debo actuar en una situación como esta – se cuestiona, John – ,por qué no puedo apartar la vista de él. Es como la gravedad, me atrae y demasiado… oh, por Dios en  que estoy pensando. Debo estar demente o algo así”

— John, John… - lo llamé infinidad de veces, parecía no escucharme. Cansado de ser ignorado, lo cogí por los brazos para apartarlo de mi camino. El contacto de mis manos frías sobre  su piel cubierta por la horrenda camisa, ocasionó que volviera en sí. Frunciendo el ceño  - volveré a mi departamento.

— ¿Disculpa? – no entendió el significado de mis palabras.

— Es molestoso la presencia de una tercera persona en un mismo lugar, así que volveré a la tranquilidad de mi departamento. Ahí no tendré ninguna interrupción.

— Lo hiciste apropósito ¿verdad?- me detuve y voltee para hacerle frente– Primero, invadas un sitio ajeno, ignoras mis órdenes o advertencias y no respetas mi privacidad en lo absoluto.  Ahora se te da por espantar a mi novia.

— Lamento que tu noche no terminó en sexo como lo habías planeado.

— Ahórrate el comentario – amenazó con esos ojos inyectados de furia -  No estoy de humor para tus estupideces, no voy a caer en tu juego. ¡Olvídalo! –negaba moviendo la cabeza- Tengo bastantes dificultades con los exámenes finales y tú no vas a convertirte en otro problema.

—  Hasta tú puedes llegar a ser sarcástico.  Entendí tu mensaje.

 

Sin más que acotar, abandoné el lugar de inmediato. No percibí ninguna señal de arrepentimiento por parte de John, sino la misma mirada amenazante que me acompañó en todo el trayecto. Cuando se propone puede llegar a ser un demonio, a pesar de su apariencia enternecedora.  No lo puedo subestimar, cometería un grave error.  Nunca dejará de sorprenderme, John Watson.

 

Notas finales:

Agradecer por leer y recordarles que los reviews alientan a los escritores a continuar sus historias.

Ciao ciao hasta la siguiente. 


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