Salí de la habitación una vez que Alex hubo entrado al baño. Al llegar a la sala, estaban mis amigos mirándome fijamente.
-Ahora sí - habló Jeremy- Nos debes una explicación.
Me quedé en silencio, sin saber que contestar. ¿Cómo le explicas a tus compañeros que encontraste a un total extraño en los baños de un colegio queriendo matarse?
- Es demasiado complicado- fue lo único que se me ocurrió- Lo encontré en los baños... Él estaba... Estaba mal.
-¿Sólo mal? - Diego arqueó una ceja- por la pinta que llevaba parecía que un carro le había pasado por encima...
-Bueno... Él...Queria matarse...-dijo lo últtimo atropelladamente.
-¿Qué? -Pues eso... Cuando entré al baño estaba pasando una navaja por su muñeca. Fue... fue horrible. Jamás vi a alguien tan débil... Lo único que podía pensar era en protegerlo...
-Wow...
- ¡Nuestro pequeño Will está creciendo! - exclamó Jeremy - Es todo un cabellero.
-¿Cómo que pequeño? - fruncí el ceño.
-Ay no te esponjes- picó mi mejilla.
- Dime una cosa...- interrumpió Jake- ¿ Lo que sientes por ese chico es pena?
-¡No!- exclamé- Definitivamente no. Hay algo en él... No sé qué es... Sólo no quiero que tenga que pasar por lo mismo.
-Nosotros te ayudaremos en eso- sonrió Diego- Alex me cayó genial.
-¿ Will? - escuché una voz detrás mío.
Al darme vuelta quedé boquiabierto. Creo que todos en la habitación lo hicieron.
Alex era guapo, eso ya lo sabía, pero en ese extraño momento se veía demasiado lindo. Su cabello húmedo estaba un poco más ordenado, dejando apreciar mejor sus ojos. La camiseta que le había prestado le quedaba un poco floja, pero de algún modo le daba un toque algo sexy. Además del look, se veía mucho más tranquilo y relajado.
Al notar que todas las miradas estaban puestas sobre él, sus mejillas se tornaron rojas, haciendo que se viera adorable.
-¿Nos vamos?- apuró el rubio mayor- muero de hambre.
Caminamos hacia Mcdonals, que quedaba sólo a un par de cuadras de la casa. Una vez dentro, les pedí a los chicos que me dijeran lo que querían comer y me esperaran en una mesa.
-¿ Qué sucede? – le pregunté a Alex, quien tardaba en decidir.
- Es que hay algo que quiero… - empezó- No, mejor no -sacudió la cabeza.
-¿Qué es? No te preocupes si no traes dinero, yo te invito.
El pelinegro me sonrió y negó con la cabeza.
-No es por eso… Aunque igual te devolveré el dinero. Si no que es muy infantil.
- Anda… dime.
-Pero no te rías…
- Está bien.
-Una cajita feliz.-
No pude evitar reirme. No por que me burlara de él, si no que me causara gracia que se hiciera lío por algo tan simple.
-Ves… Te dije que era una tontería.
Negué rápidamente.
-No no, para nada. Yo te la compro – le guiñé un ojo.
Cuando estaba parado esperando que estuviera listo el pedido, entró al local un grupo de chicos. Se veían todos algo presumidos, salvo por la chica que los acompañaba. Alex los vio pasar y bajó la mirada, causándome mucha intriga.
La chica del grupo se separó de ellos y se dirigió hacia el mostrador. Llevaba un crop top blanco encima de un top negro; unos pantalones verdes y botas negras. Tenía el pelo teñido de verdo grisáceo.
-¿Imitando a Hyoyeon?- pregunté cuando estuvo a mi lado. Ella sonrió y asintió.
- ¿Te gusta SNSD? – preguntó ella.
-Me gustan, pero de bandas femeninas mi favorita es 4minute.
-Pensaba teñirme el cabello como alguno de los estilos de Hyuna en un futuro.
-Yo quería pintármelo de varios colores como Sehun de Exo.
- Te quedaría genial- dijo mientras me miraba fijamente- Soy Dakota, por cierto.- me extendió la mano.
-Will- se la estreché.
Volví a mirar hacia la mesa, encontrándome con que el humor de Alex había vuelto a empeorar.
-¿ Viniste con Alex?- preguntó la peliverde al notar hacia donde miraba.
-¿ Lo conoces? – no pude evitar sorprenderme.
- Va a mi escuela, sé quien es, pero nunca hablamos. – se acercó un poco más a mí - ¿ Ya está mejor? Me dio mucha pena y bronca lo que pasó. Miguel es un idiota.
-¿ Qué fue lo que pasó? Me miró un poco asustada y negó con la cabeza.
- Si no te lo ha contado, yo no tengo el derecho de decírtelo. Pero supongo que más adelante te lo contará.
- Supongo que si… Considerando que solo lo conozco de hoy.
En ese momento estuvo lista la comida. Me despedí de Dakota y caminé hacia la mesa.
-¡Hasta que por fin!- exclamó Jem- ¡Tardaste años!
Le entregué a cado uno su comida, quedando el pelinegro al último. Tomé asiento en el espacio libre junto a él, que tenía la mirada perdida. Puse frente a él su cajita feliz y al instante volteó a verme. Me sonrió; una sonrisa bastante auténtica. ******************************************
-¡Mira, un gatito! – dijo Alex mientras se adelantaba, muy emocionado.
Habíamos salido del centro comercial y estábamos caminando por un parque cercano a la casa. Jem y Alex no habían terminado de comer, pero hice todo lo posible para salir de ese lugar al notar que la presencia de aquellos chicos solo empeoraba el ánimo del pelinegro.
Así que los dos iban comiendo papas fritas mientras caminaban, ya que por nada del mundo quisieron dejar la comida. Fue ahí cuando vimos al gato.
Entre los arbustos, intentando refugiarse, había un pequeño gato blanco. El chico se acercó y el pequeño animal retrocedió asustado.
- No te haré daño, pequeñin- dijo con ternura Alex, extendiendo su mano con una papita– Ten. ¿ Tienes hambre?
El minino se le acercó, olfateando; lamió la papa y enseguida la devoró. Una vez que hubo acabado todas las papas, Alex lo cargó en sus brazos y éste no se resistió.
-Tiene una herida en la pata – observó. -Y se nota que no ha comido en días. Debe ser abandonado – torció el gesto.
-Llevémoslo a casa- propuse- ¿Te gustaría quedártelo?
-Me gustaría – sonrió tristemente – pero mi madre no se lleva con los animales. -
Podría quedarse con nosotros- Dijo Jake emocionado. Emoción que no mostraba hace mucho.- Así podrías venir a verlo cuando quieras – añadió con una sonrisa.
-¿En serio? – se emocionó Alex aún más. De ser posible, le habrían salido orejas y cola y ésta última estaría moviéndose de un lado a otro.
-Claro- respondí- Pero ya vámonos que se hace tarde. Debo llevarte a tu casa.
En ese momento, su expresión cambió drásticamente a una de terror.
-No… - retrocedió – A casa no…
-¿Qué sucede? Pareció no escucharme e intentó irse.
-¡Alex! – logré tomarlo de la muñeca, antes de que se alejara -¿Qué pasa?
Él seguía de espaldas. Lo sentí temblar un poco.
-No quiero ir… Hoy no – dijo entre sollozos – No podré soportarlo.
-¿A qué te refieres? Tiré de él para ver su rostro, que estaba bañado en lágrimas. -¿Tan malo es estas en tu casa?
-Usualmente no es tan malo. Pero hoy no me siento muy bien como para soportarlo.
-¿ Qué es lo que no podrías soportar? ¿Qué sucede en tu casa? Claro, si quieres contarme.
-Hoy es viernes- suspiró- hoy mi madre se va de “fiesta” y regresa borracha… Cuando llega… se la agarra conmigo… Me insulta y dice todo tipo de cosas…
Nos quedamos en silencio, si saber que decir.
Alex rompió a llorar y yo lo jalé para abrazarlo. Me sentía estúpido por haberle dicho que lo llevaría a su casa. De haberlo sabido ni lo habría mencionado. Sus lágrimas mojaban mi camisa, haciéndome sentir aún más culpable. Habría dicho que lo cuidaría y era yo quien lo hacía llorar.
Un maullido provino de entre los brazos de Alex y nos separamos.
-Lo siento pequeño- sonrió – no quise aplastarte. El gato alzó una pata, intentando tocar su rostro, sacándole una tierna sonrisa.
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- Listo- finalizóDiego.
Había desinfectado y vendado la pata del gatito y ahora se lo extendía a Alex quien lo tomó cuidadosamente entre sus brazos y lo acarició.
-Will, ¿Puedo hablar contigo un segundo?
Volteé y vi a Jeremy apoyado en el marco de la puerta. Asentí y los dos salimos del cuarto de Diego.
-¿Qué sucede?
- No tenemos listo el cuarto de visitas, así que Alex no podrá dormir ahí. Suspiré.
-Dormirá en mi cama entoces; yo dormiré en el sofá. -
¿Seguro? – me miró extrañado- ¿Tú? Que to sepa eres demasiado quisquilloso a la hora de dormir y un sofá no es precisamente cómodo.
-No lo es, pero prefiero que él esté cómodo.
-Te preocupas demasiado por el.- dijo con una media sonrisa.-¿Por qué?
-No lo sé…
Llevé a Alex a mi cuarto y le entregué un pijama. Se cambió en el baño y se disponía a salir de la habitación.
-¿A dónde vas? -
Dormiré en el sofá- respondió.
-No, tu dormirás aquí- le señalé la cama – Yo dormiré en el sofá.
-No quiero incomodarte…
-Solo ven y duerme.
Después de varios intentos, logré convencerlo de que durmiera ahí. Lo arropé y besé su frente antes de tomar un pijama y salir.Me cambié en el baño y me dirigí a la sala.
El sofá era, efectivamente, muy incómodo; pero una vez que me durmiera no importaría.
Fue entonces que recordé lo que había hecho antes en el cuarto. Cubrí mi rostro avergonzado, como si alguien fuera a verme. No eran propios de mi los gestos cariñosos, a pesar de ser muy alegre. ¿Por qué con Alex era diferente?
Intenté dejar el tema de lado y dormir. Ya casi lo había logrado cuando una voz me llamó.
Abrí los ojos y al ver a Alex me incorporé rápidamente.
-¿Qué pasó? – dije preocupado.
-Nada grave – me tranquilizó – Solo no puedo dormir.
-¿Y puedo hacer algo para remediarlo?
-Podrías…- apartó la vista, avergonzado –¿dormir conmigo?
Reí al verlo tan avergonzado y accedí.
La cama era lo suficientemente grande para los dos, así que pudimos acomodarnos sin problemas.
-¿Puedo abrazarte? – preguntó tímido.
Por dentro podría morir de ternura. ¿Cómo podía alguien de casi la misma edad que yo ser tan tierno?
- Claro- Lo rodeé con mis brazos; él pasó los suyos en torno a mi cintura y colocó su cabeza sobre mi pecho.
El tenerlo ahí, entre mis brazos, me daba cierta sensación de paz indescriptible. Empezaba a sentir algo por él, aunque ese sentimiento no tenía nombre todavía.
¿Qué me has hecho, Alex