BY BILL
Tom, ¿Por qué mamá y papá no pueden verte como yo? –Bueno… es que tú… eres pequeño e inocente, además, realmente crees que existo… -Es decir que ¿la psicóloga tiene razón? ...¿Tú no existes? ¿Simplemente yo te inventé? –Mira Bill, si comienzas a creer eso entonces ya no nos veremos más, ¿eso es lo que quieres? -¡no, no! Yo quiero que te quedes siempre. –Entonces cree, lo que debas creer. -¿Qué debo creer? –Mejor olvídalo –Tom sonrió sentándose sobre mi cama y yo me abalancé hacia el mismo sitio pero en vez de sentarme como él había hecho, me recosté en el borde de la cama dejando mi cabeza colgando hacia el suelo- Aún no me has dicho cómo es que supiste mi nombre antes de que yo te lo dijera. –Ah.. eso… Es que yo… Te conocía desde antes Bill. -¿En serio? ¿Acaso fuimos compañeros en el kínder o algo así? –Tom sonrió divertido- No exactamente -¿Entonces? –Te conozco desde siempre en realidad. –Tom imitó mi posición girando su cabeza para verme fijamente a los ojos mientras continuaba hablando- Te he observado todo el tiempo la verdad… Desde siempre. –Me incorporé sobre la cama mirándolo completamente atónito- ¿¡Es en serio?! –S…Sí. ¿Te asusta? –negué volviendo a mi posición inicial pero ésta vez apoyando mi cabeza en su hombro- No Tomi, no me asusta sólo… Me sorprende. –Me gusta cuando me llamas Tomi… ¿Puedo llamarte a ti Billy? -¡Claro! Bueno, sólo si… ¿Te quedarás? -¿Quedarme? –Conmigo… -Me quedaré, te cuidaré y tendrás siempre mi atención. -¿Lo prometes? –Lo prometo si a cambio prometes no creer en lo que los demás te puedan decir… -¡Hecho! –Páctalo -¿Cómo? –Tom extendió su mano y yo la tomé apretándola ligeramente.
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Esa noche después de visitar el hospital al que tanto le gustaba ir a Tom me atreví a acabar con mi duda.
¿Qué tiene de especial ese sitio? –Tiene un… Recuerdo muy importante para mí. -¿Cuál es? –Tom negó- No podría explicártelo –Pero… Quiero saber. –Pero no lo sabrás de mí, si quieres saber la verdad… Tendrás que verla por ti mismo. –Antes de que pudiera responder Tom tomó mi mano y me llevó con él hasta la habitación de Simone y Jörg a hurtadillas- ¿Qué… Hacemos aquí? –Shh… Ya verás –susurró justo antes de atravesar el guardarropa de mis padres- ¿Qué haces? –Pregunté al escuchar como dentro removía diferentes cosas- ¡Lo encontré! Acércate Bill –obedecí aproximándome un poco temeroso al sentir una especie de “alarma de alerta” dentro de mi cabeza… Que debí haber tomado en cuenta y salir de ahí… Pero en vez de eso, tomé el papel que Tom me entregaba…
~ EPÍLOGO ~
Entraba la noche cuando la madre de Bill recibió una llamada que llevaba consigo la noticia más aterradora (después de la de hace 12 años).
La mujer salió corriendo sin previo aviso del edificio en donde se encontraba para ir directamente a su casa. Metió la llave al auto, acelerando con un espantoso alarido, condujo tan rápido como pudo, ignorando incluso algunos semáforos en rojo causando tras de sí un coro desordenado de malas palabras e insultos con el claxon… Los ignoró, nada tenía más importancia ahora que llegar a su casa y comprobar aquella cruda noticia.
Cuando se encontraba a unas 2 cuadras de su hogar pudo apreciar las luces de la torreta de una patrulla y el horrible sonido de la sirena de una ambulancia inundó sus tímpanos haciéndola sentir sorda. Bajo del auto y sintió la piernas como de gelatina, caminó como pudo hasta ubicar a su esposo entre los uniformados y otros civiles simplemente curiosos.
¡¿Jörg, en dónde está Bill?! –preguntó completamente alterada la mujer; Jörg señaló en dirección a la ambulancia con la cabeza agachada.
Cuando Simone llegó a la camilla, un paramédico la interceptó para explicar que a pesar de sus intentos nada habían podido hacer para reanimarlo.
Lo siento señora Trümper… -el paramédico apoyo una mano en el hombro de Simone en gesto de consuelo pero ella lo apartó al momento con un gesto brusco- ¡¡Bill!! –sollozó cogiendo el cuerpo del niño entre sus brazos mientras lloraba y gritaba amargamente- ¡¡No bebé no te mueras, llévame contigo!!
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Jörg –lo llamó el detective Hoffmann parándose frente a él- será necesario que dé su declaración ya que usted fue el último que vio al niño con vida y además era la única persona que se encontraba en la casa cuando todos los hechos ocurrieron. –Yo… No he hecho nada –masculló el hombre rubio con la mirada perdida en el césped del jardín- No se trata de que haya o no hecho algo, aquí el problema es que usted fue el único testigo, el único en la escena y hasta no tener algún otro indicio de qué fue lo que sucedió usted debe contar lo que sucedió durante las últimas horas de vida del niño… -¡Detective Hoffmann! –El mencionado se giró en dirección a la voz que lo llamaba- Fue lo único que pudimos hallar en escena –el policía más joven entrego al detective un papel dentro de una bolsa plástica con cierre- ¿Qué es esto? –mencionó el detective con el gesto fruncido mientras buscaba ayuda de la luz de una farola para poder examinar mejor el documento- Un acta de defunción… -¡Oye Pete! –El policía corrió al llamado de su superior- El niño de ésta noche fue identificado como… -Bill –Respondió ésta vez Jörg- …Bill Kaulitz Trümper. –Hoffmann se giró hacia Jörg- ¿Su hijo aún no superaba la muerte de su hermano? –Jörg negó lentamente- Él… él no sabía nada respecto a su hermano… Se supone que... Sería un secreto. –Buenos señores, ¡ya está! Señor Kaulitz… Permítame hacer una rápida suposición. –Adelante. –Su hijo sufría de algún problema cardiaco ¿cierto? –Así es pero… No le dijimos eso porque no queríamos que se sintiera… Diferente. –Cuénteme más al respecto. –Simone, mi esposa, sufrió de un embarazo de alto riesgo… Cuando los gemelos estaban por nacer hubo complicaciones, fue… Bastante delicado… -Prosiga. –El doctor dijo que era salvar a uno… o a ninguno y así fue como ocurrió; Tom murió y Bill vivió aunque con esa pequeña complicación en el corazón. –Bien, no hay más preguntas.
No me siento médico pero hasta la autopsia podemos concluir ahora que tenemos aquí un niño de 12 años muerto por una impresión. –Hoffmann suspiró- Algo verdaderamente lamentable.
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De pie, bajo el roble del jardín de la casa de los Kaulitz se encontraban los gemelos observando aquella desgarrante escena.
Parecen muy angustiados –comentó el menor- Eso creo… Me siento muy culpable -¡No digas eso Tom! No era tu intención… -Tenías tantas cosas por delante aún y yo… Yo te arrebaté todo Bill. -¡Basta de culparte! Yo quería estar contigo y si las cosas sucedieron así, por algo debió ser. –No lo sé… -Ellos se repondrán –mencionó el pelinegro señalando en dirección a sus padres- Lo hicieron ya una vez y ahora será igual. –Tom negó- si antes se repusieron fue porque te tenían a ti –Ahora nos tienen a ambos para cuidar de ellos y tú y yo nos tenemos mutuamente –concluyó con una gran sonrisa el menor.
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Pasados unos años mientras Simone regresaba de tu trabajo, se dirigió a la puerta de entrada de su casa y abrió con la llave que llevaba en su bolsillo.
Al entrar, la mujer palideció y dejó caer sus bolso al suelo con la boca muy abierta por la impresión… -¡¿Bill… Tom?!