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El amor puede ser olvidado por Jin Hee

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Notas del capitulo:

Espero que estén disfrutando del fic, tanto como yo drisfruto escribirlo.

 

                                                   Gracias por leerlo.

Si alguien le preguntase a Ciel "¿qué sería lo más doloroso que pudiera pasarte?", seguramente el peliazul no respondería rápidamente. Posiblemente tardaría horas, días, semanas, meses... Tal vez nunca daría respuesta a la pregunta. Siempre viviría en la negación o en esa nube impenetrable en la que se regodea todo el tiempo.

Iban por la tercera semana sin que Sebastian diera un vistazo por la mansión, eso tenía inquieto a Ciel, porque en ningún momento se pelearon, no hubo conflicto de ningún tipo y, que él recordara, no le pidió que cumpliese con ninguna misión. Claro que su hogar estaba hecho un desastre, incluso se planteó la idea de que, si en algún momento su mansión volvía a incendiarse, sería por culpa de sus sirvientes poco hábiles para el aseo general. Claro, a excepción de Snake que podía cambiar las flores de un jarrón sin romperlo o echarle una bomba encima. Pero, ¿cómo comparar el progreso de uno cuando otros tres pasaban cuan tornados en sus intentos?

Por supuesto que todos preguntaban por el señor Sebastian y el amo no decía nada al respecto, porque confiaba en que sólo serían unos cuantos días y al ver que los días se estaban transformando en un mes, Ciel tuvo que inventar una excusa para su propio mayordomo.

Ciel:  Se fue a visitar a unos familiares debido a una emergencia. Es lo único que sé. ─Con eso ya no parlotearon más sobre el asunto de la desaparición de Sebastian, ahora lo hacían referente con los parientes del enigmático mayordomo-

 

Bart: ¿Tendrá esposa?

Finnian: ¿Hijos?

Meyrin: ...No puede ser... Tal vez...  ¿Qué hay de sus padres?

 

Ciel no contaba que su excusa era más o menos cierta, ¿cómo iba a sospechar lo que pasaba en el averno cuando tenía la mente muy ocupada con cosas de la vida terrestre?

Aún conservaba el sello. Lo veía siempre que estaba a solas con un espejo a la mano. Verificaba que todo estuviera en orden, porque esa pupila morada que tenía era su seguro de que Sebastian seguía unido a él. Rápidamente fue se deteriorando el estado de ánimo de Ciel, y se negaba a atribuírselo a la ausencia de Sebastian, no fue hasta cuando comenzó a tener la maña de llamarlo constantemente cuando iba a la cama a dormir, que se resignó a extrañarlo.

 

Ciel:  ¡Sebastian!

 

Nada pasaba...

 

Ciel:  ¿¡Sebastian!?

 

Nada, parecía que se lo había tragado la tierra.

 

Ciel:  ¡¡Sebastian, ven aquí!! ¡¡¡Es una orden!!!

 

Pero las noches su habitación sólo se llenaba con el susurro de los árboles y el ruido de los grillos cercanos. No se alteraba del todo, porque tenía la certeza de que, mientras tuviera el contrato en su ojo, Sebastian volvería a su lado tarde o temprano y Ciel estaría dispuesto a esperarlo sin importar nada.

Fue la noche del 22 de Julio en que la desgracia volvió a reclamar por Ciel. Fue aquella noche lluviosa en que le arrebató lo que con esfuerzo logró apreciar y aceptar. Fue aquella noche en que Ciel Phantomhive sintió un inenarrable dolor en su orbe derecha, que soltó gritos de dolor, que la sabana se llenó con gotas de sangre proviniendo de dicha parte y  el tetragrammaton desapareció.

Mareado por el repentino suceso, se levantó de la cama y, previniendo que la servidumbre fuera a su auxilio, aseguró la puerta. Colocó todo lo que tuvo a su alcance en la puerta. Algo no estaba bien y si lo veían los otros no lo comprenderían.

Fue a un espejo. Cerró los ojos antes de echar un vistazo. Y, preparado para lo peor, se vio a sí mismo con la pijama un poco manchada con su sangre.

 

"¿Qué es lo más doloroso que pudiera pasarte?" pasaba por la mente del Conde, y lastimosamente muy dentro de él ya sabía la respuesta. Aunque él quisiera engañarse a sí mismo.

 

Ciel: ¡No! ... ¡¡No!!

 

La puerta de la habitación comenzó a sacudirse. Las voces de sus sirvientes gritaban alterados.

Ciel: ¡Sebastian! ¡Sebastian! ¡Sebastian! ¡Ven aquí! ¡Es una orden! ¡Es una orden! ¡Regresa! ¡REGRESA!

Tanaka: Joven Amo, por favor abra la puerta.

El Conde no atendía a los gritos de los sirvientes,  sólo seguía golpeando fuertemente el espejo que estaba colgado a un lado de su cama. Sus manos tenían vidrios, pero nada le dolía tanto como el hecho que su seña del contrato ya no estuviera.

Ciel: ¡Me dijiste que estarías siempre a mi lado! ¡¡Que cuanto te llamara ahí estarías!! ¡DIJISTE QUE LOS DEMONIOS NO MENTÍAN! -Las lágrimas caían por las mejillas del menor, como las gotas de sangre de sus manos manchaban el piso.-

La desesperación había tomado por completo el cuerpo y mente del peliazul, y con ella llegaba la ira. Odiaba estar tan indefenso por una persona, había jurado nunca apegarse a una persona desde la muerte de sus padres. Era doloroso lo que había vivido, y deseaba no volverlo a vivir; pero era tarde ya lo estaba sintiendo.

Afuera de su cuarto había un gran escándalo, y le dolía ya bastante su cabeza debido a que su  tetragrammaton desapareció, no se sentía bien, sentía que su cabeza iba a explotar por culpa de unas fuertes palpitaciones y sin darse cuenta cayó al suelo.

 

Sebastian: Bocchan.... Bocchan he regresado.

Notas finales:

Si les gusta y quieren el tercer capítulo, por favor háganmelo saber.


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