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El amor puede ser olvidado por Jin Hee

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Notas del capitulo:

Espero que lo sigan leyendo y que sea del agrado de todos.

 

                         Gracias por leerlo.

El niño seguro que la voz era de su mayordomo, así como una medicina milagrosa,  despertó; pero cuando abrió sus ojos se dio cuenta que todo era su imaginación distorsionando los hechos para mostrar más sus debilidades, debido a que el hablante que lo llamaba, no era Sebastian, sino su segundo mayordomo.

 

Tanaka:  Bocchan, ha despertado. ¡Qué alivio!

 

Bart, Finnian y Meyrin: ¡¡¡Bocchan!!! -Dijeron en unisono cuando el joven despertó.-

 

Ciel: ¿Dónde está Sebastian? -Dijo el Conde tratando de engañarse a él mismo, o tal vez sólo tenía la esperanza que no había imaginado lo que había pasado.-

 

Pero cuando él realizó la pregunta, pudo notar la cara desanimada de los sirvientes y ahí se dio cuenta que la espera todavía se mantenía. Nunca había sentido tanta soledad en su vida, que ya por sí sola era solitaria, pero ahora era peor, sentía un dolor que oprimía su pecho tan fuerte, como si estuviera a punto de padecer un infarto. Quería llorar y gritar cuánto le hacía falta, quería dejar de lado su arrogancia y pedirle perdón por todo, decirle que sin él no era nada más que un humano sin destino, pero no lo podía hacer; porque el mayordomo no estaba y él estaba rodeado de sus otros sirvientes que no sabían la relación del Conde con el mayordomo.

 

Por otro lado se encontraba Sebastian, el cual no entendía el porqué Satanás quería matar a un humano, además no tenía sentido que fuera él el que se encargara del asesinato del un mortal, pero era el Señor, y no se podía desobedecer sus reglas y cualquier orden que él impusiera. Así que se puso de pie y vio a la cara a Éaco.

 

Sebastian: Dime, ¿qué sabes sobre el Conde?

 

Éaco: Los detalles no los sé, Nuestro Señor sólo me pidió que te dijera eso, para que fueras donde él a pedir los detalles.

 

Sebastian: Entiendo, entonces iré para allá, ahora mismo.

 

Éaco: Amudiel....

 

Sebastian: Dime, Éaco.

 

Éaco: No, nada. Sólo recuerda que no puedes confiar en nadie de aquí, recuérdelo siempre.

 

Sebastian: Ah... Entiendo, gracias.

 

Sebastian caminó hasta el altar del demonio mayor del infierno, con una duda en su cabeza, ¿por qué Éaco le había dicho eso? Todo era muy confuso, no entendía casi nada de lo que ocurría. ¿Éaco le estaba diciendo que no confiara en su Señor? ¿Qué estaba pasando? ¿Es una trampa? Eran preguntas que asechaban en su mente, pero no era posible realizarlas para saber la respuesta.

Sin darse cuenta llegó ante el demonio mayor, así que se inclinó, con el mismo respeto de siempre, ya que el mayordomo no era tonto y sabía quién tenía el poder y quién era el sirviente. Todavía no sabía que estaba pasando, pero esperaba más respuestas cuando le dieran los detalles de la misión si era que había una misión.

 

Sebastian: Mi Señor, me dijo Éaco que querías encomendarme una misión, estoy aquí para escuchar sus ordenes y detalles.

 

Sstanás: Amudiel, eres uno de mis más fieles servidores así que quiero encomendarte una misión muy importante para mí, de la cual está en juego mi orgullo y el de tus hermanos.

 

Sebastian: Dime, Señor. Yo haré todo lo que esté a mi alcance para poder salvar su orgullo y el de mis hermanos.

 

Satanás: Sabía que dirías eso, escucha con atención. En la tierra existía un demonio que se enamoró de un humano, y por culpa de ello perdió casi toda su alma demoníaca. Él se había olvidado de nosotros y trataba de ser otro mortal. Así que ordené que lo trajeran de vuelta a nuestra casa y cumpliera el castigo necesario.

 

Sebastian: Fue la decisión más acertada mi señor, ya que no es aceptable que un demonio que por naturaleza posee un rango más alto que un mortal se enamore de él, y es aún más aberrante que piense en querer ser uno de ellos, ha hecho lo correcto mi Señor, como siempre.

 

Satanás: Gracias Amudiel, sabía que entenderías. Ahora tu misión viene después de lo sucedido. ese joven Conde, sabe demasiado de nuestro mundo y me di cuenta que tiene contacto con Dioses de la Muerte, lo cual para nosotros es algo angustiante, ya que podría ser un problema muy grande para nosotros. Por eso quiero que te hagas pasar por el demonio que tenía el Conde.

 

Sebastian: Entiendo mi Señor, y estaré encantado de cumplir la labor. Así que deme todos los detalles necesarios.

 

Satanás: El nombre del joven ya lo sabes, el demonio se llama Sebastian, su apariencia es de un joven de 25 años de aspecto atractivo, de cabello negro y ojos rojos. Tenía un pacto con el menor desde hace 6 años, y con el pasar de los años se enamoró de él. Le sirve al Conde como mayordomo aparte de ser su amante, y en la casa hay más sirvientes, los demás detalles los encontrarás con Baalzephon, pregúntale a él todo lo que necesites para ser igual que el mayordomo.

 

Sebastian: Entiendo Señor, ¿me puedo retirar?

 

Satanás: No, falta algo más. El demonio removió el contrato para salvar la vida de Conde, y así no poder encontrarlo, así que cuando llegues a la mansión, has el pacto en el mismo lugar que estaba anteriormente sin que el Conde se dé cuenta.

 

Sebastian: He comprendido todo perfectamente así que me retiro, le preguntaré a Baalzephon todo lo necesario para poder ser el mismísimo demonio al que le borraste la mente, mi Señor.

El mayordomo se retiró confiando plenamente en lo que le habían dicho, y hasta con un poco de repugnancia debido al hecho que un demonio podía sentir algo tan fuerte como el amor por un humano.  No se había retirado mucho cuando vio a Baalzephon esperando por él.

 

Sebastian: Baalzephon, me dijo Nuestro Señor que me ibas a dar todos los detalles de la misión.

 

Baalzephon: Amudiel, sí así es, Así que dime qué quieres saber.

 

Sebastian: No sé, nunca había lidiado con un humano, ¿qué crees que sea necesario?

 

Baalzephon: El Conde es un niño de 16 años, tiene una personalidad arrogante, es el único hijo de los Phantomhive, sus padres murieron en un asesinato en el cual se encendió su mansión, fue ahí cuando invocó al demonio para vengar la muerte de sus padres.

 

Sebastian: Entiendo eso, pero ¿por qué la necesidad de qué lo engañe en vez de de simplemente matarlo?

 

Baalzephon: No sé los detalles de eso, pero creo que El Señor quiere que el humano sufra.

 

Sebastian: Entiendo, ya no preguntaré por el motivo. Dime más del humano.

 

Baalzephon: Su relación con el demonio empezó hace dos años, los demás sirvientes no tienen idea de lo del demonio ni lo de la relación... Son muchos detalles así que es mejor que leas el expediente del demonio, ahí viene todo lo que necesitas, ya que es como un diario que se escribe solo.

 

Sebastian: Creí que nadie más que El Señor tenía acceso a ellos.

 

Baalzephon: El mismo fue el que dijo que lo deberías leer.

 

Sebastian: Lo comprendo, trataré de hacer lo mejor posible.

 

El demonio tomó la carpeta y empezó a leer el expediente, era sorprendente lo que leía, cada vez que avanzaba en la historia se podía dar cuenta que lo que sentía ese demonio era demasiado puro, algo casi imposible para un ser del infierno.

Había demasiada, nunca creyó que el demonio podía vivir tanto con un humano, y lo más extraño era que parecía que el demonio no había tenido un pasado antes del humano, porque no había nada de información al respecto, era extraño porque un demonio novato no puede hacer un contrato, pero podía ser un demonio muy poderoso.

Definitivamente el mayordomo no sospechaba que era él, y es que todo lo habían hecho demasiado bien. Ya que hasta sus historias pasadas las habían borrado del expediente, y con la excusa que la identidad del demonio era confidencial el expediente no tenía el nombre del demonio.

Sebastian terminó de leer se sentía bastante preparado, sabía los gustos del menos, cómo vestía, cuál era su apariencia y todos los detalles de su pasado con el demonio. No era algo difícil, así que se dirigió a la tierra para cumplir su misión.

Cuando llegó a la mansión encontró un niño dormido en una gran habitación, en los papeles había una foto de Ciel, así que sabía que era el Conde, se acercó al menor. Para después pasar su mano derecha y dejarlo en trance para después poner el sello del.

Todo había salido perfecto, el sello era el mismo que el del demonio, creía Sebastian, así que sacó del trance al menor, dejando al Conde como si no hubiera pasado nada, exceptuando que tenía un contrato en su ojo.

El demonio se acercó a la cara del menor,  parecía que le habían dado calmantes debido a que no se había despertado. Sebastian se sentó en la cama del menor y posó un mano en su mejilla, fue casi de inmediato que el niño tomó la mano del demonio y abrió sus ojos

 

Sebastian: Ciel... Lo siento tanto.

Notas finales:

Si les gustó y quieren la cuatra parte, por favor háganmelo saber.


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