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El Contrato [ChanBaek - BaekYeol] por FlyToXin

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Notas del capitulo:

Bien! Creo que les gustó eh? A ver si les convence más con el capítulo 2 ^^ 

Gracias por los que me dejaron reviews y comentarios en la página de Facebook, os agradezco muchísimo el apoyo que me están dando <3

Chanyeol acarició las fotografías de las tres mujeres que BaekHyun le había enviado. Todas eran perfectas: cultas, con estudios y preciosas. Entonces ¿por qué se habían apuntado a una agencia de citas para encontrar un marido temporal? Tenía que haber algún tipo de conexión entre ellas y el propio señor Casamentero, pero Chanyeol no conseguía dar con él.

Candidata número uno, Lidia... Sin apellido. Según el informe, era estudiante de derecho de segundo año y tenía las típicas deudas de estudios. Le encantaba el arte y dedicaba su tiempo libre a correr maratones. Chanyeol volvió a mirar la fotografía. El parecido con Chaelin era desconcertante. Baekhyun había pensado en todo, hasta el punto que había incluido las medidas y el peso de la chica al final de la página. Debajo de la fotografía, Baek había escrito una nota explicando que las agencias de citas solían utilizar imágenes antiguas del instituto retocadas con Photoshop, pero que Alliance actualizaba las suyas cada seis meses.

Candidata número dos, Luna... De nuevo, sin apellido. Ayudante en la consulta de un médico y preparándose para entrar en medicina. Le encantaba la navegación y pasar temporadas en lugares exóticos. Había viajado por muchos países, pero los papeles de Baek no hablaban de cómo se lo había costeado.

Candidata número tres, Krystal... Chanyeol no se molestó en buscar el apellido. Sabía que no aparecería por ninguna parte. Krystal podría haberse dedicado al mundo de la moda. Sus ojos, de un marrón increíble, y su hermoso cabello de un rubio blanco como la nieve eran suficientes para dejar sin respiración a cualquier hombre. Krystal no iba a la universidad y tampoco tenía préstamos de estudios pendientes. Dirigía una especie de hogar para ancianos y hacía de mentora para chavales en un club para niños y niñas.

Las tres eran perfectas. Entonces, ¿por qué tenía la sensación de que ninguna de ellas encajaba?

Se inclinó hacia delante y cogió el teléfono.

—¿Y bien, Hyunseung? —preguntó cuando su ayudante respondió al otro lado del teléfono.

—Todavía tengo un par de llamadas sin respuesta, pero he encontrado algunos datos interesantes acerca del señor Byun.

—Genial, tráeme lo que tengas.

Chanyeol se acercó al ventanal de su despacho, que ocupaba toda una pared desde el suelo hasta el techo, y miró hacia abajo, a la ciudad que se extendía a sus pies. Llevar su negocio de transporte marítimo desde cuatro puntos distintos del mundo le daba ventaja sobre sus competidores. Había levantado la empresa desde la nada a pesar de la oposición de su padre.

Chanyeol quería demostrarle que no necesitaba su dinero, ni su título, y esa misma determinación le servía de combustible para seguir adelante. Sin embargo, el apellido Park le había abierto muchas puertas a lo largo de los años, y menospreciar el grueso de su herencia no era algo que estuviese dispuesto a hacer, especialmente ahora que el viejo llevaba tiempo muerto.

Hyunseung llamó a la puerta del despacho antes de entrar. Chanyeol se dio la vuelta y señaló con la cabeza hacia la mesa de café que ocupaba una esquina de la estancia, donde podría ver los documentos que Hyunseung llevaba en la mano.

—Pongámonos ahí.

Hyunseung se sentó y rápidamente repartió los papeles sobre la mesa para que Chanyeol los revisara.

—Byun Baekhyun, veintisiete años, nacido en Bucheon, hijo de Junho y Tiffany Byun.

Chanyeol tomó asiento.

—¿Por qué me suenan esos nombres?

—Deberían sonarte. Junho era un pez gordo de los medios hace ya bastantes años. Fue acusado de evasión de impuestos y malversación de fondos. Él y su familia vivían en una mansión de veinte millones de dólares y tenían propiedades en China y Japón. El sueño oriental, vamos.

Chanyeol lo recordaba. El gran hombre de negocios de China había canalizado todos sus fondos a través de una estafa piramidal. Firmaba pólizas de seguros para casas, terrenos, negocios y propiedades varias con víctimas que no sospechaban nada y a las que no tenía intención de pagar un solo dólar. Si la memoria no le fallaba, los federales no consiguieron pillarlo por corrupción pero se las arreglaron para meterlo en la cárcel por evasión de impuestos. Sus cuentas y todas sus propiedades fueron embargadas y su familia al completo se desmoronó.

—Tiffany, la esposa, no pudo soportar semejante declive en su estatus. Se tomó una caja de pastillas con ginebra y nunca volvió a despertar.

Hyunseung relataba los detalles de la vida familiar de Baekhyun Byun como si se tratara de un culebrón.

—Según la prensa, la hermana de Baekhyun, Hyuna, intentó seguir el ejemplo de su madre sin éxito y acabó sufriendo daños cerebrales. Estoy esperando que me pasen los detalles de dónde está la chica ahora. Baekhyun sobrevivió a la debacle, pero acabó recogiendo los trozos que quedaron de la familia. Dejó la universidad, donde estudiaba empresariales. Seguramente consiguió esconder una pequeña cantidad de dinero de la que el Gobierno no sabía nada para pagarle un centro a su hermana. —Hyunseung tomó aire y entregó una lista de nombres a Chanyeol.

—¿Qué es esto?

—Es gente con la que el señor Byun se relaciona. Crecer rodeado de gente rica y bien relacionada le proporcionó algunas amistades que han perdurado en el tiempo. Los adultos cortaron cualquier lazo que los uniera a los Byun, pero los amigos de Baekhyun no. Esta lista incluye a la hija de un senador y a dos abogados en rápida ascensión. Todavía no estoy seguro de cómo averiguó cosas de tu pasado, pero tengo una llamada pendiente.

Chanyeol pasó las páginas y encontró una fotografía de la familia Byun cuando aún eran felices. Iban a bordo de un yate. Tiffany estaba delgada como un lápiz y sus hijos, ambos en bañador, posaban detrás de ella.

Baekhyun llevaba el pelo un poco más largo, pero aun así el viento lo había empujado hacia su cara en el momento en que se había tomado la fotografía. Hyuna, mucho más joven que Baek, tenía el cabello oscuro de su madre y un cuerpo minúsculo. Junho, con al menos veinte kilos de sobrepeso, tenía una mano apoyada en el hombro de su mujer y sonreía a la cámara.

Las fotografías eran engañosas. Recordó la imagen de un retrato familiar muy parecido al de Baekhyun. El padre de Chanyeol posaba de pie detrás de su mujer, con una mano sobre su hombro. Los nudillos de la madre se aferraban, blancos de la tensión, al brazo de la silla en la que descansaba. Aún recordaba el día en que se había tomado la instantánea.

Chanyeol había discutido con su padre porque quería hacer unas prácticas de verano que le ayudaran a mejorar sus posibilidades de entrar en un buena universidad. Choosung se negaba a que Chanyeol trabajara para nadie, y menos sin cobrar. Su padre creía que los estudios solo eran necesarios para fanfarronear con los amigos. El trabajo, sin embargo, era una palabra de siete letras con la que ningún Park tendría jamás relación alguna mientras él tuviera algo que decir al respecto.

—Y yo que creía que mi familia era disfuncional —susurró Chanyeol.

—Creo que el señor Byun se lleva el premio.

Chanyeol sabía que aquel era un premio que no merecía la pena ganar.

—¿Dónde vive Baekhyun?

—Vive de alquiler en una casa en Gangnam street.

—¿Algún compañero de piso?

—Es difícil saberlo.

—¿Novio o novia? —preguntó, sin saber muy bien por qué.

Hyunseung le clavó la mirada.

—No lo he comprobado, pero lo haré. —Justo en ese preciso instante, el teléfono de Hyunseung sonó dentro del bolsillo de sus pantalones. Lo sacó y comprobó el número—. Es sobre la hermana —explicó antes de atender la llamada.

Hyunseung habló mientras Chanyeol estudiaba los nombres que aparecían en el papel que sujetaba entre las manos. Baekhyun tenía muchos amigos. Se preguntó si alguno de ellos le ayudaba económicamente.

Hyunseung silbó, con el teléfono todavía en la oreja, y llamó la atención de Chanyeol.

—De acuerdo, gracias —se despidió antes de finalizar la llamada.

—¿De qué se trata?

—Está claro que el señor Byun realmente necesita tenerte como cliente

—¿Sí? ¿Por qué?

—Su hermana está ingresada en el Moonlight Village. Bonito nombre para un centro asistencial para adultos que cuesta ni más ni menos que seis cifras al año.

Chanyeol se quedó pálido.

—¿Y nadie ayuda a el señor Byun con los pagos?

Hyunseung sacudió la cabeza.

—No que yo sepa. Puede que sus amigos le aconsejen, pero la única fuente de ingresos constantes es la empresa.

Una empresa a la que Chanyeol ya había investigado y de la que conocía hasta el último detalle.

—Interesante.

—¿Y cómo es él? —Era la primera pregunta personal que le hacía Hyunseung.

Chanyeol visualizó su piel de alabastro y la firme línea de su mandíbula. Y esa voz. Dios, solo recordarla fue suficiente para querer volver a hablar

—Es un hombre de negocios —le dijo Chanyeol a su ayudante—. Te gustaría.

Tener el control era parte de su trabajo, de modo que cuando a Park Chanyeol insistió en cenar con él para hablar de las candidatas a convertirse en su futura esposa, Baekhyun imaginó diferentes escenarios.

Quizá Chanyeol había reconocido a alguna de las mujeres o relacionado un apellido con una cara. Baekhyun siempre obviaba los apellidos para que sus clientes tuvieran que valorar los méritos de cada mujer teniendo en cuenta sus atributos, no los de sus familias. Él mismo tenía que sufrir que la gente lo juzgara por las acciones de sus padres. Tras la caída de su familia, Baekhyun había llegado a considerar la opción de cambiar de nombre e incluso de color de pelo. Al final decidió mudarse a la costa del Sur y evitar a la prensa. Y funcionó, porque los tabloides pronto dejaron de prestarle atención. En cuanto apareció un nuevo escándalo, la gente se olvidó del suyo. Al vivir cerca del mar y el turismo, se aseguraba de que los focos iluminaran siempre a otra persona. Además, su cara no había aparecido en prensa desde el funeral de su madre.

Si Baekhyun hubiera sido una belleza o un yonqui de los medios, los periódicos lo habrían seguido sin dudarlo, pero un buen día empezó a vestirse como el friki del baile, y evitar a los periodistas fue coser y cantar.

¿De qué querría hablar Park? Quizá ya se había puesto en contacto con su abogado y necesitaba los detalles que no constaban en la documentación que le había entregado. Cuando fundó la empresa, Baekhyun había tenido en cuenta hasta el último detalle para que no quedara ningún cabo suelto. Siempre pagaba sus impuestos («Gracias, papá») y guardaba los contactos a buen recaudo. Nada de lo que hacía, en lo referente a comprobaciones o detectives privados, era ilegal. Cuando necesitaba información, solía recurrir al género femenino. No es que creyera que las mujeres no cometían ilegalidades, no era tan tonto. El problema venía de su falta de confianza hacia los hombres. En su vida eran pocos los que no lo habían traicionado de una forma u otra. En realidad, si se paraba a pensar en ello, no se le ocurría ninguno.

El sol todavía no se había puesto cuando entró con su coche en el aparcamiento del restaurante más caro de Jeju, en primera línea de mar. No pudo evitar al aparcacoches, así que dejó el motor de su sedán de fabricación americana en marcha y se bajó. Le dio las gracias al chico y vio como este se sentaba tras el volante y aparcaba apenas a unos metros de él. Su GMC parecía fuera de lugar rodeado de tantos Lexus, Mercedes y Cadillac.

Baekhyun entró en el restaurante y dejó que el delicioso olor del ajo y las hierbas le embargara los sentidos. Había pasado un año desde la última vez que cenó en un restaurante de cinco tenedores, con una de sus clientas felizmente casadas. Hacía tiempo que Baek había renunciado a los restaurantes caros y al estilo de vida opulento del pasado, pero a veces lo echaba de menos. Entre sus objetivos a corto plazo estaba el de dejar de comer comida para llevar o preparados para microondas.

Cuando se disponía a entrar en el salón y buscar a la maître del restaurante, un hombre lo abordó por la espalda.

—¿Señor Byun?

No llevaba el uniforme del personal. Quizá era el gerente.

—El señor Park lo espera.

«Seguro que es el gerente.» Baekhyun le siguió a través del restaurante hasta un reservado con vistas sobre el Pacífico.

Park Chanyeol, que le había visto acercarse, se levantó para recibirle. Al igual que en su anterior encuentro, Baekhyun vio los rasgos cincelados del rostro de Chanyeol y la forma en que el traje de firma que llevaba se amoldaba a su cuerpo y no pudo evitar sentir un estremecimiento recorriéndole la piel. Aquel hombre dominaba el espacio con su sola presencia.

Él, por su parte, recorrió el cuerpo de Baekhyun con la mirada y una pequeña sonrisa afloró en la comisura de sus labios. Baek había escogido un traje sencillo, no demasiado informal pero tampoco apropiado para acudir a la gala de los Oscars. Y a juzgar por la expresión en el rostro de Chanyeol, no le había defraudado. No es que él se vistiera para recibir su aprobación, pero tampoco quería parecer fuera de lugar sentado a su lado.

Lo miró a los ojos y sintió que una descarga le recorría la espalda.

—Llega tarde —dijo él con voz burlona.

Baek se quedó con la boca abierta como un pez, a punto de responder, pero decidió no hacerlo.

Chanyeol sonrió.

—Me he tomado la libertad de pedir una botella de vino. Espero que no le importe.

Aguardó hasta que él estuvo cómodamente instalado en su lado de la mesa para coger la botella de vino de la cubitera.

Baekhyun lo observó mientras él servía el pálido líquido en una copa de cristal, concentrando todos sus esfuerzos para que su mirada no resultara demasiado intensa.

—¿Celebramos algo?

—Quizá —respondió él mientras dirigía la botella hacia su copa.

Quería acelerar la conversación, preguntarle qué candidata era la elegida. Claro que todavía no las conocía, así que no creía que ya se hubiera decantado por una.

Chanyeol levantó su copa en alto y esperó a que él se le uniera en un brindis.

—Por una relación de negocios exitosa.

Un escalofrío de incertidumbre recorrió la mano con el que Baekhyun se disponía a coger su copa. Había algo raro en la forma en que Chanyeol había pronunciado la palabra «relación». Tras chocar la copa contra la de él y tomar un sorbo de vino, descansó las manos sobre el regazo para ocultar el leve temblor que le delataba.

—Espero que el trayecto en coche no le haya causado problemas.

Vale, no irían directos a hablar de negocios como a él le habría gustado. En lugar de presionarlo, prefirió dejar que la conversación siguiera su curso.

—La autopista del Pacífico siempre es un problema a última hora de la tarde.

—Gracias por acceder a reunirse conmigo.

—Me sorprende que haya elegido este sitio. Para una cena de negocios sería más apropiado un local menos formal. —Menos romántico, le habría gustado añadir.

Chanyeol se relajó en su asiento. Baek, por su parte, apenas podía concentrarse en la razón por la que estaba sentado frente a él. Los rasgos de su cara eran perfectos, casi pecaminosos. Resultaba muy fácil perderse en la belleza de aquellos ojos grises y caer en la trampa de su cálida sonrisa.

—Va contra mis normas invitar a un hombre hermoso a un bar a tomar un Cóctel.

Vaya por Dios, hora de poner los pies en el suelo. Baekhyun sabía que no era guapo, atractivo como mucho, y que el tipo de belleza que atraía a aquel hombre estaba totalmente fuera de su alcance.

—Es usted encantador, señor Park, pero pierde el tiempo conmigo. Supongo que ha tenido oportunidad de revisar los documentos que le he enviado por fax.

Chanyeol entornó los ojos, pero no dijo nada. Baekhyun tragó saliva y juntó las manos sobre el regazo. En lugar de evitar su mirada, se la devolvió, aunque prefirió mantener los labios sellados.

Tuvo que ser el camarero quien rompiera la tensión. El chico, de unos veinte años, enumeró los platos especiales del chef mientras Baekhyun escogía de la carta. Park Chanyeol era su cliente y la tradición mandaba que fuera él quien se ocupara de la cuenta, aunque el restaurante se escapara del presupuesto. Al final, escogió el pez espada acompañado de una pequeña ensalada e hizo todo lo posible por ignorar los precios del menú. Lo cargaría a su tarjeta de crédito con la esperanza de poder cobrar el cheque del señor Park antes de que le pasaran el cargo.

—Dígame, Baekhyun, ¿por qué cree que malgasto mis encantos con usted? —le preguntó Chanyeol cuando se quedaron a solas.

Pronunció su nombre como la caricia suave y delicada de un amante. A Baek le pareció captar un leve dejo de chino mandarín, un acento que en realidad debería ser mucho más marcado en alguien con un título nobiliario como el suyo.

—Estamos aquí para hablar de su futura boda con una de las tres mujeres que están a mi servicio —le recordó él—. No sé de qué le sirve a usted emplear sus encantos conmigo.

—¿Todo tiene que tener alguna utilidad?

—En los negocios, sí. —Al menos así funcionaba en su mundo.

—¿Y en su vida personal?

Chanyeol se inclinó hacia delante y se le abrió la chaqueta. Fue entonces cuando Baek se dio cuenta de que no llevaba corbata. Los dos primeros botones de la camisa estaban desabrochados y dejaban al descubierto unos centímetros de piel bronceada en la que Baekhyun no había reparado hasta ese momento.

—No estamos aquí para hablar de mi vida privada.

—Yo no estaría tan seguro de eso. El resumen que ha hecho esta mañana de mi vida me ha llevado a hacer algunas averiguaciones por mi cuenta.

Baekhyun se preparó para afrontar el juicio de Park. Nunca intentaba ocultar su pasado, pero sabía que se arriesgaba a perder un cliente por culpa de los errores de su padre.

—No es necesario cavar muy hondo para desenterrar mi pasado, señor Park.

—Creí que habíamos decidido que podía llamarme Chanyeol y, ya que estamos, ¿te parece que nos tuteemos?

Nombres propios, tuteos y conversaciones sobre relaciones. Aquello no iba nada bien. Baekhyun tomó un buen trago de vino, deseando que fuera algo más fuerte.

—Mi padre es un hombre horrible. Mi madre era una cobarde. Ninguno de los dos me representa a mí ni a mi modo de hacer negocios, Chanyeol.

—No he dicho lo contrario.

El tono de su propia voz a la defensiva y la mirada de compasión en los ojos de Chanyeol le sentaron como un tiro.

—Ignoras los apellidos de las mujeres a propósito. ¿Por qué?

Perfecto, otra vez de vuelta a los negocios.

—No soy el único cuyos padres han afectado negativamente en la opinión que la gente tiene de mí. Soy consciente de que la familia puede suponer un problema en cualquier relación, aunque se trate de una relación de negocios. Empezar solo con la información de ellas y no de su entorno ayuda a mantener la puerta abierta a todas las posibilidades.

—¿Son todas niñas ricas que viven del dinero de papá o son hijas de estafadores convictos?

—Nada más lejos de la realidad. Las tres han cortado los lazos familiares, al menos en el aspecto económico, y por eso buscan seguridad en lugar de amor.

Chanyeol acarició el borde de su copa. Baek siguió sus movimientos con la mirada y por un instante se preguntó cómo sería sentir sus manos sobre la piel, acariciándole los brazos, recorriéndole los muslos. Notó que un calor intenso le subía por el cuello y tuvo que apartar la mirada.

—Si insistes, puedo darte sus apellidos. Si va a influir en tu decisión, es mejor que lo sepas.

—No es necesario. Ya he escogido a la pareja que quiero.

Baekhyun lo miró fijamente. De pronto apareció el camarero con las ensaladas y no tuvo más remedio que morderse la lengua y esperar a que terminara de sazonar los primeros con pimienta negra recién molida y rellenara las copas de vino. El suspense lo estaba matando. ¿A quién habría escogido y por qué? ¿Cómo podía decidir con quién quería casarse sin ni siquiera haberlas conocido? Era demasiado arriesgado, incluso para un millonario como el que tenía delante. O quizá no. En realidad, ¿qué sabía él de Park Chanyeol? Que le gustaban las mujeres delgadas, con mucho pecho y las piernas largas. No había encontrado ni una sola foto de él sin una modelo de esas características colgando del brazo. De ahí que Baekhyun hubiese escogido a las tres mujeres más guapas de su pequeña agenda negra —que en realidad era una libreta—. Aun así, ¿cómo había podido escoger basándose únicamente en unas fotografías?

—¿No quieres conocerlas antes?

De pronto, la idea de que fuera capaz de escoger esposa a partir de una imagen le pareció demasiado superficial, incluso para sus estándares. ¿Una cara bonita era suficiente para decantar las intenciones de un hombre? La respuesta era sí. Baek sabía que Park Chanyeol podía ser tan superficial como el que más, sin embargo, no podía evitar sentirse decepcionado al comprobarlo en primera persona.

—¿A las chicas de las fotografías?

Baek asintió, confundido.

—Por supuesto, ¿a quién si no?

—No. —Chanyeol cogió el tenedor y se lo llevó a la boca.

¿No? Mierda. Había decidido casarse con otra. De pronto, los pequeños símbolos de wons que llevaba grabados en la retina desde el mismo día en que había oído hablar del duque por primera vez empezaron a desvanecerse lentamente.

—¿Has encontrado a otra dispuesta a casarse contigo?

—No ha dicho que sí, al menos no de momento. —Chanyeol comió otro bocado, siempre controlando la situación y sin darle mayor importancia.

Si él no pensaba utilizar sus servicios, ¿qué demonios hacía él allí?

—Entonces, ¿Alliance es una especie de plan B? —Quizá todavía no tenía intención de deshacerse de él. Los hombres como Park Chanyeol no hacían nada sin un motivo.

—No exactamente.

Baekhyun dejó el tenedor sobre la mesa y lo miró fijamente.

—Lo siento, señor Park, pero hay algo que no entiendo. Esta misma mañana buscaba a una mujer dispuesta a firmar un acuerdo con el que satisfacer sus necesidades. ¿Ha cambiado algo en las últimas horas? ¿O es que no está satisfecho con las mujeres que le he presentado?

Chanyeol dejó de fingir interés en la comida y puso las manos sobre la mesa a ambos lados del plato.

—Tutéame, por favor. Las mujeres que has escogido son perfectas. Demasiado. Como sabes, no tengo demasiado tiempo para escoger esposa o esposo en este caso mujer ya que es lo que me ha presentado, por lo que conocer a cada una de esas adorables mujeres y tomar una decisión al respecto es un lujo que no puedo permitirme. —Metió la mano debajo de la mesa y sacó un maletín que Baek no había visto. Cogió una carpeta de su interior y la deslizó hacia él por encima de la mesa.

—¿Qué es esto?

—El contrato que mi abogado y yo hemos redactado esta misma tarde.

Baek se moría de ganas de abrir la carpeta, pero en lugar de hacerlo la cubrió con una mano.

—¿Qué contrato?

Los ojos oscuros de Chanyeol no se apartaban de los suyos.

—Te estoy ofreciendo un acuerdo de matrimonio.

El corazón de Baek se desplomó en el interior de su pecho con un golpe

—Yo no estoy en el menú, señor Park.

Empujó la carpeta hacia Chanyeol, pero él cubrió su mano y le sujetó firmemente. El contacto desató la misma descarga de la primera vez, una corriente que se propagaba por su cuerpo hasta la punta de los pies y subía otra vez. Se le aceleró el corazón y sintió que el vello se le ponía de punta. Todo su cuerpo se estremecía y lo único que estaba en contacto entre los dos eran sus manos.

—Todo el mundo tiene un precio, Baekhyun.

—Yo no. —Intentó retirar la mano, pero él le apretó los dedos para evitarlo.

—Voy a crear un fondo fiduciario para ocuparme de Hyuna de por vida. Aunque te pasara algo a ti, Hyuna recibiría todos los cuidados necesarios.

Baek abrió la boca y volvió a poner cara de pez, y es que una explosión no podría haberle sorprendido más. Chanyeol venía con los deberes hechos, sabía lo de su hermana y las necesidades especiales de esta.

—Mi hermana solo tiene veintiún años y podría vivir hasta los cien. —Según los médicos, eso era poco probable, aunque tampoco existían indicios de que fuera a morir joven.

—Y sus cuidados te cuestan ciento seis mil wons al año. El gasto no hará más que subir. —Su mano se relajó, pero Baek no retiró la suya.

—¿Estás dispuesto a pagarme más de ocho millones de wons a cambio de que sea tu esposo durante un año?

—Más el veinte por ciento. Esos son tus honorarios, ¿no?

Baekhyun asintió lentamente y luego sacudió la cabeza.

—¿Por qué yo?

—¿Por qué no? —El pulgar de Chanyeol empezó a moverse por su mano, pero él seguía demasiado impresionado como para moverse.

—No soy tu tipo.

—¿Mi tipo?

—Alta, generosa, espectacular.

Chanyeol soltó una carcajada que devolvió a Baek a la realidad. Aquello no era más que un trato, un acuerdo comercial, nada más ni nada menos. Chanyeol le había dado la vuelta a su mano y ahora le estaba acariciando la parte interna de la muñeca, describiendo círculos lentamente. Bueno, quizá un contrato matrimonial era algo más que un acuerdo de negocios.

Baek apartó la mano.

—¿En qué consistiría para ti este matrimonio?

—Tu vida no cambiaría en nada —respondió Chanyeol, mientras se llevaba la copa de vino a los labios—. Una escapada rápida al juzgado, quizá a Las Vegas. Tendríamos que hacer algunas apariciones durante los primeros meses para satisfacer a los abogados que mi padre contrató antes de su muerte y también a mi primo, que sería el principal beneficiado si todo esto no funcionara. Yo paso la mitad de mi tiempo en China y la otra mitad aquí, en Jeju, así que no nos estorbaríamos el uno al otro.

—¿Y por qué no buscar esposa o esposo en China?

—Para minimizar la atención de la prensa de allí. En China no hay revistas del corazón dedicadas a reyes y reinas, duques y duquesas. Aquí la novedad de mi matrimonio se olvidaría pronto.

Según las condiciones del testamento de su padre, Chanyeol tenía que estar casado y asentado antes de cumplir los treinta y seis años si quería heredar la fortuna familiar, además de conservar el título. Tras un largo debate, los abogados habían decidido que, cuando se cumpliera el primer año de matrimonio, el Estado renunciaría a la herencia y levantaría cualquier otra restricción legal que existiera. Al menos eso era lo que los contactos de Baekhyun en Beijing le habían contado.

—¿Qué tipo de apariciones?

—Una pequeña recepción y unas cuantas apariciones en actos públicos. Tendrías que viajar a Beijing conmigo para firmar con los abogados los papeles referentes a mi título. A nuestros títulos, vamos.

Baek tragó saliva. Por un momento había olvidado que el hombre que tenía delante era duque.

—No tengo ni idea de cuáles son las atribuciones de un duque.

Chanyeol cogió el tenedor y se dispuso a comer.

—Serías el primero, así que yo tampoco estoy muy seguro.

Baekhyun no pudo evitar que se le escapara la risa.

—Esto es una locura.

—Me sorprende que pienses eso. Para mí, el acuerdo tiene todo el sentido del mundo.

El camarero volvió con los segundos y se marchó rápidamente.

Baekhyun recordó el consejo que le había dado a Chanyeol ese mismo día:

«Depende de su capacidad para controlar sus instintos más básicos, señor Park». Quizá lo había escogido porque con él le resultaría más fácil permanecer lejos de su cama. Eso sí tenía sentido. Quizá había visto las fotografías de las candidatas y se había dado cuenta de que, tarde o temprano, acabaría acostándose con ellas.

—¿Qué ocurre? —preguntó Chanyeol.

Tenía que mejorar su cara de póquer cuanto antes.

—Nada. Es que... son muchas cosas de golpe. No me lo esperaba.

—Pero lo estás considerando.

—Sería estúpido si no lo hiciera.

—A mí no me pareces estúpido —le dijo él, mientras se llevaba un trozo de carne a la boca.

No, Byun Baekhyun no era estúpido.

—Mañana le echaré un vistazo al contrato.

—Excelente.

Notas finales:

Esta actualización fue de sorpresa porque tenía tiempo ahora mismito y aproveché para subir el capítulo 2 de El Contrato, espero que hayáis disfrutado el capítulo 2 *^* a que la cosa se está poniendo mejor eh? e__e

 

Déjenme comentarios pls, les agradeceria para poder seguir adaptando esta nueva historia <3

 

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