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Punto de quiebre por malugr

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Un enorme pasillo inundado de luz me mostraba que habían muchas más habitaciones como la que yo acababa de abandonar. Aún no tenía idea de que ocurría en ese sitio pero, sin dudas era un enorme complejo. 

Decenas de mujeres caminaban elegantes con bandejas, carritos de servicio. Todas vestían como asistentas, pero poniendo más atención en sus atuendos me parecieron un poco atrevidos.

- Este es un pasillo de recibimiento, aquí llegan las adquisiciones de los amos y son atendidas hasta que puedan ir a destino. Ahora puedo verificar su destino joven ciel.

Al final del enorme pasillo dos puertas abiertas de par en par daban paso a una magnífica sala de espera y en medio un mostrador en el que atendían varias mujeres al parecer recepcionistas.

- Hola, traigo al joven ciel phantomhive. Ya está listo.

- Perfecto ¿número de ingreso?

- Aquí está su ficha.

La asistenta saco de uno de sus bolsillos una cartilla y se la entrego a la mujer del mostrador. Ella reviso varias cosas y luego tecleo algo en su ordenador.

- Perfecto, lo tengo. Es una adquisición de Sebastián Michaelis. Abandonen está área, y diríjase a vestíbulo. Para entonces rastrearemos al amo y sabrán su destino.

- Gracias.

La sala en la que estábamos tenía dos puertas, por una entramos y ahora nos dirigiamos a la otra. Me di cuenta que llevaba hasta una escalera dónde se conectaban otras dos salas idénticas a la anterior, o sea que había más pasillos llenos de personas que como yo no tenían ni idea de lo que sucedía. Bajamos la enorme escalera y abandonamos el complejo solo para comprender que ese era uno de los más pequeños edificios que había en la isla. Subimos a un pequeño coche parecido a un carrito de golf que comenzó a avanzar por los hermosos caminos, arenas finas y caminos empedrados rodeados de hermosa vegetación. La costa de la playa Lucía magnífica.

- Muy hermoso ¿no? Eso es algo bueno de este sitio.

- ¿Y lo malo?

- Eso depende de su amo joven ciel. Admito que no creí que Sebastián Michaelis fuese quien lo trajo. El amo Sebastián nunca ha traído una adquisición y viene casi únicamente por sus negocios. Sus acompañantes son donadas.

- ¿donadas?

- Los amos deciden sobre sus adquisiciones, escogen sus obligaciones, pueden tenerlas únicamente para si mismos, dejarlas públicas para que cualquier otro amo disponga de ellas o simplemente donarlas si es que ya no quieren ser sus dueños. A veces las donaciones son obsequios, muestras de respeto o agradecimiento, el amo Sebastián recibe muchas de esas. Muchos otros amos le valoran y aprecian.

- ¿Te refieres a que donan mujeres?  Es como traficar con seres humanos.

- En ocasiones si, aunque muchas también son prostitutas de alto nivel que eligen servir.

- ¿entonces de esto se trata?  ¿de servir sexualmente a quien lo solicite?

- No del todo, eso es solo en caso de que el amo lo solicite. Esto es como un centro vacacional, los amos vienen a disfrutar y a ser complacidos. Las adquisiciones públicas son quienes peor lo pasan. Pero si eres una adquisición privada de Sebastián Michaelis quizás no sea tan malo.

¿Quizás no sea tan malo? Sebastián me odia por haberme burlado de él engañandole, solo dios sabe como planea castigarme. Y si me descuido posiblemente muera aquí, me obligará a ser la puta de algún degenerado para que al resistirme me asesinaran ¿De verdad ese es tu plan, que sea mi propio orgullo el que haga que me maten?

Sin darme cuenta ya habíamos llegado al "vestíbulo" que era otra enorme sala que sólo tenía pizarras digitales, como las que anuncian los vuelos y salidas de aviones en los aeropuertos. Se mostraban en pantalla decenas de nombres en rojo seguidos por una descripción en letras blancas. Paseando mis ojos por la pizarra de pronto leí "Sebastián Michaelis, terrazas colgantes"

- Ahora si joven ciel, ya sabemos a donde ir.

De nuevo abandonamos esa sala para abordar el coche que nos había llevado hasta ahí. ¿Terrazas colgantes? Que diablos era eso.

- Que son esas terrazas colgantes?

- Es bastante común del amo Sebastián, es un hermoso lugar muy despejado, típico para tomar una merienda y discutir asuntos de negocios.

- Le conoces bien.

- Mi amo es un colega del amo Sebastián, cuando coinciden en la isla comparten bastante tiempo juntos. Por eso se algo sobre el.

- ¿Porque ahora no estas con tu amo?

- Mi amo esta ahora ocupado con sus nuevas adquisiciones y me ha puesto este trabajo, pues prefiere mantenerme en el servicio de la isla que donarme a alguien más. Las adquisiciones nuevas siempre son las que más tiempo pasan con los amos, pero si el me necesitará enviaría a alguien más a suplir mi lugar y yo iría con el. Posiblemente ahora esté con el amo Sebastián.

Esta mierda era horrible, eran esclavas obligadas a servir sumisamente a cualquiera que las trajera aquí, o a quien fuesen entregadas como donativo.

- ¿hay hombres aquí?

- Por su puesto, hay amos que disfrutan la compañía de otros hombres, aunque la mayoría son mujeres. Las adquisiciones también debemos complacer sexualmente si es que el amo lo solicita, por eso somos traídos según el gusto de los amos.

enormes y diversos complejos estaban por todos lados en la isla, eran hermosos edificios dispersos y conectados por caminos delicados. Muchas personas se trasladaban en esos coches blancos, algunas más caminaban, parecía una pequeña ciudad. De pronto la asistenta a mi lado saco una banda y me la ofreció.

- Esto, joven ciel, es lo que nos identifica.

La colocó en mi brazo.

- Está banda lleva el nombre de tu dueño, las públicas llevan bandas en blanco y los amos no portan banda alguna. Debes recordar eso, aunque tu amo sea Sebastián Michaelis, debes ser respetuoso con los demás pues los amos no pelean entre sí por adquisiciones y si le causas problemas a tu amo podría acabar donandote como pública o donandote al amo que ofendiste para que sea el quien te castigue.

- ¿Porque me dices esto?

- Pues este es un lugar del que por lo general, nadie sale. Así que es bueno tener cuidado con lo que se hace, o pudieras pagarlo durante mucho tiempo.

- ¿Por lo general no se sale? ¿Pero si es posibl...

el coche se detuvo y frente a nosotros habían enormes plataformas sujetas por pilares gigantes. El coche se detuvo.

- Hemos llegado joven ciel.

avanzamos por el despejado camino y ante nosotros un enorme elevador de cristal se abrió. Junto a nosotros subió un hombre apuesto de unos 40 años dando brazos a dos jóvenes chicas. Ellas tenían bandas parecidas a las mías. "Roger Grant" fue el nombre que leí, el caballero no llevaba banda ¿así que eso era un amo con sus adquisiciones?  Las jóvenes reían con lo que decía el hombre, parecían complacidas pero claro, bajo la amenaza de morir cualquiera seguiría el juego ¿sería yo capaz de hacerlo?

El elevador se cerró y comenzamos a subir.

Una vez en el tope las puertas se abrieron y comprendí su nombre "terrazas colgantes" desde arriba definitivamente parecían flotar en el aire.

Mesas y sillones con toldos privados se distribuían por todo el espacio, decenas de mujeres y algún que otro chico iban de un lado a otra con bandejas de aperitivos o de bebidas atendiendo a los caballeros que permanecían sentados. Veía a las mujeres juguetear con los que asumo eran sus amos, risas y choques de copas sonaban por todo el recinto. Avance siguiendo a la chica que me había acompañado desde que desperté y entonces reconocí una espalda, fuerte y marcada, con el cabello Negro peinado hacía atrás, aún de espaldas note que una mujer estaba sentada en sus piernas susurrando en su oido. Claro que sí, ahí estaba el malnacido.

Ella se acercó primero a la mesa.

- Buenas tardes amos, soy cathy, permiso.

Uno de los hombres que estaba frente a nosotros respondió, era el mayor de los cuatro, debía tener unos 60 años. Sebastián seguía de espaldas.

- Adelante.

- Vengo para entregar al amo Sebastián su adquisición. El joven ciel phantomhive.

Los ojos de la mujer en las piernas de Sebastián se clavaron en mi. Por fin Sebastián volteo.

Sus ojos azules me examinaban detalladamente y yo le mire con una furia terrible. El habló.

- Por supuesto cathy, eres una adquisición de Grell, tu amo estará aquí en unos minutos deberías esperarle. En cuanto a ciel, no pensé que estuviese listo tan pronto, es una buena noticia.

  otro de los hombres intervino.

- ¿Sebastián de donde diablos sacaste a ese niño?

- Pues resulta que fui de viaje a Londres y me pareció interesante, se que al señor York le causará placer ver que por fin adquiero a alguien.

De nuevo el mayor de los hombres habló.

- Por supuesto, supongo que no es extraño que un hombre que ha salido con tantas mujeres de pronto quiera probar algo nuevo. Es un chiquillo hermoso.

La mirada nauseabunda de aquel viejo acabó por triturar mi calma. A la mierda con esto.

- Sebastián, tenemos que hablar de inmediato. -Le dije con voz fuerte y molesta.-

Toda la mesa se carcajeo de risa incluso la mujer en las piernas de Sebastián y las acompañantes de los demás hombres. La asistenta a mi lado me miró petrificada. De nuevo el viejo se dirijo a Sebastián.

- Es un mocoso muy poco entrenado, tendrás que trabajar eso o tendrás problemas.

Sebastián que también se había reído lo miro y respondió.

- En efecto señor York, es cuestión de costumbre.

Ahora Sebastián se había girado con todo y su silla y podía ver como su mano jugueteaba en el muslo de su acompañante. De nuevo me miró, sentí como sus ojos me recorrieron ahora con mayor intensidad, parecía disfrutar de mi aspecto.

- Doriam, hazme un favor y lleva a ciel a mi habítacion. Asejurate de que todo este bajo control ¿entiendes?

- Por supuesto mi amo.

Ahora Sebastián la miro y pasó una de sus manos por su cabello y la beso profundamente, como si se tratara de su amante. Mis ojos voltearon en otra dirección para evitar ver. Mi pecho se agitó de rabia y mis manos se apretaron en puños fuertemente. Por fin sus bocas se separaron y la joven se levantó.

- Vamos ciel, te llevaré al cuarto del amo.- Dijo casi con ternura.-

Mis ojos de nuevo se encontraron con los de Sebastián, sonrió mientras se quitaba el pintalabios que quedó en el luego del beso y me guiño un ojo, inmediatamente se volteó.

- Ciel, hay que irse.- Me replicó la joven.-

Me voltee y camine tras la mujer y a mis espaldas escuché la voz de Sebastián.

- Bueno caballeros ¿otra ronda?

Todos corearon un si en respuesta. Ahogate con un maldito hielo, desgraciado.

De nuevo en el ascensor reviví una y otra vez la escena del beso. Vi de reojo el brazo de la mujer y leí  "Sebastián Michaelis" ¿era ella también una amante que secuestro?

Luego de un molesto e incómodo viaje en el coche particular de Sebastián nos detuvimos en lo que parecía una cabaña grande pero muy moderna, con enormes ventanales. Estaba justo en la orilla del mar.

- Aquí reside el amo Sebastián.

La puerta se abrió y la mujer me invitó a entrar.

- Bienvenido ciel.

De pronto me sentí como entrando a un cárcel.


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