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Punto de quiebre por malugr

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El grupo de Sebastián por fin estuvo listo para marcharse, poco a poco fuimos avanzando para abandonar la mansión. Todos bromeaban con sus adquisiciones, corrían torpemente por los pasillos jugando a alcanzarse, si no supiera de que se trata juraria que sólo eran jóvenes parejas enamoradas. Sebastián iban pasos detrás de la bulliciosa tropa, llevaba su trago de licor y fumaba un cigarrillo. Sonreía divertido por las tonterías de sus acompañantes, sin embargo parecía estar algo inquieto.

Yo iba a su lado con mis manos en los bolsillos de mi pantalón, no era para nada una postura elegante y servicial pero dado que íbamos solos no sentí que fuese grave, además Sebastián no parecía prestarme atención.

- Algunas de estas jóvenes realmente disfrutan estar aquí. - Comentó sorpresivamene. -

- Tal vez sólo fingen.

Sebastián seguía caminando, pero ahora me miraba de reojo.

- Algunas si, pero estoy convencido de que muchas acaban por querer a sus amos y viceversa. Por ejemplo Grell planea sacar a cathy de la isla, al parecer se ha enamorado.

Mis ojos buscaron A la joven pareja, estaban delante de nosotros caminaban sujetos por la cintura y se susurraban cosas mientras reían.

- Eso es difícil de creer. Entiendo que cuando llegue, cathy trabajaba recibiendo a los nuevos, su amo la tenía en ese trabajo porque el estaba con otra adquisición.

-  El llegó el mismo día que yo, así que es posible que alguien le dejará algunas chicas como donativos y estuviera resolviendo que hacer con ellas. Se que el nunca ha traído a nadie, incluso cathy llegó a el como una donación, la diferencia es que a las demás acabó por donarlas o hacerlas públicas, pero a cathy la conservó.

- follarlas y despacharlas no hace que sea mejor hombre, igual estaría engañando a cathy, si es que en realidad le gusta.

- realmente no creo que las folle, pero aunque así fuera eres muy injusto ¿Que nunca has engañado a alguien que te gusta?

De pronto sentí que Sebastián pretendía llevar la conversación por otro camino, un nudo se formó en mi garganta, mire hacía otra parte para que no pudiese ver mi rostro.

- Nunca me ha gustado nadie.

  El dejo escapar una sonrisa y le dio una calada a su cigarro, entonces me di cuenta que ya estábamos en la entrada, donde el coche nos esperaba. 

Sebastián conducía y entonces me ofreció un cigarrillo, me sentí en la gloria mientras lo fumaba, por fin algo bueno. El camino transcurrió sin comentario alguno, el se concentraba en el camino y yo veía la vista desde mi ventana en el asiento de atrás. Todos los días eran despejados, con azules cielos y un clima tropical exquisito, si las condiciones de mi estadía en esta isla no fuesen tan despreciables quizás disfrutaria.

la mayoría de coches avanzaban como una especie de caravana, todos se dirigían al mismo sitio y pronto estuvimos en las "salas de poker " no había una entrada para peatones,  solo para coches parecía un sitio bastante pequeño así que no entendía que tan especial podría ser, aunque una vez dentro, todo se aclaró un poco.

Lo que se veía en la superficie no era absolutamente nada, por dentro enormes rampas y túneles conducían a los puestos de estacionamiento y para llegar a las salas había que tomar los elevadores para descender aún más, una vez que las puertas se abrieron quede algo anonadado.

Aquel sitio no se parecía en nada a los relucientes espacios dorados y blancos de la isla, esto era como el más vulgar de los antros, oscuridad, cuero Negro y rojo que tapizaba las mesas y sillas de juego, luces de neón, música estridente y mucho pero mucho vicio. Cigarrillos, drogas, alcohol, mujeres vestidas como si fuesen a participar en una película pornografica sadomasoquista, otras desnudas, bailaban en jaulas o se paseaban por la sala complaciendo a los hombres que las solicitaban.

Seguimos caminando hasta que por fin llegamos a la mesa de Sebastián y sus acompañantes. Ellos se sentaron y una gran cantidad de mujeres se acercaron, al resto de nosotros se nos ordenó permanecer de pie varios pasos alejados de la mesa, simplemente aguardando por si éramos necesarios. Note que Grell y cathy no estaban ¿no habían venido? Que suerte, en cambio yo debía estar en este maldito antro, simulando paciencia mientras observaba a Sebastián coquetear con un grupo de zorras semidesnudas, mientras lo pies me mataban. Definitivamente todo era una mierda.

Las horas pasaban...

El tiempo me parecía eterno, en aquel hueco no tenía idea de la hora que era, ni de cuanto faltaba para marcharnos. Sebastian seguía interesado más en su juego que en las mujeres a su al rededor y por eso sentía un extraño alivio, hasta ahora sólo le había visto besar a una mujer en las terrazas y le vi lleno de pintalabios en el gran salón y ninguna de las dos me había sentado bien. Por alguna razón, a veces le sentia mio y ese mismo pensamiento me hacía hervir de rabia ¿Que carajo pasaba conmigo?

  Más horas pasaban...

Me distraje por un rato viendo a nuestro alrededor y note lo que parecía una tarima, que era aquello?  Una obra de teatro o algo? La quijada estuvo por caerme al piso cuando sobre la tarima se inició una orgia. No puede ser cierta está mierda. Vi con desagrado como los pervertidos ancianos que se hacían llamar amos gritaban y aplaudía aquel bizarro espectáculo, pero casi era peor lo que ocurría bajo la tarima. Los sillones y tumbonas en terciopelo brindaban un sitio a los fulanos amos para follar ahí, frente a todo el salón. Los actos sexuales comenzaron a esparcirse como pólvora, una mesa y luego otra, y de pronto la sala se volvió más pesada, densa llena de gemidos. Aquello me pareció terriblemente repugnante.

Sentí como me faltaba el aire y un mareo me aviso que sino me calmaba acabaría en la inconsciencia. Mire hacía la mesa de Sebastián deseando que se levantará y me dijera que ya era hora de largarnos, pero Sebastián fumaba bebía y apostaba con los otros tres hombres, parecía no notar la locura a su alrededor, o estar muy acostumbrado. Resiste ciel, te ha traído aquí con esa intención, no te vayas a derrumbar.

Era inútil, el sudor frío se deslizaba por mi piel y mis rodillas comenzaron a templar y lo siguiente fue... Un empujón rabioso que hizo que me estrellara contra una rocosa columna.

Escuchaba gritos de las mujeres que habían permanecido de pié a mi lado pero yo no entendía ¿Que estaba ocurriendo? No podía respirar bien sentía un horrible peso en mi y entonces me di cuenta de que un gordo y desnudo hombre se retorcia sobre mi mientras aún cargaba a una joven que a penas se movía. La chica estaba golpeada y sangraba, asumí que el gordo ebrio que trataba de follarla había tropezado en todos lados y ella había llevado lo peor de los impactos ¿Dios que era está insana locura? Sentí una ira espantosa, ver aquella golpeada mujer me hacía hervir la sangre y lo peor era que el maldito que la había malogrado estaba aplastandome mientras se partía de risa. Juró que intente levantarme, pero al apoyar mis manos en el suelo solo conseguí resbalarme en un charco, no sabía lo que era estaba demasiado oscuro como para identificarlo. Cada vez me costaba más respirar.

- Muévete de encima maldito cerdo obeso...

Lo dije tan fuerte como pude pero sólo alcanzó a parecer un murmullo, aún así el bastardo me escucho.

- ¿Que hass dishoo pejueña perra?.- a penas podía hablar de lo ebrio que estaba.-

El hombre desnudo se levantó y arrojó a la pobre mujer al suelo con brusquedad, busque desesperadamente aire con el que llenar mis pulmones pero sólo sentía líquido de pronto el hombre se volteó hacía mi y luego me miró tambaleandose, entonces pateó mi estomago. Lo último que quedaba de mi voluntad salió con esa patada, estaba convencido de que moriría asfixiado en aquel hueco, sin que nadie volteara a mirar. De pronto lo vi...

Sebastián estaba aún sentado y sus ojos que parecían haberme estado buscando por fin me encontraron, vi el pánico en su rostro y un escalofrío me recorrío ¿que me estaba pasando Sebastián? Sentí la pregunta en mi garganta pero no podía hablar. Con un ágil brinco salto por encima del espaldar del mueble en donde estaba. Lo vi acercarse a mi con grandes zancadas, empujando entre la ebria masa de personas que nos separaban, sentí otra patada en mi estómago. ayúdame Sebastián, ayudame o matame tú , pero no dejes que acabe conmigo este hijo de puta. La tercera patada estaba en camino y entonces Sebastián alcanzó al hombre y con un fuerte empujón le apartó de mi.

Sentí como me alzó en brazos y yo en lo único que podía pensar era en salir de aquel sitio, corrió entre la multitud bulliciosa que ni siquiera había notado lo que sucedió, seguían hundidos en su vicioso entretenimiento. Los largos pasos de Sebastián nos hicieron llegar pronto a la puerta, entonces le sentí girar y su espalda chocó fuerte contra la puerta abriendola.

Aún estábamos en el fondo, pero al menos las luces, la música y toda aquella locura había quedado atrás, Sebastián siguió corriendo hasta los elevadores y los llamo todos al mismo tiempo.

- Maldición rápido rápido.

Intente concentrarme en su rostro para mantenerme despierto, entonces note que su pecho estaba ensangrentado, estire mi mano hacía el y por fin me di cuenta de lo que había pasado, yo estaba sangrando. Claro, el choque con la columna. Mire sobre el hombro de Sebastián y vi que la puerta de aquel antro se abría, era el obeso cerdo que me había aplastado, corría como una vaca ebria en dirección a Sebastián. Aún seguía desnudo el muy patético.

- Entsregamlo, esha pujta debej seer cashtigada

Vi la furia en el rostro de Sebastián quien suavemente me colocó en el suelo para luego avanzar hacia el ebrio y desnudo hombre.

Uno, dos, tres y cuatro puñetazos impactaron seguidamente contra la cara del borracho que de inmediato se desplomó en el suelo con la nariz boca y ceja destrozadas.

- Que frío siento.... - Susurre -

Sebastián volvió sin más hacia mi y de nuevo me levanto, por fin un ascensor había llegado. En pocos segundos estábamos dentro de su coche y porfin salimos de aquella cueva. Yo estaba de copiloto envuelto en la camisa que Sebastián se había quitado para abrigarme y el conducía como un poseído, hasta que luego de 5 furiosos minutos tras el volante se detuvo. Me saco cargado del coche y mientras el caminaba pude leer "centro médico" sentí paz al saber que ahora estaría bien, casi al borde de la inconsciencia y delirando me acurruque aun más en la camisa de Sebastián.

  - Gracias... - Le susurre, aunque no estoy seguro de que escuchara.-

  Todo se oscureció

Mis ojos se abrieron y estaba en una habitación con luces apagadas y aunque eso me provocó escalofríos reconocí de inmediato la brisa que me acariciaba y la ventana de donde provenía. Estaba en mi habítacion, en casa de Sebastián.

Me incorpore sentándome en cama y me sorprendió no sentir malestar alguno. Me dirigí rápidamente hacia el espejo más cercano y luego de encender la luz pude ver que tenía algunos raspones en un lado de la cara, un pequeño corte sobre la ceja y algodónes en la nariz. Bueno la verdad es que no era demasiado grave, ya no sangraba y no me dolía así que estaba bien. Tome una bocanada de aire y me sentí más que aliviado, ahora quería ir por algo de agua.
  
Salí de mi habítacion y me dirigí a la escalera principal pero me detuve. Pude ver que Sebastián charlaba en la puerta con una mujer, la reconocí de inmediato, era Doriam, la rubia zorra y operada adquisición de Sebastián.

- Amo, lamento la hora, pero me han pedido que le entregue está nota que también viene con un obsequio. 

- Quien la envía?

- Me la dio una de las adquisiciones del amo York.

Sebastián leyó la breve nota con rapidez y echó un vistazo hacía fuera, asumí que estaba viendo el paquete que venía con la carta.

- Hoy no puedo tenerle aquí, tendrá que dormir con ustedes en las residencias, mañana traemelo de vuelta a eso de las once y ya veré que hacer con el.

- Comprendo amo, lo llevaré conmigo entonces.

- Gracias Doriam, puedes irte.

- Si amo Sebastián.

La puerta se cerró y Sebastián echo otro vistazo a la nota en sus manos, su cara se torció de rabia y apretó el papel en su puño arrugandolo por completo. Arrojó la nota a una papelera y avanzó. Las luces se apagaron y la casa quedó a oscuras, se había ido a dormir y ahora podía bajar.

Me escabulli por las escaleras sin hacer ruido y pronto estuve junto a la papelera dónde Sebastián había arrojado el papel. Lo saque, estire y comencé a leer.

" Querido Sebastián.

Envío esta nota para hacerte saber que siento mucho el incidente con tu adquisición en las salas de poker. Estuve observandole y no pude evitar ser testigo de tan penoso hecho, tanto que estuve a punto de ir a socorrer al delicado ciel que parecía sufrir horrores, pero afortunadamente llegaste para auxiliarlo. Entiendo lo molesto que es un rostro marcado así que Sebastián, mi propuesta de un intercambio sigue en pie y como muestra de ello te envío esta hermosa adquisición que estoy seguro disfrutaras, completamente virgen y listo para servir a su único amo que serás tu. Disfruta de mi regalo y considera recompensar mi generosidad donandome al malogrado ciel, que por alguna extraña razón me ha conmovido y sentiría mucho que acabará como una pública luego de tu inminente pero comprensible abandono, después de todo ¿como un joven muchacho como tu podría dejarse ver en compañía de un marcado y herido rostro?

  sin más que decir, tu amigo.

                                                        klaus York. "

De pronto entendí que el incidente de la sala quizás no fue sólo una casualidad ¿Acaso este tal York había planeado eso? ¿hacerme menos interesante para Sebastián desfigurando mi rostro y así conseguirme como suyo? ¿Cuanto daño había planeado que me hicieran? Las preguntas se formulaban una tras otra en mi cabeza.

ahora sentía sed, más sed y calor que nunca.


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