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Punto de quiebre por malugr

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Decenas de hombres se paseaban dentro de mi casa hacían llamadas, buscaban en sus ordenadores, preparaban armas, todo era un escándalo, sin embargo yo permanecía de pie en las puertas de cristal viendo el océano. Sin saber porque, mi mente me había hecho revivir los recuerdos de vincent que tantos años me costó sepultar ¿Porque había querido olvidarlo? ¿Que había sucedido? De pronto sentí un puntada en el pecho y todo volvió a mi, como una ola de recuerdos violenta.

Hace muchos años llegó a mi vida un niño...

  Ammy conducía mientras me contaba un sin fin de cosas, me alegraba escucharla, ayudar a distraerla. Lucía muchísimo más descansada que el día anterior, definitivamente le vino bien dormir.

- De nuevo gracias Sebas, debes estar agotado.

- No tanto lo pase bien hablando con vin, los extrañaba, sino es muy cursi que lo diga.

- Jajajaa en absoluto, es muy halagador. No sabes que tan emocionada estoy porque conozcas al pequeño ciel ¿tienes una idea de lo muy perspicaz que es? En unos días cumplirá los seis y parece tener el doble.

- ¿segura de que no es tu orgullo maternal? Aunque por mi está bien mientras sepa ir al baño y limpiarse el trasero solo.

- JA! Hace mucho más que eso, quedarás boquiabierto. 

- Jajajaja haces que me ponga más ansioso.

Ella era maravillosa. Amaba mucho a Ammy y yo iba a dedicar las energías de mi vida a ayudarle. La vida podría separarte de vincent, pero no dejaré que te derribe, te cargare sobre mis hombros si es necesario.

Parloteamos sin cesar todo el camino y de pronto sentí que se borraban los años que estuvimos separados, solo fue un viaje de quince minutos, pero en ese corto tiempo sentí que de nuevo éramos una familia.

- Este es el vecindario

- Es muy lindo Ammy

- ¿Verdad que si? ¿No te encantan las casas?

- Son muy lindas

- Jajajaja y aquella del fondo

- ¿Es la tuya?

- Si, es la nuestra.

Ammy tomo mi mano y me sentí muy feliz de que aún después de tanto tiempo me reconociera como si los días, los meses y los años no nos hubieran cambiado ni un poco.

- Pues esa es la más linda de todas jajajaja

- ¿Que sólo te parecen "lindas" las cosas, mi casa debería calificar como majestuosa.

La verdad es que como buen adolescente no valoraba demasiado las cosas, eran muy pocas las veces que quedaba absorto o realmente fascinado por algo.

- Jajaja si también puede ser.

Pronto estuvimos en la entrada y fuera del auto pude contemplar mejor el lugar, era de una tamaño mediano pero con un jardín adorable, repleto de rosas enormes que perfumaban incansablemente todo el lugar.

- Ven Sebastián, te la mostraré por dentro.

La casa tenía una sala enorme unida al comedor familiar, una cocina acogedora pero espaciosa con su mesa de diario, también un baño de visitas y luego la escalera que subía hasta el segundo piso dónde estaban las tres habitaciones. Sin duda la casa de Ammy, luminosa y llena de alegres colores, pero algo faltaba.

- ¿Dónde puede estar este chiquillo?

Ammy avanzó hasta el final de la sala donde puertas corredizas daban paso al patio trasero yo avance despacio tras de ella, entonces lo escuche...

- ¿Ciel puede saberse que es ese experimento?

- Maa... Solo es un sándwich...

- ¿En seeerio? Parece que asesinaste a alguien.

- Jajajajajaja

Quería salír a ver al responsable de aquella dulce y fina risa pero estaba extrañamente inmóvil, como sino quisiera interrumpir aquel encanto para que aquella risa no dejará de recorrer melodiosamente mis oídos. De pronto vi Ammy levantando al pequeño besandole con ternura en las mejillas, ella me vio a los ojos y entonces le habló a ciel.

- Te voy a presentar a alguien.

El tiempo de pronto me pareció avanzar en cámara lenta.

- Él es tu tío Sebastián.

El pequeño giró su cabeza hacia mí y por fin pude verle. La piel más blanca y tersa cubría aquel rostro infantil de facciones delicadas y dulces, labios finos y rosados, mejillas coloreadas, nariz pequeña y perfilada pero si algo había captado toda mi atención fueron sus enormes y claros ojos azules. Jamás había visto unos ojos tan brillantes, eran como espejos que reflejaban todo en sus pupilas, incluso mi cautivado rostro que no dejaba de verle estupefacto.

Me miraba con intensidad y sin vergüenza alguna como con un profundo interés y curiosidad.

- ¿mi tío?

- Si amor, por fin a venido a verte.

El chiquillo hizo un ademán para que Ammy lo dejará en el suelo, pero no avanzó, solo me veía.

- ¿No vas a saludarle ciel?

- Papi dice que al llegar a un sitio hay que saludar a los presentes, así que si el esta llegando, es el quien debe saludar.

La honestidad en la respuesta del pequeño hizo que Ammy abriera sus ojos como platos y a mi me saco un poco de mi trance.

- Ciel eso es muy grose...

- No!. - Por fin hablé. - El tiene razón, perdona ciel.

Avance unos pasos hasta reducir la distancia entre nosotros y me apoye sobre una de mis rodillas en el suelo, luego extendí mi mano hacía el.

- Hola, mi nombre es Sebastián y es un placer conocerte.

- Hola Sebastián, mi nombre es ciel phantomhive ¿de verdad eres mi tío?

- Claro ¿nunca me viste por fotos?

- ¡Eras más pequeño!

- Si, probablemente debí mandar algunas más recientes.

Ciel había apretado con su mano a penas uno de mis dedos y aquello me pareció infinitamente adorable.

- mucho gusto ¿quieres un sándwich?

- Ciel seguro que Sebastián tiene algo más de hambre.

- En realidad desayune algo en la clínica, así que un sándwich estará perfecto.

El teléfono de Ammy sonó.

- Ciel, tengo que ir a ver unas cosas de papi ¿cuidaras a Sebastián por mi?

Me miró divertida y yo respondí con una sonrisa

- Claro Maa... Vamos tío, te daré algo de comer.

- Seguro. Nos vemos Ammy, llama si pasa algo.

- Lo haré cariño diviértanse.

Ciel no soltó mi dedo y caminó hacia el patio trasero obligandome a andar con la espalda agachada. Al salir note de lo que hablaba Ammy, la mesa en la que había estado ciel tenía mermelada de frambuesa por todas partes y un plato con unas cinco tostadas.

- ¿Porque hay tantas tostadas ciel?

- Yo suelo comerme dos y papi tres, pero como hoy tampoco vendrá puedes comerlas tu.

- Tu papi...

- Lo sé, se pondrá bien y estará en casa pronto, por eso siempre tengo listo su desayuno, luego de estar enfermo me da mucha hambre por eso deben estar listas las tostadas para papi.

Sin duda ciel no era un tonto niñito de cinco años. Tomo una tostada y comenzó a ponerle mermelada con mucha concentración.

- Mamá dice que debo quedarme cuidando la casa y atendiendote a ti y a los abuelos, por eso no he podido ir a ver a papi así que le mando cartas para que no se sienta solo.

- ¿Ya sabes escribir ciel?

  Quede bastante impresionado.

- Si, mamá adora los Libros y siempre leemos algo juntos así que me enseñó a entender lo que decían y luego a escribir.

Ciel habló sin parar toda la mañana, me mostró sus juguetes, la habitación que compartiriamos, sus libros favoritos, algunas fotos familiares. Yo estaba fascinado con el, era tan inteligente e ingenioso, con una voz que no me cansaba de oír, con unos ojos que no podía dejar de mirar. Yo aun no lo sabía, pero ese pequeño sería mi acompañante por los próximos dos años.

Diariamente ciel y yo compartíamos una rutina, ambos dormiamos en el mismo cuarto así que a las 7am que el despertaba se aseguraba de que yo me levantase también. Bajabamos a toda prisa y en silencio hasta la cocina y yo lo sentaba en la mesa de desayuno para que me viese cocinar, era el quien escogia el menú "¿hoy que quieres para desayunar ciel?" y el ya tenía su pedido listo. Hacíamos comida para toda la casa así que cuando Ammy y mis padres bajaban ciel y yo ya teníamos todo preparado. Algunos días yo iba a la clínica y ciel quedaba con mis viejos, pero claro que no se divertía tanto por eso era yo quien más se quedaba en casa con el. Hacíamos días de campo en el patio trasero con un mantel y una canasta de comida para el almuerzo y luego dormiamos la siesta al pie del enorme árbol. Ciel siempre despertaba primero y corría hasta el cuarto de Ammy, ella había trabajado desde siempre en editoriales y tenía libros por montones, así que el tomaba alguno de la sección "para ciel" que mi hermana le había organizado y bajaba de nuevo al patio para que lo leyesemos juntos, un día leía el y otro día leía yo. Merendabamos galletas y leche en la mesa del patio y luego íbamos al columpio el se sentaba y yo le empujaba, parecía encantarle, ciel decía que con la fuerza necesaria se podría llegar al cielo. Ya para las seis entrábamos a ver películas en el sofa de la sala y a eso de las ocho preparábamos la cena que estaba lista casi a las nueve que era cuando llegaban Ammy y los viejos luego de todo un día en la clínica. Al final del día éramos de nuevo ciel y yo en nuestras camas conciliando el sueño mientras comentábamos algún suceso divertido.

Difícilmente los días variaban y si lo hacían era muy poco, sin embargo mis noches de sueño a veces se interrumpian por la presencia de ciel en mi cama. Me movía con delicadeza para despertarme a veces con su mano en mi rostro, otras veces en mi pecho, por lo general yo tenía un mal despertar, pero la dulzura que ciel transmitía con su tacto me reconfortaba tanto como para evitarme ser víctima de mi propio mal humor. Yo me arrimaba para darle espacio junto a mi y el se acurrucaba en mi pecho, algunas veces se dormía de inmediato otras pasábamos largos minutos viendonos fijamente, nunca supe bien porque lo hacíamos y tampoco podré describir jamás la sensación que me invadía en aquellos preciosos momentos, pero si recuerdo verme a mi mismo en aquellos brillantes ojos azules, recuerdo el dulce olor que desprendía ciel era como rosas, como si tanto tiempo en el jardín hubiese perfumado hasta su alma. Puedo recordar también lo calmado que Lucía su rostro, eso me hacía sentir bien, como si pudiera darle algo de tranquilidad en aquellos duros momentos.

Los días se volvieron semanas y sin darnos cuenta ya llevábamos ocho meses con Ammy.

Hay algo desesperante de querer a alguien y es la facilidad con la que somos heridos al verle sufrír por eso me parecía agónico lo que mi hermana debía atravesar, cada día que pasaba el fuerte y vigoroso vincent se reducía a un esqueleto sin más energía que la que usaba para intentar sonreirnos. Lógicamente ciel había comenzado a ir conmigo a la clínica para ver a su padre desde hacía meses, los primeros podían jugar e incluso pudimos sacarle en silla de ruedas a pasear por los jardines del lugar, pero eso había quedado en el pasado, ahora ciel debía ver a vincent usando bata guantes y tapabocas, se había cumplido todo lo que me había dicho aquella primera noche en la clínica, no era más que un inquilino vitalicio de aquel aislado cuarto. Al noveno mes de haber llegado, vincent murió...

La enfermedad por fin ganó y un par de días después estábamos frente a la tumba de aquel gran hombre, gran padre, gran esposo... Ammy estaba destrozada, pasaba horas del día arrodillada frente a la lápida de vincent viéndola fijamente, como si intentara convencerse de que aquello no era una pesadilla sino la devastadora realidad. Mis padres pasaban todo el tiempo con ella, había que obligarla a comer y bañarse, gritaba y lloraba o simplemente se quedaba inmóvil con ojos vacíos viendo sin mirar nada en realidad. Todo aquello hizo a mis padres tomar la decisión de rentar un departamento para estar a solas con Ammy pues no querían que ciel viera todo aquello. Ahora yo era el único en la mesa para comer con el, no importaba la hora, ni Ammy ni mis padres aparecían.

Ciel comenzó a dormir en mi cama a diario, desde que vincent murió solo lo vi llorar cuando estába con Ammy, le dolía ver mal a su madre y asumí que era muy joven como para entender por completo el dolor de aquella pérdida por lo que no lloraba al estar solo. Quizás no era eso, quizás si sabía lo que pasaba, pero era muy fuerte aún de pequeño. Las noches cada vez eran más personales, el abrazaba mi cuerpo mientras su cabeza reposaba en mi brazo, frente a frente en la oscuridad ciel buscaba en mi las respuestas a sus preguntas.

- ¿Crees que mami vuelva mañana?

- Es posible

- Pero no es probable...

hablar con ciel a oscuras era liberador, porque al solo escuchar sus respuestas inteligentes y sus argumentos sin ver su joven rostro podía imaginar que era alguien mucho mayor.

- No sentencies las cosas antes de que sucedan.

- Lo siento, no estoy muy optimista. Hace frío.

Lo cubría con varias mantas y apretaba contra mi pecho.

-¿mejor?

- Si, gracias ¿tenías muchos amigos en tu otra casa?

- Eso supongo, aunque al estar tanto tiempo lejos me doy cuenta de que son pocos los que me recuerdan, tal vez no eran tantos como pensaba.

- ¿Extrañas a esos pocos?

- A veces

- ¿Te irias por ellos?

De pronto me sentí extraño al ver los brillantes ojos de ciel apagarse.

- ¿No quieres que me vaya?

- No.

Sus simples y honestas respuestas eran tan asombrosamente directas que a veces me estremecian.

- Yo tampoco quiero irme.

- ¿Te quedarás conmigo aún cuando todos vuelvan?

- Me quedaré tanto como tu desees

Sus ojos reflejaron tranquilidad, como si mi respuesta hubiese calmado sus inquietudes.

- Para siempre.

ahora fueron mis ojos oscuros los que dejaron escapar algo de brillo ¿Que era aquel sentimiento? Ciel se quedó dormido sin decir otra palabra. Aquella noche amaneci viéndolo, cuidando sus sueños mientras su respiración y la mía se acompañaban en una dulce canción.

Tres meses más pasaron y por fin las cosas comenzaron a normalizarse. Ammy volvió a casa y ciel por fin tuvo a su madre de nuevo sonriente. Un día la vi sentada bajo su árbol, sintiendo la brisa y me acerque con una taza de té, su rostro giró hacía mi y sus tiernos ojos me miraron con una gratitud conmovedora.

- Gracias por tanto Sebastián, no me alcanzará la vida para pagarte todo lo que has hecho por ciel y por mi este último año.

Me acerque y la abracé con la fuerza de aquel cariño tan grande que le tenía. No dijimos nada solo me quedé a su lado mientras tomábamos nuestro te, por fin luego de un año mi dulce Ammy estaba en paz.

varias semanas pasaron Ammy volvió a su antiguo empleo, se dedicaba a ciel, atendía su hogar pronto estuvo claro que nuestro tiempo en su casa estaba por terminar pero aunque mis padres habían comprado los boletos yo había tomado una decisión.

- Iré solo unos días arreglare todas mi cosas y vender a vivir con Ammy. Terminaré el año que tengo pendiente aquí.

Mis padres estaban algo tristes pero a la vez sentían que era bueno acompañar a mi hermana. Ammy estuvo muy feliz con la noticia así que ya era un hecho que en una semana volvería y viviría definitivamente en esta casa. Aquella noche ciel durmió a mi lado...

- Será sólo una semana

- Algo si dijeron cuando papá fue a la clínica...

Ahí estában, sus azules ojos fijos en mi y sus fuertes palabras. En ocasiones olvidaba que era sólo un niño entre mis brazos.

- Esto no es igual, estoy dándote mi palabra ¿confiaras en mi?

- Supongo.

Su rostro se escondió entre mi pecho y una de mis manos lo acarició con suavidad, sentí una lágrima en la yema de mis dedos...

- ¿Ciel?

mis dedos levantaron su rostro y pude ver sus húmedos ojos

- No me abandones...

Un nudo en mi garganta por poco me asfixia. Mi mente estaba tan confusa, tan frágil, tan dulce, tan hermoso... Acaricie su suave piel para quitar las lágrimas e involuntariamente mis labios besaron su frente. El me vio con ojos sorprendidos.

- Jamás podría...

Sus manos sujetaron mi camisa y se acurruco contra mi pecho, pensé que se quedaría dormido al instante, pero note su acelerada respiración...

- ¿Estás despierto ciel?

- Si...

- ¿Que sucede?

- Tu corazón... Esta acelerado, puedo oírlo.

entonces fui consciente de que estaba incluso más acelerado que ciel. Me sentí algo avergonzado.

- Oh... Lo siento.

- No, me gusta como se escucha...

Sin más palabras el durmió, y mi agitado corazón no dejó de brincar en mi pecho por el resto de la noche ¿Que estaba pasando conmigo?

Al día siguiente vole de vuelta a casa, en una semana pude dejar toda mi vida en orden y tal como prometí regresé a casa de Ammy. Mi dulce ciel me había recibido con una enorme rosa en el aeropuerto, vestido como todo un muñeco de porcelana. No había criatura en el mundo más hermosa que el. Mi pecho estuvo a punto de estallar cuando salto a mis brazos y beso mi mejilla.

- Te extrañe

- Y yo a ti ciel...

Aquel abrazo me refresco el alma, como pocas cosas lo han hecho.

Ahora era oficial había conseguido entrar a un colegio que me permitiría estudiar mi ultimo año de preparatoria y por fin graduarme, convenientemente ubicado en la misma zona que el de ciel. Por las mañanas íbamos juntos y por las tardes lo buscaba Ammy ya que yo salía mucho después que el y tendría que esperar demasiado. Yo llegaba a casa a eso de las cinco y media siempre puntual ciel me esperaba mientras jugaba en el patio delantero. Sonriente me tomaba de la mano y me acompañaba a hacer mis deberes en la mesa de nuestra habitación. Ciel era muy inteligente para su edad así que terminaba pronto su tarea y luego se dedicaba a observar la mía. Adoraba su compañía.

Hasta ese punto todo había sido maravilloso y así como así el año escolar se fue escurriendo entre mis dedos como arena que no podía retener. El tiempo pasaba implacablemente rápido en compañía de ciel y aquello tarde que temprano me resultaría un problema. Pronto tuve que comenzar a pensar en la universidad a la que iría, las decisiones que tomaría, estaba bastante inquieto por eso y no era el único. Aquella noche ciel no vino a mi lado...

- Estás bastante callado.-Le susurre desde mi cama.-

- Estoy fingiendo dormir

Como siempre muy honesto...

- ¿Significa que no quieres hablarme?

- Significa que estoy enfadado...

- ¿Me dirás porque?

Ciel no dijo ni una palabra y yo sentí enormes ganas de abrazarlo así que me levante de mi cama y me moví a la suya. Sentado acaricie su Negro cabello que relucia por la luz de luna que entraba desde la ventana.

- Te escuche hablar con mamá...

- Sobre la universidad supongo.

- Si

- ¿Y en qué forma eso te hace molestar?

- ¿Tendrás que irte no?

- Si...

Ciel se incorporó y a penas podía ver su rostro, pero no lo necesitaba porque nuestros ojos se entendían a la perfección. Estaba angustiado, a mi no podía ocultarmelo.

- ¿No quieres que te mienta o si? La universidad está a varias horas así que tendré que estar allá entre semanas.

- Prometiste que no te marcharias.

- No lo haré, estaré aquí todos los fines de semana.

- No es suficiente.

- Aún faltan unos meses ciel, no tiene sentido que te angusties por algo así.

- Los meses pasan rápido y entonces...

De pronto su silencio me hirió.

- ¿Ciel?

- Te quiero y te quiero conmigo.

Mis pupilas y las suyas se encontraron en aquella oscuridad, mi cuerpo se estremeció un poco y sentí una mezcla entre angustia y felicidad ¿Que estaba pasando conmigo? El se acercó a mi, se abrazo a mi cuello, como si no quisiera soltarme, como asustado de que fuese a desaparecer y yo no puede hacer otra cosa más que rodearlo con mis brazos, mis sentidos se anularon por el tacto de ciel.

- Te quiero.

Aquella noche no estuve seguro de lo que ocurría pero aquel te quiero no me supo a familia, aquel te quiero me supo a pecado, a dulce tentación que jamás podría consumarse... Me sentí aterrado de mis propios pensamientos. En ese momento note que algo entre ciel y yo no era del todo normal.

Entonces no lo sabía, pero la calma del tiempo pasado estaba por quebrarse.

Después de aquella noche comencé a evitarlo asustado de mi mismo y comencé a llegar tarde por las noches, dejaba que las horas se me fuesen entre los brazos de alguna mujer y volvía ya Cuando el dormía profundamente. Aquella estrategia funcionó y pasaron los dos meses que quedaban para mi graduación. Me sentía aliviado, ya no tendría que dormir tan seguido con el y lo bueno es que de día ciel era sólo un niño de ocho años mientras yo un adolescente de diecinueve a punto de cumplir los veinte, las noches eran mi mayor preocupación pues la oscuridad confundía mi mente y no me dejaba ver al niño y eso me asustaba. luego de tanto evitarlo ya no buscaba dormir conmigo.

Pero la vida me mostró aquel verano antes de ingresar a la universidad que nunca tenemos las cosas ciento por ciento calculadas y que Justo cuando creemos tener todo solucionado, el mundo que pensábamos conocer y dominar se desmorona frente a nosotros.

Aquel fue el último día en casa de Ammy, la última vez que la vi a ella y a ciel antes de marcharme a Estados unidos. Ahora puedo recordarlo...

Era un sábado y yo volvía a casa, eran prácticamente las once de la noche ¿Que dónde había estado? Había conseguido hace más o menos un mes una especie de novia, era bastante tierna y buena cocinera, en la cama no tenía mucha experiencia pero no me molestaba demasiado, esa mañana quedamos en vernos en su casa y ahí fue dónde pase mi día, recuerdo estar justo en la puerta de casa y note que el coche de Ammy aún no estaba, quizás esta noche tendría trabajo, También me había fijado en los juguetes de ciel, pero no lo vi por ninguna parte entonces algo me distrajo, una voz me llamaba.

- Sebastián

- ¿Que haces aquí?

- Lo siento, dejaste este libro en mi casa y quise alcanzarte para dártelo.

- No debías molestarte, es muy tarde ahora para que regreses caminando.

- Tomare un taxi

- Ven entra, llamaré a uno de confianza para que te deje en casa.

Note algo de rubor en su rostro y me di cuenta de que nunca la había traído así que probablemente estaba emocionada.

- Es una casa hermosa Sebas ¿está tu familia?

- Solo vivo con mi hermana y su pequeño, pero ella no ha llegado y asumo que ciel duerme.

Yo respondía a sus triviales preguntas mientras servía algo de té y mandaba un mensaje al taxi que siempre me prestaba servicio.

- Lamento causarte molestias.

- Nada de eso, gracias por el libro.

Su rostro era bastante femenino con largas pestañas, me gustaba la forma en que se sonrojaba fácilmente. sus manos apretaban la taza frente a ella y yo le miraba fijamente a propósito para ver cuanto podía resistir, al cabo de unos segundos quitaba su mirada y enrojecia como un tomate, ambos nos reiamos de aquello. Pensé que no se parecía en nada a ciel, el me veía firmemente, sus ojos azules clavados en mis pupilas cuando no había luz de alguna parecían los de una persona mucho mayor.

De pronto luego de bromas y sujetarnos de las manos, sonó por fin mi teléfono.

- Bueno ya está aquí tu taxi.

- Que pronto, estaba divirtiendome.

- Claro, estabas conmigo.

- Jajajaja que egocéntrico

- solo bromeo, también me divertí, gracias.

Abrí la puerta de casa y vi el taxi frente al garaje. 

- Nos vemos Sebas

- Nos vemos

- Te quiero...

Sus ojos veían el suelo mientras pronunciaba avergonzada aquella frase, era la primera vez que me lo decía. Supongo que su gesto me conmovió y a pesar de que ella sólo me gustaba no vi malo complacerla respondiendo lo que quería escuchar.

- Te quiero.

Levantó su rostro sorprendida y la mire con mi sonrisa más encantadora. No se si solo fue mi impresión pero me pareció que se acercó más a mi cuerpo y lógicamente entendí que era tiempo de un tierno beso de despedida, a las mujeres les encantan esas cosas y yo estaba extrañamente dispuesto a complacerla.

Mi mano tomo su cintura y ella sólo me veía expectante ya nos habíamos acostado pero siempre reaccionaba incluso al mínimo toque; sostuve su rostro y mis labios se encontraron con los de ella esperando que se entreabrieran para que luego nuestras lenguas de rozaran un poco. Era suficiente, no se necesita más para despedirse. Ella subió al taxi y yo cerre la puerta.

Quede paralizado.

desde lo alto de la escalera ciel me miraba con dolor en sus ojos, sus manos apretaban con fuerza un delgado camison que le cubría hasta las rodillas y sus labios Unidos fuertemente. Dios mío su rostro era tan hermoso y aquella expresión de tristeza me causaba un malestar terrible. Desde aquel ángulo me pareció que estaba a punto de llorar.

- Ciel

Le vi dar la vuelta y correr hacia las habitaciones y me sentí tan miserable al ser capaz de herirlo, no puedo explicarlo pero era... Tan doloroso. Mi cuerpo se movió por impulso propio y corrí escalera arriba hasta nuestra habitación y ahí estaba, sentado a oscuras al borde de su cama.

- ¿Ciel?

Solo podía ver sus manitas apretadas contra su pecho y los brillantes ojos humedecidos. Un terror y doloroso sentimiento me recorrío por completo. Pronto me agache frente a él y cubrí sus manos con las mías.

- ¿Que te pasa?

- Me duele...

No podía entender bien, ciel no tenía herida alguna. De pronto sentí un extraño escalofrío.

- ¿Dónde?. - Le pregunté con miedo de ya saber la respuesta.-

- Adentro.

Algunas lágrimas brotaron como diamantes de sus humedecidos ojos y yo sentí que el alma se me quebraba, aquella imagen eran tan desgarradora que mi pecho se quemaba.

- ¿Porque ciel?

No quería preguntar absolutamente nada más pero una maldita parte de mi me obligaba a seguir averiguando, algo dentro de mi quería escuchar aquello, quería saber si eran ciertos mis peores temores.

- ¿Ya no me quieres a mi?

La sangre se congeló en mis venas y la sentí como cristales que me herían todo el cuerpo.

- ¿De donde sacas eso?

- Se lo dijiste a ella, que la querías y luego tu...

Estaba frente a ciel embriagandome con su dulce olor, quemandome las manos por el tacto con las suyas, asfixiado por el dolor en mi pecho y entonces mi propio ser se fue diluyendo en aquellos melancólicos ojos, ya no recocia a quien pertenecían, solo quería... Desesperadamente quería...

- ¿Yo que?

- Tu la...

La voz frente a mi se apagó y entonces vi sus ojos acercarse al tiempo que iban cerrándose. Húmedos y finos labios tocaron los míos.

Jamás había sentido labios así, jamás me había quedado tan paralizado, jamás alguien estuvo tan cerca de robarme el alma... Mis impresionados ojos comenzaron a cerrarse mientras que todo mi cuerpo se relajaba abandonandose a aquella sensación que me embargo. Sentía sus manos temblar entre las mías y sus labios permanecieron delicadamente sobre mi boca en aquel tierno beso que quebró toda mi voluntad, toda mi fuerza me abandono y lo único que deseaba era fundirme en aquellos labios.

Mis manos subieron y sujete su rostro mojado por algunas lágrimas con una delicadeza infinita me separé un poco de un poco de él y luego regresé para juntarnos de nuevo, esta vez más que antes. Movía suavemente mis labios para saborear los suyos, tan dulces, tan finos, tan delicados. Estaba absorto en aquella sensación, todas mis terminaciones nerviosas se concentraban en solo sentir lo que ocurría en mi boca por donde sentí que se me escaparia la vida. Manos frágiles se posaron sobre mi pecho con ternura y de nuevo interrumpi nuestro beso, sus ojos se abrieron lentamente, parecían extasiados.

- Abre un poco tu boca...

Las manos en mi pecho sujetaron con más fuerza mi camisa y las sentí temblar con nerviosismo, aún así obedeció y sus ojos se fueron cerrando de nuevo.

Acerqué mi boca una vez más pero ahora un fino espacio permitió que mi lengua encontrara la suya. Aquel beso tan tierno como apasionado nos unió hasta que mis brazos le rodearon en un abrazo, quería sentirle con todo mi cuerpo, que me ardiera el alma al rojo vivo. Pronto mi emoción le hizo toser por la falta de aire, el había estado aguantado la respiración... Nos separamos y me sonreí cautivado por la tierna reacción de quien jamás ha sido besado.

- Lo siento.

- No, estoy bien...- Dijo en un susurro casi inaudible. -

- ¿Debería detenerme?

Aquellos brillantes ojos me vieron negando mi propuesta, estaba tan absorto como yo, tan extasiado, con el alma igual de ansiosa. Sus brazos rodearon mi cuello y de nuevo nuestras bocas se encontraron. Ahora su lengua danzaba con la mía y nuestros labios se acariciaban con apasionado deseo. 

Me levante del suelo con el en brazos y entonces pude recostarlo sobre la blanca cama, gentilmente acomode su cuerpo entre las sábanas y sin dejar de saborearnos mantuve mi cuerpo sobre el suyo para no causarle el más mínimo daño a aquel frágil cuerpo que tiernamente temblaba al sentir una de mis manos subir por su muslo. Sentí su suave y caliente piel y mientras mi mano subía por su costado la fina tela fue siguiendome dejando al descubierto su desnudez. Le levante un poco y por fin retire en su totalidad aquel camison. 

Mi rostro se separó lo suficiente como para poder verle, frágil y completamente desnudo ante mi y aún en aquella oscuridad podía contemplar la tersa y blanca piel que aclamaba mi tacto. Sus ojos me veían con un deseo inocente, sin saber cómo pedir lo que tanto deseaba. 

Mis manos le recorrieron desde su fino cuello, bajando por sus claviculas, llegando a su pecho; mis labios le besaban con ternura para tranquilizar su exaltado pecho y su ansioso y temeroso cuerpo bajo del mio abandonado a mis caricias. Con mi mano aún más abajo pude notarlo...

Su joven sexo estaba totalmente erecto, sobrestimulado por mi toque, goteaba aquel dulce líquido que humedecio mi piel.

Lo tome con suavidad y uno de mis dedos acarició su glande en un movimiento que estremeció su cuerpo. Las lágrimas parecieron invadir sus ojos... Le mire conmovido por su reacción inocente y me detuve un momento.

- Se... Se siente bien...

- ¿Quieres que siga?

- S... Si...

Le besé brevemente y mi mamo comenzo a subir y bajar sujetando su erección.

Estaba tan fascinado viendo aquel tierno cuerpo estremecerse de placer, su piel estaba totalmente erizada y pronto el silencio en la habitación fue cortado por dulces gemidos y suspiros que entraron a lo más profundo de mi ser poniendo mi mete totalmente en blanco, en aquel momento me sentí a punto de correrme solo por escucharle, mi cuerpo entero estaba hirviendo con aquellos eróticos sonidos y entonces...

Una de sus manos soltó las sábanas que había estado apretando y la apoyó contra mi abdomen, poco a poco fue bajandola hasta que se encontró con el bulto en mi entrepierna, sin poder evitarlo un gemido grueso escapó de mis labios.

Me sostuve sobre mis rodillas, levante mi cuerpo y me deshice de mi camisa. El veía excitado mi cuerpo y aquello me pareció sumamente erótico. Sin dejar de mirarnos retiré mi cinturón para porfin desabrochar el pantalón y bajar mi bóxer...

Mi erecto pene se asomó empapado y terriblemente ansioso por liberarme de todo lo que la excitación me había hecho acumular, de nuevo me recoste hacía delante y nos besamos con dulce desenfreno. Sus nerviosos brazos rodearon mi cuello en un abrazo pero yo sujete una de sus manos y le guíe hasta mi miembro que ahora estaba frente al suyo...

- Tocame...

Se movía nerviosamente mientras masajeaba la enorme erección y entonces mi mano rodeó la suya indicándole como hacerlo. Me descubrí gimiendo toscamente desquiciado por un placer que jamás había sentido, no solo mi cuerpo estaba por desbordarse, también mi alma, todo mi ser le deseaba, lo atesoraba, lo adoraba.

Puse su miembro junto al mio y ahora el mismo movimiento nos hacía temblar en extasis. Nos besabamos sin coordinación alguna, mi boca recorría su cuello, sus mejillas, lo estaba saboreando enteramente, frenéticamente y el sostenía mi cabello con la otra de sus manos mientas gemia sofocado en mi oido. Más... Más... Muéstrame más de ti, dejame verte enloquecer.

- S... Sebas... Para...

- No, mirame.

- No...  Pued...

- Así, solo sienteme... Hazlo...

Mi inocente amante se tenso en un final orgasmo que me hizo correreme en el acto... Nuestras manos seguían juntas mientras el semen no dejaba de fluir de ambos cuerpos... Estuve a punto de desplomarme sobre el, a penas pude mantenerme y mi rostro se apretó contra la almohada dónde él reposaba su cabeza, algo parecido a un gruñido rugio desde mi pecho justo junto a su oído. Casi un minuto después ambos seguiamos luchando por recuperar el aliento y calmar nuestras respiraciones...

Nuestros ojos volvieron a encontrarse luego de aquel lujurioso extasis. Cuanto cariño me dedicaron aquellas pupilas, me sentí tan querido como nunca, con el corazón lleno, me veía el alma reflejada en sus azules espejos. Ese fue el momento más tierno, erótico y sublime de toda mi vida y sin saber porque sentí una abrumadora certeza, la certeza de que en aquellos ojos se habían quedado para siempre una parte de mi ser.

- Te quiero Sebastián

Su voz sonaba relajada y feliz, lleno de ternura y agradecido por aquel ritual tan especial en el que nos entregamos el uno al otro. Estoy seguro de que yo le veía con aún más gratitud, gracias por ser mio, gracias por hacerme tuyo.

- Te quiero ciel...

Entonces mis sentidos se despejaron... ¿Ciel?

Contemple su rostro con detalle y algo de luz de luna me lo permitió ver ¿Por dios que hice?

El dulce ciel cayó en un profundo sueño cansado por todo aquello y yo me levante lleno de culpa... Esto no es posible, como pude...

Esa noche luego de lavar su cuerpo recogí mis cosas y me marche para siempre.

Por eso había obligado a mi memoria a olvidarlo todo porque aquella noche había profanado el virgen e inocente cuerpo de quien había prometido cuidar, la culpa y mi inmadurez me hicieron huir de lo que había hecho y luego de unos días en un hotel compre un Pasaje a América anunciando que quería estudiar allá mi universidad.

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Ahora entiendo porque tu olor me parece tan adictivo e irresistible, porque nuestros cuerpos se entienden así, porque hablamos solo mirándonos,  ahora recuerdo que esos brillantes ojos azules hacía años que me habían atrapado, todo fue aquella noche ciel cuando me diste tu inocencia y yo te di toda mi cordura para que la destruyeras y me desquiciaras.

"eran amantes eternos buscarse y encontrarse una y otra vez era su karma"

De pronto mirando al océano entendí que aquello no había sido un error y que desearte ahora tampoco lo era, simplemente tu y yo estábamos destinados a querernos desde mucho antes de nacer, sin importar la edad, sin importar el tiempo...

En ese momento te hice mio y tu me hiciste tuyo. Casi diez años y miles de kilómetros no pudieron menguar ni el deseo ni el cariño ni el frenesí... 

- ¡Sebastián! Lo tenemos, al noreste de la isla, están en una cabaña!

Mi cuerpo entero se estremeció con el aviso de Grell y rápidamente me pare en el centro de la sala mientras cargaba mi arma...

- Llevenme hasta ese par de malnacidos... Vamos a aniquilar las ratas de esta isla...

- ¡SI SEÑOR!

Un coro respondió mi orden y luego todos abandonamos la casa.

Unos minutos más ciel, solo unos minutos más y te tendré conmigo de por vida...







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