-Zoro
Escucharlo decir había agitado todo dentro de mí, había algo en sus palabras que hizo correr a mi cerebro, le decía que las cosas estaban demasiado lentas y que principalmente era mi culpa, Sanji estaba todo rojo en la cocina y no pude besarlo delante de todos, me sentí un poco torpe minutos después pero tenerlo tomado de la cintura todo el tiempo me hizo ser demasiado feliz… no había sentido esa felicidad en mucho tiempo.
Al llegar a la isla buscamos un buen lugar donde desembarcar, pero aún era de noche y debíamos dormir un poco, mientras todos se despedían, tome al rubio y lo arrastre conmigo.
-¡Oi! ¿A dónde crees que me llevas? – intentaba pelear pero me seguía sin mucha resistencia, fue un día cansado, ya no tenía más energías para pelear, ni él ni yo.
-A dormir, ¿A dónde más?- ¿Qué no era obvio? , ¿Se supone que el lento soy yo?, bueno en estos momentos no lo parecía.
-Claro que vamos a dormir, pero tú en tu cama, yo en mi cama, a muchos metros de distancia- hacia énfasis a sus palabras moviendo las manos como loco, señalaba su cuarto y el mío, junto a la gran distancia que las separaba, lo cargue sobre mi hombro a pesar de los muchos golpes que me propinaba.
-Deja de moverte maldición, te vas a caer y no me voy a lamentar.- Trate de sonar molesto o algo así, pero no podía dejar de sonreír.
Finalmente dejo de dar patadas por todos lados, esta noche vigilaría Robin, según palabras de Nami “Debían darnos espacio para que las cosas fluyeran” la verdad yo no entendía nada de lo que decían, eran más confusos que los pensamientos de Luffy cuando no trata de comida, o unir nakamas a la tripulación.
La cama no era la más amplia que podía existir, pero bien acomodados podríamos dormir dos personas, tire al rubio sobre la cama y me abalance encima de él.
El momento se llenó de una atmosfera distinta casi platónica, jamás llegue a imaginar a tener a sanji con el rostro sonrojado y el saco descubierto, se cubría la boca con una mano y trataba de parecer serio, mierda, mierda, mierda, la escena era demasiado buena para ser verdad.
-¿Qué estás haciendo estúpido marimo?- Claro el señorito debía parecer fuerte cuando estaba temblando de pies a cabeza, se veía tan lindo que no pude evitar sonreír un poco.
-Nada…- le bese levemente en los labios, mis manos buscaban algo más, necesitaban algo que “tocar”, botón a botón, su saco quedo fuera de la vista y la corbata estaba cerca de caerse de la cama, el pequeño rubio no pretendía oponer resistencia, con un poco más de prisa me deshice de su camisa, la vista era… era, inexplicable, me tome unos minutos para observar a mi bello pelirrubio, las mejillas sonrojadas, la camisa a medio quitar con el pecho firme expuesto a completa vista y en el mejor de los casos, solo para mí, me fue inevitable sonreír de oreja a oreja…
Caí encima de él, bese su mejilla y la barbilla, le tome de la cintura y lo apreté a mi lo más que pude, algo me decía que debía continuar, pero otra que debía llevarlo con calma, nunca se sabe cuándo puedo asustar a un pequeño gato y saldría corriendo, sus brazos pronto me rodearon.
-¿Por qué demonios me dejas así… estúpido marimo?- Escondió su rostro en mi pecho.
-Todo a su tiempo, después de todo, tenemos mucho.- Le bese la frente y en poco tiempo nuestras respiraciones se acompasaron… era hora de dormir.
La mañana fue fría, el invierno estaba en la puerta, bajamos del barco y me disponía a dar un vuelta cuando Luffy comenzó a molestar.
-Recuerda que no debes perderte Zoro~- Mi mandíbula se tensó no era un niño indefenso.+
-Ya lo sé, no me perderé.- Luffy estaba exagerando, yo nunca me perdía.
-Espera marimo.- Una voz familiar susurro a mi oído, a pensar de que grito, claro está.
-¿Iras conmigo?- Le pregunte al cocinero, regularmente iba por las compras solo.
-Si, por varios motivos, 1.- evito que te pierdas, 2.- Necesito que cargues las cosas, 3… bueno, el tres no importa.- Titubeo, alguien está mintiendo por aquí, rodee su cuello con mi brazo y mordisquee su oído.
-¿El tres que?- se debatió consigo mismo sobre decirme o no, así que di una mordida un poco más fuerte y solté un pequeño soplido sobre su oído.
-¡¡No hagas eso!! Joder contigo, puedo estar contigo a solas, ese es el tres, ¿Eres feliz?- Comenzó a gritar como loco, ¿Cuándo se volvió tan blando?
Estuvimos caminado largo rato, platicamos de un montón de cosas, incluso me compro algo de sake, tenía un sabor exquisito.
Fue cuando todo sucedió.
Esos efímeros momentos.
Quiero todo de vuelta.
Pero no siempre se tiene lo que se quiere.
Ella apareció y me robo lo que más quise en la vida.