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10 Años de soledad. por LeonSmith

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Notas del capitulo:

Hola, perdón por tardar tanto en actualizar, no estaba muy inspirado con éste fic. Aunque trato de terminarlo rápido, la trama me lo impide, y no quiero hacer un asco de final, así que me iré con calma XD

Quiero mandar una gran saludo a izumiyaoí (y a su tía, si es que lee esto aún) y a lucy49, muchas gracias por sus reviews.

Es todo por ahora, espero les guste. 

 

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Después de la extraña sesión de entrenamiento con Patelliday, Max sintió que algo extraño había pasado durante el encuentro de Tony con su amigo piscciss volanns. A la mañana siguiente, decidió buscar algunas respuestas, o por lo menos despejar las más obvias dudas.

Entró a la oficina del rector Pedagius, quien no estaba muy contento con la intromisión de Tennyson en los asuntos de la Academia. Max le explicó la grabación del entrenamiento, le externó sus sospechas. No creía que Tony fuera un mal chico, pero algo extraño podía haberle pasado.

 — No digas tonterías, Tennyson. Mis mejores médicos lo analizaron célula por célula al inscribirse en mi institución – el verde cerebrocrustáceo se encontraba recargado en su asiento, sin darle importancia a la situación.

 — ¡Pero tú viste el video! No es normal que un Magistrado con años de experiencia, pierda un encuentro con tal facilidad – a Max siempre le daba migrañas discutir con el necio rector, pero ésta vez estaba al borde de la neurosis.

 — Debe ser la vejez, los años pasan . . .

 — ¡Mira . . .! – inhaló con fuerza para relajarse – Lo único que te pido es que le hagan más estudios, puede que hayan pasado por alto algún detalle.

 — ¿insinúas que mi equipo de científicos no es capaz de analizar un vil espécimen humano? – una actitud clásica de su especie, no dejaría que pusieran en duda sus conocimientos.

 — Yo no dije eso, ahora que si tanto te molesta hacerle unas simples pruebas a un chico . . . podría pedirle a los chicos de soporte técnico que se encarguen – Max sonría por dentro, sabiendo que ha ganado.

 — ¡Jamás! ¡¿Acaso quieres que esos ineptos usen mi hermoso laboratorio para sus patéticas pruebas galvan?! – totalmente fuera de sus casillas, se levantó y se paró frente al abuelo - ¡Yo mismo me encargaré del asunto!

Mientras Max externaba su victoria con una sonrisa, el fúrico cerebrocrustáceo camino por los pasillos de la Academia, dirigiéndose al área de reclutamiento. Allí, ordenó al encargado que llamará al chico Thompson hasta su presencia.

Luego de un par de minutos, Tony entró a la oficina de Pedagius. En su clase, creyeron que había hecho alguna broma pesada junto a su mejor amigo Keer (el chico polymorph). Temeroso, se sentó en el asiento frente al escritorio de su superior, el cual lo miraba sin expresión en su rostro.

 — ¿Me llamó, Dr.?

 — Así es, joven Thompson. Se me ha informado que el expediente que contenía sus últimas pruebas médicas, se ha . . . extraviado. Necesitaremos repetir los análisis, lo más pronto posible – Tony se confundió con la convincente historia del cerebrocrustáceo.

 — Pero, señor, hoy es día de juego. Tenemos un gran partido de soccer por la tarde – esa era su gran oportunidad para formar parte del equipo de primera división de la Academia, no quería desperdiciarla con las tediosas pruebas de los médicos.

 — No está a discusión, cadete. Esta misma tarde, después de sus clases, se dirigirá al laboratorio principal y yo mismo haré las pruebas – con actitud calmada, dio sus órdenes.

 — ¿Usted?, pero . . .

 — Es todo, cadete. Lo espero a las quince horas – dio vuelta a su asiento, dando la espalda al decepcionado chico.

Con evidente molestia, Tony caminó de vuelta a su clase de armamento nivel 2. Sus pasos eran bastante pesados, y su rostro se fruncía mientras refunfuñaba y maldecía por su mala suerte.

Después de estar de mal humor en sus clases restantes, Tony se dirigió al laboratorio principal, no sin antes pasar a dejar sus cosas a su dormitorio. Al terminar, caminó por el pasillo principal, cabizbajo y aún refunfuñando, casi se estampa con el proyector antigravedad de su viscoso amigo azul.

 — ¡Cuidado, patán! – reclamó Keer mientras volvía a su forma natural.

 — Lo lamento, hermano. No me dí cuenta que venías . . .

 — Ya me había percatado de eso . . . ¿por qué no estás en el área de deportes? El partido será en un par de minutos – los chicos continuaban caminando por el pasillo, Keer lo hacía de espaldas, sin importarle a quien atravesaba con su líquido cuerpo.

 — El inoportuno de Pedagius perdió mi expediente con las pruebas médicas, ahora tendré que aguantar a los engreídos crustáceos por horas . . . de nuevo – su puchero le resultaba gracioso al polymorph.

 — ¿Lo perdió? Eso sí es raro, Pedagius cuida mucho el papeleo de la escuela.

 — Así de buena es mi suerte . . .

 — Ni modo, espero te diviertas en tu cita . . . – comenzó a reír a carcajadas mientras Tony lo miraba con enojo.

 — Ja, ja, ¡búrlate!

 — Eso hago . . .

 — ¡Lárgate de mi vista, antes de que te meta a una licuadora!

 — Ya cásate, qué genio . . . – el chico gelatinoso abrazó a su amigo y sacudió su pelo.

 — Lo siento, te veo en la cena.

Mientras Tony se quedaba en el pasillo que conducía al laboratorio principal, Keer corrió hacia el partido de soccer, el pobre pelinegro solo suspiró con resignación. Entró a la fría habitación y encontró a Pedagius, quien lo esperaba hace poco.

Casi de inmediato, el cerebrocrustáceo (asistido por los médicos de la Academia) inició las pruebas de rutina. El tedioso interrogatorio, las pruebas de resistencia física, las muestras bioquímicas, el análisis de ADN, todo parecía normal, de nuevo.

 — ¿Ya me terminamos? – Tony estaña totalmente agotado de las ya casi dos horas de estudios.

 — Le informaré cuando pueda, cadete. Sólo falta la prueba con el analizador universal de especies . . .

 — ¡¿El qué?! – eso le pareció algo doloroso, como instrumento de tortura.

 — ¡La cosa que usted relaciona con una bañera! – el rector detestaba la ignorancia de sus cadetes.

 — Ah . . .

Después de despojarse de su uniforme, Tony se metió al líquido que yacía dentro del analizador. Se mantuvo flotando por casi una hora más, pues la máquina analizaba célula por célula a los organismos. Pasado el tiempo de espera, el rector le indicó que podía retirarse de la bañera.

 — Esto no tiene sentido – con su pinza, rascaba su enorme cabeza mientras leía los resultados arrojados por el analizador.

 — ¿Me voy a morir, Dr.? – bromeó mientras volvía a vestirse.

 — No se haga el gracioso conmigo, Thompson. ¡Esta maldita máquina debe estar descompuesta!

 — ¿De nuevo? – recordó lo que los médicos le habían dicho la primera vez que fue examinado.

 — ¿A qué se refiere con de nuevo? – el verde crustáceo lo miró con intriga mientras acomodaba su monóculo.

 — Sí, cuando los médicos me hicieron las pruebas, al momento de la admisión, me dijeron que había datos raros. O algo así . . .

 — ¿Datos raros? ¡Explíquese de manera adecuada, cadete!

 — Está bien . . . – frunció un poco el ceño – Me dijeron que según la máquina, mi energía de vida estaba muy baja.

 — Energía vital – corrigió.

 — Eso . . .

 — Que extraño, parece que los resultados en ésta ocasión son bastante similares . . . – volvió a leer los datos del análisis.

 — Pero también me dijeron que eso era imposible, que los únicos aliens con ese nivel de energía de vi . . .energía vital, eran los fantasmas.

 — Ectonurites – corrigió de nueva cuenta – Y sí, eso es imposible.

 — Entonces . . . – se encogió de hombros.

 — Lo más seguro es que algún entrometido galvan de soporte técnico, haya averiado mi hermoso analizador – agitó su pinza con furia.

 — ¿Eso significa que terminamos?, ya mero es la hora de cenar . . .

 — Regrese a su estación, cadete. Es todo por hoy.

 — Gracias al cielo . . . – susurró para sí mismo.

Mientras Pedagius continuaba su soliloquio en contra de los galvans, Tony regresó a su dormitorio. Se dio un baño rápido para quitarse los restos del líquido del analizador, y salió corriendo hacia el comedor, estaba muerto de hambre.

En otra parte de la Base, más específicamente hablando, en la enfermería; Max acompañaba a su amigo Patelliday, quien acababa de sufrir una terrible migraña.

Mientras el médico atendía al Magistrado, el abuelo escuchó las voces de sus nietos y Kevin. Se disculpó con su amigo, y caminó hacia la habitación contigua de la enfermería. Allí se encontró con los chicos, quienes regañaban abiertamente a la pelirroja, estando recostada contra su voluntad en la camilla.

 — ¡Ya les dije que no es nada! – la chica se cruzó de brazos y miró hacia un lado, para evitar los molestos rostros de su primo y su novio.

 — ¡¿Le pasa algo a Gwen?! – el preocupado abuelo entraba a donde los chicos, se veía bastante preocupado.

 — ¡La loca de mi prima casi nos mata con sus poderes! – Ben hacía extraños ademanes de molestia con sus brazos. Max solo se preocupó más.

 — Lo que el fenómeno quiere decir, es que mientras peleábamos contra Vulkanus, mi Gwen se desmayó y casi nos vuela con una esfera de maná – Kevin explicó la situación, no soltaba la mano de la pelirroja.

 — ¿Cómo te sientes, hija? – Max se acercó junto a ella.

 — Estoy bien, abuelo. Sólo fue una migraña, nada grave . . . – con dulzura, tranquilizaba a su abuelo.

 — ¡¿Nada grave?! ¡Casi me vuelas la cabeza! – Ben parecía histérico. Desde que Tony entró a la Academia, su humor era muy . . . volátil.

 — ¡Cállate, Ben! – replicaron los tres presentes al unísono, el chico castaño solo pudo cruzar sus brazos y hacer un evidente puchero. Poco después, entró el mismo doctor que acababa de atender a Patelliday.

 — ¿Otro caso de migraña? – el médico sonrío un tanto irónico.

 — No es nada grave, doctor – Gwen estaba harta de tener tantas atenciones.

 — Esperemos, primero déjame revisarte - luego de checar sus signos vitales y examinarla, decidió interrogarla – Gwen, ¿con qué frecuencia tienes éstos dolores?

 — Pues . . . – dudaba en responder, no quería preocupar a nadie.

 — Gwen, se honesta con el doctor – el abuelo la reprendía como en sus días de viaje en el camper.

 — Casi diario – respondió un tanto resignada.

 — ¿Por qué nos habías dicho? – Kevin se preocupó aún más.

 — Porque lo más seguro es que se me pase, debe ser por el estrés de los exámenes para la universidad.

 — De cualquier modo, debiste decírnoslo.

 — . . . – Gwen bajó un poco su mirada.

 — Tu novio tiene razón, señorita – agregó el doctor con tono amable – De cualquier modo, no parece haber otra afección en tu organismo. Sólo debes tomar unos analgésicos y ansiolíticos para evitar otro episodio como el de hoy – escribió la receta y se la entregó a su paciente.

 — Muchas gracias, doctor – Max se levantó para acompañarlo a la puerta de la habitación.

 — No es nada. Por cierto, el Magistrado Patelliday se encuentra mejor, le receté lo mismo que a su nieta.

 — Es un alivio.

 — Así es. Bueno, tengo un paciente quejoso en la otra habitación, me retiro.

 — Adelante.

Después de unos minutos de reposo, Gwen se levantó y se dispuso a irse del aburrido lugar. Aunque Kevin no se encontraba muy de acuerdo, no quería hacerla enojar y provocarle otra migraña. Se despidieron de Max y subieron a la superficie, sin Ben.

 — ¿Por qué no los acompañaste? – notó la presencia de su nieto, en un rincón de su camper.

 — Nah . . . no estoy de humor para soportarlos – se encontraba cruzado de brazos, con el ceño fruncido.

 — ¿Qué te sucede? – se sentó a su lado y le ofreció una bebida naturista, la cual despreció el chico.

 — No me sucede nada, es sólo que . . .

 — Extrañas a Anthony, ¿verdad? – sonrío, comprendiendo la difícil situación de su Benji.

 — No puedo mentirte, me todo esto de la Academia . . . ¡es un asco!

 — Ben, debes entender que él tiene un propósito, al igual que tú.

 — Lo entiendo pero, lo extraño mucho . . . – no pudo resistir más, y se abrazó a su abuelo, sollozando con energía.

 — Tranquilo, pronto podrás verlo . . . – respondió al abrazo y lo consoló, como si volviera a ser su pequeño de diez años.

 — ¡¿Pero cuándo?!

Quedaron abrazados por varios minutos, poco después, el héroe se tranquilizó y le agradeció a su abuelo por haberlo escuchado. Insistió para que lo dejara bajar a la Academia, pero eso estaba estrictamente prohibido. Decepcionado, Ben regresó a su casa.

[Continuará] 

Notas finales:

Ojalá les haya gustado, trataré de actualizar con más rapidez (aunque casi no lo lea nadie u.u). No duden en unirse al grupo de ben 10, habrá varias sorpresas con motivo de las fiestas decembrinas.

La canción que corresponde a éste capítulo, es Be somebody de la banda Kings of Leon lml.

Soy León Smith, les deseo muchos partidos de soccer, aburridos estudios médicos, encuentros emotivos con su abuelo y, sobre todo, muy buenas lecturas. 

 

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