El tibio Sol de otoño abrazaba un pequeño parque a las orillas de Bellwood. Nuestro héroe y su nuevo amigo comían un helado sentados debajo del árbol más frondoso del lugar, el ojinegro parecía muy distraído.
«Quién diría que Tennyson fuera tan agradable, no sé sí merezco un amigo como él. Soy sólo un tipo raro con un pasado difícil de olvidar. Hay algo en mí que no es normal, nunca he tenido la oportunidad (o capacidad) de autodefinirme, sólo voy con la corriente, con lo que los demás quieren o esperan de mi. Como dice la canción . . . “Sí soy sólo un extra en la película de mi vida, ¿quién demonios es el director . . .?”»
— ¿Qué tanto piensas, Morty? - pronunció Ben un tanto sarcástico.
— ¿Eh? . . . nada importante - Tony se limitaba a contemplar las hojas secas mientras contestaba.
— Sabes, nunca hubiera imaginado pasar un buen rato con el bravucón de la escuela - el ojiverde sonreía de manera burlona.
— Ya te dije que eso quedó atrás - el ojinegro frunció el ceño.
— Relájate, sólo molesto. Pero ya enserio, ¿a qué se debió tal cambio?
— Supongo que maduré. Desde que salimos de la secundaría mi vida ha sido un mal chiste.
— ¿Mal chiste? - dijo intrigado el ojiverde.
— Pues . . . es que . . . me cuesta trabajo hablar de eso . . . - la mirada del ojinegro tornose perdida.
— Anta Tony, sí vamos a ser amigos, no debería haber secretos entre nosotros.
— No sé sí sea buena idea, Ben – evitó la mirada del menor.
— Puedes confiar en mí – nuestro héroe reconfortó al mayor con un disimulado roce a su hombro.
— Está bien – suspiró - Ese verano, cuando terminó la secundaria, mi familia y yo salimos de vacaciones a la casa de mi tía abuela, la verdad yo odiaba ir, me aburrían las patéticas pláticas de mis pretenciosos tíos, lo único agradable era jugar videojuegos con los hijos del tío Charlie . . .
Ben se recostó en el pasto boca arriba pues le empezaba a doler el trasero.
— . . . el tercer día de nuestras "vacaciones", mi familia pasaría todo el día en la playa. Yo me negué a acompañarlos, la verdad es que nunca me ha gustado la playa; yo quería pasar el último nivel de un videojuego que sólo mi prima Valerie tenía, así que les pedí permiso a mis padres para quedarme en casa, aceptaron con la condición de que Spencer, el menor de mis tíos, me acompañara.
— ¿Y luego?
— Pues todo parecía normal, terminé el nivel (que por cierto me costó uno y la mitad del otro) y pues me emocioné, demasiado para gusto del hijo de puta de mi tío.
— ¿Se molestó?
— Eso fue lo que me dio a entender, bajó rápidamente de una de las habitaciones de la casa y me gritó: "¿Qué acaso no puedes dejar dormir? Alguien debería enseñarte a respetar, niño tonto".
— Que exageración, ¿todo por divertirte? - se molestó.
— Espera, se pone mejor. Me disculpé un poco de mala gana, sabía que sí mis padres escuchaban la versión que les contaría, ellos me castigarían todas las vacaciones. De por sí nunca tuve una buena relación con ellos, no quería buscarme más problemas.
— ¿Y él qué te dijo?
— Al principio pareció estar más calmado, pero luego puso una cara que nunca . . . nunca había visto antes. - hizo una pausa tratando de tomar fuerza - Se acercó a mi lentamente y me dijo . . .- tomo aire tratando de calmarse - me dijo que me enseñaría a comportarme como hombre - el ojinegro dejó rodar una pequeña lágrima.
— ¡¿Qué?! . . . ¿qué te hizo? - el chico aliens se irguió de golpe y tomó al mayor del hombro.
— Me jaló a su habitación . . . - comenzó a hiperventilarse y soltar ligeros sollozos - me aventó a su cama . . . y . . . y . . .
— ¿Él . . . te tocó? - lo miró con un gesto de enojo y asco.
— Si - rompió en llanto e involuntariamente abrazó a nuestro desprevenido héroe, se sujetó muy fuerte, buscando calor humano que aliviara su horrible pasado.
— Yo . . . lo lamento, Tony - el ojiverde correspondió el abrazo mientras su miraba se perdía junto con sus pensamientos, trataba de digerir la horrible experiencia que el mayor acababa de confesarle.
Pasados varios minutos de sufrimiento, el ojinegro se separó de Ben un poco apenado, secó sus lágrimas con las mangas de su chaqueta naranja. Por su parte, Ben abrazaba sus rodillas un poco trastornado.
— Tus padres, ¿les contaste? - lo miró serio.
— Si - su tristeza se volvió enojo - ¡pero los malditos no me creyeron!
— ¡¿Qué?! - gritó con enojo y asombro.
— Ellos . . . dijeron que era un desviado por inventar esa mierda - arrancó un puñado de pasto - el imbécil de mi padre convenció a mi madre de mandarme a un internado militar como castigo.
— No puedo creerlo, ¿lo hicieron?
— Lo habrían hecho, pero decidí mandar a todos a la mierda. Esa misma noche me escapé, prefería morir como un perro en la calle a pasar mi vida encerrado.
— Pero eras muy chico, ¿cómo sobreviviste? - lo miró con pena.
— Los primeros días, dormía en la calle. Comía lo que podía, a veces la gente me ayudaba. - suspiró - Después tuve la suerte de encontrar un albergue para indigentes, la verdad no sé qué habría pasado si no hubiera parado ahí.
— No sé cómo pudiste pasar tanto - tocó la pierna del ojinegro tratando de reconfortarlo.
— Ni yo - dijo en tono más relajado - Pasé par de meses en el lugar, me trataban muy bien, inclusive nos enseñaban talleres, amaba el taller de reparación. Los cuidadores preguntaron por mi familia, yo les inventé que habían muerto cerca de la carretera, aunque después recordé a alguien que siempre había estado a mi lado. Llamé a mi prima Valerie, le conté lo que sucedió y le pedí ayuda.
— ¿Y si te ayudó?
— Si, me llevó a vivir con ella en Nueva York. Vive sola en un departamento chico pero acogedor, mientras ella iba a la uni yo le ayudaba con los deberes. Además, me convenció y apoyó para seguir estudiando.
— . . . - el ojiverde se dejó caer en el pasto y se quedó pensativo - ¡wow!
— ¿Qué?
— Nada, es sólo que te juzgué mal - lo miró de reojo – Sólo falta que me digas que pasaste por una etapa criminal – dijo en son de broma.
— No te culpo . . . - se encogió de hombros mientras jugaba con la tela de sus jeans negros – un minuto, ¿quién te dijo que . . .? – Ben lo observó un tanto confundido – Olvídalo.
— Sabes, te agradezco que me tuvieras tanta confianza - tomó suavemente el brazo del chico de lentes.
— Bueno, tú me inspiras mucha confianza - sonrío amablemente junto con un sonrojo imperceptible gracias a la sombra de aquel árbol.
Ben cerró sus ojos y respondió tiernamente el gesto de aquel chico, cuando abrió los ojos se topó con la mirada de su amigo. En ese momento pudo notar lo profundas y lejanas que parecían sus pupilas, volvió a sonreír, ésta vez sin razón aparente.
Tony se sentía tranquilo y seguro junto a Ben, ahora sabía que podía confiar en alguien: Un chico infantil pero honesto, un chico de sedoso cabello castaño, "un lindo cabello castaño", pensó.
«¿Lindo?, no puedo pensar eso de Ben, está mal. No quiero ser como el cerdo de mi tío. No es normal sentir estas cosas.»
«Se ha vuelto tan agradable. Me hace sentir feliz, me siento pleno, ¿será acaso que lo que me hacía falta, quién me hacía falta era él? No, eso es ridículo, es un gran chico y todo pero a mí no me atraen los hombres. Quizá estoy algo sensible por lo que me contó, si eso debe ser.»
En ese momento ambos chicos voltearon rápidamente para evitar el contacto visual, fingían tomar atención a la gente que pasaba ó a los pájaros que presentían la llegada de la noche y llamaban a sus congéneres. El silencio se tornaba incómodo, hasta que . . .
— Creo que es hora de irme, tengo que ver a mi abuelo - mintió el ojiverde.
— Claro, no te preocupes. Gracias otra vez.
— No hay de qué. ¿Nos vemos mañana?
— ¡Claro! - gritó alegre el ojinegro.
— Bien, sólo una condición . . . - lo miró sospechoso.
— ¿Cuál?
— ¡No vuelvas a usar esa horrible chaqueta!
Nuestro héroe empujó al ojinegro al pasto, mientras salía corriendo del lugar, levantó su mano sin voltear y se despidió del chico de lentes.
— ¡Vete al demonio Tennyson! - gritó entre risas mientras se levantaba.
Anthony se recargó en el árbol que les había proporcionado una refrescante sombra durante su encuentro. Limpió el pasto restante de sus jeans y miró en dirección a la ciudad.
"Yo soy el director."