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AMANTES Y RIVALES por desire nemesis

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Fye mantuvo la vista fija en Kurogane mientras la navaja se acercaba. Nada lograría con todo lo que invirtió salvo divertirse un poco. Sintió pena por su engreído rival y aceptaría la muerte de ese modo. Entonces la navaja pasó al lado de su rostro y luego de un momento sintió liberadas sus manos.

 

Estaba tan sorprendido que no opuso resistencia cuando el otro lo haló de la muñeca y lo sacó de la cama. ¿Qué estaba haciendo?

 

¿Qué haces?—preguntó.

 

¡Sacarte de aquí!—fue lo único que dijo Kurogane antes de abrir la puerta. Era su oportunidad de escapar, pensó el rubio y se preguntó porque no lo hacía. Miró hacia un lado mientras cruzaban el frente de la vallada casa hacia el auto estacionado en el camino interno. En sus condiciones correr tal vez era una locura pero tenía que intentarlo. Dio un paso en falso y la debilidad que ahora lo atormentaba junto con el dolor se incrementó. A punto estuvo de dar contra el pavimento pero en eso unos brazos lo acogieron. Levantó la cabeza y encontró sus ojos rojos.

 

Algo duro oprimía su pecho mientras el otro lo levantaba a tirones y lo llevaba hacia el auto con urgencia. ¿Qué era esa sensación? Condujeron por horas hasta la campiña. Una destartalada cerca con una portera mal hecha les dieron la bienvenida. La casa se veía en malas condiciones. Era una típica granja pobre solo que también parecía hace mucho abandonada. De pronto Fye se dio cuenta que el otro podía hacer lo que quisiese con él ahí que nadie se enteraría. ¿Pero eso que importaba ya? Sus padres de seguro no querían recuperarlo. Su familia decidiría quien sería ahora el líder del clan sin él.

 

Fuko pasó de largo por la casa yendo terreno dentro. Había un viejo granero. Estacionó fuera de él y bajó a abrir el candado con una piedra que se consiguió. DeFluorite decidió que no moriría como un cordero. Mientras el pelinegro golpeaba la puerta con la piedra, él bajó del auto y con paso medio firme trató de alejarse en silencio.

 

Antes de conseguir su propósito el ojos rojos se quedó quieto y al sentir el final de los golpes el cuerpo del ojos azules se tensó—Puedes intentar irte si quieres pero solo harás que me enoje y te devuelva arrastrando. Es solo una pérdida de tiempo—le dijo el moreno.

 

¡Lo intentaré aunque te moleste!—le dijo el rubio.

 

Era de esperarse de un tipo como tú—contestó Kuro.

 

Dados unos pasos el ojos azules escuchó el auto arrancar. ¿Vendría por él y lo atropellaría para lisiarlo? Esperó pero el auto pareció meterse en el granero por el sonido. Apretó su tenso paso camino a la portera y luchó para abrirla con sus menguadas fuerzas.

 

De pronto sintió sus pasos acercándose—¡Vamos! El juego se terminó—le dijo el fornido por detrás. Juntó fuerzas en un suspiro y de un giro se abalanzó hacia él, para Kurogane no fue gran cosa detener sus intenciones y el otro terminó casi caído y siendo agarrado por los antebrazos--¿Esperas morir así? ¿En serio me tomé tantas molestias por alguien que ya está derrotado?—le preguntó el ojos rojos.

 

En otro tiempo le hubiera contestado con rudeza pero su cerebro no se sentía con fuerzas para darle la respuesta adecuada y una nausea se columpió por su garganta. Por eso cuando en serio vino el vómito el otro pudo apartarse a tiempo. Lo agarró de atrás por la cintura, su cuerpo pendía del ojos rojos--¡Estás hecho un desastre!—dijo Kurogane. Incluso parecía que con sus palabras buscaba animarle. Pero no era cierto. Solo buscaba humillarle.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¡Que apestoso lugar!—dijo el rubio ni bien fue sentado en una silla. Ni siquiera necesitaron romper algo para entrar pues ya estaba abierto. Una triste ventana rota era la testigo de antiguos saqueadores.

 

¡Me alegro que te guste!—le contestó el otro pasando de él. Estaban en la cocina comedor. Una desvencijada mesa de madera echada a perder con dos sillas eran el único moviliario.

 

¿Qué? ¿No vas a atarme?—preguntó el ojos azules algo airado.

 

En tu condición no es necesario—le contestó Fuko.

 

Era tan molesto sentirse tan débil y adolorido. Tenía que sentarse en una nalga sola por la molestia mientras su estómago amenazaba con más vómito. No era que estuviera débil por no comer o algo así. Era la increíble repugnancia de lo sufrido hacía unas horas lo que afectaba todo su sistema. Ya la mañana parecía alzarse. Debían ser como las 9, pensó con poca coherencia y luego vislumbró por el rabillo del ojo su mano. Temblorosa indicaba su estado de nervios pero él no se sentía ansioso por lo que la miró fijamente como preguntándose si era su mano. Trató de llevar a la otra hasta esta para calmarla y descubrió que la otra temblaba de la misma manera.

 

Kurogane que buscaba algo en un estante del mueble aéreo vio por el rabillo del ojo su situación y se paró a observarlo.

 

¿Te diviertes?—preguntó el rubio al ver que lo miraba.

 

Nunca es divertido ver eso—dijo el ojos rojos con un tono algo frío, algo compasivo que puso mal al ojos azules y después se volvió a lo que hacía.

 

¿Para que me trajiste contigo?—preguntó DeFluorite.

 

No he terminado contigo—contestó Kuro.

 

¿Y para eso me trajiste hasta esta pocilga?—preguntó el fúrico delgado.

 

¡No es cortés llamarle así a la casa del anfitrión cuando uno es el invitado!—le dijo Kurogane.

 

¿Su casa? ¿Estaría bromeando? Se preguntó el ojos azules.

Notas finales:

Gracias por el apoyo

y a los que no revian

podrían dejarme conocerlos?

no muerdo

jeje


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