Salió a la escalinata del lugar a respirar aire fresco y a fumar un poco. Estaba sentado con una pierna doblada y la otra erguida. Miraba sin ver el espacio delante donde los autos lujosos estaban aparcados. Él había llegado solo en un taxi para no atraer problemas con sus hombres así que nadie lo esperaba afuera.
Planeaba disfrutar de su cigarrillo a solas antes de irse. Eso ayudaría a calmar lo idiota que se sentía. No estaba enojado. Era aún peor. Era como aquellos días en que su padre lo trataba como basura. Se sentía cansado de intentar que el otro fuera diferente. Dejaría todo eso de perseguir al rubio. Si él no planeaba dejar todo eso atrás pues que se le iba a hacer. Kuro no era un debilucho para sentir que no podía seguir adelante.
De pronto alguien habló a su lado--¿Puedo sentarme?—dijo una chica rubia sentándose a su lado en los escalones, lo miraba con una sonrisa pícara y sus ojos sorprendentemente azules le hacían recordar a cierta persona. Ella no esperaba respuesta ni el necesitaba dársela. La mujer se recargó en él agarrándose de su brazo--¿Puedo fumar de tu cigarrillo? Es que adentro son muy opacos y no dejan fumar—añadió con su amplia sonrisa blanca—Él separó de sus labios el cigarrillo y le ofreció el lado del filtro. Ella no hizo ademán de asirlo, directamente adelantó su boca para sorber del filtro con su boca pintada de rojo intenso sabiendo lo que sus movimientos producían en los hombres y más en un atractivo caballero oscuro como él. Su sonrisa era incitadora y a Kurogane, aunque sabía a que jugaba, no le importó y le siguió la corriente.
Cuando ella soltó la nube de humo a un lado y luego le sonrió él no se inmutó pero tampoco se movió para evitar su siguiente movimiento. Los labios de ella sobre los de él desataron su pasión contenida por otra persona de ojos azules y dorada cabellera.
Fye estaba algo inquieto. No podía definirlo porque creía que había hecho lo justo y conveniente para deshacerse de él. Aún así se encontró a sí mismo buscándolo por los pasillos cercanos cuando una voz lo detuvo.
¿Estás buscándolo?—preguntó la voz de su primo y el volteó para mirarlo a la cara.
¿A quién?—preguntó a la defensiva Fye.
Antes eras mejor ocultando las cosas primo—le dijo Mika con una sonrisa superior—Hablo de ese idiota que te soba los pies en las mañanas. ¿O acaso tú se los sobas a él?—
¿Sobar?—preguntó sorprendido el líder antes de darse cuenta de lo que hablaba.
¿Acaso crees que es un secreto? Los hombres del clan lo saben todo. Desde que volviste de ser secuestrado estas muy apegado a ese tipo—dijo su primo.
¿Qué planeas?—preguntó Fye.
¡Ya lo sabrás! Por la sangre derramada lo sabras—dijo el otro ojos azules antes de volverse e irse.
Fye iba a pedirle explicaciones hasta que recordó que Kurogane estaba en esa casa y sin sus hombres, estaría apartado ya que no estaba con la asistencia. Sería una víctima fácil. Su corazón se agitó en su pecho mientras sin pensarlo comenzaba a correr pidiendo a lo alto que él no estuviera aun en la casa. Que se hubiera ido pero tenía un mal presentimiento por lo que corrió y cansado de buscar luego de un rato se apoyó en una ventana y mientras trataba de recuperar la respiración un brillo atrajo su atención hacia afuera, hacia las escaleras y allí lo vio.
¿Qué estaba haciendo?
Él preocupado por su seguridad y el otro besándose con una cualquiera en las escalinatas de su casa.
¿Cómo…?
Su pensamiento se interrumpió cuando se dio cuenta de la forma horrible en que se sentía y que esa debía ser la forma en que el otro se sintió media hora antes cuando lo vio con ella. Pudo sentir la misma angustia en su pecho. No era como si lo hubiera visto con ella pero debía recorrerlo la misma corrosiva rabia por dentro que lo estaba corroyendo ahora a él y más como era ese impulsivo y sensible idiota.
Sus manos agarrotadas sobre la fina tela de la cortina se relajaron para soltarla.
Dejaron de besarse y ella tocando su mejilla le dijo--¡Eres muy guapo!—
Segundos después una mano lo jalaba del brazo fuertemente haciendo que se parara y que siguiera al rubio que de pronto lo estaba arrastrando mientras decía—¡Debemos irnos de aquí!—Kurogane por unos momentos lo miró sorprendido mientras era halado pero segundos después se relajó y sonrió, antes de que fuera empujado hacia el hoyo de una portezuela abierta. Cayó sentado y miró sin comprender al rubio mientras este cerraba de un empujón esta y gritaba algo al chofer.
¡Dame las llaves!—gritó Fye al chofer impactado por los azares del señor DeFluorite.
¡No debería salir solo, usted…!—dijo el hombre joven.
¡Dame las llaves!—le ordenó al llegar a su lado luego de rodear el auto junto al que el otro estaba parado y él se las dio.
Mientras entraba al auto el muchacho le dijo--¡Pero señor…!—Ya era tarde. Fye cerró la portezuela y aceleró ni bien arrancó el motor.
¿A dónde me estas llevando?—preguntó el ojos rojos.
¡Lejos de aquí!—dijo el ojos azules en contestación.
Eso suena bien—expresó Fuko que se hallaba feliz con ese proyecto.