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Cupido me hace bullying por Princesa de los Saiyajin

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Notas del capitulo:

¡Hola! ¿Me extrañaron? No, ¿verdad? Lo que extrañaron fue el capítulo que seguía -_- Bueno, ¡Disfruten!

 

(Editado 22/12/2018)

2

¡Hola, soy Goku!

 

Rápidamente se puso de pie tras haber visualizado al chico, y caminó hacia su objetivo, sin haber meditado las cosas. Se paró frente a él, impidiéndole el paso.

     —¡Quítate de mi camino, insecto—le dijo con un tono grave, algo colérico.

     —Disculpa, ¿me podrías decir la hora? —dijo intentando buscar una excusa para hablar con él.

     —Mira, idiota—le mostró su muñeca—. No traigo reloj, ¡ahora muévete!—agregó molesto y siguió caminando.

     Cupido lo siguió, obviamente a gran distancia para que el más bajito no se diera cuenta. Vio que él se detuvo de la nada y que dio media vuelta.

     —¡Deja de seguirme! ¡Ya te dije que no sé la hora! —le gritó, haciendo que muchos voltearan a verlo por semejantes palabras.

     El chico de cabellos alborotados se acercó a él, de modo que quedara a tan sólo unos decímetros de distancia.

     —Vegeta, no me grites, escucho clara y perfectamente...

     —¿Cómo sabes mi nombre?—le preguntó un poco asustado y a la vez furioso. La situación se había tornado demasiado extraña en esos momentos, poniéndolo en un estado de alerta.

     —Pues... vaya, metí la pata... Me dijeron que así te llamabas y... pues... quise... ser tu amigo—dijo no muy convencido de las palabras que salían de su boca.

     —Podría oler tus mentiras a un kilómetro de distancia—lo confrontó—. ¿Cómo te llamas? ¿Quién eres? ¿Cómo sabes mi nombre? ¿Y por qué me sigues? —le preguntó mientras lo tomaba de la playera y lo veía fijamente a los ojos.

     —Me llamo Goku, y... soy cupido. Sé tu nombre porque los querubines me lo dijeron. Te sigo porque mi misión es hacer que te enamores de alguien—dijo serio y firme.

     —Vaya, si fuera un idiota lo hubiera creído por la seriedad con la que lo dijiste—mencionó socarronamente.

     —¡Pero si yo soy cupido!—le dijo casi en puchero.

     —Sí, claro, ¡y yo soy el hada de los dientes!—su sarcasmo lo acompañó con una sonrisa cínica.

     —Te estoy diciendo la verdad—le dijo. Vegeta comenzó a caminar hacia su hogar, y el más alto iba tras él.

     —Deja de seguirme, no me interesa relacionarme con personas que deberían estar en un manicomio—dijo. Llegó a su casa y entró.

     Vegeta subió las escaleras y se encerró en su habitación. Su mamá había muerto cuando su hermanito menor nació y ahora su papá llevó a Tarble a la feria, por tanto estaba solo, como ya se le había hecho costumbre estar en su hogar. Volteó hacia el lado opuesto de la puerta y vio de nuevo a ese chico.

     —¡Te estoy diciendo que realmente soy cupido!—le dijo en un tono de reclamo.

     El de menor estatura se quedó atónito por unos momentos. Estaba en el segundo piso, no había acceso al patio trasero de otro modo que no sea por una puerta que había en la cocina. Entonces, ¿cómo pudo llegar a su habitación? ¿Entró acaso por la ventana? Y si es así, ¿cómo lo hizo?, ¿desde dónde llegó?

     —¿Cómo llegaste hasta aquí? —le preguntó confundido.

     —¿Acaso no sabías que tengo alas?—se burló un poco con ese comentario.

     —¡Tú no eres cupido! ¡Cupido no existe!—le gritó.

     Goku sintió una punzada en el corazón, se sostuvo de la pared para no caer. Caminó dificultosamente hacia la cama y se sentó en la orilla. Tomó un poco de aire para estabilizarse y miró al más bajo.

     —¿Sabías que es malo decir eso...? Podrías matarme—dijo mientras recuperaba fuerzas y se ponía de pie. Desplegó sus alas y el menor pudo verlas.

     —¿Qué demonios eres?—le cuestionó al verlas. Las tocó y pudo confirmar que eran reales.

     —Ya te lo dije muchas veces—le dijo un poco cansado—. Sé que no es fácil de creer, y sinceramente no sé por qué creen que yo debería ser un bebé con alas y un arco...

     —¿Por qué viniste conmigo?

     —Porque no crees en el amor... Y mi misión es hacer que te enamores de alguien—le dijo con una sonrisa.

     —Entonces pierdes tu tiempo—bufó mientras se recostaba en su cama y le daba la espalda.

     —Eso crees... —respondió y salió volando por la ventana.

 

***

 

Es lunes, y como siempre tenía que ir a la escuela. El de cabellera en forma de flama tomó una ducha, desayunó y fue a la escuela. Caminaba por las calles, hasta que vio esa institución educativa a lo lejos. No era tan grande, sólo eran dos edificios de cuatro pisos cada uno. Aproximadamente 20 salones, o quizá más, ya que había salones abandonados de los que nadie sabía. Entró y se dirigió a su salón correspondiente.

     Él se sentaba en un banco al frente, le gustaba estar ahí ya que todos se sentaban hasta atrás y lo dejaban solo. Sonó el timbre de entrada y llegó el maestro, un hombre robusto de cabeza calva.

     —Alumnos—empezó a hablar el docente—. Tendremos un estudiante nuevo. Por favor pasa, Goku—pidió amablemente y entró ese chico con cabellos alborotados.

     —Matame, Kamisama—pensaba al ver a cupido ahí.

     Casualmente, se sentó a su lado; sí, no era como si las casualidades existieran, parecía más bien que ese pelinegro con peinado de palmera quería fastidiarle la existencia. El más alto le sonreía muy alegre, pero era ignorado por el contrario. El maestro salió del aula para ir a una junta con otros profesores y los alumnos salieron al patio. Debían permanecer dentro de la escuela, aunque no haya clases ese día debido a la junta. Goku caminaba al lado de Vegeta.

     —¿Por qué viniste a este lugar? —preguntó mientras se recargaba en los casilleros para poder ver su rostro y amenazarlo con la mirada.

     —Porque tengo que hacer que te enamores de alguien... Verás, cuando logro que alguien sienta amor hacia alguien, sólo dura por unas horas o días, pero hay ocasiones que se queda ese sentimiento debido a las emociones encontradas.

     —¿Y cómo se evita eso? —preguntó en tono indiferente, pero lo que quería era no tener que "humillarse" sintiendo algo hacia alguien.

     —No se evita. Mi magia no aplica únicamente en personas que ya están enamoradas, ¡y ese no es tu caso! —le explicó con una gran sonrisa, luego le mostró la lengua.

     —Já, ¿y cómo piensas hacer eso?—le preguntó con un poco de burla. El alto le mostró aquello que usaba—. ¿Una pelota de béisbol?

     —Sí... —dijo emocionado. Vio a lo lejos a un chico que caminaba hacia ellos. Él usaba unos pendientes amarillos colgando de sus orejas, su cabello intentaba asemejar a una flama, pero estaba alborotado, además caían dos mechones en su frente. Cupido se alejó de Vegeta unos metros y después le lanzó la pelota a la cara, golpeándolo en la frente. El menor cayó al suelo.

     —¡¿Qué demonios te pasa?!—le gritó enojado, vio a ese chico que usaba pendientes y se sonrojó sin darse cuenta.

     —Déjame ayudarte—le dijo mientras le extendía su mano. Vegeta, un poco nervioso, la tomó y se puso de pie—. Me llamo Vegetto, ¿y tú? —le preguntó el chico con un tenue rubor en las mejillas.

     —Me llamo V-Vegeta—dijo nervioso.

     —No quiero meterme en tus asuntos, ¿pero por qué ese chico te lanzó esa pelota?—preguntó señalando hacia atrás, pero al voltear no había nadie.

     —N-no lo sé—respondió viendo al suelo.

     —Oye, ¿te gustaría ir al jardín conmigo?

     —Ehm... Sí, claro—aceptó con timidez.

     Caminaron y se sentaron en el césped, bajo un frondoso árbol. Hablaron durante horas, que tan sólo faltaban unos minutos para irse a su hogar. Ambos habían tenido una pequeña conexión que les permitía hablar con fluidez.

     Vegetto, lentamente se acercó al rostro de Vegeta, quería besarlo, dejándose llevar por la situación y por esa sensación de encontrar a alguien con quien compartía muchas cosas. Estando a unos centímetros, Vegeta empezó a reaccionar, parpadeó varias veces y vio lo que intentaba hacer ese chico.

     —¡No te atrevas a hacerlo, insecto!—gritó mientras se ponía de pie y se iba.

     Recordó lo que le dijo Goku así que lo buscó, pero no estaba. Sonó el timbre, así que tuvo que irse a su casa. Sabía que llegaría ahí ese chico pidiéndole un reporte de lo sucedido. Entró a su habitación y ahí se encontraba.

     —¿Y qué tal te fue con Vegetto? —preguntó curioso, estaba recargado en la pared frente a él.

     —¿Cómo te atreviste a hacer eso, sabandija inútil? ¡Casi me besa!—le reclamó muy molesto.

     —¿Y? No le veo nada de malo—le dijo al no verle ningún problema a eso.

     —Pues... yo... —se avergonzó de pronto.

     —¡Ah! ¡Ya sé la razón! —le dijo comprendiendo su nerviosismo, además de que tenía todos los registros de él.

     Cuando le dijo la razón, Vegeta volteó apenado hacia el otro lado, dándole la espalda.

     La razón de eso, fue que un pequeño secretillo que le causaba un poco de vergüenza.

Notas finales:

Cuál será ese secreto de Veggie? Lo sabremos en el próximo capítulo.

¿Qué les pareció? ¿Les está gustando la historia? ¿Debería dedicarme a mis estudios en vez de a esto?

Sin más, me despido. ¡Hasta la próxima!


~~~Insectos~~~


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