- ¡Jin, Jin! – Dan corrió al lado del joven de cabello plateado, quien le miró de reojo. El pequeño sonreía y traía en su mano una raqueta. - ¡Enséñame a jugar como tu! –
Pero Akutsu lo ignoró y continuó su práctica, dándole como con bronca a unas latitas. Dan insistió:
- ¿Podrías decirme como pegarle exactamente a un punto? Es que quisiera ser un gran jugador como tu algún día, y ganarle un partido a Ryoma Echizen. –
Jin se detuvo y giró la cabeza clavando la mirada en la cara de quien ahora lo molestaba. Dan sintió algo de temor ante aquel amenazante gesto y agachó su cabeza como si hubiese sido regañado.
- Vete, ¿no ves que estoy ocupado? – Respondió finalmente el mayor continuando con su juego.
- ¿Por qué eres así conmigo? ¡Yo solo quiero que me des algunas clases de tenis! Creo que no te cuesta nada. Enséñame, Jin, solo unos minutos y prometo dejarte en paz. ¡Por favor! –
- Que niño molesto.-
- ¡Jin, enséñame! ¡Solo unos minutos! – Dan lo tomó del brazo impidiendo que Akutsu siga jugando.
- Basta.- Se soltó bruscamente, caminó tomando el bolso con intenciones de retirarse.
- ¡Jin! ¡Espera! No te vayas... – Dan sintió un nudo en la garganta, lo había hecho enfadar y ahora se iría por su culpa. – Jin, no te vayas, me iré yo. ¡Quédate! –
- No me digas lo que tengo que hacer... Ya déjame en paz. –
- Pero... Jin... – El niño comenzó a llorar, cabizbajo, intentaba que Akutsu no se diera cuenta, pero...
- ¿Ahora qué es lo que te pasa? – Preguntó Jin alejándose lentamente.
- N... Nada, no me pasa nada...-
- Deja de llorar, crece de una vez por todas, ¿Quieres? –
Dan no lo soportó y salió corriendo del lugar.
- Déjame en paz, ¡eres malo, Jin! – Sin darse cuenta, de su mochila se cayó la carta que le había escrito días antes. Akutsu intentó detenerlo para decirle, pero el niño se había alejado bastante y no lo escucharía. Se acercó entonces y levantó la hoja doblada. Con curiosidad la abrió y se sorprendió al ver que iba dedicada a él...
- ¿Qué se supone que es esto? – Dijo para si mismo con absoluta frialdad. Sintió ganas de arrugar el papel y botarlo en un cesto, pero prefirió guardarlo... Algo le decía que esa carta era seria y los sentimientos de Dan también.
Alessandrie 09/05/2006