Dean terminó de realizar sus ejercicios de calentamiento y esperó su turno para ser llamado al ring. Todavía no entendía como había llegado a este punto de luchar contra Cesaro. Pero claro, la princesa se le había ocurrido desafiar a los campeones en pareja en un intento por llamar su atención.
"¡Tres años, Dean!"
Seth lo decía como si esos años fueran sólo un mal recuerdo. Pero no. Fue mucho mas que una simple anecdota que se podía contar con gracia.
¿Acaso Seth no se daba cuenta del dolor que había provocado? Maldición, Seth había sido su primera relación real y estable.
Durante mucho tiempo pensó que no estaba hecho para las relaciones, porque el pasado que acarreaba lo condenaba de por vida.
¿Qué podía ofrecer un don nadie como él? La vida fue muy dura y sus días parecían mas grises que soleados. Lamentablemente se había acostumbrado a esa rutina.
Los años pasaban y una mañana se dio cuenta que el sexo casual ya no era lo suyo. La lujuria y la pasión no estaban mal, pero se sentía insatisfecho.
Una conexión. Eso necesitaba... amor... enamorarse. Y es cuando conoció a Seth Rollins. Ambos eran luchadores que se ganaban su sueldo arriba de un anillo. Él jugaba al tipo terco que no daba una mierda por nada ni nadie y Seth era el hombre orgulloso que se vanagloriaba de ser el mejor en todo lo que se proponía. Eran opuestos. Dos caras de una misma moneda que sólo tenían en común el amor por el Wrestling. Era loco para Dean sentir jodidas mariposas revoloteando en su interior cada vez que interactuaba con Seth. Él no tenía problemas en admitir que encontraba a algunos hombres atractivos, porque Seth lo era y que Dios lo ayudara si un día acorralaba al joven entre las cuerdas y lo besaba ante los fanáticos.
Dean creía que Seth nunca correspondería sus sentimientos, pero fue toda una sorpresa cuando Seth aceptó la confesión y se los devolvió en un beso abrasador que no dejaba dudas. Sin embargo, cuando seth lo traicionó, pasó los peores meses de su vida. Peor que sus vivencias en Cincinnati. Ya no importaba que siguiera enamorado del hombre, las cosas no cambiarían.
Y ahora Seth quería regresar a su vida como si nada.
Esos ojos de cachorro le pedían una reconciliación. Maldito bastardo. Lo amaba. Más allá de las heridas y el dolor. Dean lo amaba.
***
El hombre europeo estaba dispuesto a ganarle, pero Dean no lo iba a dejar. Esta lucha requería de su concentración porque Cesaro poseía la ayuda de Sheamus.
***
No fue una victoria rápida, pero Dean demostró su resistencia y su valor. Dean no pudo tomar un respiro porque Sheamus se abalanzó sobre él con agresión. Cesaro no se quedo atrás y se unio a su compañero de equipo.
Tenía que defenderse pero estaba acorralado. De repente escuchó la música de Seth y los latidos de su corazón se aceleraron. No podía ser cierto. La intro de Rollins era un engaño. Una ilusión.
Dean sintió que era liberado. Seth estaba luchando por él, después de su ultima conversación.
Podía sentir la energía en el estadio. Era increible. La gente los alentaba a estar juntos otra vez.
Dean se levantó y miró Seth.
¿Cuánto tiempo estuvieron así? ¿Segundos? ¿Una eternidad?
Era como los viejos tiempos...
Dean extendió su puño como una ofrenda de Paz. Como el perdón que tanto añoraba Seth. El gesto era un paso al futuro.
Pero...
Negando con la cabeza, Seth empezó a retroceder.
¿Por qué? ¿No es lo que deseaba?
Esos ojos marrones reflejaban su respuesta. Dean quedó en medio del anillo, mirando como Seth se alejaba sin detenerse.
Era demasiado tarde.