Bajamos en el helipuerto cerca del muelle. Yo pretendía irme pero él me detuvo señalando hacia un costado. Un auto negro esperaba aparcado. ¿Qué más da? Me subo a él calladito porque ya no soporto que me hable con su estúpida suficiencia. El chofer arranca ni bien Kaiba cierra la puerta y me quedo esperando que diga algo estúpido como siempre pero de pronto me veo rodeado por sus brazos y mi lengua es atacada por la suya.
¿Acaso este hombre toma viagra? Me pregunto muy en serio mientras su boca que sabe a menta por algún caramelo se empieza a posesionar de la mía.
Sabes a café—dice él sin saber que yo pensaba en el mismo tema.
Tomé uno en sec---no me deja terminar, sus labios se apoderan de los míos como si intentara absorber el mismo café de mí. Sus manos son fuertes y precisas. Van por lo que quieren, mi saco y lo bajan de tal manera que mis codos quedan atrapados y disfruta besando mi cuello—Kaiba, el chofer po…--como siempre no me deja terminar.
Esta parte esta separada e insonorizada—me dice mientras miro la mampara negra, ya me parecía que no podía estarse pasando tanto con el chofer oyendo--¿Qué? ¿No te gusta hacerlo en un auto, perro?—me pregunta con esa voz grave y media ronca.
Se me suben los colores pero aún asi le contesto--¡Claro que sí! ¿Quién te crees que…?—de nuevo. ¿Me dejará terminar alguna frase alguna vez. Ese idiota me está colmando la paciencia. Tengo bien presente que soy para él, un juguete pero no por eso voy a dejarme pisotear—Oy…--le digo separándome un rato pero justo entonces el auto se para.
¡Arréglate que vamos a bajar!—me dice el muy hijo de su madre. Sé que soy su empleado pero en la escuela. Y no estoy en horas de trabajo por lo tanto…
¿Vamos?—pregunto irónico y luego iba a seguir pero él me dejó estupefacto con lo que dijo a continuación.
Voy a cumplir tu sueño, perro—
¿Huh? ¿De que habla este tipo? Me pregunto mientras me bajo tras él y entonces veo que estamos en un estacionamiento subterraneo, el como de costumbre me hala de la ropa recién arreglada hacia un ascensor.
¿Qué es esto? Yo no tengo nada que hacer en tu oficina. ¿No tuviste…?—otra vez me corta.
¡No estamos en Kaiba Corp!—me dice mirándome por el rabillo del ojo a mi lado.
¿Huh? ¿Entonces… dónde estamos?—pregunto sorprendido.
¿Dónde diablos me ha traído ese puerco depravado? Espero no sea…
¡Es un exclusivo Hotel! Su personal es muy reservado. Es el único que he visitado aquí en Tokio por su servicio seguro—me suelta el muy méndigo hijo de la cabrona.
¡No creerás que yo…!—digo y… ¡Rayos! Otra vez no puedo terminar. Estoy cabreado, cabreado a morir. No solo me trata como a un estúpido sino que el muy hijo de la chingada.
¡Pero perro!—me dice--¡Tú lo pediste!—
¿Qué yo te pedí?—le pregunto con los ojos como plato. ¿Cuándo le pedí al idiota que me trajera a un hotel?
Dijiste que por una vez querías hacerlo en una cama. ¿No?—me pregunta abriendo la puerta con una tarjeta que tenía en su bolsillo.
¡Oye! ¿De donde has sacado eso?—le pregunto pues él ha estado en todo momento conmigo y ni intercambió un saludo con el chofer ni vimos a nadie más excepto por los pilotos. Esto me parece sospechoso. Si fue mi idea… ¿Como hizo para obtener la llave de la habitación antes de vernos? Luego recuerdo la diatriba de “Es el único que he visitado aquí en Tokio”. Caigo en la cuenta de que esta debe ser la habitación en que Mister Kaiba trae a sus aventuritas de una noche y eso me hace sentir como asqueado—La tienes reservada para ti. ¿No es cierto? ¿Has traído un montón de gente aquí, verdad?—
El me mira fijamente y luego me pregunta--¿A qué viene eso perro?—no parece alterado pero si un poco sorprendido de que yo me ponga así--¡Creí que estaba claro que…!—me dice y ahora yo me doy el gustazo de cortarlo.
¡Clarísimo! ¡Como el agua! Pero no por eso voy a acostarme en la cama de tu regimiento—le digo.
¿Prefieres hacerlo en la oficina?—pregunta con un aire confundido que me encoleriza el doble.
¡No!—contesto. Este puede ser muy genio para las compus y toda la cosa pero para ciertas cosas es alguito lento—Yo no voy a acostarme contigo ahí como toda esa gente—le grito y entonces oigo un pestillo y veo como se abre una puerta. Me quedo duro pensando que me van a agarrar en un “altercado de pareja” con Kaiba. Por suerte el idiota me jala antes de que nadie logre vernos.