Pippin no apareció en la escuela durante una semana. No tenía el valor para decirle a sus amigos que iba a mudarce. Mucho menos a Merry.
Los chicos iban a la casa de su amigo a la salida de la escuela, solo para encontrar a Paladin en la puerta diciendoles de mala manera que Pippin estaba enfermo y que se largaran.
En cierto modo era verdad. El hobbit estaba con nauseas, tenia fiebre alta y una fatiga increíble.
Apenas una semana después, cuando logró recuperarce un poco, dio señales de vida.
Por la tarde, fue directo a la casa de Frodo.
-¡Por el amor de Eru, Peregrin Tuk, ¿donde has estado?!-lo recibió Frodo apenas lo vio parado en la puerta.
Pippin lo miró con desgana-. No me sentía bien-dijo.
Frodo lo invitó a pasar y le ofreció un te, el cual Pippin rechazó.
-Vine para que me pases todo lo que hicieron en la escuela-. Dijo el hobbit castaño con mas desgana.
-Esta bien, tengo todo en mi habitación... ahí te lo alcanzo-. Acto seguido Frodo se escabulló hacia su habitacion. Alli tomo su mochila y caminó hacia el comedor-. Esta semana no vimos muchas cosas nuevas, continuamos con historia y...-.Dejó de hablar en cuanto llegó al comedor y vió a Pippin llorando-. ¡Pip! ¿que tienes?
El aludido lo miró con los ojos llorosos. Pensó en lo mucho que iba a extrañar a Frodo, a su mejor amigo. ¿Lo volvería a ver algún día?
-Sientate....-le dijo.
Frodo se apresuró a sentarce al lado de su amigo.
-Verás Frodo... esta semana estuve encerrado en mi casa ya que no me sentía muy bien. Muchas cosas complicadas pasaron ultimamente.
-¿Cosas complicadas?-dijo Frodo sin entender-. ¿Te peliaste con Diamante?
-No...
-Entonces debes estar contento de tener una novia como ella.
-Frodo, no lo entiendes-. Pippin supo que era mejor decir la verdad-. Diamante no es mi novia, y nunca lo fue.
Frodo lo miró sorprendido, solo para luego relajar la mirada-. Es por los rumores de su lesbianidad ¿no?
-Si, me ofrecí fingir ser su novio para ayudarla... y también un poco para ayudarme a mi...
-¿A ti?
-Frodo...-Pippin suspiró. Quería sacar de adentro lo que hacía tanto le oprimía el pecho-. Estoy enamorado de Merry.
<p>El ojiazul abrió bien grandes los ojos.- ¡Lo sabía!-gritó-. Siempre supe que entre ustedes dos había algo.
-Frodo, somos primos. Es enfermo. A demás, a el le gustan las mujeres.
Frodo prefirió no decir nada. No podía decirle a su amigo asi nada mas que había una posibilidad de que el hobbit con el que se crió como primo, no lo sea realmente. "Todo a su tiempo Frodo" pensó.
.Pip, tranquilo. Es obvio que el también siente cosas por ti. A demas... quizas puedan estar juntos...
-Pero hay otro problema-. Ahora Pippin no lo miraba. Juntó coraje y dijo con voz con vos cortada:-Voy a mudarme Frodo. Y le contó todo lo que su padre le había dicho una semana atrás.
Frodo estaba mudo. Su cabeza procesaba todo eso. No... Pippin no podía irse tan lejos. El era su mejor amigo.
-Pippin, te prometo que voy a hacer hasta lo imposible para que te quedes aqui. Eres mi mejor amigo y no pienso permitir que te vayas.
-Frodo, sabes como es mi padre. Es impocible.
-Si es imposible, entonces voy a hacer que estas tres semanas restantes sean las mejores del universo. Mañana mismo hablaremos con Sam y Merry y haremos que la pases genial-. A Frodo le saltaron las lagrimas.
-G-Gracias Frodo-. Y ambos se abrasaron fuertemente.
Sam se secaba las lagrimas, Frodo tratabá de contener las suyas y Merry se levantó furioso y comenzó a patear todo lo que encontraba. Estaban en el bosque, a orillas del lago. Era de medio día y el sol brillaba.
-¡¡No puede llevarte!! ¡¡NO PUEDE HACERLO!!-. Merry sentía un dolor tan grande como inexplicable. No quería aceptar que su mejor amigo, su hermano, se iría.
-Calmate Merry, por favor-. Dijo Sam. El también estaba mal. Pippin era su mejor amigo. La sola idea de que en tres semanas se iría lo destruía.
-Chicos, quiero disfrutar estas tres semanas al maximo. Pasarla bien con ustedes ¿si?
Merry apretó los puños.
Pippin se levantó a su lado y lo miró. Contempló sus ojos. Se miraron mutuamente y acto seguido se arrojaron a los brasos del otro. Se fundieron en un abraso muy fuerte.
¿Seguían peleados? ¿Que importaba? Se miraron y se sonrieron.
Los cuatro amigos se sentaron en silencio a contemplar el lago, a refleccionar.
Fue ahí cuando Pippin sintió unos finos dedos entrelazando los suyos.
Merry, a su lado, lo tomaba de la mano. Le acariciaba los dedos. Pippin le correspondió y apretó fuertemente esa mano.
No se miraron. No hacía falta.
Sus manos ya decían todo.