--“No es bueno a veces juzgar a las personas”-- Furihata veía al contrario como comía su hamburguesa. La atmosfera que les rodeaba, en caso de él, era bastante incomoda; se dio cuenta la gran presencia que traía. Era casi lo opuesto (a quien engaña, demasiado diría) a su amigo. Por parte de las chicas, del instituto, es que es millonaria, no como el acompañante del contrario, era más de dinero que Akashi—“Si viene de América no lo dudo”—.
Ahora mismo estuviera recibiendo llamadas por parte de su madre, el saber: “¿Dónde estás?”, “Si llegaras tarde, ¿me harías un favor?”, “Estaré fuera de casa, tu padre llegara tarde del trabajo. Hay comida en la nevera si tienes hambre”, etc.
La hamburguesa que sostenía en manos aun no llevaba menos de la mitad.
-¿Por qué?-se dignó a decir. Dio fuerza al agarre de la hamburguesa con frustración. En verdad no hubiera aceptado la salida con Akashi, fue mala idea llegar hasta aquí. Cierto, aun le debía ciertas cosas a él, pero…
Akashi le vio dejando su hamburguesa a casi terminar en la bandeja. Tanto él como Ore le querían ayudar. Si él pudo salir de aquel agujero que cada vez le consumía, ¿Por qué Furihata no podía hacer lo mismo? No sabe el ¿Cómo? O el ¿Por qué? Le querían ayudar. Sí, cometió errores en el pasado, pero el futuro se digna a hacer si seguirás esos errores o no. Perder a un ser querido es lo más doloroso que puedas tener. Perdió a su madre, pero no puede sentir lo mismo que pasa con el más bajo que perdió a dos personas que le dieron la vida.
-Eres un buen chico- contesto después de un largo silencio.
-Entonces… como mascota-
-Nunca dije que fueras una mascota, Kouki-interrumpió-. No tomes las cosas en doble sentido.
-Entonces, ¿Por qué las personas me tratan como un animal?- sus ojos fijos en la hamburguesa vegetariana que traía en manos, su respiración tranquila, pero a la vez veloz de enojo.
-Ellos no-
-Ellos sí, Akashi-kun- susurro, interrumpiendo. Puede que su voz cambio drásticamente por los comentarios del mayor estatura, pero aún seguía temblando por dentro.
Seijuurou no tenía nada que comentar—“Necesito ayudarlo, Boku”—No, aun no le dejaría su puesto, él lo vio primero. No dejaría que Ore se saliera con las suyas—“Sabes que todos te odia por arrogante, Boku”—.Se levantó dando un golpe sobre la mesa con sus palmas de sus manos asustando a su acompañante y los más cercanos de la mesa, los clientes, que le miraban.
-Cállate.
-Akashi-kun…-fue agarrado de la muñeca sacándolo del local. Antes de ser sacado alcanzo su bolso escolar. La gente les miraba extraño.
Su paso apresurado hacia que Kouki medio tropezara, las personas se hacían a un lado, uno que otro se quejaba por los empujones que hacia el contrario para dejarles pasar. Su mente estaba de muchas dudas. El calor de aquella mano pálida era fría, como si el clima fue frío—“Su mano…”--Aunque la mano le sostenía su muñeca, podía sentir lo fría que estaba la mano de Akashi. Sus temperaturas eran muy diferentes.
Agua y Fuego.
Cálido y Frio.
Ying y Yang.
No sabe en qué momento o como, pero… fue abrazado por Akashi. Podía sentir su cabeza se pegaba a su cuello, el cabello haciéndole cosquillas en su rostro, lo frío que era… La poca gente que pasaba le miraba extraño, uno lo vería un abrazo de amigos que le consuela, o una despedida. Pero Furihata le vio otro sentido—“Trata de no encariñarte”—Se auto convencía.
-Suéltame- su voz entrecortada no ayudaba. Trataba de empujarlo, no quería el cariño de nadie ahora-. Por favor, suéltame.
-No…, yo te protegeré- es raro, totalmente raro que lo diga él. Akashi era muy dudoso con el amor, las parejas que tuvo fueron un desastre…
-Suéltame- repitió asustado. Sin más, lo empujo con más fuera alejándose de él-. Ya deja de jugar al niño bueno…
-Yo no…
-No quiero a alguien que le divierte ilusionar a las personas…
-Yo…
-Mi mejor amigo…- omitió el nombre… ya no le podía llamar “amigo” a esa persona. No le ha comunicado nada…- me conto de una historia…- fue interrumpido por los gritos de la gente de su alrededor.
Ambos voltearon por el escándalo que hacia la gente. Escuchar el grito de ayuda era aterrador, y más si se oía rasposa. Akashi no lo pensó dos veces y corrió hacia el chico semi desnudo en la calle corriendo. Juraría que su corazón iba a estallar, su ojo volvió a rojo, Ore tomo lugar. Después de tantos años guardarse todo dentro de él, lloro. El chico estaba en pánico, como un animal acorralado a punto de ser capturado. Seijuurou aprovecho la distracción y o abrazo. El menor de estatura lo empujaba con suficiente pidiendo ayuda.
-Shh… Soy yo…- Akashi lo abrazo con más fuerza… Verlo así le frustraba. Puede que no se hablen, se miren o se apoyen entre sí, pero hay algo que a ambos les une…
Furihata estaba asustado, nunca se imaginó también verlo así. Su cuerpo seguía intacto, su vista sin apartarse de la escena.
-¿Kuroko…?- susurro—“¿Que le sucede? ¿Qué pasa?”—se acercó a ambos.
-Akashi-kun…- susurro aun abrazando al mencionado.
-Te llevaremos a casa…
-Ayúdame…- rompió en llanto la última palabra mencionada en su conversación.
-Furihata…, llama a una ambulancia.