Esa noche era especial, había llevado a sus tres joyitas al Gran Salón, estaban listos para tener una velada donde ninguno descansaría…
Esa noche Su Majestad estaba especialmente estresado, habían tenido un problema con la invasión de la propiedad donde se encontraban uno de los pozos de petróleo, se había llevado todas la mañana confirmando hechos, buscando culpables, calculando pérdidas, etc.
Ahora, pasada la media noche, solo quería quitarse todo ese mal humor contenido durante el trabajo; Makoto no era de desfogarse con las personas a su cargo o muchas veces eso intentaba, y ahora solo le apetecía relajarse con sus brillantes joyas, antes de eso, deambulaba por los pasadizos del Palacio, era muy silencioso, la servidumbre, a excepción de los guardias, dormitaban al igual que sus súbditos en sus casas, la noche era tranquila y la arena llevada por la brisa nocturna no hacía sino embellecer aquella madrugada en el desierto. De repente sintió un olor a jazmines….Violeta.
-¿Rei, estuviste hoy por los jardines de Palacio verdad?
El aludido se sorprendió al oír su nombre, Rei aparte de ser secretamente una amada posesión de su Majestad; era un guardia en entrenamiento, los jardines eran uno de sus sitios predilectos cuando tenía unos minutos de descanso, y esta vez había cometido la imprudencia de sentarse en una de las pequeñas sillas y quedarse dormido unos minutos: el pobre Rei estaba avergonzado. Supuso que se lo habrían comunicado a su Majestad y ahora recibiría una reprimenda de su parte.
-Yo, lo siento…¡Su Majestad!- literalmente se dejó caer al piso, pronunciando estas palabras.
-Una suave risa cortó el silencio- Esta bien Rei, ¿aún estas en entrenamiento verdad?...ven aquí-extendió su mano para acariciar los cabellos contrarios-…Sabes, en realidad supe que eras tú por el olor a jazmines que despides, hueles muy bien-la mano que acariciaba los cabellos se deslizo hacia la mejilla de Rei que ahora estaba arrodillado-He estado un poco ocupado hoy…
Atrajo el cuerpo del peliazul hacia el suyo, fundiéndose en un fuerte abrazo, inhalando un poco más su aroma, mientras sentía como el tenso cuerpo de su guardaespaldas poco a poco comenzaba a relajarse también.
-Rei, podría que tenerte todo el día entre mis brazos y aun así no me hartaría, para nada, ni de tu aroma ni de tu compañía…-
-Su Majestad…-pasó ambos brazos por la fuerte espalda del contrario, amaba esos momentos en los que solo eran ellos dos, egoístamente quería tenerlo solo para él-
¿Me acompañarás? , haremos lo…-una mano se posó sobre sus labios en un tímido gesto
-Su Majestad, n-no lo diga, me avergüenzo mucho…de escucharlo….no crea que me avergüenzo de hacerlo con usted,¡¡ es un honor!!- un tímido Rei trataba de excusarse
-Tomó la mano entre las suya alejándola de su boca suavemente- No hay razón para avergonzarse por decir que te quiero hacer el amor-otra suave risa- espérame en el Salón, mi Violeta.
-Sí su Majestad-cuando lo llamaba así su cuerpo se encendía, en muchos sentidos….
El de ojos verdes siguió deambulando por los pasillos de grandes ventanales, cuando sintió unos pequeños ruidos detrás de una de las puertas opuestas a las ventanas, el ruido provenía de la segunda habitación, Makoto sabía quién era el que dormía allí, así que entró cerrando la puerta tras de sí
-¡ESTA ES MI MALDITA HABITACIÓN, SAL DE AQUÍ!- Un soporte de vela voló por los aires directo al intruso
-¿Sabes que si no hubiera sido yo, hubieran creído que te volviste loco?-el mismo soporte de vela fue desviado por un puño hacia la pared
-Makoto… ¿No se supone que la realeza debe dormir adecuadamente? te saldrán arrugas y perderás admiradoras
-Con que mis súbditos en general estén contentos estaré feliz-leve risa-…Rin, que te pasa dímelo.
-Tengo sueño eso es todo, interrumpiste mi sueño….-se volteó de costado ocultando el rostro entre las sábanas y los mullidos almohadones de su cama.
-Estabas llorando, escuché tus sollozos-posó una mano en la suave espalda expuesta de Rin, no le molestaba en absoluto que tuviera la costumbre de dormir casi desnudo- y también sé que aunque insista no me dirás la razón….solo deberías ya saber que no estás solo, no importa si no hablas, solo deja caer tus lágrimas sobre mí, una almohada no es muy cálida que digamos…-su mano se paseaba por su hombro y bajaba hasta la espalda baja, de pronto sintió un temblor por todo el esbelto cuerpo- solo quiero que sepas que siempre te despertaré en medio de tus pesadillas, tus sollozos, te arrancaré de las garras de tu pasado, ahora tu único presente está aquí….
-¡ERES UN MALDITO CURSI, CONMIGO, CON LOS OTROS DOS, CON TODOS! Uno solo quiere dejarse caer en su dolor del pasado y no puedo….¡¿si siempre me descubres cuando quiero desfogarme no puedo llorar toda la noche sabes?! VE A LANZARLES TUS MIERDAS CURSIS AL HIDROSEXUAL Y AL GUARDIA-botó las sábanas a un costado y se levantó para recostarse nuevamente sobre el cuerpo del castaño que se encontraba sentado en la cama.
-Tus ojos con lágrimas se ven hermosos, pero yo prefiero que estén así por otra cosa-pasó el dedo índice debajo de los rojizos ojos de Rin para evitar otra lágrima, luego dejo que apoyara su cabeza en su pecho
-Es admirable como puedes pasar de ser cursi a esto aun así Rin no se deshizo del abrazo, se sentía cómodo escuchando los latidos del corazón del contrario: sincronizados y tranquilos.
-Quiero estas lindas piernas rumbo al Salón, yo también tuve un día muy pesado hoy
-No demores, es un poco incómodo ver a ese guardia rojo como un tomate sin poder hablar y Haru solo me habla de comida….- Rin se acercó a los labios de Makoto besándolos suave, antes de bajarse de su regazo, agarró una suave cobija de la cama y se la amarró en la cintura, aunque parte de sus muslos y todo el pecho quedaban expuestos, Rin se dirigió al Gran Salón.
El Jeque solo sonrió, su desinhibido Rubi era encantador.
Caminó un poco más, a una de las habitaciones cerca de la cocina, alguien ya había entrado en acción allí adentro.
De su pequeña boca salían unos suaves gemidos, ahogados por la almohada y los dedos de un pelinegro.
-Su Majes…ngh así…
Era una vista realmente hermosa, la entrepierna ya húmeda, las piernas y pies rígidos enredados en las sábanas, los brillantes ojos mirando hacia un punto en la habitación, su nombre dicho entre gemidos de placer, el cabello despeinado y brillante por la luz de la luna que se filtraba por la ventana, no solo su pelo, todo su cuerpo brillaba. Tenía un sexy Zafiro deseándolo….
-Haru…-nuevamente, cerró la puerta tras de sí al entrar
-Su Majestad….-sus ojos no reflejaron mucho asombro cuando notó al castaño en la habitación.
-Siguió con lo que estaba haciendo, su rostro tenía un leve rubor por lo que estaba agitado y jadeante, abrió las piernas dejando ver su miembro, una temblorosa mano empieza a recorrer su falo, Makoto se mantenía sentado a unos pocos centímetros del Zafiro, ambos ojos se encontraron y no dejaron de mirarse fijamente, era como si estuvieran probando quien resistía más.
-¿Haces esto para llamar mi atención, verdad Haru? Sabías que no me resistiría a esto, deseabas que viniera por ti, hasta aquí, tu habitación…eres injusto Haru…-los ojos verdes habían perdido su brillo, sin decir más lo tomó entre sus brazos, cargándolo, con la parte baja expuesta.
-Solo me estaba satisfaciendo…es algo natural-con una expresión que no decía nada enredó ambos brazos en el cuello del Jeque, dejando que este lo lleve
-No pasaré por alto esto-fue lo único que susurró Makoto al oído de Haru antes de salir de la habitación con él aún aun en brazos.
Esta noche mis tres amados en el Gran Salón….