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[Zoro & Sanji] Cuando no hay nadie en el barco. por TenshiNoTsubasa

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Notas del capitulo:

¡Hola a todos! Este es la última parte del two shot. He intentado que sea excitante para todos y que se pueda disfrutar.

Aviso que este ya creo que sí es:

NR-18.

¡Espero que os guste!

Zoro había intentado relajarse. Después de haber liberado toda la tensión que llevaba guardando durante meses debería de estar de lujo, pero no era así. Sanji se había ido de forma muy precipitada y eso le preocupaba. ¿Estaría molesto? ¿No había disfrutado? La relación entre ellos dos siempre era un poco cortante pero al fin y al cabo se llevaban bien y eran camaradas. Además, después de lo que había hecho con su boca no se iba a poder quitar de la mente al rubio en mucho tiempo.

Al ver que su mente no dejaba de dar vueltas a todo, incluido el suceso, que le gustaba rememorar porque se volvía a excitar, decidió salir de la bañera y buscar al contrario. Cogió sólo su ropa interior, aprovechando que estaban ellos dos solos en el barco y que ya no había nada que ocultarse. Debido a que los calzones eran blancos y Zoro aún seguía mojado, estos se pegaron más trasparentando un poco su miembro ya descansado.

Salió de la habitación y buscó por todo el interior del barco pero no lo vio. Le quedaba la cocina y las habitaciones, pero supuso que estaría en la primera, ya que era su trabajo. Una vez llegó se extrañó, tampoco estaba ahí. ¿Dónde se habría metido? Suspiró y se marchó hacia su habitación, llamando a Sanji, pero nadie respondió. Llegó a la zona y antes de abrir la puerta escuchó un ruido que venía de dentro del cuarto. Al segundo escuchó otro, eran como... ¿Gemidos? Abrió la puerta y se quedó perplejo ante la escena que se encontró.

Sanji estaba en su cama, completamente desnudo y con una mano en su miembro. Se estaba masturbando y lo hacía mientras hundía la mitad de su rostro en la almohada. Zoro no supo qué decir, se quedó sin palabras, atónito. Cuando el rubio se dio cuenta de que estaba siendo observado se detuvo y soltó su parte intima, mirándole un poco sonrojado a la par que asustado.

—Puedo... Puedo explicártelo —le dijo con una voz débil.

—¿Por qué estas en mi cama tocándote?  —Preguntó él, sin apartar su mirada del hermoso cuerpo desnudo de Sanji.

—Terminaste allí y yo aún seguía muy caliente. Supuse que te quedarías y tu cama huele a ti... Necesitaba... —No pudo decir lo último. Se quedó callado y bajó la mirada.

Zoro reaccionó al fin y se acercó un poco. Al hacerlo, Sanji no pudo evitar mirarle el miembro que traslucía por la humedad en su ropa interior. Parecía que estaba creciendo poco a poco.

—¿Qué necesitabas? —De nuevo aquella sonrisa ladina apareció en su rostro. Enseñaba sus colmillos con bastante sensualidad, clavando su mirada en los ojos del mayor, enseñando así que a pesar de la diferencia de edad de unos meses él dominaba.

Sanji negó con la cabeza, tímido. Quiso apartar la mirada, pero no pudo. Sentía la necesidad de mirarle y ver lo guapo que era.

—Dímelo —imperó Zoro, acercándose más. Poco a poco su parte empezaba a crecer y la ropa interior a ceder. Ver a Sanji de esa forma le excitaba mucho, ahora sólo podía pensar en una cosa.

—Necesitaba correrme... —Respondió sumiso, un poco preocupado por la reacción que pudiera tener el contrario.

Zoro dejó escapar una carcajada llena de chulería y con su mano derecha se agarró la polla ya dura sobre la ropa. Se relamió los labios, humedeciéndolos y después con la mano libre señaló el miembro de Sanji.

—Te ayudaré con eso sí —hizo una breve pausa en la cual aprovechó para recorrer con su mirada todo el cuerpo de Sanji hasta terminar en sus ojos—. Si tú me vuelves a ayudar con esto —tiró de su pene hasta donde la ropa le permitió y después lo soltó, dejando que golpeara con su propia piel.

Sanji estaba anonadado, sin palabras. No sabía si sus sueños se estaban cumpliendo o que todo era una broma. Quería responder, quería decirle que sí, que deseaba volver a ayudarle, pero esta vez no con la boca, si no con su interior, quería sentirle y hacerle que se corriera todas las veces que quisiera.

El peliverde también necesitaba mil y una cosas del contrario. Entre ellas poseerle de una vez, hacerle alcanzar la gloria y darle duro como se merece. Como se ha merecido durante todos esos años. Le echó valor y no desaprovechó ni un minuto. Se abalanzó sobre el rubio y lo tumbó en la cama, quedando él encima. Su gran miembro rozaba a través de la ropa con el de Sanji que estaba descubierto. Zoro le cogió de las muñecas y extendió un poco sus brazos, de manera que lo mantenía preso contra la cama bajo su musculoso cuerpo.

Deslizó sus labios por el cuello del contrario y subió hasta la mejilla, pasando su lengua por ahí hasta la sien. Lo miró entonces a los ojos con mucho deseo.

—Ahora eres mío, Sanji. ¿Me vas a dejar hacerte lo que sea? Te gustará —Descendió con suavidad por su cuerpo con una sonrisa, besando el cuello y dejando algún que otro mordisco.

El rubio liberó un gemido y le respondió—. Todo lo que tú quieras, estoy a tu merced.

Zoro sonrió victorioso sobre el pezón y aprovechó ese momento para lamerlo con ímpetu. La punta de su lengua jugaba con la erizada piel y después mordía sin preocuparse del daño, sabía que aún así a Sanji le gustaría y no estaba equivocado por como suspiraba.

No quería dejar parte del cuerpo sin probar, por lo tanto, sin guardar su lengua, continuó bajando, lamiendo los abdominales del cocinero hasta llegar al pene. Allí se detuvo. Miró hacia arriba, donde Sanji estaba expectante. Zoro hizo como si se lo fuera a meter en la boca pero tan sólo fue un engaño. Lo repitió y Sanji exasperado echó la cabeza hacia atrás. Aprovechó entonces ese momento para introducir en glande en su boca. Presionó con los labios y la lengua atacó la uretra para después seguir por el resto, bajando hasta el tronco conforme el miembro entraba en su boca.

Era su primera vez haciendo una felación, pero no le disgustaba. Todo lo contrario, le encantaba sentir ese grosor en su paladar y con la lengua estimularlo hasta que soltara liquido que le sabía a gloria.

Sanji había perdido cualquier consciencia, se había dejado en la cama, agarrándose a las sabanas mientras que el peliverde seguía con aquel juego que tanto placer le estaba dando. Su miembro entraba y salía de la boca a una velocidad bastante alta mientras que Zoro hacía todo tipo de virguerías con ella. Si era tan bestia con una mamada, no sabía cómo iba a ser cuando lo tuviera dentro. Puso sus ojos en blanco tan sólo de pensarlo y el contrario no se detuvo en su trabajo que masturbaba a la vez que comía.

Los gemidos de Sanji se incrementaron y Zoro paró cuando creyó que ya era suficiente. Se la sacó de la boca y para rematar pasó su lengua desde los testículos hasta el glande. Subió hacia arriba de nuevo y le besó. Lo hizo con mucha pasión y fuerza, atrapando los labios de su camarada sin cuidado alguno e introduciendo su lengua. Sanji correspondió y comenzó un baile en el interior de su boca. El beso se tornó muy húmedo y excitante. El rubio probaba el sabor de su propio liquido preseminal con la saliva del menor.

Al separarse Zoro le miró a los ojos con una sonrisa. Después se separó para ponerse de rodillas en la cama, entre las piernas de Sanji que estaban abiertas. Con fuerza agarró su ropa interior y se la arrancó dejando a aquel gigante de nuevo al descubierto, listo para el ataque.

—No quería hacer que te corrieras con mi boca porque esa labor es sólo de él —dijo bastante excitado, viendo como su miembro palpitaba anhelante de un buen culo.

El cocinero se mordió el labio, deseoso y después se abrió más de piernas si era posible—. No hay nada que desee más —le dedicó una sonrisa picara a la vez que inocente.

Zoro orgulloso se introdujo un dedo en la boca, lamiéndolo hasta dejarlo muy húmedo y después lo llevó a la entrada del contrario. Acarició primero un poco e intentó meter la yema de los dedos. Sanji se contrajo y él se rió.

—Si esto te duele, no te va a entrar el grandullón —le decía con una risa sin apartar la mirada del rojizo agujero. Volvió a lamerse el dedo y a intentar meter un poco de nuevo.

Como Sanji estaba deseoso por tenerle dentro no se quejó esta vez por lo que el contrario pudo introducir la mitad. Lo sacó de nuevo y chupó ahora dos dedos. Metió primero la mitad de uno para después la mitad del otro. Dolorido, el rubio frunció el ceño y Zoro aprovechó para meter entero los dos dedos. Sanji gritó pero se calmó al sentir como se movían en su interior. El dolor se transformaba en placer y no podía dejar de imaginar lo que sería tener aquello dentro de una vez, así que se lo pidió.

—Por favor, házmelo ya —suplicó con un hilillo de voz.

Zoro le cogió de las caderas y le obligó a darse la vuelta. El mayor quedó boca abajo, apoyando su cabeza en la almohada. El menor puso su miembro recto aún de rodillas y buscó la entrada. Presionó con el glande, sintiendo como el agujero se abría y le daba paso. Poco a poco conforme entraba se iba echando un poco hacia delante para que pudiera ir yendo bien y a Sanji le doliera menos. Comprobó que era así por sus gemidos. Al final, Zoro terminó tumbado sobre la espalda del rubio con todo dentro. Se movió con cuidado, meneando su cadera en círculos para abrir todo el interior que le presionaba de forma muy placentera.

—En cuanto te acostumbres te pienso follar salvajemente —susurró sobre su oreja para después dejar escapar una risa.

Sanji se limitó a cerrar los ojos y aguantar el dolor posible.

Con suavidad el miembro iba saliendo hasta la mitad para después volverlo a meter de una. Así una y otra vez, una y otra vez. En cuanto su camarada comenzó a gemir supo que era el momento de empezar con la acción de verdad.

El vaivén de las caderas se puso más intenso. Toda la envergadura salía hasta el glande para entrar de nuevo de una. Sanji no podía evitar gritar cada vez que lo hacía. Aquello puso aún más cachondo a Zoro que aumentó la velocidad.

El culo de Sanji se cerraba, atrapándola toda en su interior, pero el peliverde se encargaba de liberarse con sus hábiles movimientos de cadera que le penetraban de una forma bastante dura y deliciosa.

Entre gemidos, el rubio buscó su voz para hablarle—. Joder, has tenido que follarte a muchas mujeres para moverte así.

—No lo sabes tú bien —respondió con una malvada sonrisa y aumentó el ritmo de las embestidas.

El cambio de velocidad fue bastante grande. Entraba entera y salía entera, así en un vaivén lleno de gozo. Empezó a hacerlo con más fuerza, de manera que su pelvis chocaba con las nalgas del rubio sonando así como una intrigante música para sus oídos. Empezó a besarle el cuello sin detener sus caderas, que frenéticas, le estaban follando de una manera muy excitante. Entre mordisco y mordisco en el cuello dejaba escapar gemidos ahogados en los cuales liberaba un poco de presemen en el interior.

Zoro se levantó para ponerse de rodillas sin sacarla. Agarró las nalgas de Sanji y volvió a las andadas pero esta vez ya furiosamente con un movimiento muy hábil que le estaba destrozando por dentro. Apretó con mucha fuerza las nalgas y las movía en círculos, cuando veía la ocasión aprovechaba para azotarle con fuerza. Sanji no cesaba sus gritos llenos de placer y Zoro no podía apartar la vista de cómo su gran polla entraba y salía, viendo como se abría la entrada de una forma descomunal. Al cabo de unos minutos, salió de dentro con un fuerte gemido. Las gotas de sudor caían por su pecho y Sanji estaba ahogado en la almohada.

El peliverde se tumbó a su lado y después con un brazo lo agarró por la cintura para atraerlo. Se sentó y con sus dos manos le ayudó a Sanji para que se pusiera a horcajadas sobre él. El rubio sujetó el miembro y se lo fue metiendo poco a poco. Una vez estuvo dentro, Zoro comenzó con el movimiento de caderas igual de fuerte mientras con sus musculosos brazos abrazaba el hermoso cuerpo de Sanji. Le estaba reventando el culo con su polla y de mientras los abdominales del peliverde friccionaban con el miembro del mayor haciendo así el papel una masturbación.

Sus labios se encontraron y se metieron la lengua a fondo, invadiéndose el uno al otro, de la misma manera que Zoro lo violentaba a él por dentro.

En cuanto se cansó, tras unos minutos de puro placer, tumbó a Sanji boca arriba. Tenía todo el pelo sudado al igual que el cuerpo, pero Zoro estaba peor, goteante y caliente. Se echó sobre él y agarrándole de los muslos para separarlos volvió a entrar de lleno, sintiendo como su glande irrumpía una y otra vez, abriendo aquel delicioso camino.

Se unieron en besos, mientras sus cuerpos húmedos rozaban, sus pezones friccionaban y la polla de Sanji se masturbaba con el contacto.

Entre tanto gemido al final acabó llegando el orgasmo y el mayor liberó todo lo que había guardado y deseaba sacar sobre su tripa y la de Zoro, que se mezclaba con sus sudores en el movimiento.

Todo era tan apasionante que el menor no podía contenerse más. Sus testículos no dejaban de chocar contra las nalgas, indicio de que entraba entera una y otra vez. Su deleite era el mayor que había tenido nunca así que decidió liberarlo. Un fuerte chorro de semen, menos intenso que el anterior, salió disparado en el interior de Sanji, cuya voz se fundía con la del espadachín en un unisonó orgasmo. Zoro se desplomó sobre él, agitado y jadeante, Sanji le abrazó la fornida espalda y los dos cerraron los ojos, mientras el miembro perdía su erección en el interior.

Después se echó a un lado, aún agotado y con un brazo atrajo a Sanji para que apoyara su cabeza en el hombro y así poder abrazarle. Intentó encontrar la respiración pero no podía. El mayor tampoco. Sólo unos segundos después el liquido blanco salió del interior ensuciando las sabanas.

Al recuperarse Zoro un poco, le besó y lo miró a los ojos.

—Dios, dime que lo repetiremos más veces. Ha sido alucinante... —Aún sonaba ahogado.

—Lo haremos, cada vez que todos se marchen del barco —sonrió agotado, lamiendo sus labios con una sonrisa.

Zoro rió de forma cansada y echó la cabeza hacia atrás, respirando hondo y complacido.

Quién le iba a decir que aquellos años de amistad y discusiones terminarían en una liberación de pasiones sexuales guardadas durante años. Ahora ya sabía que no necesitaba llegar a una isla para poder follar, si no que todas las noches tomaría a Sanji cuando pudiera y se lo haría de mil y una formas distintas. 

Notas finales:

Pues esta historia ya ha terminado, pero eso no significa que a lo mejor en un futuro no vaya a escribir más ^^

¡Si os ha gustado dejadme algún comentario para así orientarme! Todo tipo de opiniones son bienvenidas. Y como siempre...

¡Muchas gracias por leer!


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