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El viejo Egipto por Uyoko

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Notas del capitulo:

:D actualice Rapido xdD cinco minutos xDD

El sonido de un jarrón romperse a sus piel o saco de sus pensamiento, agacho la mirada y una mujer se encontraba levantando los pedazos.

-Yo lo siento- dijo la mujer.

En otro lado Eren su hubiera molestado pero estaba tan feliz que solo sonrió, además de que no le había causado alguna herida o algo parecido.

-No te preocupes- dijo y por primera vez miro a las dos personas.

La mujer era de su estatura, delgada, blanca y el cabello tan oscuro como la noche, las ropas que tenía eran simples harapos, una vestido sucio y acabado y en su cuello había un pedazo de tela largo y rojo que podría ser utilizado en el frío de la noche, una bufanda, su mirada era de temer, pero al mismo tiempo mostraba todo el sufrimiento que ha tenido que vivir. El hombre a lado de la mujer fue lo que más le sorprendió, era un poco más bajo, rubio y de ojos azules como el cielo, nunca lo había visto y menos creía que este era egipcio o Israelita, es probable que este chico lo hayan traído de aguas lejanas pero no podía negar que era bello, su hermano ya lo hubiera tomado como suyo, que bien que no se le ocurrió llevar a su hermano.

-Yo...- decía la mujer y sus ojos se llenaba de un gran brillo. -No...esperaba...verlo aquí- una sonrisa apareció en el rostro de la mujer y los ojos le brillaban. -¿No te lo dije Armin?

-Mikasa harás que se enoje- decía nervioso el rubio que tenía de nombre Armin.

Eren solo sonrió nervioso ¿qué sucedía?

-¿Volver?

-Si- decía Mikasa en eso se dio cuenta que el rostro de Eren estaba en confundido, comprendió. -¿No te lo dijeron?

-¿Decirme que?

Mikasa suspiro con decepción, no sería sencillo y con nerviosismo agacho la mirada.

-Pues tú no eres príncipe de Egipto, tú eres nuestro hermano.

Eren se sintió ofendido ¿que decía esta mujer? ¿Que no era un príncipe? Estaba loca

-Mentira- dijo molesto.

-Es la verdad, tu madre Karla nos salvó la vida a mí y a Armin, te tuvo a ti y nos volvimos hermano. Ella te metió en una canasta y te llevo por el rio para salvarte.

-¿Salvarme de que?- decía y molesto Eren.

-Pregúntale al hombre que hacer llamar padre- decía con enojo Mikasa al tener que pensar en ese hombre.

Eren se sintió explotar, esa mujer estaba loca? No tenía justificación por decir eso.

-Calla- dijo en grito. -Por tu ofensa serás castigada.

-No- dijo con preocupación Armin y se interpuso entre ambos. -Ella...ehh delira por el trabajo y no ¡Sabe lo que dice!- dijo Armin mientras sujetaba el brazo de Mikasa.

-Yo sé lo que digo- dijo enojada Mikasa, odiaba cuando Armin tenía que hacerla pasar por loca para protegerla. -Te equivocas Armin ya se lo que digo- mira a Eren. -Tu o eres el príncipe de Egipto- gota que derramo el vaso.

Eren no soporto más las palabras de Mikasa y con crueldad le dio una cacheta a Mikasa, esta resonó y Mikasa cayó al suelo, había recibido más de mil tratados, violaciones al momento de proteger a Armin o a un niño pero nunca espero ella que su más amado hermano, el hijo de la mujer que los salvo le diera una cachetada, sintió por primera vez en muchos año sus ojos llenarse de lágrimas.

-Esta noche la recordaras- dijo con palabras crueles a Mikasa y se dio la vuelta para irse al palacio.

Mikasa ya no sabía qué hacer, no había forma de hacer reaccionar a Eren....melodía...como una señal del cielo la vieja cancón de cuna que ella le cantaba a Eren de bebe cuando este estaba asustado, podría funcionar.

-Calla mi vida- el canto era lento, dulce y al mismo tiempo triste, -No hay que llorar- Eren siguió caminando pero la dulce cancón llegue a sus oídos dejándolo estático y con lentitud se volvió a ella, -duerme y sueña feliz, siempre  mi arrullo llevar- icono sus brazos de modo que loa arrullaba como si huevería un bebe en ello. -........

Eren quedo asustado ¿cómo esa mujer conocía el arrullo? Según el la única persona que podría saber el arrullo era su madre a menos que...a que esa mujer diga la verdad. Por un segundo el rostro de una mujer parecido a él se reflejó en Mikasa, Karla.

-Karla- susurro Eren y sus ojos se cristalizaron, su madre.

No podía quedarse ahí, tenía que huir. Con gran velocidad se fue corriendo chocando con más de una persona, tenía que salir de ahí volver a su hogar, su casa. Al momento de llegar  sus aposentos se tiro a su cama, cansado y exhausto y con las lagrimas a punto de caer por su rostro.

El sueño comenzó a invadirle y cayó en los brazos de Morfeo pero no durmió plácidamente. Las imágenes del pueblo Israelita siendo atacado, las madres alejadas de sus hijos, Karla huyendo para proteger a su hijo fue lo que estuvo en la mente de Eren toda la noche, en cuanto despertó tomo la decisión de ir con su padre para saber la verdad, solo el podría decirle todo.

-Padre- dijo Eren cuando vio a su padre sentado en su trono.

-¿Que sucede Eren?- dijo mientras se levantaba.

-Quiero saber la verdad ¿Qué fue lo pasó en el año en el que nací? ¿Y el por qué fui adoptad?

-En ese año los Israelitas empezaban a revelarse, nuestras fuerzas eran  pocas y no podíamos tenérmelos así que tome la decisión de enviar fuerzas y detener el crecimiento de la sobrepoblación Israelita- Eren sintió que podría caerse pero Girsha se acercó y lo estrecho en sus brazos. -No te preocupes hijo, solo eran esclavos.

Un escalofrío recorrió su cuerpo, sintió por primera vez miedo hacia su padre, se aleo de él y con una cara de miedo se alejó.

A la mañana siguiente estuvo en el pequeño rio fuera del palacio, en el mismo lugar donde lo encontraron.

-Todos lo que creí- susurro cuando sintió unos paso de tras suyo, sabía que era su madre. -Todo lo que viví era mentira.

-No digas eso- dijo la mujer mientras se situaba a su lado. -No lo digas cariño, la verdad ya sabes se feliz y olvida ya, te amamos, tu padre, Jean y yo.

Eren empezó a llorar y se aferró a los brazos de su madre ¿Cómo podría olvidar la verdad?

Le habían dicho que tenía que ir con Jean para reconstrucción de la presa de arena que él y Jean destruyeron.

Por primera vez Eren se sintió mal por tener que caminar entre los esclavos, los Israelitas. Saber que él tenía que ser uno entre ellos y por Karla había terminad en el palacio.

Sentía sus pierna temblar, sus ojos estaban cansados y exhausto.

-Eren- decía feliz Jean quien estaba bajo una lona con cientos de planos. -Los Dioses anoche se me revelaron y me han dado una visión, nuestro desastre se volverá algo grande

Eren no escuchaba a Jean, miraba como un guardia golpeaba y gritaba a un esclavo que ya estaba de mayor edad. Eren se sintió mal por eso y sin pensar corrió a detener al hombre, no quería ver más eso.

-Detente- grito Eren y sin pensar empujó a guardia y este perdió el equilibrio.

Estaban a una altura muy grande así que el hombre al caer murió independientemente. Eren quedo estático ¿Que había hecho? Alzo lentamente la mirada y se dio cuenta que a unos metros de ahí estaban Mikasa y Armin, lo miraban sorprendidos y con asombro.

Eren ya no sabía qué hacer, estaba asustado y con gran rapidez salió de aquel lugar. Quería alejarse de ahí y escapar, no podía permanecer ahí y más luego de haber matado a un hombre.

Con todo lo que dieron sus piernas salió corriendo del lugar, no podía esta un segundo más. Sin mirar atrás, a Mikasa, Armin o a su hermano Jean corrió con gran velocidad. Se sorprendió por haber corrido hasta las orillas del reino cuando escucho el cabalgue de unos caballos de tras suyo. No quería que nadie lo siguiera.

-Eren- podía escuchar como su hermano le gritaba a sus espaldas pero este no quería voltear, no quería volver a Egipto. –Detente Eren

Insista su hermano y este solo se frenó con el caballo obstruyendo el camino de Eren.

-Déjame- decía destrozado a su hermano, no quería verlo a la cara.

-No te vayas Eren- Jean pudo deducir que  Eren paneaba irse pero no entendía el por qué. –Te necesito.

Eren alzo la mirada y vio con gran sorpresa a su hermano, este no quería dejarlo, sabía que se necesitaban mutuamente eran el uno para el otro pero no podía permanecer a su lado.

-Jean- dijo en un lamentable susurro Eren, no quería lastimar a su hermano pero tampoco quería estar en Egipto. –No puedo- dijo y se acercó a su hermano sostuvo el rostro de Jean en sus manos, tocando la suave y tersa piel que siempre había tocado. –No puedo- decía y quería llorar pero sabía que si lo hacía Jean lo llevaría al palacio con él.

Eren ya no quería escuchar más la voz de Jean, no quería que lo convenciera de seguir permaneciendo en Egipto así que si dejar que Jean articulara alguna palabra acerco su rostro al suyo, los labios de Eren tocaron con gran fuerza los de Jean. No era la primera vez que lo besaba pero casi nunca lo hacía y esta vez Eren sabía que sería la última vez que podría saborear la dulce boca de su hermano, de Jean.  Con una gran lentitud se alejó de Jean pero sin soltar el rostro de Jean, los ojos de Jean empezaron a cristalizarse no quería que Eren se fueran.

-¿Por qué?-  Jean quería una explicación.

-Pregúntale al hombre que alguna vez llame padre- dijo Eren y con gran lentitud soltó el rostro de Jean y sin mirlo una vez mas o mirar  hacia atrás empezó a caminar adentrándose en el desierto.

Lo último que pudo escuchar fueron las suplicas de Jean, lamentaría el alejarse de él.

Eren no podría decir con gran exactitud cuanto tiempo estuvo fuera de Egipto, vagando por todo el desierto y muriéndose del calo. Las joyas que traía las había ido botando en el camino, se volvían pesadas y realmente molestas y lo único que permaneció en él era el anillo de Jean, no quería olvidar a su hermano después de todo. Se encontraba Eren acostado en la arena, en el sol ardiente cuando de repente escucho el sonido de unos pasos de tras suyo, alzo con gran lentitud su cabeza y lo que vio fue un gran milagro para él. Un camello. Ellos son expertos en buscar agua en lugares áridos, podría ser este su camino para buscar agua, con la poca fuerza que le quedaba agarro una soga que estaba colgando del camello y se aferró a ella, de esa manera se iba arrastrando pero al menos no hacía mucha fuerza.

Estuvo alrededor de casi medio día siendo arrastrado pero cuando sintió que el camello freno alzo la mirada y se sorprendió al ver un pequeño pueblo, pero solo alcanzaba a divisar un rebaño de ovejas y un bebedero para animales. Agua, había agua en los bebederos, sin importar que las ovejas y de más camellos estaban bebiendo de ese mismo lugar metió toda la cabeza y empezó a sentir el agua refrescante en su garganta. Cuando sintió que había tomado agua suficiente escucho un ligero alboroto a lo lejos, un grupo de tres hombres molestaban a tres personas, logro distinguir a dos castañas y una pelirroja, ambas castañas tenían el cabello en una coleta pero una tenía una mirada extraña y sin contar que tenía anteojos, la otra castaña tomaba con gran fuerza una canasta con unos panecillos que parecía proteger con su vida y la pelirroja tenía el cabello en dos coletas y los ojos de un verde intenso que podría reflejarse desde su punto.

Eren sentía que no podía hacer nada pero en eso vio tres camellos atados a una roca, era muy probable que le pertenecería a esos hombre con una sonrisa malévola se levantó y tomo a los camellos y se acercó a los hombre.

-Ustedes- grito y estos miraron a Eren. -¿Son de ustedes?

Los hombre sintieron su sangre helarse, no, no podían perder a sus camellos, Eren sonrió y golpeo a los camellos para que salieran corriendo los hombre con gran preocupación fueron tras ellos para alcanzar a los animales. Eren sentía que sus fuerzas desaparecían se recargo en el pozo pero este estaba un poco viejo y la fuerza de su peso gano y cayo dentro de este. Las tres mujeres solo se miraron entre ellas y se acercaron corriendo al pozo.

-Enseguida lo sacaremos- dijo la pelirroja.

Las tres tomaron una cuerda y la  aventaron al pozo para que Eren la tomara y de esa forma ayudarle a sacarlo de ahí. Lo que nunca vio Eren era que las tres mujeres no estaban solas, cerca de ahí estaba un pelinegro.

-¿Que hacen?- dijo fastidiado Levi.

-Solo sacamos al hombrecito del pozo- dijo la castaña que sostenía antes la canasta.

-Esas son historias de niños- dijo fastidiado Levi, no podía ni creer que ellas aun creían que historias absurdas.

Las tres mujeres miraron a Levi y bajaron la fuerza, Eren ya estaba a mitad del camino así que al momento en el que la fuerza bajo este sintió que podía caer y grito, hubiera vuelto a caer al agua de no ser las mujeres reaccionaron y tomaron antes la cuerda.

Levi se dio cuenta que lo que decían las mujeres era serio, dentro del pozo había caído un hombre ¿Cómo mierda alguien cae a un pozo? Solo un idiota.

-En un segundo lo sacamos- dijo Levi y tomo con gran fuerza la cuerda, entre los cuatro lograron sacar a Eren pero en cuanto Levi vio la cabeza de Eren lo reconoció al instante. –Tú-  dijo y en eso el momento en el que lo dejo caer al agua apareció en su mente, creo que esta sería su venganza.

Una sonrisa malévola apareció en su rostro y soltó la cuerda asiendo que todo el peso de Eren regresara al pozo. Levi se sintió satisfecho y sacudiendo sus ropas se alejó un poco. Las tres mujeres se quedaron sin habla.

-Por eso dice Erwin que nunca conseguirá marido- dijo riendo la pelirroja.

 

Se podía observar a un Eren siendo bañado por ter mujeres, mas bien ancianas.

-Yo puedo bañarme solo- decía nervioso pero las mujeres lo ignoraron por completo y siguieron bañándolo.

Se podía ver un grupo de cuatro personas viendo como bañaba a Eren y solo tres de esas personas reían, al parecer Levi no tenía sentido de la risa.

-Mocoso deja que te laven- dijo Levi, había sido la idea de él mandar a bañar a Eren.

Cuando las mujeres terminaron el baño de Eren le entregaron una bata pesada y larga pero que cubría todo el cuerpo de Eren. Con un suspiro Eren se sentó en un banquito y libere un pesado suspiro.

-Eren- dijo la voz de Levi y este alzo la mirada, topándose que las tres mujeres y Levi habían entrado por completo a la tienda y se había sentado en una banca larga que había en el lugar y junta él se sentaron las demás mujeres quedando la castaña de los anteojos.

-Te presentare ellas- dijo Levi mientras se acomodaba en su lugar, cruzando las piernas y la parte abierta de su falda larga se había  abierto, dejando ver el muslo blanco y suave a la vista. –La castaña de los lentes es Hanji, la doctora y partera del pueblo.

-Mucho gusto Eren- dijo la mujer feliz y alegre.

-La pelirroja es Isabela- prosiguió Levi.

-Mucho gusto- dijo la infantil mujer. –Deja te presento a mi bebe- dijo Isabel y se quitó la prenda larga y gruesa que utilizaba de reboso, dejando a la vista un abundante embarazo, parecía tener ya casi ocho meses.

-Está embarazada- dijo sorprendido Eren, él nunca tuvo el contacto con mujeres embarazadas.

-Ya tengo ocho meses- dijo orgullosa y feliz la mujer.

-¡Isabela!- se pudo escuchar el grito de un hombre y de la nada se abrió la puerta del campamento dejando ver a un hombre.

Era un joven de estatura media, con los ojos color avellana y el cabello castaño pálido, con un mechón que cruza su rostro.

-¡Farlan!- dijo con ternura la pelirroja.

Fácilmente Eren supo descifrar que él era la pareja de Isabela y por obvias razones el padre de la criatura. En cuanto ambos se vieron el que corriendo a su lado y la abrazo, teniendo cuidado de no aplastar al bebe. Eren sintió ternura al ver a ambos juntos peor cuando se volvió a Levi se percató que este se encontraba tenso, serio y con la mirada desviada y los puños cerrados ¿Le afectaba la escena de Isabel y Farlan?

-Como decía- dijo molesto Levi, interrumpiendo la escena acaramelada de Isabel y Farlan.

-Chicos ya saben que Rivaille se poner enojado cuando lo interrumpen- dijo riendo Hanji.

La pareja dejo de abrazarse pero mantenían las manos juntas, entrelazadas.

-Como decía, la castaña con comida en la boca es Sasha- dijo Levi y con molestia al ver que la castaña solo comía y no limpiaba su boca, repúgnate para él. .Tú las salvaste y lo más probable es que Erwin te lo agradezca así que ponte eso- dijo y le aventó un conjunto de ropa a Eren. –Te dejaremos para que te cambies.

Levi se levantó y agarrando a todos y lo saco del lugar, dejando a un Eren solo y algo confundido ¿Quién era Erwin?

Sin más decidió ponerse la ropa, era sencilla y a su parecer no era como las telas suaves y delicadas del palacio pero era mejor que nada, mejor que estar desnudo y estar a merced de esas mujeres que solo se limitaban a bañarte.

Se puso las ropas y salió de la tienda, la noche ya caía en todo el lugar, se poda ver una gran hoguera en el centro del lugar


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