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In the name of the Father... por Thelovearesick

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Notas del capitulo:

Y que mejor oportunidad que esta para poder interactuar ambos, ¿o no?

 

No me había dado cuenta que había tardado tanto tiempo en actualizar. ¡Mil disculpas! La universidad...la vida en resumen (?) me ha hecho bastante lenta en cuanto a mis fics, pero espero poder ser más constante, en especial en este.

Al menos mis otros trabajos han sido actualizados más recientemente xD.

Bueno, sin más, aquí el capítulo.

 

Siempre había pensado que era una aberración.


Durante toda su vida había tenido la firme idea de que sus preferencias eran un tema completamente desagradable, aberrante y negativo. Se había negado a escuchar consejo alguno al respecto. La homosexualidad era un tema que en definitiva no se debía discutir en voz alta. Su padre había sido sumamente estricto sobre se tema.


La homosexualidad era un rasgo completamente negativo en las personas. Para Eddie, la idea se había arraigado de tal manera que se había convertido de un prejuicio inmenso. Era un rechazo hacía este hecho, pese a que las pruebas y meditaciones indicaban exactamente lo mismo: siempre había sentido una atracción hacía personas de su mismo sexo.


Se había dado cuenta en su adolescencia, cuando había empezado a sentirse atraído por jóvenes de su edad. Eddie había quedado horrorizado ante aquel descubrimiento. Su carácter y manera de ver las cosas habían provocado que su personalidad fuera casi hermética, manteniéndose al margen de muchas cosas, prefiriendo hacer todo por su cuenta, sin ayuda de nadie y siempre por sus propios medios. Se había acostumbrado a estar solo.


No era de extrañarse que muchas personas lo consideraran una persona problemática en muchos casos, aunque en realidad nunca había presentado ningún problema en su entorno. No era social y eso quedaba muy claro, pero tampoco había presentado actitudes agresivas en el pasado. Era muy extraño, en palabras de una terapeuta a la que había ido por curiosidad, que no mostrara ese tipo de comportamientos, dado su historia familiar y sus diversas problemáticas y conflictos. Eddie nunca regresó a verla, optando con el camino más inusual posible: la vocación sacerdotal.


La familia de Eddie no era religiosa en realidad. Si iban a la iglesia durante los domingos era únicamente por obligación, no teniendo un lado espiritual realmente desarrollado. Eddie no tenía necesidad tampoco, creyendo en algún momento que si había un Dios, quizás era un ente que en realidad se burlaba de él a la distancia, estando más dispuesto a ponerle obstáculos en el camino que ha ayudarlo. Había sido un camino sumamente difícil el reconciliarse con aquella idea, volviendo al “camino” como lo habría dicho en alguna de las múltiples pláticas con el resto de sus compañeros en el seminario.


Todas las acciones de Eddie habían desembocado en ese extraño desenlace, que en un principio habría considerado como una salvación y un alivio a todo el dolor del pasado, pero que en este momento de incertidumbre empezaba a volverse en una verdadera maldición, al no poder evadir por más tiempo todos aquellos sentimientos que alguna vez reprimió.


Eddie no podía quitarse de la mente el recuerdo constante de Waylon Park. Había intentado por días el reprimir la idea de su mente, el deshacerse de la imagen mental del joven parado frente a él, el olvidar su voz, su aroma, la manera tan particular en la cual realizaba sus actos con ese nerviosismo propio de su juventud, pero no podía.


Así fuera su último recuerdo antes de dormir o su primer pensamiento al despertar, el pensamiento era persistente, como una especie de aguja que se enterraba cada vez más profundo en su piel, sin poder evitar que la sensación se volviera cada vez más adictiva, siendo comparada con la sensación que sienten los drogadictos ante una nueva sustancia narcótica en su sistema. Las visitas de Waylon eran constantes, pero necesitaba cada vez más.


No podía concebir la idea de ver a Waylon Park como una aberración. Era algo que ni siquiera podía entender en una misma oración. No embonaba en definitiva ese concepto en los atributos del joven, quien hasta el momento se había mostrado bastante receptivo en cuanto al dialogo, además de mostrar en cada interacción nuevos matices de su personalidad, sus gustos, sus ideas y demás comportamientos, intentando superar esa timidez que parecía seguirle como una sombra día con día. Había sido difícil, realmente difícil el poder establecer conversación en un principio, pero había logrado romper esa barrera poco a poco, faltando aún bastantes cosas por lograr.


El problema era que no sabía con certeza que es lo que quería lograr de aquellas interacciones.  ¿Amistad? ¿Compañerismo?


Esos conceptos parecían realmente patéticos cuando los miraba con objetividad. Era bastante extraño de por si considerar el tener una cercanía con un joven de la edad de Waylon, volviéndolo más extraño el intentar volverlo un amistad. Waylon esperaba un consejero, una persona que le escuchara y pudiera decirle palabras de aliento en momentos difíciles como estos, no necesitando esta especie de drama de secundaria que Eddie cargaba consigo día a día ante sus sentimientos.


El mayor siempre habría pensado que la persona que lo haría tener dudas sería alguien agresivo, seductor, alguien sin escrúpulos que en definitiva no se detendría ante su vocación, quien le haría ceder pese a su voluntad de mantener sus votos y, sobre todo, de mantener reprimido aquel lado de sus preferencias que siempre había negado su existencia.


Ahora que las cosas se pintaban de una manera más compleja, no sabía que creer en realidad. Había más dudas y más temores que antes, preguntándose si aquel ente en el que pensó de joven alguna vez empezaba a ponerle más obstáculos en el camino, pese a ver hecho el solemne juramento de no tener deseos o interacciones con nadie, sea del sexo contrario o de su mismo sexo. ¿Qué estaba pasando entonces? Y la otra gran pregunta que en su mente retumbaba era: ¿Acaso la homosexualidad no era el error tan aberrante que alguna vez se había imaginado?



Los días siempre pasaban de forma más lenta cuando sabía que no contaría con la presencia de Waylon. Habían empezado sus interacciones hacía casi dos semanas apenas, y podría decir con certeza que nunca se sintió mejor hasta entonces. Waylon en definitiva tenía una de esas personalidades que parecían sencillas y adorables. Había algo en su manera de ser que no podría ocultarse por mucho tiempo, siendo completamente transparente en sus emociones. Había reído con mucha facilidad, marcando una pauta en su línea de pensamientos al apenas notar aquella emoción tan imprégnate.


Eddie siempre se repetía que debía calmarse.


La ausencia de Waylon siempre se debía a algún pendiente escolar o a alguna tarea a realizar en casa con su madre, entendiendo el mayor en poco tiempo que Waylon no era precisamente la definición de alguien social, prefiriendo pasar sus tardes de manera tranquila, apartada de todo escandalo posible.


Era extraño, aunque Eddie entendía muy bien el sentimiento, ya que buena parte de su adolescencia la pasó alejado de igual manera de ese tipo de entornos, más por una necesidad de mantenerse al margen que por considerarse completamente antisocial. Después de todo, le era demasiado fácil ganarse la confianza de las personas.


Durante los días sin Waylon, Eddie volvía a sus meditaciones casi obsesivas, prefiriendo pasar el resto de la tarde en su habitación, leyendo la biblia, rezando o haciendo alguna actividad que le permitiera mantenerse apartado de la atenta mirada del Padre Martin, quien siempre le hacía comentarios en donde intentaba “persuadirlo” de involucrar a Waylon en muchas más actividades dentro de la parroquia.


Eddie siempre se había considerado una persona sumamente egoísta, y este momento de su vida no era la excepción. Al apenas tener la más ligera de las interacciones con otro sacerdote estando cerca de Waylon, Eddie no dudaba en mostrar su completo desagrado en sus expresiones y miradas, intentando mantener la actitud lo más serena y cordial posible para no incomodar a Waylon, pero manteniendo siempre la guardia en alto con la persona que interrumpiera una de sus conversaciones con el joven.


El resto de los demás sacerdotes se alejaban al apenas notar la aura que irradiaba Eddie, ante la sorpresa de Waylon, quien siempre se giraba con una mirada cargada de confusión mientras Eddie volvía a su estado natural de confort, mostrando una sonrisa animada mientras invitaba al joven a tomar asiento en algún lugar apartado. A veces se preguntaba si Waylon podría detectar el tipo de matices que traían sus interacciones para sí mismo, ya que en sus pensamientos estaba siendo demasiado obvio, sin poder evitar tener toda esa serie de comportamientos y reacciones. ¿Acaso realmente no se daba cuenta?


Debía ser un verdadero pecado ser así de ingenuo, pero Waylon parecía en realidad no prestar mucha atención a su entorno. A veces parecía algo ausente ahora que lo meditaba. A veces guardaba silencio por un prolongado lapso de tiempo, mirando al suelo, intentando evadir el contacto visual. Eddie había entendido a interpretar ese gesto, ya que siempre iba ligado de alguna especie de comentario o mención a su madre y su constante preocupación por involucrar a Waylon en más actividades.


Eddie sentía impotencia en estos momentos, entendiendo de primera mano lo que era tener una relación tormentosa con una, o mejor dicho, ambas figuras paternas. No sabía muy bien que decirle en estos casos, prefiriendo que fuera el mismo Waylon quien rompiera aquel silencio en esos lapsos. Todos estos momentos eran repetidos en la mente de Eddie durante esos días en particular. Esa mañana había decidido levantarse temprano para ir al templo a acomodar las velas para las oraciones en el Santísimo, siendo una de sus tareas más solitarias y tranquilas para realizar.


Estaba tan absorto en su tarea y en sus pensamientos que hasta incluso él, que siempre estaba atento a casi todo lo que le rodeaba, se sobresaltó al sentir una mano helada sobre su hombro, provocando que su vista se girara en dirección a la senil expresión de alegría del padre Martín. Parecía que el día había empezado para mal.


— ¡Muy buenos días, padre Eddie! Veo que ha empezado más temprano con sus tareas el día de hoy —comentó el anciano mientras alejaba la mano del hombro contrario, pasando a recorrer el línea recta por los diferentes asientos vacíos. Eddie no pudo contener su desagrado al disipar su sorpresa, más la expresión cambio drásticamente al ver a Martin girar en su dirección.


— ¿A qué debo el motivo de tu entusiasmo esta mañana, Gluskin?


—A nada en particular, padre Martin. Únicamente quería empezar con las tareas temprano. —Eddie continuó prendiendo una a una las velas, que estaban acomodadas a manera de semicírculo, estando un poco alejada de los arreglos florales y de los Santos de madera para evitar accidentes. Martin colocó sus manos atrás de su espalda, mientras a pasos cortos volvía a acercarse al joven sacerdote, quien parecía cada vez más incómodo de aquellas extrañas interacciones.


—Quería informarle en persona que dentro de poco tendremos una venta en la parroquia para recaudar fondos para pintar la fachada del templo. La comunidad en general se va a mostrar muy  participativa, habrá venta de comida, de artículos de segunda mano, hasta incluso se rentaran unos cuantos juegos mecánicos para poder tenerlos de atracción para las familias. Quería contar con la ayuda de todos los sacerdotes para que las actividades fueran coordinadas. ¿Le parece bien si le asignamos alguna área, padre? —


Siempre había una especie de condescendencia en las palabras del padre Martin. Había algo que siempre decía entre líneas, como si estuviera diciendo “sé que detestas a todos, pero de todas maneras te obligaré a participar.” Eddie soltó un suspiro elevado, haciéndolo parecer un gesto de lo más melodramático ante los ojos de Martin, quien en ningún momento perdió la sonrisa al mirarlo.


—Está bien. Supongo que podría ayudar a coordinar algo. Quizás alguna venta de algo. —


—Todas son ventas de algo, Eddie. —El tono de Martin siempre era tranquilo y amable. Este rasgo en su persona era algo que en definitiva Eddie detestaba más sobre otras cosas.


No podía evitarlo. Era como si tuviera que tener un trato amable con todos, aunque a veces pareciera más un rasgo hecho de manera forzada que uno genuino. El tono en el que le dijo aquella ocasión fue tomado con cierta molestia por el joven sacerdote, que nunca tenía filtro alguno en mostrar sus emociones negativas.


— No te molestes, Eddie. Fue solo una observación. Tu tarea será el contabilizar parte de la venta del puesto de pasteles y darte una vuelta cada que puedas para vigilar que todo esté en orden, en caso de que llegue a faltar gente que cubra el puesto que surja alguna problemática. Por cierto, puedes decirle al joven Park que venga a darse una vuelta, quizás sea buena idea que venga en compañía de su madre para que ambos puedan tener alguna distracción al menos. Habrá bastantes cosas. —


Eddie había tenido un discurso listo de falsa cortesía que decir al momento, pero al escuchar el nombre de Park, su mente se quedó en blanco en ese mismo lapso. Martin aprovechó la oportunidad para escabullirse de la posible respuesta del padre Gluskin con una sonrisa en el rostro, sabiendo de antemano que quizás le tomaría más de unos momentos en comprender lo mencionado, tratándose de Waylon en todo caso. Todos empezaban a entender que Eddie era bastante cuidadoso en la manera en la cual trataba a Waylon, más aun al presentarse oportunidades en donde el joven pudiera convivir con más personas. Eddie seguía meditando.


¿Era una buena idea el invitar a Waylon a un evento así? No había nada en su mente que le indicara que fuera algo negativo. El padre Martin tenía razón en una cosa: el joven y su madre necesitaban una distracción urgente. Quizás esta sería una buena oportunidad para poder ver la forma en la que interactuaban los dos juntos y poder determinar qué tan severo era el caso de apego de la señora Alma Park con su hijo. Quizás podría determinar la forma en la cual podría ayudarlo, pensó, además de que sería una buena oportunidad, si era sincero consigo mismo, de tener más interacciones con el joven.


A veces quería poder darse alguna especie de latigazo mental, pero nunca podía evitar que la línea de sus pensamientos se desviara de esa manera. La idea de poder interactuar en un entorno más “normal” con Waylon lo llenaba de una sensación vibrante en el pecho. Era algo que ni en sus más locas ideas imaginó que podría pasar. Era casi como si estuviera pensando en una cita.


Si le meditaba bien, solo en una ocasión había tenido una cita real. Todo lo que había acontecido en ese episodio de su vida había sido un error tras otros, entendiendo en ese momento, a primera instancia, que el error principal había sido el intentarlo con una chica de su edad, encontrando nada más que rechazo en ese encuentro que se obligó a tener, comprobando que sus preferencias estaban claramente ligadas a las personas de su propio sexo. Había intentado evadir ese recuerdo de su mente por muchos años, encontrando desagradable aquella imagen mental de Sara estando del otro lado de la mesa del restaurante, con su cara grasienta y su intento de escote pronunciado.


Eddie disipó esa idea de su mente en poco tiempo, encontrando más agradable la visión de Waylon caminando por los diferentes locales, con sus ojos curiosos y sus manos torpes intentando ganar algo en las diferentes atracciones mientras la música tenue rodeaba el ambiente. Si esto era lo más cercano que lo tendría a una cita normal con su persona ideal, entonces estaría dispuesto a tomarlo, por más enfermizo que pareciera aquel hecho en su mente, encontrando cierto confort en aquel pensamiento. Esta vez sería diferente, pensó por un momento, ya que del otro lado de la mesa encontraría a Waylon.



Eddie tenía suerte de tener cierto poder de persuasión. No había tardado nada en convencer al joven de que era una buena idea el asistir a la feria y, para sorpresa de ambos, su madre se había propuesto como voluntaria de estar en uno de los puestos de comida, estando más que dispuesta a colaborar con las actividades parroquiales lo más posible. Eddie no pudo evitar pensar que la suerte le sonreía brevemente. Hubiera sido mucho descaro atribuirle a Dios aquella casualidad.


Como lo había pedido Martin, se encontraba cerca del puesto de pasteles, mirando de reojo como las señoras cortaban rebanadas y la servían en platos de plástico mientras, mientras una de ellas empezaba a acomodar el letrero y el mantel, ya que la feria acababa de empezar hace apenas unos minutos. El mayor no podía evitar girar su vista de vez en cuando a los demás puestos, ya que no sabía con certeza en que puesto se encontraría Alma, o peor aún, si traería a su hijo consigo y si este hubiera optado por pasar la tarde en casa.


La paciencia no era uno de sus dones más desarrollados.


Escuchar la conversación de las señoras no era pada nada algo agradable tampoco. Algunas de ellas incluso habían querido conversar con él, ganando únicamente una risa nerviosa por parte del padre, quien parecía querer mantenerse al margen de toda aquella situación. El ruido de los niños corriendo a su alrededor tampoco ayudaba en nada. ¿Qué todo tenía que ponerse así de insoportable? Tenía que calmarse, ya que después de todo no estaba acostumbrado a convivir con muchas personas en un entorno como este, por ridículo que pareciera, pese a que no habían llegado muchas personas realmente.


Un par de pasos pausados captaron su atención al poco tiempo. Al levantar lentamente la mirada del suelo, encontrar la sonrisa de Waylon Park frente a si había sido como una especie de balsámico para un malestar que había estado llevando desde hace tiempo. Su ropa era bastante informal, como siempre, portando unos pantalones de mezclilla desgastados, un par de tenis negros y una camisa azul oscura con alguna especie de logotipo desgastado por las lavadas. Eddie siempre pensaría que Waylon era adorable, vistiera lo que vistiera, pese a su cabello desordenado y su falta de atención en sus prendas.


—Bueno…hemos llegado —comentó con una sonrisa nerviosa, ganando que la mirada de un par de madres se levantara de sus tareas.


Era común que las señoras reconocieran su voz, ya que Alma se había encargado de presentar a su hijo al asistir a las diversas actividades parroquiales, más por el hecho de llevar a Waylon en el auto que por mostrar un verdadero apoyo en las mismas. Era una sorpresa verlo en este entorno, pero suponían que en parte se debía a la persuasión de su madre y al completo apoyo del padre Eddie Gluskin en esto.


—Realmente me alegra verte aquí, Waylon. Creo que necesitabas alguna especie de distracción de la rutina. ¿En qué puesto se encuentra tu madre? —intentó mencionar en tono despreocupado, pese a ser un verdadero mar de nervios en ese momento. Waylon se limitó a desviar la mirada en dirección a un puesto lejano. La señora Park se encontraba acomodando algunas cosas en un puesto de hamburguesa, suponiendo que de eso se trataría su participación.


—Espero esto también sirva de distracción para ella. Siempre la ha animado el poder servir en las diferentes actividades de la iglesia. —


—Está muy contenta en realidad. Hace tiempo que no la veía así. Me alegra bastante verla así. —Y la alegría de ambos siempre parecía ser muy contagiosa. Eddie no pudo evitar sonreír ante aquel gesto tan enternecido del propio Waylon.


Mirar a su madre a la distancia realizando tareas tan cotidianas parecía darle cierto confort. Eddie debía admitir que había juzgado muy duramente a Alma Park, ya que en primera instancia había considerado que era una persona de lo más melodramática y exagerada. Ahora que conocía un poco más de su vida en palabras de su hijo, se había dado cuenta que la mujer había pasado por un gran número de crisis en su vida, sacando fuerza de quien sabe dónde para intentar darle una vida decente a Waylon, pese a las implicaciones y limitaciones emociones de su día a día.


—Siempre es bueno notar que las personas que amamos están intentando mejorar. El día de hoy, el semblante en el rostro de su madre es diferente. Hay determinación y alegría genuina, Waylon — no sabía con certeza en que momento habían empezado a caminar ambos, pero conversar con Waylon en momentos como estos eran sumamente relajantes y, porque no decirlo, placenteros.


—Ha estado hablando de esto desde hace días. La noto más calmada y centrada en sus actividades. Eso me relaja bastante. —


—Bueno, parece que no es la única persona que se encuentra en ese estado en este día. Hoy te noto mucho más contento y relajado —la mirada de Waylon se levantó y abrió con sorpresa y durante un breve lapso de segundo, Eddie juraría que noto cierto sonrojo en sus mejillas. Eddie tuvo que tragar pesado, intentando desviar su mirada y su atención de aquel detalle que no debería tomar tanto en consideración en un momento como este.


—Supongo que tienes razón…Eddie. Me siento diferente el día de hoy. Mucho más tranquilo que otros días. Incluso puedo disfrutar de un ambiente como este…quien sabe. Quizás es el aire fresco, el olor de la comida, el notar a mi madre mejor, quizás es tu compañía. —


El corazón de Eddie dio un ligero vuelvo ante tales palabras, intentando por todos los medios disipar la pena y el ardor en su rostro ante la forma en la que Waylon le miraba con una media sonrisa desde su posición. ¿Acaso las pruebas nunca terminarían? Aclaró ligeramente su garganta mientras ambos seguían su camino, intentando distraerse más con la música su alrededor y evitando pensar en lo cercano que era este nuevo tipo de encuentro, más por el hecho de no estar acostumbrado a aquellas palabras por parte del rubio.


La tarde paso tranquila y lenta, tal como Eddie quería que pasara.


Waylon se había animado a comer y probar algunas cuantas cosas en un par de puestos, estando sorpresivamente cerca de Eddie durante todo ese lapso. El mayor sabía que quizás en algún punto el joven se enfadaría y preferiría ir a correr la feria por su cuenta. Fue toda una sorpresa para Eddie darse cuenta que no le incomodaba estar cerca de un sacerdote.


El padre Martin y algunos otros padres saludaron al muchacho con alegría al verlo pasar por los puestos. Eddie no sentía la misma molestia que había experimentado anteriormente, ya que el día se había desarrollado de tal manera que se sentía realmente…feliz. Incluso sus compañeros se habían quedado asombrados ante este hecho, ya que no había sarcasmo ni dobles intenciones en la sonrisa de Eddie en esos momentos, encontrando un sentimiento genuino al regresarles el saludo, provocando que el desconcierto apareciera en sus semblantes.


Waylon estaba de lo más contento en poder probar un poco de todo lo vendido en los puestos. Eddie se preguntaba internamente como era que el muchacho podía comer tanto sin engordar, pero le parecía realmente adorable el notar aquella felicidad en su mirada, más aún al ser consentido por las diferentes señoras de los puestos. Waylon tenía un don casi natural de ganarse a las personas. La insistencia del joven había llevado a que ambos terminaran sentados en una mesa, con un par de hot dogs y jugos frente a ella. La mirada de Eddie se entorno en dirección a la de Waylon, quien parecía muy ajeno a todo, concentrándose únicamente en devorar sus alimentos.


— ¿Acaso no estás enfadado? —comentó Eddie de forma baja mientras baja su vista en dirección a la comida. No era especial partidario de la comida rápida, pero no estaba en condiciones de ponerse muy exigente al respecto.


— ¿A qué te refieres? —respondió el menor con confusión mientras limpiaba sus labios con una servilleta. Se había dado cuenta que el padre Eddie apenas y había tocado su comida. — ¿No te gustan los hot dogs? —


—No es eso, Waylon. ¿Acaso no estás enfadado de estar casi todo el día conmigo? Hay muchas cosas que ver y que hacer por aquí. Quizás lo encuentres más interesante de ver sin mi aburrida compañía.


—No creo que seas para nada aburrido —mencionó con una sonrisa, haciendo que las dudas de Eddie se dispararan en ese momento. ¿Realmente el menor disfrutaba tanto de su compañía?


En sus últimas interacciones, Waylon había demostrado abiertamente estar mucho más dispuesto a conversar con él, a tal grado de resultarle cada vez más fácil el hablar sin tanta formalidad. Había sido todo un logro haberlo escucharlo hablarle sin la palabra “padre” durante cada oración.


Incluso había sido halagador, sintiéndose bastante interesado en la forma en la cual Waylon se había empezado a sentir más en confianza, pero aquel día en particular encontraba comportamientos que en definitiva no había visto anteriormente. Su corazón no dejaba de acelerarse en cada instante, sin dejar de imaginar que se encontraba actuando más como un adolescente que como un adulto responsable, sin poder evitarlo siquiera.


Estar sentado frente a Waylon, pese al ambiente y el tipo de situaciones que los rodeaban, era una de las cosas que había imaginado conseguir durante aquella tarde. Era bastante agradable, considerando lo increíblemente fácil que se estaban volviendo sus interacciones. Waylon le había hablado a Eddie sobre sus diferentes aspiraciones, pasatiempos, hasta incluso le había hecho algunos comentarios sobre el mejor casi único amigo que tenía, resultando bastante interesante el matiz informal y amigable en el que le contaba las cosas, casi como si tuvieran una amistad de hace años.


Al terminar ambos de comer, decidieron dar una vuelta por los diferentes puestos que vendían cosas de segunda mano, además de encontrar otros en donde había diferentes concursos para ganar tanto osos de peluche, como diferentes recuerdos al derivar una pila de botellas o hacer alguna otra actividad de destreza física.


Era curioso, bastante curioso cómo se daban las cosas, pensó Eddie durante aquel momento, ya que de entre todos los puestos, de entre toda la gente, de entre el montón de atracciones que pudieron presentarse ante Waylon, la atenta mirada del joven terminó por centrarse en un puesto especial, uno que se encontraba un poco alejado de todos y que era atendido únicamente por una sola persona, teniendo  una mesa, un par de pales y algunas cosas que parecían ser una especie de indumentarias para los interesados. Al acercarse ambos, Eddie casi quería reír ante la ironía de lo que miraban sus ojos, al ver una pequeña mesa con un registro civil de parodia, completamente improvisada, frente a sus ojos.


La mirada del mayor se dirigió rápido en dirección a la mirada del joven, quien con una sonrisa le regresaba el gesto de una manera que realmente no podría descifrar el mayor. Todo se había vuelto tan confuso de un momento para otro.


—Creo que deberíamos casarnos —comentó con voz animada mientras tomaba entre sus manos el maltratado velo de plástico y tela transparente, provocando que la mirada de Eddie siguiera atentos cada uno de sus movimientos, mirando como el joven acomodaba entre sus cabellos rubios la diadema, ofreciendo en poco tiempo el sombrero de copa doblado en dirección al sacerdote. Eddie se quedó un momento paralizado.


Aquel acto, en apariencia inocente, había provocado una serie de reacciones que realmente no podía controlar. Había ansiedad, al igual que emoción, sobre todo porque en el pasado la idea de contraer matrimonio había sido una prioridad cada vez más arraigada. Eddie no aprobaba los matrimonios de personas del mismo sexo en este momento de su vida, pero la idea de tener una boda, con todo lo que implicaba la ceremonia, se había implantado en su mente al tener muy corta edad, deseando con el pasar de los años que pudiera haber alguna posibilidad futura.


De manera muy lenta, el mayor terminó por acomodar el sombrero sobre su cabeza, intentando acomodarlo de la mejor forma posible, pese a ser más una especie de tela uniforme para este momento. La mujer que atendía el puesto era joven, mirando aquella interacción con una sonrisa, suponiendo que era una broma entre ambos al notar el tipo de mirada y sonrisa que Waylon portaba en el rostro. El problema era lo persona que Eddie estaba haciendo este momento.


Waylon se sentó en la silla, acomodando su velo de tal manera que no terminara enredado en su asiento. Era muy difícil que se mantuviera en su lugar, considerando el peso del mismo y que la diadema se encontraba parcialmente rota de una de las esquinas, logrando sostenerlo al colocar uno de sus dedos sobre el mismo. Eddie se sentó de manera robotizada, mirando en todas direcciones para asegurarse que nadie fuera testigo de aquel trillado momento.


Las palabras de la mujer resonaban de manera chillante, repitiendo de manera memorizada el discurso a manera de burla de las tareas que implicaban el tener un buen matrimonio hoy en día, que eran cosas triviales como las tareas domésticas y las responsabilidades dentro de casa ridiculizadas. Eddie había dejado de escuchar al desviar su mirada y notar como la sonrisa de Waylon parecía intensificarse en cada cosa mencionada. ¿Qué acaso ninguno de los dos podía escucha el martilleo de su corazón?


 —Y entonces tú, Waylon Park, ¿aceptas estar al lado de Edward Gluskin en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte y las deudas lo separen? —


—Acepto —Eddie soltó un ligero suspiro. La mirada de Waylon se cruzó con su mirada por una fracción de segundo, preguntándose internamente, por un breve momento, si algún día podría escuchar eso de manera realista, en algún entorno diferente, siempre y cuando esta mirada le regresara el gesto.


—Y tú, Edward Gluskin, ¿aceptas a Waylon Park en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte y las deudas lo separen? —


—Acepto…—ambos colocaron un par de anillos de plástico bastante incómodos en sus dedos, antes de firmar la hoja en donde se estipulaban las reglas y en donde se “certificaba” que el matrimonio entre ambos era legal. Waylon le había dicho a la mujer que les tomara una foto con el celular, mientras reía al firmar el documento, dejando que su velo falso terminara por caer en el respaldo de la silla, siendo acomodado nuevamente para la fotografía.


El papel fue entregado en las manos de Eddie, quien lo presionó entre sus dedos por un momento antes de encaminarse con el joven hacía otros puestos. Por un momento, había perdido la noción del mundo en realidad, pese a ser un acto verdaderamente simple y sin importancia. Aquello había sido bastante significativo. Esperaba internamente que pudiera calmarse después de esto casi a la vez que esperaba que el sonido de las personas y la música fueran lo suficientemente fuertes para que nadie escuchara el martilleo en su pecho.  

Notas finales:

Entre más avanzo la historia, siendo que hago los capítulos más y más largos (?). Igual ya les debía un poco más por la tardanza.

Pensé que me extendería más de todas formas xD la resolución de la feria quedará dentro del siguiente capítulo.


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