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In the name of the Father... por Thelovearesick

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Notas del capitulo:

Y entonces, cedió.

Si pudiera definir el acto y los movimientos de ambos cuerpos con una sola palabra, Eddie podría definirlo usando la palabra desesperación.


Sus impulsos y acciones estaban a la par de sus jadeos, sintiendo como su cuerpo reaccionaba completamente fuera de su control habitual. Las manos de Waylon estaban sujetas a su sotana negra, intentando corresponder lo mejor posible a aquel descuidado y demandante beso.


Los labios y la lengua de Eddie no tardaron en abrirse paso a través de los labios del joven a su lado. Por su parte, Waylon parecía que apenas y podía reaccionar, sobre todo al sentir como las manos de Eddie se sujetaban con firmeza a su cuerpo, avanzando de forma dominante desde su espalda baja hasta sus hombros en un movimiento acelerado, logrando que ambos cuerpos estuvieran mucho más cerca y en contacto.


Waylon parecía tener un debate interno en ese momento. Sus manos estaban  cada vez más ajustadas en torno al pecho de Eddie, más sus labios se movían vacilantes y su cuerpo entero parecía querer apartarse en movimientos lentos y torpes.


El nerviosismo era mucho en ese momento, no sabiendo bien si debía corresponder o salir corriendo en ese mismo momento ante la cantidad de cosas experimentadas durante un corto lapso. Sabía bien que había sido por iniciativa propia el comenzar aquel beso, pero era su cuerpo y necesidad misma la que había empezado con aquello. No había una justificación lo suficientemente convincente, más que su total falta de control.


La conciencia de Eddie se había apagado momentáneamente por las diferentes acciones recibidas. Podía sentir al menor temblar bajo su roce, pero poco podía hacer para contenerse en un momento así. Los gemidos de Waylon morían sobre sus propios labios, siendo ahogados por los sonidos graves y profundos que salían desde su garganta. Jamás se había sentido así en el pasado, ni siquiera en sus más patéticos intentos por aparentar interés sexual en el sexo opuesto.


Jamás creyó que experimentar lo que sus instintos le dictaban podría sacar tales actitudes de su parte. Eddie quería parar, pero su cuerpo entero gritaba en ese momento ante la necesidad cada vez más creciente de satisfacer aquella necesidad. Las manos de Waylon parecían querer apartarlo en realidad, más la fuerza y la imponencia de Eddie eran demasiado fuertes para lograr su cometido.


Un sonido elevado, escapando de la garganta contraria, logro hacer reaccionar al mayor de un momento a otro. Sus ojos se abrieron y observaron el rostro contrario con detenimiento, intentando descifrar lo que su expresión quería dar a entender ante el contacto tan repentino de sus cuerpos. Como lo supuso, la duda y el temor se reflejaban en el brillo de sus ojos.


Su labio inferior temblaba de forma apenas perceptible, pese a notar lo afectado de su respiración y la manera en la cual apretaba cada vez más fuerte la oscura prenda de su cuerpo. Eddie sintió una repentina ola de pesar al darse cuenta de lo irresponsable que había sido con sus acciones. Waylon estaba sumamente vulnerable en ese momento. La culpa que se instaló en su pecho se acrecentaba cada vez más.


Ambos habían tardado poco tiempo en volver a sus posiciones originales después de ese momento. La ropa de Waylon había sido acomodada nuevamente en su lugar, ya que las manos de Eddie habían logrado levantar ligeramente la camisa al intentar mantener su cuerpo mucho más accesible a sus acciones.


La mirada de ambos no se había vuelto a cruzar después de ese momento. La respiración era calmada, más la tensión en el ambiente se sentía cada vez más creciente entre ambos. El silencio en la habitación era casi igual de desalentador en ese momento. El sentimiento de culpa de Eddie se acrecentaba cada vez más.   


—Tengo que irme ya — la voz de Waylon sonaba mucho más baja y temerosa de lo que alguna vez lo había escuchado.


Si bien, su voz siempre reflejaba cierta timidez, la incomodidad se reflejaba cada vez más en su expresión. La tensión en el ambiente era cada vez más densa, por lo que Eddie apenas y se atrevía a hacer algún movimiento, sin saber que agregar al comentario dado por parte del menor.


— Lo siento mucho, Waylon — comentó en tono preocupado mientras pasaba una de sus manos sobre su oscuro cabello.


Algunos mechones se habían desacomodado con los movimientos anteriores, sintiendo eso como si fuera una especie de evidencia de lo ocurrido en aquella pequeña habitación. La mirada de Waylon aún no se había atrevido a levantarse en su dirección. Eddie extendió la mano con lentitud al darse cuenta de la mirada sombría en sus ojos. El impulso de Waylon al levantarse fue la respuesta que necesitaba para entender lo mal que estaba la situación.


— Tengo que irme ya… —volvió a repetir Waylon al momento de alejarse rápidamente de roce, caminando apresurado a la salida, sin mirar atrás al cerrar la puerta detrás de Eddie. La mirada de Eddie siguió todos sus movimientos de cerca, suspirando al quedarse solo una vez más.


El mayor volvió a pasar su mano por sobre su oscuro cabello, esta vez de forma mucho más agresiva y frustrada. ¿Por qué había perdido el control de esa manera?


Sus acercamientos con Waylon iban por buen camino. Él realmente no pretendía nada en especial más que poder escuchar y aconsejar al menor, intentando por una vez en su vida hacer algo correcto por alguien de manera desinteresada.


Sabía que tenía intereses románticos por el joven, pero en realidad estaba intentando no dejarse llevar por aquellas emociones y confusiones. La mirada del joven al separarse había reflejado un temor que nunca antes había visto. Eddie no podía dejar de culparse por su falta de autocontrol, llevando sus manos sobre su rostro al sentir su ira y frustración acrecentarse.


En el pasado, solo un par de veces había tenido un par de acercamientos sexuales con mujeres. La sensación de tener el cuerpo de sus parejas cerca había sido de todo, menos agradable a su percepción. Eddie había sentido asco al momento de tener que devolver las caricias y los besos. Los jadeos y sonidos de las mujeres eran desagradables en más de un sentido, sumado al hecho de tener que soportar sus estúpidos comentarios respecto a lo atractivo que era y lo mucho que querían que el acto pasara en realidad.


Recordaba a la perfección un incidente en especial en donde las cosas se habían tornado realmente extrañas. Recordaba a la perfección el olor desagradable del perfume ajeno, inundando la pequeña habitación del motel.


El ambiente en si era asqueroso. Sentarse sobre el colchón había significado un gran esfuerzo para él, considerando la sensación de incomodidad y la poca sanidad que se miraba en cada parte de la habitación, sobre todo en los diferentes objetos que intentaban decorar la misma.


Había un ruido casi permanente molestando sus oídos, producto de un desgastado ventilador en el techo que movías sus aspas de manera desigual. Eddie estaba acostado sobre la cama, mirando al techo mientras sentía como las manos y los labios de aquella mujer empezaban a hacer un lento recorrido por su cuerpo.


Sus manos estaban rígidas y la tensión en su postura era evidente. Parte del cabello castaño oscuro de su acompañante caía por los lados de su rostro, logrando ocultar sus expresiones debajo de la cascada de sus rizos. La risa de la mujer hizo eco en la habitación al poco tiempo.


— ¿Qué sucede, cariño? Luces bastante rígido en los lugares menos adecuados… — la voz de la mujer era chillante y molesta, más aun al intentar sonar seductora.


Todo eran fingido en su andar, incluso su cabello eran extensiones y sus ojos portaban unos lentes de contacto verdosos. No había nada más común que aparentar ser algo que no era, pensó Eddie, dejando que un suspiro cansado brotara de sus labios al momento de sentir a la mujer sentarse sobre su regazo. Que podría esperar de contactar a una prostituta después de todo.


La idea había resultado estúpida desde el principio. Contactar a una prostituta para obtener respuestas sobre su sexualidad implicaba un riesgo muy absurdo, pero Eddie debía intentarlo. Las respuestas parecían tan claras ahora, ya que el placer y la excitación jamás habían aparecido en todo el proceso de seducción por parte de la mujer, resultando poco atractivo en todo caso saber su procedencia y la forma en la cual se ganaba la vida.


En el pasado, sus intentos de encuentros sexuales habían sido con mujeres con las cuales había salido un par de veces. Era sorpresiva la manera en la cual las miraba, con completo desagrado y rechazo, sin importar que tan encantadoras quisiera ser con sus atenciones y comportamientos.


Las sonrisas y actitudes de las mujeres siempre le resultaron sumamente falsas. Era casi como si creyera que ninguna estaba a la altura de tener una relación con él. La declaración sonaba bastante pretenciosa a su criterio, pero era bastante persistente en sus pensamientos. La mujer ahora denotaba una vulgaridad bastante evidente. A Eddie le daba una sensación de poder el saber que había pagado por sus servicios, que ella debía hacer todas las cosas a su gusto, pero la idea no iba más allá del poder. No había nada más desagradable que sentir sus besos y respiración chocar contra su rostro.


Las manos de la desconocida viajaron por todo su cuerpo, descubriendo parte de su abdomen en poco tiempo. La mirada de Eddie se desvió de posición en un intento por no observar su fingida seducción, más la sensación de tener la mano de la desconocida sobre su miembro no tardó en captar su atención. La mirada azul de Eddie se tornó oscura en poco tiempo.


— ¿Qué tengo que hacer para que nuestro amigo despierte en poco tiempo? — preguntó la mujer con suspicacia, empezando a meter la mano por debajo del pantalón y la ropa interior de Eddie en un movimiento lento y suave, intentando ser incitante.


Los ojos de Eddie no perdieron de vista el movimiento de sus manos y su cuerpo, notando como su vestido había sido removido en algún momento  sin darse cuenta del acto. La mujer sonreía ante él, intentando mover sus caderas de tal manera que pudiera frotarse contra su abdomen, conectado su mirada con la mirada de Eddie al intentar “seducir” con sus encantos.


Las manos no se detuvieron hasta acariciar su miembro debajo de la tela, dando un lento e incómodo masaje por sobre la zona, bajando sus dedos hasta lograr acariciar parte de sus testículos en poco tiempo. Las acciones parecían acelerarse a medida que la mujer se volvía más insistente, moviendo su cuerpo a manera de imitar una falsa cabalgada.


Los movimientos, que intentaban excitarlo, empezaban a volverse cada vez más incómodos y erráticos, logrando despertar una sensación de rechazo en vez de una sensación placentera. Las manos de la mujer se sentían extrañamente rígidas y rugosas, su voz empezó a tornarse mucho más grave lo que realmente era. Los ojos de Eddie empezaron a abrirse con alarma, notando como las imágenes y los sonidos que aparecían en el ambiente eran producto de su mente, de su imaginación.


La voz de su padre repentinamente llenaba la habitación, recordando las burlas y la humillación que había experimentado durante esos momentos tan enterrados en sus memorias. Los comentarios hirientes y las acciones que lograron marcar su vida en muchos sentidos aparecían de golpe, una a una, provocando una sensación de terror que parecía no querer disiparse de su sistema al momento.


La habitación, ligeramente iluminada por la tenue luz neón de la entrada, empezaba a tornarse cada vez más pequeña y estrecha, mucho más sofocante que minutos antes. Eddie sentía el sudor cayendo por su frente, a la vez que su cuerpo entero empezaba a temblar ante los contantes roces de la mujer sobre su cuerpo, quien parecía no darse cuenta del ataque de pánico que empezaba a experimentar por sus acciones.


Eddie no quería esto en definitiva. Eddie quería que parara.


— ¡Detente! —grito al momento, dejando caer un puñetazo sobre el rostro de la mujer, logrando con esto que la desconocida cayera en el piso casi al instante. Al levantarse de su posición, Eddie podía notar el rastro de sangre brotando desde su nariz, mientras la mujer se arrastraba rápidamente, mostrando una mirada cargada de temor al notar la presencia de Eddie aproximarse a su posición.


La noche había finalizado de esa forma, dejando a su paso uno de los recuerdos más confusos y una marcada muestra de en cuanto a sexualidad se trataba, Eddie jamás podría tener algo sano en su vida. No sabía a ciencia cierta cómo había logrado convencer a la mujer de no presentar cargos legales, pero al poco tiempo ambos habían salido de la habitación apresurados, sin mirar atrás, caminando en diferentes direcciones.


Poco tiempo después de ese incidente, Eddie entendió a la perfección que quizás la respuesta era evidente: no podía tener una relación. El romance tampoco parecía ser un factor que pudiera darse el lujo de poseer. Ninguna persona había mostrado interés y Eddie empezaba a creer que jamás podría experimentar una sensación así con otra persona.


 Sus diversos acercamientos con mujeres eran una respuesta contundente, y en cuanto a su relación son hombres, Eddie prefería evadir el tema por completo. Era algo que en definitiva no podía aceptar, aunque había sentid atracción, interés y bastante curiosidad al respecto.


Al poco tiempo había renunciado completamente al tema, logrando llegar de una extraña manera a las puertas de la iglesia en su búsqueda por respuestas y alivio. La vida no sonaba tan mal al encontrarse delicado completamente a difundir la palabra de Dios, más con el pasar del tiempo sus dudas se habían agravado y había vuelto a sentirse fuera de lugar en todos los sentidos posibles. Era, como había escuchado en boca de otros miembros de la comunidad, una persona muy amargada.


Las cosas habían cambiado con la extraña llegada de Waylon Park a su vida. Eddie jamás se había sentido así con nadie, referente al tema de la atracción sentimental y claro, el deseo sexual. El joven había llegado en un momento extraño en su vida, pero ahora estaba seguro que desaparecería nuevamente ante su manera de actuar tan irresponsable.


Parecía que no había dejado la tendencia de arruinar siempre las cosas en su vida. Había ciertas costumbres que, en definitiva, nunca se irían.



No sabía a ciencia cierta cuanto tiempo había pasado desde la última vez que había visto a Waylon Park.


Los días parecían lentos y lejanos desde ese entonces, logrando crear en Eddie aquellas cosas que había intentado olvidar con la llegada del joven a su vida. De nueva cuenta sentía que su motivación se iba por la borda, dedicándose únicamente a existir sin pasión alguna a su profesión.


Los demás miembros de la comunidad se habían dado cuenta de que volvía a hacer el mismo de antes. Por un corto lapso, Eddie se había mostrado mucho más servicial y cordial en las diferentes actividades realizadas en la parroquia. Había aceptado varias cosas que en el pasado jamás habría realizado, como estar al pendiente de las actividades en la feria o hacer la contabilidad del evento sin intentar relegar sus tareas frente al padre Martin.


Eddie no era del todo muy adepto a él, pero siempre había mostrado una actitud de respeto y fingida cordialidad. La manera en la cual se había expresado en las últimas semanas parecía mucho más sincera que antes, mostrando incluso una sonrisa sincera en sus interacciones.


Todas esas se habían esfumado con la partida de Waylon.


El andar de Eddie por el templo era lento y pausado, siempre contemplativo. Su mirada siempre viajaba en dirección a la puerta con la única esperanza de ver entrar al joven una vez más, de volver a escuchar su andar pausado y su rostro animado al verle.


Sabía que su expresión debía reflejar cierta decepción, más le era difícil poder fingir una falsa alegría o cordialidad. Los demás sacerdotes había manteniendo su distancia nuevamente, siendo testigos anteriormente de los diversos cambios de humor que presentaba ante la mayor provocación.


Por supuesto, no todos los sacerdotes dentro de la comunidad le tenían miedo a las reacciones o respuestas de Eddie. El padre Martin era un claro ejemplo de eso.


— ¿Está todo bien, padre Gluskin? — la voz de Martin era la última cosa que Eddie quería escuchar en ese momento.


Sus ojos se alejaron de la entrada del templo, levantando su vista en dirección al viejo párroco, quien parecía mirarlo inquisitivamente ante su postura. Los ojos de Eddie se entrecerraron con molestia, haciendo el gesto de intentar sonreír fingidamente por una fracción de segundo. Su postura se irguió más, sabiendo bien que su altura era una de las cosas más intimidantes que tenía.


— Todo está de maravilla, Martin, ¿qué podría estar mal en mi día? — las palabras de Eddie salieron mucho más mordaces en esta ocasión, pero Eddie no se sentía con el humor de fingir una emoción.


Martin tosió ligeramente, más como un acto reflejo que como una verdadera necesidad. Los ojos del anciano estaban fijos en el rostro del joven sacerdote, quien parecía no querer relajar su postura en ningún momento.  Parecía que no quería entender el mensaje. ¿Qué acaso no podían dejarlo solo con sus pensamientos? 


— El joven Waylon ya no ha vuelto. —


Si bien, Eddie siempre había intentado mostrarse cortes en todo momento ante el anciano, las palabras pronunciadas estaban logrando desaparecer poco a poco ese trato. Lo último que necesitaba en ese momento era recordar aquello, siendo algo demasiado evidente que se veía afectado por la ausencia de Waylon en sus días. Eddie desvió la mirada en otra dirección, intentando aclarar bien sus ideas y disipar su enojo antes de contestar. Lo menos que necesitaba era otro mal entendido dentro de la parroquia.


— Es evidente que no, considerando que no se encuentra aquí en este momento. Solía llegar a estas horas. —


— ¿Acaso ocurrió algún problema? —


Eddie se quedó meditando por un corto lapso ante esa pregunta. Claro que había un problema, uno bastante grave en realidad, pero aquello no podía salir a la luz de buenas a primeras por las inquisitivas preguntas de un viejo párroco. La mirada de Eddie volvió a levantarse en poco tiempo en dirección al rostro de Martin.


Podía percibir su preocupación, aunque no entendía muy bien a que se debía en realidad su interés. Suponía que iba más encaminado a conocer las razones de Waylon por dejar de asistir en todo caso. Jamás había mostrado demasiado interés en sus problemas, preocupaciones o dudas anteriormente.


— Me comentó que no estaba muy seguro de seguir viniendo. Tenía algunos problemas en casa. Se quería tomar un tiempo para reflexionar si continuar asistiendo…supongo que la respuesta que encontró fue no volver. —


A veces se asombraba ante la facilidad con la que podía mentir sin ser descubierto. Era casi como una particularidad suya, que usaba constantemente de manera cada vez más involuntaria. La mirada de Martin no pudo sostener su mirada por mucho tiempo.


— Esperemos volver a verlo muy pronto. Era un chico bastante tímido, pero se veía con mucho entusiasmo de aprender. Quizás dentro de poco volvamos a verlo. —


— Sí, Quizás. — Fue el comentario final de Eddie antes dar largas zancadas para alejarse de la zona. El rostro de Martin reflejaba el querer mencionar algún otro comentario, más los movimientos y pasos de Eddie no le permitieron el poder continuar.


Salir del templo y caminar rumbo a la improvisa oficina había resultado ser mucho más fácil en ese punto. No había miradas que le juzgaran ni preguntas incomodas que contestar, sin embargo, sus pensamientos siempre fueron uno de sus mayores enemigos. Mientras más reflexionaba cada cosa ocurrida durante aquel día, más se arrepentía de la manera en la cual había actuado, intentando tener una explicación de lo que había ocurrido con más claridad.


La realidad era que Waylon lo había buscado a él durante ese día. Waylon había sido el que lo había besado en primer lugar. Sin embargo, sabía que no podía culparlo en su totalidad, ya que se encontraba en un momento muy vulnerable por los diferentes problemas en su casa y Eddie se sentía como si hubiera sacado ventaja implícita en aquello.


Sus manos no se habían podido quedar quietas, dejándose llevar por la necesidad de sentir el cuerpo ajeno bajo su toque. Estar en la oficina donde se había dado lugar aquel hecho no era para nada algo que ayudara a su sentimiento de culpa, terminando por sentarse una vez más en el pequeño sofá nuevamente. Los ojos de Eddie estaban fijos en el suelo, volviendo a colocar su rostro sobre sus manos una vez más.


Jamás había creído que sentiría tal sentimiento de culpa en el pasado. Sus actitudes violentas y de desprecio hacia las mujeres jamás habían significado una preocupación en su mente, pero una ofensa a Waylon Park le había quitado prácticamente el sueño durante bastantes noches desde el incidente.


Los ojos de Waylon habían reflejado un temor que en definitiva no quería volver a notar. Su semblante, que siempre era relajado y tranquilo, se había encontrado afectado por la duda y el temor, preguntándose si ese temor era infundado por el acto mismo o por alguna especie de repulsión que pudiera experimentar por el mayor. Eddie estaba en pánico. Uno de sus peores temores era que Waylon sintiera repulsión por él.


La puerta del cuarto se abrió nuevamente de un momento a otro. Eddie tuvo el gesto de levantar la vista, creyendo que sería Martin una vez más, en un intento por comprender su aparente molestia y hostilidad con todos. Sus ojos se abrieron al instante que escuchó los lentos pasos de Waylon Park adentrándose, cerrando la puerta y fijando el seguro detrás de sí, manteniendo la vista fija en la postura y tensión que reflejaba el cuerpo de Eddie en ese momento.


Eddie no tardó mucho tiempo en ponerse de pie ante su asombro, sobre todo al notar como los pasos de Waylon empezaban a dirigirse en su dirección. Los ojos de Eddie no perdieron detalle en sus movimientos, sobre todo al notar como la duda parecía aparecer nuevamente, alentando un poco su andar hasta estar frente a frente una vez más.


¿Qué se supone que debía decir en un momento como este?


La postura de Eddie se mantuvo rígida en todo momento. Waylon parecía estar igual, evitando por algunos instantes el enfrentarse a los azules y claros ojos contrarios. Había tantas cosas que podría decir, pero las palabras parecían no querer brotar en ese momento frente al joven. Su sentimiento de culpa jamás había desaparecido. Eddie sentía el deber de disculparse las veces que fueran necesarias.


— Lo siento mucho Waylon…por lo que paso hace semanas atrás. — Su voz sonaba mucho más baja de lo que hubiera preferido. A estas alturas, no sabía cómo interpretar lo que el semblante de Waylon reflejaba.


Los ojos del joven tardaron un poco más en levantarse en su posición, logrando contactarse con sus ojos nuevamente en poco tiempo. El ambiente se sentía denso como en aquella ocasión. Eddie no quería moverse, no quería respirar. Sentía que con cualquier acción podría asustar a Waylon una vez más. No quería volver a ver esa expresión nuevamente.


— ¿Qué está pasando aquí? — preguntó Waylon con duda en su voz. Su expresión era seria, más no era del todo hostil. Había una duda sincera en su voz al acercarse.


Las manos de Eddie se apretaron en un puño al ver al joven dar un par de pasos lentos. Sus ojos estaban fijos en su mirada. Sentía una genuina debilidad por la suavidad de su color, no creyendo que fueran capaces de reflejar tantas emociones al mismo tiempo.


La duda parecía acrecentarse más y más. Las manos de Waylon se extendieron para su sorpresa, logrando ajustarse sobre la altura de sus hombros. Sus rostros estaban mucho más cerca ahora. Las manos de Eddie se movieron solas, alzándose una vez más hasta ajustarse a la altura de la cintura contraria.


— ¿Qué es lo que quieres, Eddie? — comentó débilmente, entre cerrando los ojos en un movimiento suave y lento.


Los ojos de Eddie no perdían detalle en dirigir su vista desde sus labios hasta sus ojos, recordando el momento preciso en el cual ambos había compartido aquel primer beso algunas semanas atrás.


— Yo... Te quiero — murmuró débilmente en respuesta, uniendo sus labios a los labios contrarios en un roce desesperado.


Eddie había sido quien había dado el primer paso, esperando que el cuerpo de Waylon no se separara una vez más entre el rechazo y repulsión. Eddie le tenía tanto miedo al rechazo de Waylon en ese momento, pero para su sorpresa, el joven parecía prácticamente derretirse bajo su roce.


Los labios de Waylon se abrieron de manera receptiva, con mucha lentitud, permitiendo que Eddie accediera a su boca en un vacilante y torpe movimiento, logrando aferrarse con más fuerza a su delgada cintura y estrechas caderas del joven para mantenerlo mucho más cerca. Los ojos de Eddie no estaban del todo cerrados, permitiéndose la oportunidad de observar con nitidez cada movimiento, gesto y detalle que le fuera perceptible sobre las acciones y reacciones de Waylon.


El joven parecía bastante dispuesto a corresponder a su roce, empezando a acariciar sus hombros cubiertos con la tradicional sotana, dejando que sus manos descansaran sobre su pecho por un corto instante, antes de bajarlas y subirlas en movimientos circulares. Las acciones de Waylon era gentiles y suaves, había aun una duda plasmada en su semblante, pero parecía querer lidiar de una forma diferente en aquella ocasión. Realmente parecía estar más seguro de continuar con las acciones.


Eddie no tardó mucho tiempo en guiar el cuerpo ajeno hasta colocarlo sobre el sofá cercano. El cuerpo de Waylon se acomodó de la mejor manera posible, dando acceso completo a que las acciones de Eddie sobre su cuerpo se dieran a cabo sin vacilaciones, manteniendo una suave sonrisa en su rostro al momento de separar ambos labios.


Los ojos de Eddie no daban crédito a lo tentadora que se miraba esa escena frente a si, teniendo a Waylon debajo de su cuerpo, sonriendo con complicidad mientras sus manos empezaban a intentar quitar parte de su prenda superior, sin entender muy bien como las cosas se habían desviado en una dirección así.


Las manos de Eddie empezaron a ajustarse debajo de la ropa contraria, dándose el permiso de acariciar y sentir bajo los roces de sus dedos la suave piel contraria por sobre su vientre y torso, sin querer perder detalle de las reacciones que pudiera tener en un momento como eso.


Ninguna emoción contraría se igualaba a esta sensación, entendiendo a la perfección el por qué no había experimentado placer o excitación en sus antiguos encuentro en el pasado. Eddie realmente se sentía atraído por las personas de su mismo sexo.


— ¿Estás seguro de esto, Waylon? — las palabras y dudas no iban acorde a sus actos. Sus manos levantaron la camisa contraria. Quería ser testigo de su complexión, observar a detalle cada parte de su cuerpo, queriendo apagar en ese momento cualquier pensamiento que le indicara el error que estaba a punto de cometer. Waylon tardó bastante en responder la pregunta.


— No. La verdad…no — respondió con voz afectada, dejando que sus labios se unieran nuevamente en un beso necesitado.


Parecía que la conciencia de ambos era una constante en sus acciones, intentando frenarlas pese a que sus cuerpos actuaban por si solos. Si era sincero consigo mismo, él tampoco se sentía muy seguro de lo que estaba haciendo en realidad. ¿Qué demonios estaba haciendo?


No era una novedad que tuviera dudas en cuanto a su sexualidad, en cuanto a su fe o en cuanto al rumbo en que llevaría su vida en un futuro. Todos esos pensamientos eran casi rutinarios en su día a día, más ahora estaba saliéndose por completo de esos parámetros, permitiendo que su deseo fuera el predominante por sobre todas las cosas. Su vocación estaba en riesgo, aunque sentía que era algo que estaba ocurriendo desde hace mucho tiempo atrás.


Quizás esta era una de esas repentinas respuestas a sus dudas, algo que le habría servido antes de entrar al seminario. Waylon era la respuesta a muchas dudas que se habían planteado desde su juventud. Realmente esperaba que no fuera demasiado tarde para poder aclarar todas las emociones que sentía, aunque la situación jamás sería como Eddie le hubiera gustado.


No sabía cómo lo había logrado, pero la ropa de ambos empezaba a ser removida a medida que sus manos se ponían en acción. Los pantalones y ropa interior del joven estaban a la altura de sus rodillas, su camisa seguía removida a la altura de su pecho. Eddie se dio la oportunidad de ver aquella piel al descubierto, pasando la yema de sus dedos por sobre las zonas más sensibles del cuerpo contrario, causando un cosquilleo que se vio reflejado en una risa involuntaria por parte de Waylon.


Los labios de Eddie hicieron un lento recorrido desde la zona de los muslos del joven, haciendo énfasis en dejar un rastro sobre su miembro semierecto, su vientre plano y el relieve de sus huesos en la zona de sus caderas, escuchando atentamente los gemidos y sonidos pronunciados. Los ojos de Eddie se levantaron en dirección al rostro de Waylon, sintiéndose privilegiado de poder ver las expresiones en su rostro, notando la manera en la cual sus ojos se dilataban y sus labios se entre abrían ante sus acciones.


— ¿Quieres que continúe, cariño? — pronunció repentinamente, deteniéndose a la altura del cuello contrario, sosteniendo una de las piernas a la altura de sus caderas, estando atento por si había alguna negativa en sus avances.


Las palabras de Waylon nunca llegaron. Un beso fue dado sobre sus labios, antes de notar como el menor asentía ante su pregunta, dejando que sus piernas se estiraran y acomodaran alrededor del cuerpo contrario. La cabeza de Waylon se alzó para permitirle más espacio a sus besos.


Eddie no podía dejar de acariciarlo, intentando sacar el mayor número de gemidos y sonidos posibles. Realmente necesitaba escucharlo gemir, sentirlo bajo sus roces y observar cada una de sus reacciones. Se sentía casi como un adicto recibiendo una dosis diaria.


Sabía que estaba entrando en un terreno bastante peligroso, pero poco podía hacer para detenerse, tardándose lo que sintió fue una eternidad en llevar uno de sus dígitos humedecidos con saliva por sobre la entrada contraria, queriendo tomarse el tiempo suficiente para poder preparar adecuadamente su cuerpo. El quejido y la sensación de presión sobre su dedo le indicaban que Waylon  no había tenido una experiencia previa en el acto. Eddie no sabía si sentirse alagado o alarmado.


— ¿Estas bien con esto, Waylon? ¿Te hace mucho daño? — las palabras salían con una genuina preocupación. El rostro de Waylon se encontraba escondido sobre su hombro, como queriendo ocultar su expresión sonrojada y contraída. Eddie empezaba a preocuparse al no tener una respuesta concisa.


— Estoy bien, Eddie, nada más tengo que acostumbrarme — comentó al poco tiempo, dejando que su respiración chocara contra su cuello, provocando un placentero escalofrío que termino por reanudar sus acciones. El movimiento de su dedo no tardo en volverse más fluido, sobre todo ante las constantes respiraciones de Waylon al relajarse poco a poco, permitiendo que un segundo dedo se adentrara con mayor facilidad después de un rato.


Eddie sabía que Waylon estaba listo. Los labios de Waylon sobre su barbilla y la mirada que el rubio soltó eran un indicador de ello, dejando que su cabeza volviera a descansar sobre el respaldo del sofá, sin perder de vista la manera en la cual el sacerdote empezaba a desabrochar su cinturón, bajando sus pantalones y ropa interior lo suficiente para revelar su erección.


Los ojos de Waylon se abrieron al darse cuenta de la extensión de su miembro, ante la sorpresa y el nerviosismo repentino de saber que aquella cosa entraría en su cuerpo en poco tiempo. Eddie estaba al tanto de su reacción, llevando una de sus manos a sus muslos con ternura, dejando un suave beso sobre su frente al inclinarse suavemente sobre su cuerpo.


— Si me dices que me detenga ahora, yo lo haré. Nunca haría nada para lastimarte —pronunció con debilidad, sabiendo que las palabras de Waylon eran ley para sus actos. Por más excitación y necesidad que experimentaba, atesoraba mucho más el bienestar contrario, esperando pacientemente por alguna respuesta que le indicara si proseguir o retirarse.


Los movimientos de Waylon siempre le habían resultado realmente sorpresivos. Las manos contrarias no tardaron en posicionarse sobre su miembro, acercando sus caderas a las caderas contrarias para posicionarse, siendo ese el incentivo suficiente para al fin poder adentrarse poco a poco, abriéndose paso con apenas la punta de su excitación.


La expresión de Waylon reflejaba una oleada de dolor bastante marcada. Eddie no quería moverse con brusquedad. Tenía que calmar sus emociones, tenía que calmar su necesidad. El calor que experimentaba dentro del cuerpo de Waylon era la gloria misma. Se sentía como si fuera un bárbaro, alguien completamente indigno de experimentar un momento como este. Waylon le había permitido ser el primero. Eddie se sentía igual, se sentía como si esta fuera su primera vez en todo, con la persona indicada, pero en el momento menos indicado para realizar dichas acciones, estando encerrados en una habitación a unos cuantos pasos del templo.


Las cosas siempre se tornarían extrañas en su vida, pensó, dándose cuenta de la manera en la cual Waylon intentaba respirar más profundamente para permitirle el paso sin menos restricciones, logrando meter otro tramo de su miembro hasta lograr estar casi en su totalidad dentro del cuerpo contrario. Las manos de Eddie estaban fijas en las caderas de Waylon. Sus ojos estaban fijos en el movimiento de su pecho, en el sonido de su respiración…todo aquello era una imagen mental que quería preservar por el resto de sus días.


Las estocadas eran lentas y calmadas. Eddie quería degustar realmente el momento. Sentía como el calor invadía su cuerpo por completo, sin poder detener el impulso casi natural de llenar el cuerpo ajeno de besos y caricias. Sus ojos estaban entrecerrados al aspirar el aroma de su cuerpo, tan natural y tan embriagante, permitiéndose el enterar su nariz sobre el cuello contraria mientras sentía su cuerpo avanzar con mucha más facilidad por sobre el cuerpo delgado y afectado.


Waylon temblaba bajo su tacto. Su voz se elevaba cada vez más, teniendo que apaciguar con sus besos el sonido de sus gemidos y quejidos más ruidosos. Las manos de Waylon estaban fijas sobre su ancha espalda, sintiendo como el contacto era más una manera de querer fijar su cuerpo a algo. Los movimientos de ambos cuerpos provocaban que el viejo sofá crujiera, pero poco le importaba a Eddie si se rompía. Tenía mejores cosas en que fijar su atención en ese momento.


La mano de Eddie viajo con rapidez sobre el miembro contrario, empezando a bombear mientras sus estocadas intentaban ser mucho más profundas y certeras, logrando encontrar el punto más sensible de Waylon al acomodarse en una mejor posición. El gemido elevado que soltó el rubio le indico que iba por buen camino, empezando a angular mejor mientras sus dedos se encargaban de recorrer todo el eje hasta sus testículos, notando como Waylon se retorcía y arqueaba su espalda ante las atenciones y movimientos de su cuerpo. No había una imagen más hermosa que aquella.


— Eres hermoso…— pronunció Eddie con voz afectada, alzando lo suficiente su cuerpo para permitirse ser testigo de cada movimiento, respiración o acción del cuerpo del joven a su merced.


La respiración de Waylon se veía cada vez más afectada. Su orgasmo estaba cerca, Eddie podía sentirlo también. Los movimientos de su cuerpo se volvían más acelerados, desesperados y erráticos. El ritmo se salía fuera de su control otra vez, dejando que sus caderas se movieran como si de un animal al asecho se tratara, cazando a su presa en poco tiempo mientras sus manos se aferraban con más fuerza de la necesaria sobre sus caderas y piel.


Se sentía como un idiota y en definitiva era un mal hombre ahora, dejándose guiar más por su instinto que por su razón en todo momento y situación, siendo ahora su cuerpo quien decidía por él, buscando únicamente satisfacerse y nada más.


El sonido de Waylon al gemir y elevar sus caderas fueron el detonante suficiente para lograr correrse dentro de su cuerpo en poco tiempo. La semilla del menor se disparó sobre su mano, dejando salpicaduras por sobre su vientre, notando como parte de su semilla brotaba por los alrededores de igual manera. El sofá estaba crujiendo una vez más, notando algunas manchas blancas impregnarse sobre la tela.


Los ojos de Waylon continuaban cerrados. La respiración de ambos sonaba afectada y acelerada. Eddie sentía las gotas de sudor cayendo por su rostro, más la sensación de las manos de Waylon sobre su pecho eran la única sensación que realmente le interesaba experimentar en ese preciso momento.


¿Qué cosa podría hacer o decir después de un momento como ese?


Su traje estaba arrugado por los movimientos de su cuerpo. La pulcritud de su apariencia estaba olvidada, manchada no únicamente por los fluidos de ambos, sino por el acto mismo y su significado, a todo lo que llevaba consigo. Acababa de hacer una falta grave a cada uno de sus votos, a cada una de sus promesas y en definitiva a cada una de sus arraigadas ideas en cuanto a su sexualidad se refería, logrando únicamente conectar un suave beso para apaciguar su conciencia una vez más.


Eddie no sabía en realidad que pasaría de ahora en adelante. Lo único de que lo que tenía certeza era que, en definitiva, tenía un lugar asegurado en el infierno.

Notas finales:

Y todos nos iremos al infierno con él.

 

Gracias por leer.


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