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In the name of the Father... por Thelovearesick

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Notas del capitulo:

Subiré otro porque puedo (?) y porque la verdad no siento que nadie los este leyendo xDDDD así que puedo subir el fanfic completo y no importará (?)

Se había vestido con uno de sus trajes más informales. La informalidad no era muy lo suyo, por ridículo que pareciera aquella aclaración. Una camisa blanca y un pantalón de vestir negro era lo más informal a lo que podía llegar. El chaleco quedó descartado al apenas mirarse al espejo, pensando que era un tanto exagerado añadir además una pequeña corbata de moño al atuendo.


Su sotana y diferente indumentaria clerical estaba resguardada en su habitación. Siempre que solía ir a ese sitio en especial prefería dejar esas cosas de lado, sentirse una persona como cualquier otra.


No quería resaltar bajo ninguna circunstancia, considerando que era mejor pasar lo más desapercibido posible, aunque no era algo que fuera relevante en realidad.


No era que se sintiera especial o algo por el estilo, ya que jamás consideró que el ser un sacerdote fuera a denotar cierta autoridad o renombre,  pero las personas solían cambiar su forma de tratarlo al saber aquello. A Eddie no le gustaba esa formalidad en momentos como esos, en donde su privacidad y atención eran una prioridad.


Al subir a su automóvil, no tenía que tener meditar mucho la ruta en su mente. La había aprendido de memoria conforme el pasar de los años, siendo cada vez más frecuente que llegara casi sin pensarlo. Pese a no ir tan seguido como quisiera, Eddie siempre procuraba ir aunque fuera una vez cada dos semanas.


A veces llevaba algún dulce, flores o algún otro detalle que pudiera resultar más cómodo para colocarlo en la habitación.


Era lo menos que podía hacer, pensaba, mientras llegaba a una de las florerías más cercanas que se topaba en el camino. Había elegido un hermoso arreglo floral con margaritas y girasoles.


Siempre habían sido sus favoritas después de todo, aunque no estaba seguro de que tan lúcida estaría para aceptar aquel sencillo detalle.


Al acelerar y llegar al edificio, Eddie tomó el arreglo florar y bajó en completo silencio hasta adentrarse a la pequeña recepción del recinto. En la entrada, un pequeño letrero con las palabras Hospital Claymoore se leían en un viejo letrero deteriorado. Eddie poco le prestaba atención al entorno a estas alturas.


La recepcionista siempre lo saludaba con una gran sonrisa en el rostro. Eddie intentaba por todos los medios no reflejar su desdén, ya que sabía que lo mejor en situaciones como estas era llevar las cosas con la mayor amabilidad posible.


Se había asegurado de que recibiera muchas comodidades, empezando por localizar uno de los pocos recintos en la ciudad que se especializa únicamente los casos de mujeres.


Como en sus visitas regulares anteriores, firmó un par de hojas de registro antes de ser encaminado por el pasillo hacia la hilera de habitaciones en el fondo. La mirada de Eddie procuraba no conectarse con la de ninguna otra persona del recinto, considerando demasiado deprimente la naturaleza y condiciones en las que se encontraban varios de las internas a su alrededor.


No era que estuvieran en malas condiciones por negligencia médica, ya que el servicio del recinto era bastante bueno y atento con cada uno de los pacientes del hospital, pero había casos tan severos en el lugar que resultaba sumamente incómodo darse cuenta de cada situación, trastorno o emociones que reflejaban aquellas mujeres en sus expresiones. Muchos de sus parientes no iban a visitarlas con frecuencia.


Era evidente la situación de olvido e incomodad que debía causarles asistir a un centro para personas psicológicamente inestables. Aún para Eddie, con toda la comprensión que podía tener, le resultaba sumamente extraño y deprimente todo lo que el ritual llevaba consigo.


Agradeció, como en todas sus ocasiones anteriores, que el cuarto no estuviera muy retirado de la zona de la entrada.  Los pasillos no eran muy anchos, por lo que el caminar de manera casi estrecha a una de las paredes era casi reglamentario.


A lo lejos podía escuchar los sonidos de queja provenientes de algunos cuartos al fondo, limitándose a mirar a la recepcionista que continuaba su marcha perturbada.


La chica lucía realmente joven, por lo que levantó su curiosidad saber si se trataba de alguna especie de practicante de las carreras de psicología o psiquiatría. La joven se quedó parada en frente de una habitación en particular, sacando un pequeño bloc de notas de su bolsillo para hacer algunas cuantas anotaciones correspondientes.


La respiración de Eddie se contuvo al momento que su vista se fijó en el número del cuarto grabado en la puerta. Era la habitación 418, agradeciendo que las habitaciones no fueran compartidas para que tuviera mucha más privacidad y tranquilidad, sin tener que lidiar con el constante sufrimiento de alguna compañía. Dentro del cuarto se encontraba su madre.


— Ella ha estado muy tranquila durante toda la semana. Ha empezad a hacer actividades de costura con los dedos, a veces pregunta constantemente por ti, pero todo está en orden por ahora — comentó la recepcionista con una sonrisa en el rostro al terminar sus anotaciones, guardando el block de notas y la pluma dentro de su filipina.


Todos los empleados tenían que ser muy cuidadosos con traer objetos que pudieran ser potenciales armas para las pacientes. Había casos bastante severos dentro del hospital. Ya habían tenido incidentes en el pasado con pacientes inestables, volviéndose mucho más cuidadosos con los cuidados.


— ¿Han aumentado alguna dosis de sus medicamentos? —


— No, seguimos administrando la misma dosis que la vez pasada. Incluso la terapeuta cree que sería bueno disminuir la dosis de los antidepresivos. Se ve bastante motivada ahora que empezó a hacer más actividades —


— Eso suena bastante bien. —


Pese a todo, Eddie siempre sentía cierta incomodad sobre sus interacciones con personas ajenas a su vida. No era la primera vez que tenía interacciones con esta joven, pero jamás se sentía del todo cómodo en mantener una conversación con alguien, por más extraña que esta afirmación en base al tipo de profesión que realizaba.


La joven tardó bastante poco en abrir el mecanismo de seguridad de la puerta, siendo en base a una especie de combinación además de las llaves sobre la cerradura. La seguridad siempre había sido muy rigurosa, sobre todo en los horarios en donde no había recreación en las internas.


Eddie tuvo que hacer un esfuerzo por que sus ojos se acostumbraran a la luz filtrada dentro de la habitación. Había un ventanal completamente cubierto de rejas cerca del escritorio con diversos materiales.


Aunque era tan simple como lo era una silla y una mesa cercana, era lo suficientemente espacioso para albergar algunas de las creaciones que Helena Gluskin entretejía con sus dedos.


En definitiva no estaba permitido la utilización de agujas o materiales de costuras que no fueran de esa índole. Sin embargo, Helena siempre había sido particularmente talentosa en todo lo que fuera la elaboración de prendas, por lo que notar una bufanda a medio terminar desbordándose por una esquina era algo que a Eddie no le extrañaba para nada.


Además de este detalle, el cuarto estaba completamente vacío por los alrededores, exceptuando un par de bocetos pegados en la cabecera de la pequeña cama individual. La habitación estaba en orden, con la cama tendida y excesivamente bien acomodada, notando como incluso las cobijas estaban metidas de manera pulcra debajo del colchón.


Era evidente que Helena era quien arreglaba su cuarto todos los días, teniendo una urgencia por el orden y la pulcritud, por más mínima que esta fuera, por más vacía que estuviera la habitación.


Eddie estaba seguro que si su madre pudiera vestir de forma regular sin la ropa cómoda reglamentaria, estaría vestida con uno de sus espectaculares vestidos de color pastel, con el cabello arreglado y el maquillaje impecable, como cada mañana al momento de recibirlo en el comedor durante su niñez.


Le era tan extraño ahora, viéndola con unos pantalones deportivos y un suéter de botones claro, teniendo el cabello largo y recogido en una coleta, bastante desalineado en comparación con la feminidad con la que la había visto día tras día cuando era menor.


Su madre siempre había sido una mujer bella, sin embargo. Pese a los años, pese a los diferentes problemas que había experimentado en su vida, la belleza que reflejaba su semblante estaba casi intacta a su percepción.


Quizás era producto de su amor, cuidado y completa consideración con su madre, pero para Eddie, no había algo más bonito que ver el reflejo del sol impregnando los azules ojos y en semblante delicado de Helena, sobre todo en los días en donde parecía mucho más lucida y vivas, como la notaba en ese momento.


Eddie por poco olvida el ramo de flores en su mano al momento de notar a su madre girar en su dirección.


La sorpresa y la alegría aparecieron en cuestiones de segundos mientras dejaba de lado el material entre sus dedos, mostrando una media sonrisa en su rostro al arrastrar la silla lejos de la mesa.


La mirada de la recepcionista pasó de la señora Gluskin a Eddie con suavidad, aclarando un poco la voz al girarse rumbo a la puerta.


— Los dejaré solos entonces. Recuerde, señor Gluskin, que el tiempo de visitas es un poco limitado el día de hoy, que es noche de películas, pero pueden salir a pasear al jardín si así prefieren. Estaré en la recepción si me necesitan — mencionó a manera de despedida mientras dejaba ligeramente entreabierta la puerta, asegurándose que el mecanismo de cierre no fuera colocado.


Su madre seguía quieta en su lugar, mientras que Eddie intentaba por todos los medios mencionar algo. Era extraño, pero las palabras e ideas parecían desvanecerse de su mente al momento de entrar en contacto con Helena, como si cualquier comentario fuera sobrando en un momento como este.


— ¿Edward, eres tú? — comentó la voz de su madre al momento de levantarse de su posición, siendo muy notoria ahora la diferencia de sus estaturas al estar frente a frente.


Eddie podía notar como su cascada de rizos negros empezaba a volverse blanca a paso cada vez más acelerado, dando una apariencia bastante solemne a su porte. Había un rastro casi permanente de preocupación en su rostro, notando como su frágil figura lograba acercarse hasta alzar ambos brazos en su dirección, logrando tomar entre sus manos sus mejillas.


Las manos de su madre se sentían siempre heladas al tacto. Sus ojos se cerraron por inercia por una pequeña fracción de segundo.


Su madre tenía la tendencia a besar ambas mejillas, por lo que Eddie no podía hacer otra cosa que inclinarse en su dirección, mostrando una sonrisa fugaz en su rostro ante ese gesto. Al abrir los ojos, el azul claro de los ojos de su madre le regresó la mirada con consternación.


Eddie había sacado su mismo color de ojos. La mayoría de las veces, cuando se levantaba y miraba frente al espejo, podía darse cuenta que la constitución y apariencia de su cuerpo y rostro eran una viva imagen a la familia de su padre: hombros fuertes, espalda ancha, rostro marcado y de facciones fuertes. Lo detestaba. Realmente era algo que hubiera preferido cambiar.


— ¿Quién más podría ser, madre? Sabes que vengo cada semana a verte. ¿Te has sentido bien esta semana? —


Los ojos de Helena siempre parecían fijos en algún punto indefinido de la habitación siempre que no se posaban en su rostro. Al retroceder, su madre se quedó recargada suavemente sobre la mesa más cercana a la puerta, pasando una de sus manos de forma distraída por sobre su brazo, permaneciendo en silencio por unos cuantos segundos antes de contestar.


— Tengo mucho frío, Edward. —


— Entonces le diré a la recepcionista que suba un poco la calefacción de tu habitación. —


— ¿Realmente harías eso por mí, Edward? —


— Hay pocas cosas que no haría por ti. —


Las palabras de Eddie frente a su madre siempre estaban rodeadas de un tinte de sinceridad. Le preocupaba verla siempre tan ausente, pero era un efecto secundario que debía lidiar ante las fuertes dosis del medicamento recetado en el centro.


Siempre le preocupaba que el brillo de los ojos de su madre terminara por extinguirse por completo, pero después de ser testigo de sus múltiples ataques de histeria, había comprendido que lo mejor era mantenerla de esa forma, más como una medida para preservar su seguridad ante todo.


Eddie notó como pese a todo, el cuarto de su madre se encontraba perfectamente acomodad. La repisa tenía algunas cosas fuera de lugar, pero era únicamente por que había estado realizado costura algunas cuantas horas atrás.


La pequeña mesa de noche al lado de la cama se encontraba adornada con una pequeña cobertura de tela rosa, tejida con tal precisión que si Eddie no lo supiera, juraría que su madre lo realizó con agujas para tejer. La facilidad que tenía su madre para crear cosas manuales era bastante notable. El propio Eddie había aprendido bastante de eso, aunque era algo que realmente mantenía reservado para él.


Eddie se perdió por un momento notando todos aquellos detalles, olvidando por un momento el pequeño paquete con flores que sostenía detrás de su espalda. Al sentir la textura del papel celofán, Eddie suspiró por un momento, empezando a levantar lentamente el brazo hasta que las flores fueron visibles para el rostro de su madre. Helena no contuvo la expresión de asombro y sorpresa al ver las flores frente a si, no dudando en acercar ambas manos para tomarlas con cierta admiración, empezando a olfatear con bastante detenimiento.


— Oh Edward…son hermosas. ¿Cómo supiste que eran mis favoritas? —


— Ya me lo habías comentando en el pasado, madre. Yo siempre tengo muy presente lo que te agrada. —


Helena no dudo en acercarse y colocar las flores en un pequeño florero de plástico sobre su mesa de noche. Eddie se mantuvo en silencio, completamente inmóvil, notando como su madre prácticamente acomodaba las flores como si fueran una especie de tesoro para ella.


A veces le era increíble como los pequeños detalles como esos lograban animarla día con día, pero estaba realmente contento de poder provocar aquellas reacciones positivas en su estado de ánimo.


Helena solía ser una mujer muy melancólica. Incluso mucho antes de entrar al centro, Eddie procuraba darle detalles y hacerle saber lo importante que era para él saber que podría sonreír aunque fuera una vez al día. Su madre siempre había sido muy compasiva en su trato. Jamás pudo reprocharle nada. Ambos eran igual de víctimas en las circunstancias.


Después de algunos cuantos minutos de meditación, Eddie se dio cuenta que su madre estaba nuevamente parada justo frente a él. Sus ojos parecían analizar sus facciones a profundidad. La mirada de su madre siempre había tenido una presencia bastante fuerte, a lo que Eddie únicamente alcanzó a apartar la vista, sintiéndose extrañamente intimidado por la atención tan repentina.


— ¿Qué sucede? —


— ¡Oh! Lo siento. No sucede nada en particular, Edward, solo meditaba algunas cosas al observarte. —


— ¿Qué clase de cosas, madre? —


— En el gran parecido que tienes con tu padre. —


Eddie sintió como si aquella declaración fuera un puñetazo en la boca del estómago. Sus puños se apretaron, pero sabía bien que el comentario de su madre era de todo, menos mal intencionado. Helena siempre había mostrado una devoción casi enfermiza por Earl.


Era como si su criterio y razonamiento hubiera muerto a medida que la violencia se hubiera propagado en su hogar. Fue bastante común para Eddie el notar el rostro amoratado, los ojos oscurecidos o algún rastro de sangre en el rostro de su madre durante las mañanas o las tardes.


Por más que lo meditó, jamás pudo entender como Helena pudo soportar tantas cosas a lo largo de esos años. El daño ya era irreparable, asombrándose de no sucumbir el mismo a pensamientos recurrentes como el suicidio en buena parte de su desarrollo. Había una voluntad igual de enfermiza en ambos. Una voluntad de vivir. A estas alturas, Eddie pensaba que era más fácil denominar sobrevivir a su manera de sobrellevar las cosas.


— Oh… ¿en serio crees eso? —


— Si, en verdad lo creo. ¿Cómo ha estado él? ¿Ha preguntado por mí? Tengo tanto tiempo que no lo veo… —


Los ojos de su madre repentinamente se vieron cargados de ilusión. ¿Quién era él para aclararle día con día que su esposo estaba muero? A veces pensaba que la verdadera razón del descenso a la histeria de su madre se debía principalmente a la pérdida de su esposo en vez de ser un producto de los años de abuso y maltrato experimentados. Aquella idea le era mucho más dolorosa de aceptar, pero había una compasión casi infinita hacia cualquier cosa que su madre podría estar experimentando.


Se acercó suavemente a ella, abrazando por un momento su cuerpo mientras depositaba un lento beso sobre su frente. Helena solía hacer ese gesto bastante seguido en su niñez. Era una agradable sensación el recordarlo. En esos momentos, Eddie necesitaba más que nunca el poder experimentar una pizca de gentileza en algún lugar del mundo.


— Él pregunta por ti seguido, pero ha estado terriblemente ocupado en sus múltiples ocupaciones. Estoy seguro que vendrá a visitarte muy pronto, mamá, estoy bastante seguro de eso. —




Después de cada visita al asilo donde se encontraba internada su madre, Eddie siempre regresaba a la iglesia con una sensación de malestar permanente. Lo único que quería en esos momentos era poder meterse a su cuarto y permanecer encerrado el resto del día, pero sabía que era demasiada belleza el poder conseguirlo.


Tales eran sus sospechas al ver al padre Martin encaminarse en su dirección al apenas verlo. El semblante de Eddie no pudo contener su desdén, pero para ese momento, el padre Martin parecía inmutarse poco pese a su apariencia tan intimidante.


Él sabía de primera mano cuales eran las razones de su molestia. Sabía a la perfección que iba a visitar a su madre cada cierto tiempo. Tenía que agradecerle, si era sincero, el haber conseguido el contacto de aquel recinto gracias a él.


— Padre Gluskin, ¿qué tal van las cosas en el asilo? —


— Bastante mejor de lo esperado, padre Martin, pero siempre resulta un tanto agotador dichas visitas. ¿A qué debo el motivo de su repentina intervención? —


El padre Martin se quedó repentinamente callado, con un semblante sereno en su expresión. Eddie, por el contrario, poseía una máscara de hartazgo que poco podía ocultar, ganando algunas miradas de sorpresa y reproche de algunas cuantas personas que pasaban por el pasillo en dirección a la salida. El padre Martin aclaro la garganta después de un momento, levantando la mirada en dirección a la capilla de al lado.


— Le están esperando desde hace rato. —


Eddie se quedó por un momento meditando. ¿Acaso Waylon había ido ese día? No habían acordado el verse hasta otro día. Ni siquiera se limitó a aclarar quién era cuando Eddie caminó a paso acelerado fuera del templo, sintiendo cierta confusión y ansiedad al acercarse. Una parte de él se sentía aliviado, ya que podría resultar mucho más placentero el resto de las horas en compañía de Waylon.


No esperaba nada, no quería saber nada de nadie, queriendo únicamente enterrar su cabeza sobre sus piernas, dejando que sus problemas y malestar se disiparan con aquella acción.


Eddie miró en todas direcciones, sin poder encontrar con la mirada a Waylon. Su corazón se sentía acelerado. El lugar estaba completamente solitario a esas horas. Unos pasos lo hicieron girar de dirección, encontrándose frente a frente a aquel joven que había acompañado a Waylon hacía bastante tiempo atrás.


El rostro cargado de confusión de Eddie no se hizo esperar. La sonrisa que broto de los labios contrarios era casi igual de irritante que su postura despreocupada.


— Parece que he llegado de manera inoportuna. —


— ¿Miles? —


— Vaya, no esperaba que te acordaras de mi nombre. ¿Acaso Waylon te ha hablado sobre mí? —


— Algunas cosas, sí. ¿Qué te trae por aquí? —


— Voy a intentar ser lo más breve posible, ¿crees que nos podemos sentar por aquí? —


— Claro. —


Eddie encaminó a Miles a un lugar ligeramente más apartado dentro de la pequeña capilla. Solo había algunas cuantas luces encendidas, siendo ayudadas por las velas que yacían cerca del pequeño altar. La mirada de Eddie no perdió de vista a Miles, quien parecía incluso divertido al notar las miradas de reojo de su parte. El adolescente era mucho más informal que Waylon en más de un sentido.


Su cabello era castaño oscuro y su complexión eran en definitiva mucho más definidos que la de Waylon, con hombros más anchos y estatura promedio, acordes a su edad. Waylon era ligeramente más bajo y menos musculoso que el promedio. A Eddie le gustaba bastante ese rasgo, aunque admitirlo abiertamente podría considerarse extraño.


Al sentarse en las bancas, ambos quedaron frente a frente. Miles acomodó su pierna de forma descuidada sobre su rodilla, reclinándose cómodamente sobre el respaldo de madera detrás de él. Eddie se mantuvo lo más rígido que pudo, sintiendo cierta sensación de autoridad de verse un poco más alto e intimidante que el joven frente a sí. Quizás era algo bastante estúpido, pero le hacía sentir cierta autoridad al interactuar.


— Y bien, ¿qué te trae a esta iglesia, Miles? —


— Básicamente, sé que Waylon y tú han estado teniendo algo entre ustedes. —


Pese a la declaración tan repentina, Eddie intentó guardar la compostura lo mejor que pudo. Su semblante no cambio para nada, notando como una gran sonrisa de extendía por el rostro ajeno, volviéndose cada vez más insoportable a su criterio.


Empezaba a cuestionarse como Waylon podría tener una amistad tan prolongada con una persona así, pero conociendo la paciencia y gentileza en su naturaleza, muy posiblemente pasaba por alto todas las cosas que Miles podría hacer en su vida cotidiana. Empezaba a causarle cierta molestia este hecho. Cualquier cosa que pudiera perturbar a Waylon era sinónimo de molestia para él.


— No entiendo exactamente a que te refieres. —


— A que ustedes están cogiendo, que están saliendo. No es tan complicado de entender. Lo entiendo bien, ya que Waylon es interesante y atractivo, el riesgo que implica incluso parece emocionante. —


Eddie continuaba en silencio. Sabía que estaba mucho más tensa su postura ahora, pero su semblante jamás cambió en ningún momento.


Por alguna extraña razón, una parte de él sabía que era una trampa de alguna forma, sabiendo bien que ante cualquier reacción o comentario, las sospechas del adolescente serían confirmadas al momento.


Creía que Waylon no sería tan imprudente para decirlo abiertamente a alguien. Su naturaleza era muy nerviosa pese a todo. Quizás no tenían tanto tiempo de conocerse, pero Waylon era bastante transparente en sus reacciones.


— Me parecen curiosos tus comentarios, pero, ¿a qué se deben tus sospechas sobre esto? ¿Acaso ha habido algún comentario? —


— Waylon es muy obvio cuando está interesado en alguien. Cuando mira a esa persona, cuando habla de esa persona…se le nota completamente el interés, y considerando la forma tan despectiva que me viste cuando vinimos, intuyo que es mutuo, además de que ha estado de un humor mucho más diferente y animado desde hace semanas atrás. Así que pues…te lo cogiste, además de eso todavía no me lo has negado. —


Una de las cejas de Eddie se levantó ligeramente ante las declaraciones. Sentía cierto orgullo, si era sincero consigo mismo, de provocar esas reacciones en Waylon y de escuchar por parte de una persona cercana lo evidente que era su sentimientos sobre el tema, pero no dejaba de ser preocupante y alarmante sin embargo.


Miles era persuasivo, perspicaz y entrometido. Había cierto cinismo en su forma de hablar y expresarse. Su postura y gestos parecían indicar su personalidad en realidad, notando como disfrutaba el tener la razón en cuanto a temas relacionados a su mejor amigo.


Eddie sabía que había perdido la batalla en el momento en que preguntó por el comentario de Waylon. Miles lo había hecho hablar de más, detestando sentirse interrogado por alguien con mucha menos edad y madurez.


Los ojos de Miles parecían reflejar el triunfo al momento de cruzar los brazos sobre su pecho.


— Son demasiado obvios… y realmente no es algo que debiera interesarme, pero creo que es un tanto injusto de tu parte someterlo a tantas cosas innecesarias por todas las cosas que está pasando. —


— ¿Acaso me vienes a sermonear? —


— A mí no me importa un carajo que tan acomplejado puedas estar con tu sexualidad, pero Waylon ha pasado por momentos muy difíciles en este año. Su madre está enferma, su padre falleció, ¿qué tipo de ayuda se supone que puede brindarle el mundo si a la primera instancia se aprovecha de él la persona que debería darle aliento y comprensión? —


Los ojos de Eddie se abrieron sorpresivamente ante ese comentario. Había estado queriendo negar esos pensamientos de culpa durante esa pequeña odisea de los días pasados. Por primera vez se sentía pleno con alguien más, disfrutando de su compañía sin tener la constante repulsión o rechazo hacía todo lo que implicaba la intimidad sexual y los deseos propios de su sexualidad, como lo era la atracción por personas de su mismo sexo.


Se había cansado tanto del rechazo, del rechazo hacía si mismo hacía el resto del mundo en general. Waylon había significado mucho más que una persona con quien acostarse regularmente. Había cariño y comprensión que jamás había experimentado en el pasado. Había querido permanecer en esa burbuja por siempre. Sus pensamientos siempre intentaban ser apagados por sus emociones desde ese momento.


— Entiendo bien lo que dices, pero nunca fue mi intención el dañar. —


— ¿No te parece un poco extraño que un joven ande detrás de un sacerdote de su localidad? Me parece que la figura de autoridad es la que debería poner el freno en estas situaciones. No te conozco, no me interesa conocerte, pero quiero creer que hay una especie de justicia en este mundo. ¿Acaso no deberías imponer tú la razón en estos casos? —


Las palabras de Miles repentinamente se sintieron impropias para su edad. Eddie podía entender un poco del porque Waylon lo mantenía cerca de su vida, aunque le resultaba verdaderamente insoportable tener que admitir esto en su mente. Los ojos de Eddie no se levantaron de su lugar durante algunos segundos. La imagen de Waylon en sus días pasados era persistente, estando casi grabada en su memoria de forma permanente por ahora.


Sabía que tarde o temprano tenía que entrar en razón, teniendo que tomar decisiones de acuerdo a la situación que estaba pasando entre ambos. Era igual de peligrosa para ambas partes, siendo problemático en más de un sentido, considerando los riesgos posibles que podría ocurrir principalmente para Waylon.


A Eddie empezaba a interesarle cada vez más poco lo que pasara en su vida. Había cosas que jamás habían cambiado con los años. Ponerse a él mismo como una prioridad era algo verdaderamente difícil de conseguir.


— ¿Por qué no le has dicho a nadie más tus sospechas? —


— No creas que te estoy haciendo un favor. Waylon me importa demasiado como para exponerlo a cosas como estas sin antes aclarar ciertos puntos, como ahora. No quería llegar a ese extremo sin antes intentar hacerlos entrar en razón. Hablaré con Waylon de igual forma, pero si las cosas no cambian en un lapso de tiempo, tendré que decir la verdad abiertamente. Espero no llegar a ese extremo, espero realmente puedan aclarar bien las cosas. —


— Yo tampoco espero que las cosas lleguen a un extremo para nadie. —


Miles había cumplido su promesa de ser breve. Al terminar de confirmar sus sospechas, se había levantado e ido al instante, dejando a Eddie pensativo dentro de la capilla. Sin duda había un sentimiento de derrota a su alrededor. La idea de exponer a Waylon era casi tan aterradora para él como la idea de perder lo poco que había conseguido con aquellas interacciones pasadas.


Eddie no sabía que tan ciertas eran las amenazas de Miles sobre hablar de su relación. ¿Acaso podría considerarla una relación?


Las dudas volvieron a acrecentarse en él. Eddie detestaba sentirse confundido y expuesto. Desde su padre, había jurado que nunca jamás permitiría que alguien tomara ventaja sobre él en una situación. La idea de que Miles estuviera tomando ventaja le resultaba absurda, pero el sentimiento era persistente por ahora. Debía meditar muy bien las cosas que haría a continuación.


Había sido muy ingenuo en pensar que el día había sido suficientemente malo. En definitiva debió haberse encerrado en su habitación desde que llegó.

Notas finales:

Si alguien lee esto, escriba algo y deme señales de vida xD para saber si continuar subiendo todo


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