Todos estaban en la sala de espera. El general de Joey les anunció que él era el piloto afectado y estaba grave. Yugi estaba ahí muy preocupado junto a su esposa. Seto no sabía porque había terminado en ese lugar.
El doctor salió a dar su reporte y el castaño lo escuchó con cara de aburrimiento pero esta se esfumó cuando el otro hubo dicho las primeras palabras.
-No voy a mentirles. El coronel se halla en estado crítico. Ha sufrido muchas quemaduras de tercer grado pero lo peor no es eso. El coronel Wheeler aspiró mucho del aire caliente del incendio de su paracaídas, uno de sus pulmones ya colapsó por las heridas internas y me temo que al otro le falta poco. Lo que nos preocupa es la poca asistencia de aire a su sangre y a su cerebro que puede causar el daño cerebral irreversible no deseado—
Seto y los demás quedaron de piedra. Yugi pidió verlo pero no lo dejaron por su estado inestable. Estaba en la unidad de cuidados intensivos, dijeron. Harían lo posible por él, afirmaron.
Kaiba dijo ir por café pero se desvió un poco. Preguntó a una enfermera por la sala de cuidados intensivos y después de mirarlo un momento ella le dirigió.
Ni siquiera Seto entendía porque sus pasos se dirigían tan vehementemente a ver a aquel perro que siempre le gruñía al verlo. Tal vez la edad le estaba afectando.
Entró sin dilación en la sala señalada donde se encontraban muchas camas con plástico alrededor. Él había contado 11 aeronaves partir pero solo habían vuelto esas tres. Solo podía imaginarse lo que había sido la batalla aérea para ocupar semejante resultado.
Caminó entre las filas de plástico y sonidos monótonos de los monitores de signos vitales y de los respiradores hasta encontrarlo. Detrás del plástico transparente se notaba azul.
¡Señor, no puede estar aquí!—le dijo una enfermera perentoria con el entrecejo arrugado.
¿Por qué tiene ese color?—preguntó sin importarle la actitud de esa mujer lo más mínimo.
Ella dudo un poco en contestar pero pensó que no haría daño contestar—Es la hipoxia, su organismo no está recibiendo la cantidad de aire necesaria—
Entonces entró el médico y al verlo allí le preguntó--¿Qué hace usted aquí?—
Lo mismo le dije yo, capitán pero…--trató de inmiscuirse la enfermera pero Seto la cortó.
Sobre lo que dijo antes. ¿Acaso no han buscado un pulmón para él?—preguntó el castaño.
Lo hacemos pero tenemos que encontrar uno compatible en un corto período de tiempo y es virtualmente casi imposible lograrlo—dijo el pesimista doctor.
¿Cuánto le queda?—quiso saber el ojos azules clavando su mirada en el cuerpo atado a un respirador y diferentes cables.
No sé, tal vez no pase de esta noche. Su estado es muy grave—contestó el médico mientras los ojos de Seto seguían clavados en la cara con las mejillas cubiertas de apósitos y medio cuerpo vendado.
Le llevó menos de un minuto el pensarlo y segundos el decirlo--¡Hágame una prueba!—
El doctor lo miró de hito en hito--¿Acaso tengo monos en la cara? Veamos si soy compatible con ese idiota—añadió Kaiba sin perder el pulso.