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DECEMBER por STEREK141618

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Notas del capitulo:

Este capítulo es como un vistazo a un día anterior antes de que empezara el fic. Se sitúa en el día 20 de Noviembre -día de muchos estrenos de álbumes y películas famosas, misteriosamente...- y pues es como la piedra angular de la historia, pues digamos que si las cosas no hubieran sucedido así hasta la secuela sería diferente, hasta el fic en general hubiera sido diferente. Así que, aquí lo tienen. Disfrutarlo, comentarlo.

—Santo Cielo... —susurró cuando se dio cuenta de la hora. La luz de su celular era muy baja como de costumbre y la alarma no le había funcionado a pesar de haber sonado varias veces horas atrás.

Aunque, no era una mala hora. Apenas y eran las seis de la tarde, pero ni siquiera había ensayado una última vez los diálogos de la obra, ya que por sus vicios de los últimos días no había podido recordarlos, alguien siempre se los tenía que soplar pero sus cualidades de actor eran mejor que nunca, y por eso tenía el protagónico. Tenía una sensación tan extraña, todo era una rutina por completo aburrida, parecía ya más un robot que un humano sólo cuando se despertaba, ya después, todo el día era un viaje en el mismo lugar, descubriendo cosas nuevas a la vez. Se despertó por completo, después se quedó mirando las mariposas que estaban pegadas en su techo, eran muchas mariposas de colores y de formas diferentes, no había ninguna repetida, y en medio del techo una mariposa monarca grande, más que las demás.

Se puso de pie, abrió la puerta de la habitación, salió del cuarto, se miró en un espejo, era un desastre como de costumbre. Prendió el calentador de agua y después se dispuso a darse un baño, cogió algo de su mochila, las toallas y un jabón verde propiedad de Scott. La puerta de madera del baño rechinó un poco cuando la abrió; por dentro, el pequeño sanitario estaba ahí como siempre, y la puerta de vidrio para entrar a la zona de la regadera estaba más limpia que de costumbre. Puso la mano en la llave de la regadera, el agua caliente salió después de unos desesperantes segundos, después de darse la primera tallada y disfrutar de un corriente jabón corporal que Scott había comprado sólo porque era de Frozen, se dispuso a hacer algo que estaba haciendo por lo regular los últimos días, algo que no mencionaré para que los chicos en casa no se espanten y haga percinar. Justo después de aquello, todo fue mucho mejor, dejó "los objetos" en una repisa de vidrio colocada en una esquina de la habitación. El olor era delicioso, aunque desaparecería con el agua y se mezclaría con el vaho. Se lavó la cabeza con mas ahínco y después de unos torpes movimientos, cogió el jabón para pasárselo por todo el cuerpo y la cabeza y repetir el proceso tres veces. Al terminar de hacer lo que debía de hacer, dejó que el agua más caliente que podía soportar le mojara todo por al menos la mitad de un segundo, y por último echarse una cubeta repleta de agua fría previamente llenada. No se despabiló más por eso pero era una cosa muy buena para la firmeza de la piel, y ese día tenía que verse espectacular. Después se rasuró la cara con mucho cuidado de retirar cualquier mínimo vello. Todo con una lentitud apacible.

—Mierda —se dijo a sí mismo cuando al terminar de rasurarse (pues al intentar salir del baño) casi se cae debido a sus movimientos imprecisos. Una sonrisa afloró en su cara.

Puso música relajante en el reproductor, agua cayendo a pequeños chorros con una guitarra más que lenta, cogió "los objetos" una vez más e hizo lo que su cuerpo le pedía, no estaba bien hacerlo tan seguido pero, sólo era una vez que lo haría de una manera tan continua.

Respiró hondo cuando terminó de vestirse un su habitación, la casa estaba sola por cierto. Cerró los ojos y exhaló el aire con delicadeza y se podría decir que también elegancia. Llegó a la cocina, chasqueó los dedos cuando escuchó una canción más que animada, vertió la leche en un pequeño pocillo. La calentó hasta que hirvió, se sirvió un cereal con chocolate, lo masticó disfrutando del sabor estimular su paladar. Bebió agua de un vaso de vidrio por completo limpio, frío al tacto.

Se peinó intentando no ver sus ojos en el reflejo, con un peine negro lo suficiente grande para su cabello. Se cepilló los dientes por seis minutos con los movimientos correctos en una buena ejecución, el cepillo de hace casi tres meses con las cerdas más usadas que la ropa interior de Scott. Se puso la mochila en los hombros, color verde, estilo militar que no coordinaba para nada con su personalidad. De su cuello sacó la cuerda con las llaves de la casa, incluyendo la de la casa de Theo, miró de reojo ésta última y la acarició con cariño entre los dedos, frío y brillante metal entre sus dedos que se calentaba con su tacto. Cerró la puerta de la casa.

Todo lo anterior, lo disfrutaba en su totalidad, cada insignificante cosa, así era su rutina desde hace veinte días.

Afuera, consideraba que el mundo era un lugar maravilloso, con extraordinarios paisajes, la naturaleza sin lugar a dudas era perfecta y a la vez aterradora en un grado de superioridad. Y sin embargo, casi todos los seres humanos eran horrendos por dentro y por fuera, de sólo ver las caras de la gente, sentía miedo, y horror de vez en cuando; contadas eran las personas que le cautivaban, y entre ellas, estaba Derek Hale. El recuerdo de aquel miércoles hace muchos meses atrás, el olor de su cuerpo, contra el suyo, la bata que una vez compartieron haciendo experimentos repentinos en una clase repentina. Derek se había acercado detrás de él, estaba sentado en un banco y el moreno se subió en unas cosas que están en las patas del banco, se quedó detrás de él mientras le acariciaba el cabello. Era un grato recuerdo que le hizo suspirar en su asiento ya dentro del autobús que le llevaría a la escuela. El día era hermoso, y con eso describía todos los estímulos que le proporcionaban. La luz de Dios de vez en cuando le tocaba con cariño el rostro, le daba calor, y se sentía protegido.

Estaban tan relajado en aquel asiento, que incluso empezaba a quedarse dormido, hasta que el pensamiento de una persona en su mente le asaltó de repente, Theo Raeken. Ese chico, era su novio, y justo en ese momento se dio cuenta de que todos sus días serían como ese: respirar, "los objetos", pensar, Derek, suspirar, soñar, Theo Raeken. Básicamente así es como describiría su mes de Noviembre si uno le preguntara, bueno, tal vez de una manera más explícita, pero, no lo diría con libertad para no asustar a los chicos en casa.

Su mente se distribuía entre varias tareas al mismo tiempo, cambiaba de opinión con cualquier estimulo externo, o tal vez su mente ya estaba demasiado quebrada, tal vez algo loca, tal vez algo desasociada, pero ese no era el punto.

Al abrir los ojos, el camión vacío le dio una sensación de ansiedad.

—No me gusta irme solo, vámonos juntos —dijo una vez el castaño a su amado Derek.

—¿Por qué no te gusta irte solo? —preguntó viéndole a los ojos. Aquella mirada verde casi hace que se sonrojara. Lo evitó a toda costa, intentando no corresponder a su mirada.

—Pues no me gusta la soledad —se excusó con los hombros arriba, casi tocando sus orejas.

La verdad era que la soledad era su mejor amiga, siempre disfrutaba de apagar todas las luces y hacer cosas en las que no fuera necesaria la luz, y si era necesaria, usaba la luz más baja posible, con la soledad como compañera. Pero era un pretexto para irse con Derek, y el mejor que tenía, menos cuando no venía Allison a la escuela. Se podría decir que ya eran mejores amigos. Siempre se iban juntos a casa.

Al recordar como le decía ese absurdo pretexto, se dio cuenta de que últimamente la agobiaba estar solo, creía que en cualquier, momento todo se derritiera y la realidad no existiera, como si el cualquier momento se fuera a volver loco. Pues su miedo a la soledad era ya casi muy real. Cerró los ojos, respiró lo más profundo que pudo, quiso recordar la sensación de su piel contra la de su novio y el caleidoscopio de sus labios en los suyos. No mejoró mucho su situación pero al menos ya estaba más tranquilo.

Se puso los lentes de sol cuando éste le dio de lleno en la cara. Ya mero bajaba.

—SIENTE LA MIERDA, SIENTE LA MIERDA —cantaba mientras caminaban con los mismos lentes de sol ya en la escuela, sus auriculares negros en sus oídos y Brooke Candy a un volumen moderado.

El mundo iba de un lado a otro preparando las cosas necesarias para la obra de teatro en la cual él era el protagonista. El en el gran patio, el escenario apenas estaba siendo montado, pero un montón de personas se encargaban de eso, en poco tiempo ya estaría listo.

Sin perder el estilo ni un momento, se paseó en medio de los demás hasta llegar al pasillo que daba al salón de usos múltiples, nadie se daba el lujo de chocar con él ni si quiera por accidente, ya parecía gozar de la fama que tanto había anhelado. Muchos chicos traían cosas enormes parte del fondo de la escena, y otros cambios de vestuario, cajas de plástico transparentes con cosas necesarias para el maquillaje. Empujó las puertas del salón de usos múltiples con ambas manos, su cazadora se agitó con el aire y todo mundo dentro volteó a verlo, algunos con arrogancia, otros con respeto, y pocos con admiración, y esos pocos desconocían que el castaño era un buen consumidor recurrente de ciertas sustancias.

—¡Hasta que llegaste! —exclamó Lydia furiosa como una leona a la que otra bestia le ha robado la comida para sus crías.

Ella había estado hablando con otra chica de como si Stiles no llegaba, sería sustituido por Jackson. Quien hace un par de semanas había contactado con grandes "personas" que le llevarían al estrellato que tanto deseaba desde que era un pequeño, al pasar el tiempo, esos deseos habían disminuido, pero últimamente, le consumían unas ganas enormes de ser admirado. Ese trato, era un secreto, que se llevaría a la tumba, o casi así.

—Déjame yo hago lo que quiera —informó sin mirarla a la cara, para seguir caminando. Aunque la sonrisa en la cara nadie se la quitaba.

—¿Te drogaste? —preguntó ella rendida ya muy cerca de él.

Él rió descarado, como un rey ante la actuación de un bufón en serio muy gracioso.

—No es un pasatiempo, es un estilo de vida —se burló de como las personas suelen decir esas palabras y al mismo tiempo le contestó a Lydia.

—Como sea, nunca me invitas —dijo ella con resentimiento en la mirada y el tono de voz.

—Tú eres buena cariño. —Le dio unas palmaditas cariñosas en la mejilla derecha. Como si fuera una muy bonita mascota.

Ella hizo una mueca de no soportar el tacto de su amigo, con los ojos apretados se quedó quieta hasta que Stiles despejó la mano de su cara.

—Deberías ir con los maquillistas de una vez —ordenó ella mirándolo a los ojos.

—¡Pero si me veo perfecto!—contestó con un gesto demasiado vanidoso.

—Eres una ruina —remató ella empujándolo hacia atrás.

—Siempre eres tan mala —aseveró el chico con los ojos entrecerrados.

—Y tú eres tan contradictorio todos los días. —Puso los ojos en blanco.

Stiles dejó a su amiga donde estaba en el salón de usos múltiples con más de una mirada detrás de él, la verdad, la mitad de las personas en la escuela quería que el papel lo interpretara Jackson Whittemore, y la otra mitad de ellos quería ver como a Stiles le daba una sobre dosis en el escenario. Se dirigió hasta el patio principal de la escuela donde, el escenario ya estaba montado. Hizo su camino tras bambalinas, para su sorpresa, Derek ya estaba ahí. Su cuerpo era hermoso enfundado en un disfraz de ángel serafín. Sus ojos verdes, el color dorado de algunos detalles en la vestimenta, la coronilla sobre sus brillantes cabellos negros sin peinar. Sus ojos verdes tan luminosos y coloridos. Las "sabanas" pulcras que envolvían su anatomía morena clara, todo era perfecto, tenía ganas de correr hasta él y comerle a besos. Pero antes de que Derek se diera cuenta de que le veía de esa forma tan llena de admiración, retiró la mirada maravillada y decidió hacer como si el moreno no existiera. Pasó de largo, se sentó a unos lugares de él, en una fila de tocadores con varios de sus compañeros ya siendo maquillados para la primera función que daba inicio a la siete de la noche.

—Hola Jackson —saludó el castaño sentado a un lado del otro chico.

—Hola Stilinski —correspondió de buena gana, incluso dirigiéndole la mirada con interés de entablar una conversación.

Todos conocemos a Jackson, por una temporada fue un payaso, por otra fue una buena persona, tanto que sorprendía a más de uno con sus actos aparentemente altruistas. Y por último, después de un maravilloso suceso que le había abierto los ojos, se volvió el ser más arrogante que sus amigos habían conocido, pero aun así le querían. Así que sí, era raro que el sustituto le hablara a Stiles, el protagonista, como si nada, pues todo el mundo esperaba que un accidente que le sucediera al castaño. No porque le desearan el mal, pero todos conocían sus mañas y las de Jackson. Sobre todo sospechaban de Whittemore.

—Espero de todo corazón que estés listo para la obra —dijo Jackson intentado mirarlo pues no se podía mover mucho debido a que también le estaban maquillando.

—Espero que tú estés listo para quedarte sentado toda la obra —rió arrogante en su silla con un gran movimiento de hombros debido a su prominente risa.

Jackson respiró más hondo de lo normal, pero estaba bastante tranquilo de todas maneras, confiado en que sus contactos no fallaran en la predicción del modificado presente.

Pasado un rato de que le maquillaran como a Adán. Le pusieron su vestuario, que era una ropa de lo más ostentosa, se supone que Adán estaba desnudo pero en la obra de teatro, en la que Stiles por cierto había aportado casi todas las ideas, el edén existe en siglo XXI y cuando corren a Adán y a Eva del paraíso huyen a las Vegas, hogar de la ex pareja de Adán, Lilith, todo un desastre de proporciones catastróficas cuando los tres personajes se encuentran.

El efecto de la droga ya se había bajado casi en un ochenta por ciento. Su rostro en el espejo lucía hermoso, nunca pensó que podría verse realmente atractivo pero así era como estaba. Se miró a los ojos directamente.

—Eres hermoso —se dijo a sí mismo mientras se giñaba un ojo. Jackson le miró con una sonrisa que le afloraba sin poder controlarlo en las comisuras de sus labios—. Nos vemos en un rato Whittemore —dijo antes de irse sin siquiera voltear a ver a la persona que de la que se había despedido. No porque no le interesaba, sino porque debía demostrar el más mínimo interés en él. Muy en el fondo, sentía un deseo por el Whittemore.

—¡Nos vemos! —Se despidió con una radiante sonrisa—. Maldito adicto —susurró dejando ver lo que de verdad sentía dentro de sí, con las puntas de los labios hacía abajo y una mirada sombría. Aunque el castaño ya no le veía.

Se fue a la cafetería, algunas chicas inocentes le veían en el camino con miradas que hacían notar la atracción que sentían por el chico. Y él lo sabía.

—Si supieran que me gusta Derek Hale, y que mi corazón pertenece a él por completo —rió por lo bajo al caminar con pasos lentos y algo torpes.

Se bebió más de una taza de café americano. Después compro una botella de un litro de agua fría, sacó de sus bolsillos unas pastillas, y se tomó dos de ellas junto con el maquillaje –natural- de sus labios. Él las llamaba "Los Dones de Dios" y sin ellas, no podría actuar, además de que era capaz de recordar casi todo los diálogos, sin haberlos practicados ni una vez más, sólo tenía que dejarse llevar, y todas las palabras le llegaban a él como si exactamente Dios le dijera que hacer. Aunque claro, en este mundo ficticio Dios no existe.

Antes de que la obra comenzara, se fue tras bambalinas con todos sus amigos. La mayoría estaba en la obra pues todos estaban en la carrera de actuación.

—Bueno chicos, los noto nerviosos a todos así que hay que distraernos jugando algo ¿ustedes qué dicen? —habló fuerte Lydia ya en su papel de Lilith.

—Sí vamos todos —exclamó Stiles acercándose hasta el circulo que se empezaba a formar. Derek ya estaba cerca, se puso casi frente a Stiles.

—¿Qué jugamos? —preguntó Scott disfrazado de un demonio lascivo de Las Vegas, de un casino llamado "Las Cuevas del Mar Rojo"

—A la botella —dijo con un tono más grave en la voz Jackson, a dos lugares del castaño. Hizo chocar sus palmas.

—¿Una botella? —cuestionó Lydia, con las cejas fruncidas, adoptando una posición parecida a la de su novio.

Stiles se bebió toda el agua de la suya y la donó para la causa.

—Bien.

Y todos se sentaron en el suelo. Después de una serie de preguntas, Jackson empezaba a desesperarse. Le habían prometido que el momento llegaría. Que incluso sería una reacción natural. Que todo saldría de acuerdo a lo planeado. Que sólo tenía que hacer esa pregunta en el momento adecuado.

Y la botella por fin giró como por treceava vez e imposiblemente había quedado con Derek y Stiles. Jackson sonrió con ligereza al ver como la botella apuntaba sus cuerpos. Sus ojos brillaron de ilusión, solo unas palabras con signos de interrogación, y su vida iba a cambiar por completo.

—Manda Stiles —dijo Lydia, con sorpresa. Todos en el círculo estaban sorprendidos, pues al menos la mayoría, sabía que Stiles estaba colado por el muchacho de ojos verdes vestido de serafín.

El moreno miraba a Stiles con concentración, y éste sólo se tronaba los dedos con nerviosismo, adoptando discretas posiciones de sus mejores ángulos, mientras pensaba en una buena pregunta, pues habían quedado en hacer sólo preguntas porque con retos, desordenarían todo el vestuario y el maquillaje y tampoco había tiempo.

—No sé qué preguntarle —dijo mirando todavía al chico Hale—. ¿Alguna idea? Le cedo a alguien mi pregunta.

—Pues, sólo Lydia sabe mis secretos pero no creo que me eche de cabeza —comentó Derek con una pizca de nervios sobre su cuerpo

Jackson acercó sus labios con el aliento contenido a la oreja de Malia. Hizo la pregunta con malicia mientras miraba a Stiles. Todo estaba saliendo tan bien.

Malia rió disfrazada de una hermosa Eva de despeinados cabellos, que les habían costado al menos una hora peinar entre dos estilistas. Era siempre tan risueña, miró a Jackson con duda y después rió de nuevo.

—¿Sí se la hago? —preguntó con una mano en la boca y una amplia sonrisa.

—Sí tú hazla.

—Bueno... —repuso ella y luego le dirigió la mirada a Derek—. Que ¿qué es lo que sientes por Stiles? —preguntó por completo inocente y ajena a la situación del castaño, pues ella no sabía nada.

—Oh mierda... —susurró Lydia y Stiles cerró los ojos durante tres segundos.

—¿Cómo? —preguntó Derek, sin notarse molesto, pues apenas empezaba—. ¿Cuándo lo veo o cuándo pienso en él?

Stiles volteó a ver con asombro al moreno. Todos hicieron un barullo de sorpresa. ¿Derek Hale iba a empezar a hablar de lo que sentía cuando pensaba en Stiles?

—Pues habla de las dos cosas —le animó Jackson.

—Cuando lo veo, pues veo pura mierda. —Y lo decía con un tono tan agradable que era incluso más cruel que si se lo espetara—. Y cuando pienso en él pienso en la mierda... —Y Stiles sólo se limitó a reír fuerte, escuchando como la palabra "mierda" se repetía una y otra vez después de alguna característica del castaño, básicamente para cualquier descripción la palabra "mierda" se hacía presente—. Parece que nunca se calla, siempre va saludando a todos como idiota, parece un vago y nunca deja de drogarse como si no hubiera mañana. A veces me desespera, y siempre espera a las personas que nunca se van con él. Sólo soy su amigo por Lydia y para ser sinceros, nunca sería amigo de alguien tan mierda como él.

Los ojos se le llenaron ligeramente de lágrimas al de lunares mientras la sonrisa le adornaba la cara, algunos reían, o al menos fingían reír por alguna razón. Otros solo escuchaban en silencio.

—Justo eso es lo que siento por él —terminó para coronar con una carcajada que resonó en los oídos de Stiles, ambos se vieron a los ojos por uno cortos segundos.

Alguien giró la botella y continuaron con el juego. Y Malia se dio cuenta de que después de eso, Stiles ya no siguió bromeando, se quedó callado con una sonrisa ligera en la cara, pero en sus ojos, ellos estaban apagados, opacos, y tristes a pesar de que a simple vista no pudiera notarse. Ya no era el mismo Stiles. La chica se sintió culpable.

—¿Y qué es lo que sientes por Theo? —preguntó Scott a Stiles cuando les tocó juntos.

Pasó un rato más y una persona se acercó a decirles que ya iba empezar la primera escena, Derek salía en ella.

—Nos amamos de verdad y quisiera que estuviera aquí —respondió con severidad pero la verdad era que ya quería irse de ahí.

El moreno de apellido Hale fue el primero que se puso de pie justo después de las palabras de Stiles y se fue con los puños apretados, era notable que estaba molesto, por alguna razón extraña.

—Lo siento de verdad Stiles. No lo sabía, de haber sabido eso, yo no le hubiera hecho caso a ese idiota de Jackson —se disculpó Malia mientras le tocaba e hombro al castaño.

—No, está bien —dijo sin aplacar la sonrisa de su cara, mientras caminaban todos a la zona de maquillaje.

—En verdad lo siento —se disculpó una vez más.

—¿Estás bien Stiles? —preguntó Lydia ya cerca de dolido amigo.

—Sí, estoy tan drogado que es imposible que me ponga triste —respondió mientras se limpiaba una lagrima del ojo derecho con dos dedos de la mano.

—Con razón siempre estás sonriendo y saludando a todo mundo —le siguió la corriente ella.

—Voy al baño —susurró casi inaudible y la chica asintió la cabeza dejando ir a su amigo.

Pero no fue al baño, se dirigió a la salida de la escuela. Con lágrimas en los ojos, "Los Dones de Dios" empeoraba el asunto. Jackson observaba la escena con los ojos más brillantes que nunca, estaba tan feliz, su vida iba a cambiar por completo y para siempre. El protagónico era suyo por fin.

—¿Puedes venir por mí a la escuela? —preguntó al teléfono a su novio. Ni siquiera le había dicho que fuera a verlo a la obra.

—Sí, claro. ¿Te sucedió algo? —preguntó con preocupación.

—Siempre eres tan bueno —sollozó en la oscuridad de la calle.

30 DE DICIEMBRE EN LA MADRUGADA.

—Debiste darte cuenta ese día —dijo la pelirroja para ella misma y para Stiles.

—Lo sé —respondió.

Notas finales:

El 28 publicaré el prologo, además de los agradecimientos. En el siguiente capítulo ya podrán saber lo ultimo que le sucede a Stiles, al menos en esta primera parte de la historia.


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