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DECEMBER por STEREK141618

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Notas del capitulo:

Mi ordenador se estropeó y todos los avances que tenían valieron mierda, así que reescribí esto, pero... Durante ese tiempo tuve tiempo para ser creativo -la somnolencia creativa o no estaba funcionando o no servía- porque estaba escribiendo pura mierda y este fanfic no iba hacia ningun lado. Pero ahora este capítulo es mejor. Goncenlo.

—Y entonces ¿cómo es que se quedaron sin casa? —preguntó Derek mientras miraba la pared con el peluche de pingüino entre los brazos, desde que había cortado con su novia no había noche que no lo tuviera contra su cuerpo.
—Bueno pues es una larga historia. ¿Por qué lo preguntas? —inquirió Stiles quien no dejaba de ver el techo lúgubre y pálido que tenía sobre él.
—Pues es que, chicos como ustedes, poseen el suficiente dinero para venir a una escuela como CalArts, además de que todas sus pertenencias se ven bastantes opulentas. Se me hace raro que no pagaran la renta por tres meses —argumentó el moreno fijándose con detalle sobre la pared gris con pequeñas imperfecciones sobre ella.
—Sí bueno, precisamente eso, Lydia y yo gastamos mucho dinero en cosas que no necesitamos y las que necesitamos compramos de las más costosas, el alquiler era algo barato donde vivíamos y pensábamos que lo podríamos pagar siempre que quisiéramos pero no resultó como pensábamos. De hecho, pudimos haberlo pagado pero no quisimos, el dinero que tenemos lo ahorramos exclusivamente para nuestros excesivos gastos —explicó el castaño cerrando los ojos, respirando profundo, olía tanto a Derek.
Quién lo habría dicho. Estar en el cuarto del moreno, en la misma cama, en el mismo silencio, era algo que nunca pensó que sucediera y que sólo ocurría en sus fantasías. A pesar de toda la emoción que corría por sus venas, siempre podía controlar cualquier impulso. Además los heterosexuales nunca se daban cuenta.
Ya veía a sus amigos negando con la cabeza mientras lo observaban, “deberías estar con Theo, monstruo” Pero quiénes eran ellos para decirle qué hacer y qué no hacer.
—Vaya, eso lo explica un poco —reconoció Derek, pensó en algunas cosas que tenía en la cabeza desde hace varios días, ¿en serio daría resultado? Después de eso bostezó.

STILES ESTABA AÚN recordando la conversación mientras miraba insatisfecho la taza de café que tenía frente a él. Con una mano bajo su barbilla y la otra meciendo la cuchara dentro de la tibia taza oscura, tan negra que parecía que bebía de alguna especie de petróleo.
Los demás chicos ya se habían ido hace mucho tiempo, incluido Derek. Ir a la escuela en Diciembre tenía una explicación, ir a asesorías y ganar decimas de puntos para poder salvar materias. Sentado, en medio de la soledad, la casa de Derek era justo como eso. Sola, pero en serio grande, algunas estancias parecían realmente costosas y maximalistas y otras habitaciones eran de lo más sencillas y vacías. En poco tiempo sería Noche Buena y luego Navidad, y se preguntaba si Derek tendría familia con quien estar esos días, o si alguna vez había festejado la Navidad, o si de menos estaría en compañía de alguien en esas festividades. Derek siempre estaba solo, en su salón nunca hablaba con nadie, o bueno, casi nadie. Algunas otras veces estaba sólo con Lydia, parecía realmente pegado a ella.
Aburrido por no saber qué hacer, vio las cajas de adornos navideños que aun esperaban a ser usados por primera vez. Se acercó muy lento a la caja más grande, retirando la cinta adhesiva de una de ellas, vio los pequeños peluches que acomodaría sobre el árbol una vez puesto y variedad de otras cosas. Le preocupaba el hecho de que el gran pino artificial no cupiera en la casa de Derek, era un gran pino de dos metros y medio de alto.

DIERON LAS CINCO de la tarde cuando Stiles se decidió a cerrar su libro después de llevar cuatro horas leyendo, ya era tiempo suficiente de leer pero se había quedado picado después de todo. Eran la cinco con cinco cuando Derek entró por la puerta con la misma expresión de siempre, seriedad pintada con delicadeza sobre su faz morena, le quedaba a la perfección… Aunque se veía algo diferente. Tenía unos pantalones militares que mejoraban el aspecto de sus piernas y trasero, también el paquete; unas botas cafés que seguro había comprado hace unos días atrás, y una camisa que no combinaba para nada con su atuendo.
—Llegaste temprano de la escuela —habló Stiles, mirando con escrutinio lo sexy que se veía el moreno pero claro, siempre siendo discreto con las miradas llenas de deseo.
—Sí, no quería estar más tiempo ahí metido, era muy aburrido, mejor salí y compre dos cartones de cerveza —explicó dejando la pesada mochila de color camuflaje sobre una de las sillas de la alta mesa de madera oscura.
—¿Dos cartones de cerveza? —interrogó el castaño sorprendido. Con los ojos bien abiertos se acercó hasta la mesa.
—Sí, uno para ti y uno para mí —dijo sin darle mucho interés, sacando de su mochila los cartones para ponerlos en la mesa, uno de ellos de cerveza clara y la otra oscura. Cuando los sacó se dio cuenta de que en la mochila no había nada más que unas orejeras grises. ¿Acaso había ido a la escuela de verdad?
—¡¿Qué?! —exclamó el castaño aún sorprendido, era demasiado para él, ni siquiera le gustaba la cerveza, su sabor le parecía tan agrio como, Derek. Entonces ya tenía sentido.
—Es una broma tonto —suspiró Derek, a la vez que se quitaba esa absurda camisa, debajo de ella sólo había una remera sin mangas de color blanco, ajustada a sus músculos—. Hace calor ¿no crees? —Tenía planeado quitársela más tarde pero no aguantaba las ganas de presumir las horas invertidas en el gimnasio.
—Sí —respondió el castaño mientras no dejaba de pensar en no perder la poca cordura que le quedaba, si es que aún tenía cordura.
—¿Bueno pues no te vas a quitar la ropa? —inquirió el moreno, destapó la primera botella. La pregunta fue muy general.
—¡¿Cómo?! —exclamó sacado de onda, la expresión de su cara delataba en qué sentido se lo había tomado.
—Sí, dijiste que tenías calor.
Derek le pasó la botella a Stiles dejando que se deslizara con elegancia sobre la mesa.
—Sí, pero no —explicó Stiles con las manos sudando.
—¿Sí pero no? —cuestionó el moreno frunciendo el ceño.
—Sí es que… —Se quedó pensando en algo que fuera creíble—. ¡No me gusta la cerveza! —estalló en un grito haciendo su cuerpo hacia atrás.
—Vamos Stiles, no seas nena —se burló el de ojos verdes abriendo una para él mismo con sólo usar un encendedor que halló en la mesa.
—No soy nena, es sólo que no me gusta cómo sabe —explicó el otro haciendo un gesto que demostraba lo molesto que se sentía después de que le dijeran “nena”.
—Ven aquí.
Derek cogió la botella de la mesa y se acercó hasta Stiles.
—¿Qué haces? —preguntó el de largas pestañas al darse cuenta de que el moreno se acercaba peligroso hacia él.
Su cuerpo, era una tentación, se le estaba poniendo a prueba. A lo mejor Derek quería hacerle caer, a lo mejor sospechaba después de esa actuación en el mes de Noviembre pasado y lo que pasó ahí.
—Traje esto para compartirlo con ustedes y convivir un poco, no pienso beberlo todo yo solo ¿sabes? ¿Además no siempre te quejas de que soy un lobo amargado?
—Sí pero…
Derek puso sus dedos en el mentón del castaño, sus manos era tan calientes sobre la piel poco bronceada del chico, le levantó un poco la cara hacia arriba.
—Cállate y bebe —dijo poniendo la boca de Stiles en la boquilla de la botella, sonreía al ver como éste cerraba los ojos. Una de sus manos se aferró a la botella para de menos hacer que el líquido fuera más lento al pasar por su boca, pero el agarre de Derek era fuerte y no cedió en lo absoluto. La otra mano se puso sobre uno de los brazos del moreno de manera inconsciente—. Eso es… —expresó Derek su entusiasmo al ver como Stiles ya se había bebido más de la mitad de la botella, claro, porque él no lo había dejado beberla con tranquilidad.
Todo iba tan bien para el de ojos verdes hasta que Stiles se quitó la botella de la boca, si se había dejado había sido porque era él, el moreno que siempre había querido, quien lo hacía.
—Ha sido suficiente para mí —dijo el castaño limpiando su rostro mojado de cerveza mientras Derek reía con sorna. Derek reía.
—Claro que no, vas a seguir bebiendo mientras estés conmigo —remarcó el otro girando el cuerpo, viendo la caja de Navidad abierta—. ¿Piensas adornar mi casa?
—Sí, de hecho, ¿si no qué voy a hacer con todas estas cosas de Navidad, que Lydia y yo compramos hace unas semanas? —preguntó señalando la caja con los brazos extendidos.
—No me gusta la Navidad —comentó.
—En serio, por cómo eres pensé que la amabas Señor Grinch—bromeó el de ojos whisky acercándose a la caja.
—Muy gracioso. —El moreno intentó fulminar con la mirada a Stiles, pero éste sonreía de manera amplia mientras se agachaba para poder sacar las cosas que estaban sometidas a encierro en ese gran cubo de cartón.
La sonrisa del castaño, le producía bastante calma, como si toda la maldad que estaba cerca se disipara con sólo mostrar los dientes al aire. O a lo mejor era que llevaba bebiendo desde que salió de casa a la una de la tarde, sí, a lo mejor era eso.
—Bueno pues me vas tener que ayudar —habló con entusiasmo, le emocionaba la idea de que el moreno y él adornaran juntos la casa, era como un regalo, o como un milagro navideño, de esos donde la gente agradece a Dios con todas sus fuerzas.
Stiles arrogó un peluche pequeño de un muñeco de nieve sobre un trineo, sonriente. Derek lo atrapó sin tapujos entre sus grandes manos.
—Pero… Stiles, ¿no puedes esperar a que lleguen Lydia y Scott? —preguntó mirando el diminuto muñeco como si fuera hijo de un alienígena.
—¡Que no lobo amargado! —exclamó sacando una gran guía verde de la caja. Se irguió para ver a Derek a la cara—. Tomaré todas las cervezas que quieras si me ayudas a adornar —propuso pícaro, sabía que aceptaría por alguna razón.
Derek no dejó de ponderarlo durante unos tres segundos cuando se dio cuenta de que no tenía otra opción.
—No me condiciones —advirtió el moreno entrecerrando los ojos, dirigiendo su segunda cerveza hacia Stiles justo después de tomarle.
—Cállate ya y adorna, suenas como mi madre —se quejó el castaño cogiendo la botella con gesto severo pero después sonriendo, tomando de la botella y luego hacer una mueca. Stiles no tolera la cerveza.
—Como tú digas… nena. —Derek sonrió después de hacer esa pequeña burla.
Ambos chicos sacaron el árbol de navidad, el castaño ya sabía que tal vez ese pino falso y enorme no cupiera dentro de la casa de Derek, pero lo hizo, apenas y cupo dentro, la punta del pino chocaba con el techo, doblada por apenas un centímetro de sobra, no cabría la estrella.
—Mala suerte —comentó Derek mirando atento la punta, como si buscara alguna forma de arreglar el problema. Tenía los brazos como olla y la espalda bien erguida, Stiles quería correr hacia él y poder abrazarlo para sentir lo firme de su cuerpo, pero tenía que contenerse, se limitó a sólo morder su labio inferior completo, y tronarse todos los dedos de las manos con sólo usar el pulgar.
—No importa que no tenga la estrella Derek, no todas las cosas son perfectas en esta vida —habló el castaño sin darle más importancia al asunto. Le sorprendió que Derek no estuviera del todo convencido, pues quería hacer feliz al castaño… Porque verlo feliz le hacía feliz también, ¿eso estaba bien no? ¿La felicidad en general?
Así pasaron los minutos hasta que ya se habían terminado la mitad de las cervezas, para entonces a Stiles ya no le importaba tanto el sabor de la bebida, sólo quería sonreír más frente a Derek sin preocupaciones.
La música sonaba un poco alto, Stiles había puesto su celular conectado al gran estéreo de Derek, le resultaba extraño, no se imaginaba al moreno escuchando música en su tiempo libre. Estaba sonando una canción que le incitaba a moverse y bailar, además de aplaudir y ladear la cabeza de lado a lado, cosa que empezó a hacer sin darse cuenta que Derek le veía interesado, estaba sentado en una silla con la séptima cerveza sobre su rodilla. Stiles no dejó de bailar hasta que se dio cuenta que el moreno le observaba.
—¿Qué? —preguntó deteniendo su recreativo momento.
—Nada —dijo Derek mientras se encogía de hombros, tratando de que no se le saliera la risa de repente.
—¿Te burlas de mí Hale? —culpó Stiles mientras casi juntaba las cejas enojado.
—Hasta cuando te enojas eres gracioso —confesó Derek con una mirada transparente.
—¡Te gusta hacerme enojar entonces! —exclamó todavía más enojado, su furia crecía bastante rápido, así como el alcohol se había colado en su sangre, se había colado en su sangre y no se había dado cuenta.
—Sí, me gusta mucho hacerlo —se sinceró asintiendo con la cabeza a ojos cerrados, sonrió una vez más, más de lo que se hubiera permitido en un día. Cuando miró a Stiles se dio cuenta de que éste estaba tan frustrado, sus orejas rojas como un tomate, y sus ojos rojos como si hubiera fumado hierba—. ¿Qué sucede? —interrogó extrañado el moreno, poniéndose de pie para ver mejor al castaño, verlo más cerca.
—Entonces soy una burla para ti —aseguró dolido el chico Stilinski mientras apretaba los puños, quería herir a Derek, con palabras, y lo iba a hacer de no ser...
—No tonto. Ven —dijo el moreno tirando de su brazo delgado, aunque Stiles le empujo—. ¿Cuántas veces tengo que decirte que eres mi amigo? —cuestionó, pero es que cuando se trataba de Derek, Stiles siempre quería que fuera perfecto y color de rosa. Siempre quería que todo fuera perfecto y color de rosa.
—Pero…
—¿Es por qué no te quiero? —preguntó una vez más el de ojos de bosque mientras Stiles se ponía la botella de cerveza en la boca—. Sí te quiero —confesó de pronto, los ojos de Stiles miraron muy abiertos los de Derek, la botella seguían en su boca tan fruncida entonces como su seño.
—¡¿Qué?! —exclamó el castaño de nuevo, se quitó la botella de la boca. Como siempre lo había entendido como otra cosa. Maldito cerebro suyo y sus deseos extraños.
—Te dije que te quiero —murmuro el moreno en su oreja, como para que nadie más que él pudieran escuchar sus palabras. Claro, como amigos.
—Ya, pero, pero… —seguía sin darle crédito.
—¡Ahora venga ya! ¿Dónde está todo ese ánimo tuyo eh? —preguntó en voz muy alta mientras le daba una fuerte nalgada a Stiles.
El castaño estaba confundido pero extrañamente feliz, Derek le había dicho una cosa que nunca esperó saliera de esa gloriosa boca, aunque lo tardó en comprender, cuando lo hizo, siguió bailando y riendo. En especial cuando le obligó a Derek a bailar.
—No quiero —dijo haciendo casi un puchero.
—Sí, claro que quieres —afirmó mientras le jalaba del brazo para ponerlo en el centro de la sala.
—¡Qué no! —gritó y se jalaba también pero hacia atrás, aunque de todas formas ya estaba en medio del lugar.
—Mira sólo tienes que dejar que tu cuerpo se deje llevar —comentó Stiles, soltó al moreno y se dejó llevar como había dicho que se hacía.
Comenzó ladeando la cabeza de un lado a otro, dando codazos a la altura de su pecho mientras caminaba hacia Derek, después retrocedió con pasos firmes mientras sacudía los hombros de arriba a abajo con fuerza. Claro, siempre cantando la canción.
—Vamos ahora te toca a ti —señaló Stiles, apuntando con un dedo al moreno que sólo se quedaba como…—. Tronco de madera con cara, eso es lo que pareces. ¡Un tronco de madera con cara! —gritó con la boca muy abierta.
—¡De acuerdo de acuerdo! —vociferó el otro para ya callarlo, sabía bailar, claro que era sociable, trabajaba en un antro.
Sus rodillas se doblaban con torpeza al igual que sus brazos, que se elevaban hacia arriba de la misma forma. Sacudía la cabeza de arriba abajo. El castaño le veía maravillado, había logrado que Derek bailara. Después de unos minutos, se soltó, como siempre lo hacía en los ensayos de danza, sus movimientos ya no eran torpes ni lentos, ahora tenían sentido y eran más agiles y certeros.
—Okay, este es el último verso de la canción —voceó Stiles chocando las palmas de sus manos.
Derek empezó a cantar la canción. En los primeros semestres, ambos tomaron clases de canto, materia básica de CalArts, mínimo tenías que saber cantar y bailar. Cosa que a Derek le salía bastante bien, después de dos semestres de clases casi diarias.
—Me culpo, me culpo, me culpo a mí mismo —cantaron los dos al unísono poniendo broche de oro a su acto.
Derek abrió los ojos para darse cuenta que había hecho el ridículo frente a la persona que menos deseaba le viera, pero ahí estaba Stiles, aplaudiéndole.
—Cantas muy bien —reconoció Stiles, poniendo una brillante esfera roja con brillos en una parte alta del árbol—. A pesar de estar ya muy borracho —susurró entre dientes.
El pecho del moreno se agitaba de arriba y abajo de gusto, nunca antes había hecho algo parecido, frente a otra persona. Lo había hecho y se sentía bien.
—Nunca pensé que estar contigo sería tan divertido —admitió Derek con una sonrisa sincera, una de las más sinceras de ese año.
—Ojala te hubieras dado cuenta antes —pensó Stiles, quien sólo asintió con la cabeza.
—Te mereces la última cerveza oscura —apremió el moreno, cogiendo la última botella del refrigerador.
—No la quiero Hale —dijo Stiles haciendo su cuerpo cada vez más atrás.
—Claro que sí, ¿o vas a hacerme obligarte de nuevo? —interrogó, cada vez se acercaba más al de ojos whisky.
—Derek, he bebido demasiado. —Stiles caminaba hacia atrás sin fijarse en el camino.
—No seas nena Stilinski —exclamó el moreno.
Dio un paso sin darse cuenta del error, pisó una esfera dorada de plástico duro, sus pies no pudieron sostenerle, sus manos se extendieron lo más que pudieron buscando algo a qué aferrase, en su cara se dibujó una mueca de terror repentino, todos sus músculos se tensaron. Su cabello se movía en el aire y se detuvo de golpe. La botella, la última, cayó al suelo, rompiéndose en unos muchos pedazos. Las grandes manos morenas se posaron sobre la cadera de Stiles, mientras las manos de éste se posaban sobre los hombros del Hale. Sus cuerpos quedaron muy juntos, se sentía el calor que desligaban ambos. De pronto era muerte y luego vida. Abrió los ojos lento, de tan apretados que los tenía, alzó la mirada para encontrar la de Derek, quien tenía una expresión indescifrable en la cara, como apacible pero sorprendida a la vez, algo de curiosidad por tener a la persona que menos imaginaba entre sus brazos, porque le salvó de caer. La boca de Stiles estaba entreabierta, cosa que Derek no dejo pasar, la observó con escrutinio, cada detalle, cada hendidura, los diferentes colores del labio inferior y el superior; imaginó como se sentirían al tacto con sus dedos, con sus mejillas, ¿con los suyos propios? ¿Acaso se estaba volviendo loco? ¿Estaba bien hacer lo que pensaba hacer? Sam Smith daba la última exclamación de su canción “Have Yourself a Merry Little Christmas” cuando Stiles decidió arriesgarse, y se avecinaba a los labios del moreno...

Notas finales:

Quería decir también que... Feliz Año Nuevo atrazado, no pude desearselos antes. 


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