Mi mente comenzaba a fallar, no sabía si estaba sordo o mi cerebro no había captado el verdadero mensaje. ¿Realmente había oído lo que nunca creía oír? Quizá era solo un malentendido no iba a hacerme ilusiones e irme a las nubes tan fácilmente, quizá no era lo que parecía. Decir “sal conmigo” no siempre debe significar una cita en concreto, quizá solamente iríamos a caminar o algo así, pero de todas formas me inquietaba bastante.
Asentí en silencio, aceptando su propuesta con un millón de dudas rondando en mi mente, no me salían palabras en ese momento, pero supongo que un simple movimiento de cabeza le haría entender de que decía que sí.
—Muy bien —Me sonrió cálidamente, destruyendo el frío que dominaba mi cuerpo en ese momento, nuevamente comencé a temblar sin sentir frío.
— ¿Adónde iremos? —Me animé a preguntar, aún me sentía desconfiado, y saber la respuesta quizá me haría lucir más normal. Me miró enarcando una ceja y volvió a sonreír.
—A caminar por el parque.
Asentí nuevamente, no me parecía tan mala la idea y le devolví la sonrisa.
Caminamos en silencio durante un largo y desesperante rato, lo único que se podía escuchar en ese momento eran nuestras respiraciones y los pasos en la nieve. Nunca me había sentido tan incómodo en toda mi vida, pero me sorprendía de mí mismo por estar tan calmado.
Nos detuvimos frente a una fuente, su agua congelada le daba un aspecto mágico, miré hacia el cielo, viendo como los copos caían. Me irritaba un poco de que se me quedaran atrapados en las pestañas, así que bajé la cabeza y me pasé un brazo por los ojos.
— ¿Estás llorando? —Me preguntó Mihael repentinamente.
— ¿Eh? N-no, solamente me estregaba los ojos —Le respondí.
Me intrigaba un poco que pensara que estaba llorando, pero no podría decir nada al respecto, y era mejor no hacerlo.
—Hoy es una noche tranquila —Dijo.
—Tienes razón —Respondí.
— ¿Tienes algo más que hacer más tarde? —Preguntó nuevamente con la vista fija en mi bolsa de compras.
—Sí, debía llevarle esta bolsa a mi madre —Dije observando el suelo.
— ¿Enserio? ¿Por qué no me lo habías dicho antes? No quería atrasarte el compromiso.
—No te preocupes —Dije negando la cabeza. Porque claro, todo este tiempo había deseado salir con él y no quería perder la oportunidad por un pequeño percance.
—Pero ya se está haciendo tarde, quizá ya deberías irte.
—Supongo que sí.
—Está bien. Si quieres podríamos volver a salir.
Me impresioné con lo último, le miré incrédulo y me sonrió.
— ¿Enserio?
Pude notar como se sonrojaba un poco, no sabría definir si era que también se había resfriado o por otra cosa. Y no podía ni quería imaginarme esa “otra cosa”.
—B-bueno, si tú quieres —Dijo mientras tapaba su boca con su bufanda.
Miré al suelo, contemplando como los copos de nieve caían y se desvanecían en el suelo. Sentía mi corazón latir a mil por hora, tenía miedo de que Mihael pudiera escucharlo. Levanté la cara para mirarlo, me miraba esperando una respuesta.
—Está bien —Dije.
Pude notar como sonreía detrás de su bufanda negra, no pude evitar sentirme con mucha zozobra después de eso.
—De acuerdo —Susurró y se acercó peligrosamente hacia mí.
Miles de millones de descargas eléctricas atacaban mi cerebro, sin saber qué hacer, como si mis neuronas hubieran comenzado a fallar, como si mi columna se hubiera roto, no podía moverme en absoluto, estaba completamente paralizado, congelado en un enorme bloque de hielo, como si estuviera atrapado en un espacio tan pequeño que costara incluso respirar o mover los dedos de los pies. Completamente inmóvil.
Sentí sus labios sobre mi mejilla. Tan cálidos, tan suaves, tan misteriosos. Nunca antes había vivido esta sensación, era algo completamente nuevo para mí, y me aterraba. Era extraño, no sabría cómo describirlo, miles de sensaciones juntas en una sola. Sentí miedo, nervios, felicidad, confusión, y muchas más sensaciones que las que podría contar.
Tengo miedo.