Cerré la puerta del baño y me tumbé en mi cama, apoyando mi cara contra la almohada. El olor a pastel de chocolate ya se podía sentir en el ambiente, no me gustaba mucho el chocolate, por lo cual me hostigaba un poco. Me incorporé en mi cama y restregué la toalla sobre mi cabellera húmeda.
La puerta de mi habitación se abrió y entró mi madre.
—Santo cielo Nate ¿cómo puedes estar tanto tiempo a oscuras? —Preguntó mientras encendía la luz, yo solo me encogí de hombros y ella sonrió —. Bueno, tu padre llegará pronto, así que tienes que arreglarte —Yo solo volví a encogerme de hombros.
Mamá me miró con preocupación y se sentó a un borde de mi cama junto a mí, me colocó una mano en la frente.
— ¿Estás enfermo? —Negué con la cabeza, ella retiro su mano de mi frente —. ¿Acaso algo pasó en el instituto?
Los vellos de mi nuca se erizaron, la miré con una expresión afirmativa y ella entendió que sí y que no debería preguntar sobre ello.
—Bueno, te dejo para que te arregles, tu padre no tardará en llegar.
Solamente asentí con la cabeza, porque realmente no estaba prestando atención a lo que me decía en ese momento, estaba en otro lugar justo ahora.
“Salir de nuevo” Esa palabra se sentía como si la hubieran incrustado en mi cerebro al rojo vivo, cada vez que la recordaba sentía ganas de arrojarme a la ventana, sentí que no podría volver a comer ya que la tensión había creado un nudo ciego en mi estómago, y en pocos minutos celebraríamos el cumpleaños de mi padre, había olvidado mencionar que algunos familiares habían venido también para celebrar, así que la casa estaba llena de visitantes. Sentí una vibración bajo mi almohada, saqué mi móvil y contesté.
— ¡Nate! —Maldición—, ¡Te dejaste un libro en clase! Lo encontré mientras terminaba de limpiar el aula, te lo llevaré mañana, ¿de acuerdo? Era para avisarte.
—Muy bien, gracias Linda —Dije con desgana.
—Oye Nate, no suenas de muy buen humor, ¿algo no anda bien? —No falta nunca la ocasión en donde a Linda se le da por curiosear en donde no le incumbe.
—No es nada Linda, simplemente estoy cansado, ya sabes, hoy ha sido un día muy agotador.
—De acuerdo Nate, entonces descansa bien, porque mañana será un día ajetreado.
—No lo olvidaría, gracias Linda.
—Hasta pronto.
—Adiós.
Arrojé el móvil hasta la otra punta de mi cama y me volví a lanzar con fuerza sobre la almohada, quería quedarme acostado el resto de la noche, pero un toque en la puerta descartó mi intención.
— ¡Near! ¡¿Near estás ahí?! —Gritaba una pequeña voz femenina al otro lado de la puerta.
— ¡Sí! ¡Ya salgo! —Respondí —, ¡Y deja de llamarme Near!
— ¡Sí claro, Near! ¡Lo prometo! —Dijo mientras se alejaba de la puerta hasta que sus risas desaparecieron por el pasillo.
Danielle siempre ha sido así de fastidiosa, no sé de dónde habrá sacado el apodo de “Near” Pero siempre me irritó, sin embargo es mi prima favorita. Tenía que salir, mi padre ya estaba a punto de llegar para celebrar su cumpleaños y si no me doy prisa mis parientes terminarán rompiendo la puerta de mi habitación.
Saqué del armario un chándal negro, me lo puse y salí de la habitación.
— ¡Near! —Dijo Danielle abalanzándose sobre mí. La casa resonó en risas.
— Me rompes las costillas —Le susurré.
—Lo siento —Me susurró apartándose.
— ¡Nate! ¡Pero qué guapo estás! —Dijo mi tía Ivonne, la madre de Danielle, la cual es igual de fastidiosa que su hija, pero aun así también es mi tía preferida, que ironía ¿No?
Se levantó del sillón y corrió para abrazarme y con fuerza, mucha más que la de Danielle, de tal palo tal astilla.
—Muy bien Ivonne, baja el tono que estás asfixiando a mi hijo —Dijo mi madre.
— ¡Pero es tan mono! ¡Podría comérmelo!
—Podrás comértelo en otra ocasión, recuerda que hay que esperar a que mi marido llegue y quiero que Nate esté aquí para felicitarlo.
— ¿Cómo que podrá comerme en otra ocasión? —Pregunté asustado.
—Vamos mi lindo Nate, ya sabes que yo nunca haría eso —Dijo mi tía apretujándome más sacándome todo el aire, miré a mi madre pidiendo ayuda.
—I-Ivonne ¿Ya te he mostrado mi nueva Vajilla Francesa? —Preguntó mi madre juntando sus manos.
Ambas se fueron hacia la cocina dejándome finalmente en paz, pero no podría decir lo mismo de Danielle y el resto de mis parientes.
—Oye Nate, ¿Estás descalzo? —Preguntó mi prima mirando mis calcetines.
—Sí, ¿Y? —Pregunté.
—Siempre tan desaliñado —Rio en broma.
—Por supuesto —Dije sonriéndole.
Ambos echamos una risa. El resto de la noche conversé bastante con varios familiares que llevaba tiempo sin verlos, fue divertido. Hasta que finalmente era hora de que llegara mi padre para celebrar su cumpleaños, eran aproximadamente las diez de la noche, un poco tarde para celebrar una fiesta, pero mi madre quería sorprender a mi padre ya que además de ser su cumpleaños era su último día de trabajo y sus vacaciones comenzarían.
Papá regresaría pronto, así que mi madre nos ha pedido que apagáramos las luces y que cuando llegara le diéramos una sorpresa. Todos nos escondimos a oscuras esperando a que llegase pacientemente.
Al cabo de unos minutos la puerta se abrió y mi padre encendió la luz, en ese instante todos saltamos de nuestros escondites levantando los brazos.
— ¡SORPRESA! —Gritamos todos a la vez, asustando a mi padre y sacándole una sonrisa.
La fiesta ya había terminado, todos los invitados ya se habían ido y mi madre y yo terminábamos de limpiar los desastres, ya eran casi las tres de la mañana, estaba completamente agotado y mi madre igual, varios minutos después ya habíamos terminado de arreglar la casa.
—Listo Nate, ahora vayamos a descansar, recuerda que mañana debes ir a estudiar.
—Claro mamá, hasta mañana.
—Buenas noches.
Nos despedimos y ambos fuimos a nuestras respectivas habitaciones. Me tumbé sobre mi cama y me estiré en ella, cuando sentí algo en mi pie, me levanté para ver qué era y era mi móvil, miré y tenía varios mensajes sin leer, posiblemente de Linda, estaba tan cansado que ni quería leerlos, simplemente dejé el móvil en la mesa y me fui a dormir.
Al día siguiente me levanté con unas ojeras más grandes de lo habitual, pero no era eso lo que me molestaba, era el hecho de que tendría sueño en todas las clases y no quería correr el riesgo de desmayarme en alguna, por suerte ahí estará Linda para ayudarme a que eso no suceda.
Salí de la casa arrastrando la mochila en el suelo y llegué al instituto con los ánimos por los suelos, no recordaba cuando fue la última vez que me sentía tan cansado pero realmente no era gratificante ahora. Entré al salón e inmediatamente sentí 32 miradas sobre mí taladrándome la espalda mientras me dirigía a mi asiento al fondo el salón, pero realmente me daba igual. Miré al asiento vacío al lado mío, Linda aún no llegaba, pero ya me imaginaba su voz revoloteándome en la cabeza hablando sobre cómo está quedando de hermosa la decoración, qué divertido será el evento y esas cosas.
Había pasado ya media hora, la clase había comenzado y Linda no aparecía, posiblemente se esforzó mucho con el trabajo y se quedó dormida, maldición, ahora la mayoría del trabajo lo tendría qué hacer yo y con el agotamiento que tenía moriría en el intento. El evento comenzaba al final de las clases, pero aun así como era el último día no haríamos casi nada en las clases, así que el maestro solamente estaba escribiendo un agradecimiento en la pizarra y los demás alumnos conversaban, reían y ese tipo de cosas. Yo solamente seguía sentado en mi lugar mirando hacia la ventana intentando mantenerme despierto.
Otro curso hacía educación física en el patio, podía ver como los alumnos corrían de un lado hacia otro, pero me sentía tan cansado que no podía distinguir sus rostros. El sueño se apoderaba de mí y finalmente cedí ante el cansancio, cubrí mi cara sobre mis brazos y me dormí poco a poco.
— ¡Oye despierta!
Me levanté de un sobresalto, restregué mi cara con mis manos y miré con un ojo entreabierto a la persona que me había despertado, abrí los ojos como platos, de nuevo era él.
— ¿Qué pasa? —Pregunté sonando sorpresivamente natural.
—Llevas dormido más de 2 horas, toda la clase se ha marchado para terminar los preparativos del evento, pude ver que no estabas con ellos y vine a buscarte, te necesitan.
—Ya veo, iré ahora mismo —Dije levantándome con pereza.
—Oye ¿Estás bien? Te veo muy terrible —Me preguntó mirando mis ojeras haciendo que los vellos de mi nuca se erizaran.
—S-sí, estoy bien, s-solamente no pude dormir mucho anoche.
— ¿Y qué fue lo que te hizo mantenerte despierto?
—Celebrábamos el cumpleaños de mi padre.
— ¿Enserio? Ah por cierto, ¿tu madre no dijo nada con eso de que llegaste más tarde anoche?
Sentí que por mi frente se deslizaba una gota helada de sudor, realmente no fue un sueño, la charla, la caminata… El beso en la mejilla.
—Oh, n-no te preocupes por eso, no me dijo nada.
—Está bien, bueno, se está haciendo tarde, el evento comenzará pronto y debemos terminar todo ¿Te acompaño?
— ¿No te molesta? —Pregunté deseando con todas mis fuerzas a que dijera que no.
—Por supuesto que no, al contrario, me gustaría —No sé si fue mi imaginación o su voz sonó más tímida con lo último, pero ahora no me sentía atento hacia ese pequeño detalle, me sentía eufórico por dentro, estaba tan emocionado que ni siquiera podía hablar, solamente asentí, aceptando su ofrecimiento.
Caminábamos uno junto al otro por el pasillo, yendo hacia al patio, tenía ganas de saltar por la alegría, pero conservaba mi entusiasmo, solamente caminábamos, tampoco era algo del otro mundo.
— ¿Qué piensan hacer ustedes en su carpa? —Me preguntó.
— P-preferimos mantenerlo como una sorpresa, así que s-se supone que no puedo decir nada al respecto.
—Comprendo, entonces lo averiguaré por mí mismo cuando esté terminada —Me sonrió con alegría.
— El problema es que una de las líderes en decoración no ha venido hoy así que me tocará cubrirla para terminar algunas cosas pendientes.
— ¿Enserio? ¿Pero cuánto de trabajo les falta por terminar?
—La verdad es que no estoy seguro, pero no creo que sea tanto, sin embargo sigue siendo cansino.
— Entonces ¿Puedo ayudarte? — Giré bruscamente la cabeza hacia él, sin creer lo que había dicho, solo deseaba con todas mis fuerzas a que mi cara no estuviera cambiando de color.
—P-perdón si suena grosero, pero ¿No tienes mejores cosas para hacer? —Pregunté intentando sonar sincero.
—Tengo tiempo —Respondió.
—Bueno, s-si tú quieres algo de ayuda no estaría mal.
Desearía que Linda hubiera venido…