Caminábamos por el pasillo, rumbo al patio, Matt había dejado de rodearme por los hombros y andaba un par de pasos delante de mí, supongo que trataba de guiarme porque no sabía a dónde íbamos exactamente, llegamos al patio y seguimos avanzando por entre las carpas, fue difícil seguir el paso de Matt entre la multitud de estudiantes y profesores. Llegamos a una carpa interactiva, como las típicas de feria, debíamos hacer algo para ganar puntos y obtener un premio.
—Esta es nuestra carpa —Agregó Matt.
Mihael apareció de detrás de la carpa, saludando a Matt con un choque de manos y a mí con su mano restregando mi cabello, ambos se susurraron unas cuantas palabras que no pude escuchar.
—Oye Nate, ¿te gustaría probar suerte en nuestra carpa? —Preguntó Matt.
— ¿Qué se supone que tengo que hacer? —Pregunté.
—Tomas un arco y flechas y apuntas a las dianas de colores en la pared, cada color da un puntaje si das en el blanco, tienes cuatro oportunidades y mientras más puntos consigas mejor será tu premio —Dijo Mihael.
—Está bien, lo intentaré —Me animé a decir, después me giré hacia Mihael —, imagino que tengo que pagar primero, ¿no?
—Oh, sí, pero esta vez te dejaremos los cuatro intentos gratis, si no consigues un buen premio o nada tendrás que pagar para la siguiente ronda —Dijo Mihael.
Asentí, Mihael se agachó y de una mesa sacó el arco y las flechas de juguete, recibí el arco y alisté una flecha para disparar.
—Las dianas verdes son diez puntos, las violetas cincuenta, las naranjas ciento cincuenta y las azules doscientos, al comenzar tienes cincuenta puntos, si fallas y no le das a ninguna pierdes cincuenta puntos, si al final no obtuviste ninguno no ganarás nada, pero si consigues más puntos podrás ganar un premio el cual puede ser mejor si obtuviste la mayor cantidad de puntos —Explicó Mihael.
—Espero que tengas buena puntería —Dijo Matt.
Preparé la flecha y apunté lo mejor que pude a una diana azul, solté y disparé, la flecha perdió altitud y se clavó en una zona blanca.
—Pierdes cincuenta puntos —Dijo Mihael.
—Buen intento Nate —Dijo Matt levantando los pulgares.
Suspiré pesadamente, alisté otra flecha, apunté a otra diana azul, pero esta vez un poco más arriba, lancé la flecha y esta se clavó en una diana violeta.
—Nada mal, vuelves a tener cincuenta puntos.
Preparé la tercera flecha y lancé sin apuntar, esta se clavó en una diana verde.
—Vaya reflejos, ahora tienes sesenta puntos.
—Vamos Nate, tu puedes ¡gana el mejor premio! —Me animó Matt.
Preparé la última flecha, apunté hacia una diana azul, y medité unos segundos, mirando directamente al blanco. Solté la flecha, y esta se clavó en la diana azul.
— ¡Guau! ¡Bien hecho Nate! —Aplaudió Matt.
—Obtuviste doscientos sesenta puntos en total, felicidades Nate, has ganado un premio decente —Dijo Mihael.
Se agachó de nuevo y de debajo de la mesa sacó una pequeña caja negra atada con una cinta jade, la recibí y la analicé de un lado a otro, a primera vista parecería una caja de perfume, pero no podría estar seguro hasta que la abriera.
—No la abras aquí —Dijo Mihael de repente.
— ¿Por qué no? —Pregunté.
—Porque hay más gente esperando, y no queremos que sepan que pueden ser los premios, se supone que son sorpresas.
Miré detrás de mí, y no lo había notado, pero había unos cuantos estudiantes haciendo fila. Volví a girarme y Mihael ya no estaba al otro lado, sino una chica. Miré a Matt y vi que detrás de él venía Mihael.
—Jessica tomará mi lugar, vayamos a hacer otra cosa —Dijo Mihael a Matt.
—Ven Nate, síguenos —Dijo Matt.
Comenzaron a caminar y seguí tras ellos, guardé el premio en mi mochila, lo vería después. Nos detuvimos en otra carpa, de ella se desprendía un aroma dulce.
—Se me abrió el apetito —Dijo Matt.
—A mí igual, comamos algo —Aportó Mihael.
—Nate, ¿quieres comer algo? —Preguntó Matt. Negué con la cabeza.
— ¿Por qué no? No has comido nada en todo el día —Dijo Mihael.
—No tengo hambre, está bien —Dije.
—No seas modesto, admítelo, no quieres comer nada porque no quieres que te invitemos —Dijo Matt señalándome con un dedo.
Fruncí los labios, tenía razón, realmente moría de hambre, pero no había traído mucho dinero para comprar algo de comer, y ya serían muchas molestias que ellos compraran algo para mí, volví a negar con la cabeza.
—Vamos, hablo enserio, en verdad no quiero nada —Dije sacudiendo las manos.
—Si accedes dejaremos de molestarte —Dijo Mihael.
—Si Nate, no pasa nada, tenemos dinero de sobra —Agregó Matt.
Ambos me miraban con una sonrisa, esperando una respuesta positiva, me sentía como en un interrogatorio, y sabía que no podría librarme de esta, así que lo único que podía hacer ahora sería ceder.
—Está bien —Dije con un pesado suspiro, ya no tenía más alternativa.
— ¡Muy bien! —Exclamó Matt juntando las manos.
— ¿Y qué te gustaría? —Preguntó Mihael.
Me quedé en silencio, ni siquiera sabía qué había para sugerir, nos acercamos más a la carpa y su dulce aroma se sentía y embriagaba mucho más, todo lo que ofrecían era especialmente postres y pasteles.
—Yo quiero un trozo de tarta de fresa —Dijo Matt.
—Yo estoy bien con un pedazo de pastel de chocolate —Siguió Mihael.
Miré todas las opciones buscando alguna que me llamase la atención, después me di cuenta de que debajo se ponían los precios, la tarta de fresa costaba 192 yenes y el pastel de chocolate 250 yenes, en mi punto de vista se veía costosos, y ya me parecía mucha molestia que ellos gastaran algo en mí, como para pedirles algo costoso, así que puse mi mayor atención a los precios y busqué el más barato: Un pedazo tarta de limón costaba 96 yenes, un precio un tanto más justo para mí, solo esperaba a que no notasen ese detalle.
—Me gustaría un pedazo de tarta de limón —Dije.
Ambos se miraron el uno al otro y hacían unas cuántas expresiones, por un momento me pareció que hablaban por lenguaje corporal como los lobos, o incluso me dio algo de miedo a que hubieran descubierto lo del precio.
—Muy bien Nate, ahora espera yo los ordeno —Dijo Matt abriéndose paso entre nosotros y llamando la atención de la encargada de la carpa.
Mihael y yo nos quedamos esperando detrás del pelirrojo, no lo había notado antes ya que todo este tiempo estuve distraído, pero el frío se hacía cada vez más palpable, caía tanta nieve que era bastante complicado distinguir las cosas a mi alrededor, ahora me preguntaba cómo hacían para mantener las tartas sin congelarse.
Sentí algo tibio en mi mano izquierda, que la apretaba, bajé la mirada y a pesar de que casi no podía ver nada en ese momento, supe qué era exactamente. La mano de Mihael.
Su mano estaba totalmente cálida en comparación a la mía, y durante los segundos en los que la sostuvo, sentí como si todo el frío de mi cuerpo se desvaneciera, como si su contacto absorbiera cualquier sensación gélida que emanara de mi cuerpo.
Me soltó unos segundos después sin decir una sola palabra, de repente la tormenta cesó un poco mejorando el clima, aunque sonara extraño sentía como si el contacto de Mihael hubiera tenido algo que ver.
Rato después Matt se dio la vuelta para pasarle el pastel a Mihael y mi tarta, después de que pagara comenzamos a caminar de nuevo buscando algún lugar en dónde sentarnos, caminamos un poco más alejados de las carpas en una banca bajo un árbol sin hojas, ahí nos sentamos a disfrutar de nuestros postres y a conversar sobre cómo nos fue en el año escolar, a pesar de que no hablé demasiado terminé teniendo más confianza con ellos dos, se sorprendieron al saber que Linda y yo estábamos un año adelantados, lo que significaba que todos nos graduaríamos el año siguiente y que ellos eran mayores que yo, pero eso no me sorprendía a mí, al final terminó haciéndose bastante tarde, me despedí de Matt y Mihael y regresé a casa.
Al abrir la puerta, sentí unos pasos desde el interior de mi casa que se me hicieron verdaderamente conocidos y me preparé para el impacto.
— ¡Bienvenido a casa Near! —Gritó Danielle saltando a mis brazos.
—Hola Danielle —Dije, no sabía si estar contento de que ella estuviera aquí o enojarme.
Entramos a la casa en donde esperaba una explicación por parte de mi madre, la cual era que mi tía Ivonne se había ido de viaje a no recuerdo donde y por lo tanto Danielle se quedaría en nuestra casa durante dos semanas. Al inicio me sentí en desacuerdo, pero no es la primera vez que sucede, así que me acostumbré a la estadía de Danielle, la cual no es tan mala tampoco.
Durante la cena Danielle me habló sobre que deberíamos salir de compras estos días, lo típico de ir a un centro comercial, ver una película, comer helado, mirar vitrinas, lo que a mí me parecían costumbres entre amigas adolescentes para mi prima era diversión, no podría negarme de todas formas, así que saldríamos de compras en un par de días.
Al irme a dormir recapacité todo lo que había hecho durante el festival, los juegos, las conversaciones, la comida, los decorados, debía admitirlo, en verdad me había divertido bastante, cuando estaba a punto de dormirme miré hacia mi escritorio, mi mochila estaba sobre la mesa, y de repente me di cuenta de que aún tenía en su interior la caja negra que gané, me levanté como un rayo y abrí mi mochila, saqué la caja y le di un vistazo nuevamente, nada me daba una pista de lo que podría haber dentro, así que solo había una forma de averiguarlo, retiré la cinta jade y la até a mi muñeca, abrí la caja.
Lo de adentro me impresionó…