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Robot de Chocolate por Polaris

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Notas del capitulo:

tardé mucho, perdón por ello.

tengo la cabeza en un montón de lados ultimamente.

 

muchas gracias por darle una oportunidad a esta historia que sólo busca hacerles pasar un buen rato.

-Lo primero, es no recordarle que no puede usar Nen: es de mala educación, Killua - Le explico Gon... Aunque Killua no iba a iniciar la plática con un argumento de lo que podía hacer con su Nen a un alguien, que fácilmente le superaba... Aún sin Nen, Killua seguía considerando a Kuroro Lucifer una amenaza.

 

-El que no tenga Nen, no lo hace menos peligroso - Le dijo. Gon se le quedo viendo, aceptando la inminente verdad.

 

            Kuroro era un asesino.

            El responsable de la masacre a la tribu Kuruta.

            El autor de muchas más muertes...

            Kuroro no era alguien con quien podías bajar la guardia, por muy menos armas que trajera consigo.

 

-Aún estoy a tiempo de cancelar esto - Killua chilló, enredándose su sedoso cabello.- Vámonos del pueblo. Aún tenemos que encontrar a tu padre. Tenemos que seguir entrenando para regresar a rescatar a Kaito, no tenemos tiempo para desperdiciarlo en citas....

 

            E inmediatamente se calló... Killua vio sobre el hombro de Gon, ahí seguía estando ese mugroso gatito morado.

            Kuroro no era el único que tenía su Nen sellado.

 

-Hay tiempo, Killua - Le dijo, captando la incomodidad de su amigo - Por mucho que quiera entrenar, sólo puedo fortalecerme físicamente... Y eso puedo hacerlo solo y en cualquier momento. Y tú, no puedes tener una cita con el ex líder de la Araña cualquier día del año, es una oportunidad única.

 

-Define, “único” - Bufó por tercera vez - Nunca le diremos de esto a Kurapika... Al menos de que sea necesario.

 

-Promesa... Aunque no estás haciendo nada malo - Le dijo - Kuroro ya no puede asesinar usando Nen, ya no puede dañar a nadie más con la misma intensidad con la que podía. Esta aislado y debe de sentirse solo, ya que no puede hablar con nadie... Y sabes que la señorita Pakunoda no era la única que quería a su Líder.... ¡¡yayaaaaa!!! - Se estiro un poco, sintiendo a sus costillas despegarse y desentumirse - Bueno, también tienes que pagar todo lo que Kuroro pida. Recuerda que quien lo invito a salir, fuiste tú, Killua.

 

-¿Y por culpa de quién, ahahaa?

           

            Killua se quedó viendo a Gon un rato más. Gon siguió fingiendo demencia, lo más seguro para no ser él quien le diera los créditos para la cita como forma de pago. Ni Gon era tan inocente o responsable, más bien era un hombre astuto pero que solía ocultarse bajo la careta de alguien inofensivo.

            Gon cómo siempre, tenía razón en todo lo que decía... Su luz era intensa, aunque de a ratos, parecía perder su pureza para teñirse homogéneamente.

            Tenía que seguir cuidándolo... Tenía que cuidar a Gon cómo Gon lo cuidaba a él.

 

-Espera - Le pidió Killua - Gon, te vienes conmigo. No vas a irte de mí vista.

 

-No - Sentencio - Es una cita. No puedo acompañarlos... Prometo no separarme de la señorita Pam - Ese no era consuelo, pensó Killua. Gon corría aún más peligro cerca de esa mujer - Necesito ver a Kaito, otra vez.

 

-Entonces, voy contigo – De seguro que podía ser de ayuda. El deplorable estado del que fuera el comienzo de la actual vida de Gon, tenía que ser un golpe duro. Más porque de cierta manera, ellos eran los directos culpables. Gon no podía estar pensando que no sabía lo que pasaba por su dura cabeza.

 

-No, Killua... Ya tienes planes.

 

            Killua se quedó quieto cuando Gon le abrazo.

 

-Sé una buena esposa, Killua - Killua se sonrojo - Y diviértete como digo hagas, en tu primera cita.

 

            Killua odiaba la manera en la que Gon conseguía burlarlo, saliéndose por la tangente o acercándosele, una costumbre parcialmente recién adquirida desde  Grenn Island. Cuando decían que parecían un viejo matrimonio no era sólo por su rutina, pensándolo con detalle, varias actitudes cariñosas eran el placebo de la relación. Cuando Gon invadía su espacio personal para conseguir tallarle la espalda o cuando le masajeaba después de un buen entrenamiento, desde esos ratos en los que le servía de comer y organizaba su ropa… Gon era alguien que le cuidaba cuando sus ratos de asesino se apagaban y le dejaban ser sólo Killua.

            Como fuera, termino frente a Malvaviscos Malditos... Un bazar para cazadores.

            Vaya con la ironía... Demasiados busca recompensas andaban en la zona y Kuroro se exponía como cualquier cosa, pasando desapercibido.

            Genial táctica.

            Llegaron al mismo tiempo... El reloj de la plaza dio su campanada respectiva y Killua no sabía que decir o hacer.

            Pensó que lo correcto era alagarlo como Gon le especifico que hiciera “Las mujeres aman ser aduladas. Dile algo sobre lo bien que se ve o lo bonito que habla o ríe” en primera, Kuroro seguía usando los colores oscuros, un pantalón bien diseñado para las contiendas y una polera holgada para lo que sea que un asesino ocultase bajo la ropa, se veía bien, hasta un ciego podría verlo pero por alguna razón, prefirió quedarse callado sobre el temita. Kuroro no parecía receptivo a halagos de tres pesos. Ahora, su risa. Killua la recordaba especialmente grave y deliciosa, casi como un ronroneo maligno que prefería tener a kilómetros de sí, cierto que la encontraba placentera pero de lejos. Killua había averiguado que tal mueca sólo era desenfundada cuando Kuroro provocaba una lluvia de cadáveres. Y no gracias.

            Los muertos parecían arruinar el concepto de cita, no que fuera versado en el tema pero Gon nunca menciono nada sobre cuerpos sin vida y amor.

            Así que opto por quedarse quieto, casí sin respirar.

            Kuroro paso a su costado y se plantó frente a un librero que exponía varios tomos viejos, polvosos y Killua juraba que varias de sus páginas amarillentas se desprenderían en cualquier momento.

            Diez minutos después...Killua estaba aburrido, mirando los muchos títulos en los que los ojos negros y grandes de Kuroro se posaban, revisando y calibrando, Killua podía escuchar los engranes en el cerebro funcionar a toda potencia, gravando a fuego el contenido.

            Veinte minutos luego, ambos salieron.

 

-Siete libros, siete - Dijo Killua - ¿Y para eso te tardas tanto?.

 

-Tenía que escoger los mejores - Le respondió llanamente. Poco impresionado porque Killua notara sus movimientos. Un ladrón siempre sería un ladrón, y se enorgullecía de sus habilidades y de nunca pagar lo que se podía robar.

 

-Bueno..

 

            Ambos caminaron un buen rato, sintiendo el calor del día y la suave brisa que levantaba unos cuantos vestidos.

            Cuando a uno le llamaba la atención algo, se dirigía sin decir nada a su compañero hacia ese algo y el otro le seguía sin prisa... Aceptando dócilmente que tendría que esperar un buen tiempo de pie y sin hacer algo.

            No tenían que hablar. Killa no estaba seguro de que esto fuera una cita pero se sentía cómodo. Ninguno hacia preguntas y evitaban los temas espinosos por consiguiente. Lo que era un alivio para ambos, asesinos y todo, habían temas que simplemente no debían de ser tocados.

            Killua le señalo entonces una diminuta pastelería y Kuroro, acepto comer allí.

           

-Tres rebanadas de pastel “Paradice Chocomenta”, una tajada de “Vanilla Ice” con cinco bolas de helado y un Té.... Bueno, que sean dos. ¿Qué vas a pedir? -Dijo Killua apenas la señorita dejara de apuntar su pedido.

 

            Kuroro no dejaba de verle, extrañamente impresionado por la cantidad de azúcar que podía ingerir... Estaba acostumbrado a ver banquetes hechos y derechos, devorados por algunas de sus arañas en menos de cinco minutos (Especialmente viniendo de Ubogin) ... Por lo que no comprendía porque era estrafalario mirar comer a Killua.

            Ese felino cuerpo pequeño y todo, tenía que tener un oyo negro. Sino ¿De dónde sacaba la fuerza para hacer sus saltos y sus descargas? ¿O era especialmente ver un cuerpo tan frágil comer todo eso lo que le sorprendía? Sin saberlo a bien, Kuroro le lanzo una sonrisa, pequeña y diminuta, si Killua no estuviera acostumbrado a observar los detalles, esta hubiera pasado desapersivida.

 

-Un café sin azúcar con leche y especias de amaranto.- Killua silbo por lo bajo... Esa bebida sonaba... Asquerosa. ¿Qué tenía en contra de un tradicional chocolate caliente o de un Moka chocolate bien frío? - Y pastel de canela tres leches, por favor.

 

-Enseguida se los traigo - Y tal cual vino la señorita se fue.

 

            Killua se abstuvo de preguntar si aquello sabía bien... Demasiado picante a su gusto.

            Killua no supo que decir... Y maldijo a la camarera por tardar demasiado...¡¡Kuroro ya se había puesto a leer!!.

 

-Eso es de mala educación - Le soltó enojado. Aunque Killua de inmediato se arrepintió de llamar la atención de Kuroro. Esos enormes ojos negros eran muy parecidos a los de Irumi. Igual de profundos... Llenos de cosas oscuras, dolorosas... Y ambiciosas.- ¿Tan bueno es?

 

-Dice que se a encontrado una nueva especie de mutación en criaturas mágicas con un origen prehistórico.- Killua se asombro de que Kuroro le contestara. No esperaba eso - Que son similares a las hormigas Kimera, pero que se diferencian por las protuberancias en la espalda y su final bífido, así como sus tendencias reproductoras.

 

            Killua silbó por lo bajo, de lo poco que sabía de las hormigas Kimera eran su endemoniada fuerza, sus instintos agresivos y claro, que una de ellas estaba destinada a vérselas con Gon.

            Pero no creía que aquello fuera a importarle a Kuroro.

            Tampoco creía que pudiera decirle algo que valiera la pena. Kuroro era un ser letrado y no que su familia no se encargara de que él también lo fuera, pero, había algo en el exlíder de la araña que denotaba las muchas horas en una biblioteca. ¿Cómo fue a ser que un hombre como él terminase en una banda de ladrones? Sino hubiera conocido a Kuroro como lo hizo, juraría que podría estar dando catedra en alguna parte. Enseñando a otros lo que sabía.

            Quiza, hasta hubiese podido encontrar una familia. Feo, lo que se dice feo, Kuroro no lo era. Apostaba su salario de tres meses a que el hombre era el sueño húmedo de muchos. Kurapika seguramente lo negaría, pero, Kuroro le hacía competencia. Con una peluca y una falda, el hombre pasaría por una mujer no tan delicada pero mujer al cabo. Esos ojos negros y esa pálida piel…¿Gon que pensaría de ella? Bueno… de él.

            A Gon le agradaba el líder de la araña. Bueno, a Gon le gustaba todo el mundo pero no era eso a lo que se refería.

 

-Déjalo ya - Comento Kuroro, regresando el marca libros a la hoja y cerrando su lectura. Killua ocupaba toda su atención ahora - Estas pensándolo demasiado. Usualmente eso es bueno, pero, tiene sus desventajas... Si no controlas el miedo que sientes, entonces, estas destinado a perder contra ti mismo, una y otra vez.... Sin importar que tan determinado estés.

 

            Killua le miro, asombrado por ser transparente.

            O Kuroro era muy bueno leyendo a la gente... Opinaba lo segundo.

 

-Así que puedes saber lo que pienso – Bebió mas de su vista por tener algo que hacer. Se sentía asquerosamente expuesto justo ahora,

 

-No. Estas desbordando incertidumbre. - Kuroro le sonrió... Killua era tan terco, como si mismo... Una cosa francamente no heredada de Silva.- Dime, Killua... ¿Qué exactamente estás haciendo fuera de la familia? ¿Qué estás buscando que no puedas encontrarlo con Silva y Zeno?

 

            Killua le miro largo rato, analizando todas las situaciones por las cuales Kuroro podría conocer con tanta intimidad a su familia que hasta los llamaba por sus nombres y se refería a ellos con un sobrado conocimiento.

 

-¿Cliente?.

 

            Kuroro alargo un amago de sonrisa... Entendiendo que cualquier consejo que le diera, sería ignorado. Killua seguiría pensando demasiado.

 

-¿Y el otro chico con el que viajabas? – No tenía caso seguir aconsejándolo si de todas formas iba a ignorarlo. Detestaba perder el tiempo.

 

-Gon está entrenando por su propia cuenta. No quiso venir. - Alzó los hombros.- ¿Conoces a Illumi?.

 

            Terco como su padre.

            Killua era todo un Zoldick. Que mal que fuera así. Y qué bueno que de alguna manera no estuviera por más tiempo en esa familia. Sobre todo de ese Asesino. Illumi no era una buena influencia para Killua a pesar de que el mayor adoraba a su pequeño hermanito.

 

-Lo contraté para que matara a los Diez Dones durante la subasta en la ciudad de York. Antes de conocernos... – Sedio. Un poco de información no le venía mal a nadie. Killua se sonrojo por un momento. Destanteado por la voz dulce que repentinamente teñía a Kuroro -  Y hablando de él, ¿Cómo está el chico Kuruta?.

 

-No creo que te importe – Inflo los cachetes.

 

-Es verdad... Imagino que estará muy afectado ¿Verdad? – Killua le detesto.

 

            Demonios, era imposible esconder algo frente a este hombre, era simplemente imposible. Kurapika andaba afectado por el odio que dejaba el Nen, la maldición que no le dejaba descansar y no es cómo si Kurapika se lo dijera, bastaba con verlo.

            Pasaron un largo rato más en silencio, incluso Killua pidió que le trajeran un plato de pasta.

            Kuroro observo el detalle de pedir los dulces primero... Killua nunca dejaría de ser impredeciblemente predecible.

 

-¿El chocorobot sigue siendo tu favorito?.

 

-Si... Nunca lo dejara de ser.- Contesto sin prestar atención.

 

            Kuroro soltó un gemido de satisfacción.

            Segundos después, Kuroro atravesó la mesa y llego hasta Killua, quién alterado por lo rápido del movimiento, sólo atino a proteger su cuerpo con Ten.

            Killua se había preparado para recibir golpes, lo que fuera... Pero, Kuroro atino a abrazarle, a sujetarle con suavidad y acariciarle un poco el cabello.

 

-Cambiaste desde la última vez que te vi - Dijo sin dejar a Killua levantar su cara, la enterraba lentamente sobre su pecho. - Tanto... Te vez y eres diferente. Aunque quedará una fea marca cubierta por el cabello, tus hebras son muy sedosas, Killua.

 

            Killua seguía tieso.

            No podía moverse.

            ¿Kuroro estaba hablando de la aguja de Illumi?.

            ¿Cómo Kuroro podía saber de eso?.

 

-”Una muerte diaria” “Una perfección” “Atacar sólo si se tiene la victoria” “Lo que importa es la organización no un individuo” “Venganza”... Killua, dime, ¿Cuál es tu matra? - Killua quiso verle a los ojos, descubrir que se escondía dentro de esos negros abismos y sin embargo, continuo sin poder hacerlo.- Killua, dímelo.

 

            Killua sintió los dedos de Kuroro rozar su pulgar derecho...

            El que mordió para prometerle a su padre... Jurarle que nunca traicionaría a sus amigos... Que no traicionaría a Gon, pese lo que dijera la vieja gorilona...chchss, es decir Biscket.

            Era imposible que...

 

-Es tarde. Tienes que irte, Killua. Fue una linda cita.- Kuroro dio media vuelta e inicio a caminar - Nos volveremos a encontrar... Y por cierto, no dejes que te ganen.

 

            Kuroro lo dejo sin más.

            Killua entonces recayó en la conversación.

 

-¡¿Cómo supo que me encantan los chocorobots?! - Se rasco la cabeza. Perdiendo el control, trepando por uno de los faroles de luz en la avenida e intentando ver hacia donde fuera que hubiera un indicio del escape... Sin conseguir nada, claro - No pudo haberle pagado a Illumi por esa información...¿O si?.

Notas finales:

a estas alturas, digo gracias por su paciencia.

 

espero saber de ustedes en poco tiempo.

besos.


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