Capítulo 2
Oscuridad
Había soportado ser la presa, la marioneta sexual de Aioria pero aquel acto atroz era todo, no debía ser parte de su castigo. Esa flecha dorada, por órdenes del caballero dorado de Leo, se encontraba ahora clavada en el inmaculado pecho de la diosa Athena. Con pasos rápidos y sin portar la máscara que ocultaba su verdadero rostro, Saga logra llegar hasta el templo de Piscis, avanza sin importarle nada, que su sangre corriera de una buena vez. Sin embargo una mano lo detiene del brazo, Afrodita le sonríe, una sonrisa triste quizá con pesar, no podría adivinar con exactitud esa expresión en tan hermoso rostro.
-A cierto caballero no le agradará nada verte fuera de tus aposentos –dice ante el rostro atónito del mayor- muchos moriremos, incluso quizá Aioria –esta última palabra es cruel pero una verdad muy cierta-. Debes regresar Saga, por tu bien hazlo
Saga solo frunce el ceño, la advertencia era más bien una amenaza, desde cuándo, desde cuando él había perdido el control, desde cuando era conocido como la marioneta del león pero había algo cierto, la muerte era inminente, esa era la razón de la tristeza de Piscis; el caballero más hermoso de todos, le temía a su propio existir. Con una idea formulada en su cabeza, el peli azul regresa a su cautiverio, porque el templo patriarcal era su mazmorra, su cruel prisión, con una idea en cabeza y una persona que podría llevarla a cabo.
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Los jóvenes de bronce avanzan con dolor, su diosa herida y caída con sumo dolor, les da fuerzas, el primer templo fue fácil, Mu era leal a la justicia pero les había advertido antes la difícil tarea del resto de los templos zodiacales. El guardián de Aries observa la flecha y duda, un gesto en su joven rostro le da un mal presentimiento, el rostro de la joven se va tornando demasiado débil, incluso su cosmos comienza a deteriorarse, cosa imposible solo para las primeras horas. Nike aun a su lado no consigue ayudar mucho. Aries abandona a la mujer en manos del resto de su escolta, Tauro se ha dado por vencido pero la siguiente casa es una de más difíciles; Géminis, la vacía casa de los gemelos. En Cáncer se desvanece la cuarta llama y un caballero cae en el templo.
Y justo cuando el corazón del caballero de Pegaso cree tener un aliado, sus esperanzas se desvanecen como el polvo al ser golpeado de lleno contra la pared del templo del León dorado, teniendo una ayuda menos esperada pero una luz en aquel remolino de tiempo contado.
-Basta ya, Casios –grita el enfurecido León
El ex aspirante a la armadura de Pegaso sostiene con todas sus fuerzas al León dorado ante la mirada de Seiya, el objetivo del hombre es abrirle paso al caballero de bronce. Seiya avanza con pasos lentos, su cuerpo ha sido lastimado por Aioria, no entiende que ocasiono ese cambio, no era el mismo caballero que juro lealtad a Saori pero no puede quedarse a preguntar, debe de llegar al Maestro para salvar a Athena, Seiya al igual que el resto que queda de sus compañeros lo han sentido, Saori se encuentra muriendo, no tiene las doce horas…, son menos.
-Seiya –su nombre se ha pronunciado- … - es lo último que logran ver sus orbes marrones, el cuerpo de Casios cae muerto ante un Aioria furioso
-Aioria… ¿Por qué? –Pregunta en tono asustado y atónito al mismo tiempo, el león se lanza a su victima
Leo tiene dos opciones: mentir y una mentira bastante buena o matar a Seiya. La segunda opción era la más rápida. Levantando su puño que resplandece de este una luz cegadora, sus piernas se impulsan, sería un golpe rápido y certero, no habría dolor de por medio. Era lo único benevolente que haría por aquel jovencito ya débil.
Nike cae sobre la piedra, el cosmos se extingue, solo queda una ligera energía mortal, el fiel sirviente se arroga al cuerpo de la jovencita, lo sacude con cuidado como si fuera a romperse. Su nombre es gritado con fuerza, Aries abre sus orbes con sorpresa igual que Tauro. Todos los jovencitos presentes bajan la mirada, sus rostros tristes comienzan a derramar lágrimas ante esa sorpresa, una muy repentina.
Saga cae de rodillas sin voz, era imposible que estuviera sucediendo. Leo se detiene mientras Seiya cae de espaldas, con el cuerpo débil y sin fuerzas, sin esperanzas. Un suspiro y sus fuerzas desaparecen, su rostro pálido y serio, ya no hay dolor, solo el frío comienza a invadirlo.
-Athena… ATHENA –grita Seiya entre lágrimas aún tirado en el suelo y con los puños bien apretados
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-Ha muerto –susurra el viejo maestro desde los cinco picos con pesar-. Athena, la diosa de la justicia… muerto…
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El atardecer era inminente, los soldados volvían a sus tareas, nadie dice nada, ya no hay razón para continuar la travesía. Los caballeros permanecen en sus templos, los caballeros de bronce han sido sacados de aquellos recintos, el cuerpo de Athena aún es custodiado por los jóvenes.
Solo unos pasos resuenan escaleras arriba, Aries mira con asombro ese escolta de Virgo y Leo, mismos que avanzan hasta aquel cuerpo sin vida, Aioria solo recorre con la mirada a los jóvenes, Seiya le lanza una mirada de odio, Mu los sigue, se siente decepcionado y furioso a la vez, desea escuchar lo que se diga de parte de sus camaradas.
-Escuchen esto –habla Leo con voz seria y fuerte-, admiro su fortaleza y su entrega pero era errónea. Yo igual fui cegado por el poder que presencie y no los culpo pero la verdad es solo esta; ella no era Athena, no la verdadera. –todos se quedan mudos
-Hace trece años, nació la reencarnación de la diosa de la sabiduría -habla un caballero rubio de ojos cerrados, su voz es armoniosa y lenta, tranquila y llena de paz.- El patriarca tiene la exhaustiva tarea de inspeccionar a la nacida y elegir a su siguiente sucesor, por desgracia la recién nacida poseía un cosmos débil incapaz de llevar a cabo tal pesada tarea de proteger a la humanidad, su cosmos debía ser regresado al ciclo de la vida – Mu entre cierra sus orbes entendiendo ese punto del caballero de Virgo-. Es cruel pero debía ser sacrificada, cuando esta acción iba a ser ejecutada uno de los aspirantes a sumo maestro mal entendió aquel acto y lo tomo como traición, desatando todo este caos y por lo tanto, desembocando este mundo de falsos, a los cuales ustedes mismos han sido arrastrados
-Mi hermano Aioros, huyo con la armadura de Sagitario, matando a Shion –Mu abre sus orbes ante esa verdad dicha y pronunciado de los labios de Leo-, y llevándose a la pequeña. Saga asumió el cargo a tan corta edad, ocultando su rostro y tratando de limpiar aquel… incidente
-Saga… ¿Te refieres a… Géminis? –pregunta Mu incrédulo
Leo afirma con la cabeza, Virgo no agrega nada más solo abandona el lugar en silencio siendo seguido por Aioria, quien coloca su mano sobre el hombro de Mu, este se queda unos minutos más pero luego regresa a su templo en total silencio, su cabeza le da vueltas, era imposible tantas dudas o mentiras. Sin embargo solo existía una verdad en esos momentos, Saori Kido estaba muerta y el avión privado llevaría su cuerpo hasta Japón para una sepultura, siendo acompañada de regreso por los valientes jóvenes, que habían creído ciegamente en ella.
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Las doncellas se muestran amables como siempre, han servido una copa de vino pero el maestro se ha indignado a beber, Saga ahora no oculta su rostro por lo que las mujeres se sonrojan pero este las ignora, la verdad se ha regado por cada rincón del santuario. Saga de Géminis es el patriarca. Una mujer ha terminado de preparar el baño, justo cuando sale del cuarto del aseo con una bata en mano, la puerta del aposento es abierta violentamente, dejando ver al caballero castaño de Leo, su mirada es furiosa que con un solo movimiento de brazo alerta a las doncellas de abandonar la alcoba. El peli azul se alerta, un escalofrió le recorre el cuerpo, la mirada triste de Saga no sacude al León.
-Pensaste eliminarme por medio de Casios –escupe Aioria acercándose al mayor, quien no rehúye, lo toma del mentón con fuerza, Saga no responde solo calla, su mirada la mantiene casi firme- odio las traiciones Saga
-Yo te odio a ti –menciona el peli azul con seguridad-. Debí mandar a matarte junto con tu hermano ese mismo día, eres igual que Aioros, un maldito…
Un golpe de puño cerrado calla al peli azul, su rostro ladeado deja ver una abertura donde un hilo de sangre corre por su comisura. Aioria se aparta del hombre, se peina los cabellos hacia atrás, sonríe y voltea hacia el peli azul. Era un asesino, en eso se había convertido por tenerlo a su lado, le importaba poco lo que sintiera ahora el otro, era suyo ahora y era todo lo que importaba pero esa última frase, le provoca curiosidad. Leo nota el baño caliente ya preparado, desea relajarse, asearse, comienza a despojarse de su armadura y le lanza una mirada a Saga, quien solo mira en lado contrario, sumido en sus propias ideas o remordimientos mientras deja correr su sangre. Con un fuerte jalón de brazo y Géminis se ve obligado a seguirlo a pesar de su renuencia pero es aventado al agua con todo y ropa, siendo seguido por el castaño cuando termina de despojarse de su ropa.
Sus cabellos son elevados como seda por el agua tibia mientras que por la espalda es estrechado con gran fuerza por el leonino, quien aspira su aroma a humedad mientras que recorre con su mano libre la piel expuesta del habito patriarcal. El rastro del fluido rojo se desvanece mientras que sus labios son devorados por la boca del menor, el mayor no opone fuerza, sus ánimos han sido opacados, su corazón se viste de luto.
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Nike ahora reposa junto al escudo en aquella habitación escondida, siendo portado por la estatua de la diosa en tamaño natural. Ligeros preparativos han sido asignados, por órdenes de Saga estos han sido los más sencillos pero necesarios, todo el santuario espera, los rumores se han corrido en un día entero, un día que ha servido para guardar luto. Saga como el patriarca, porta una máscara en tono claro, puesto que su rostro conserva una marca de golpe y no desea ya dar de que más hablar. La orden de los caballeros dorados se encuentra dividida en dos filas, solo tres armaduras ausentes, Géminis, Libra y Sagitario, ninguna baja, puesto que Máscara de Muerte antes había regresado a su templo al no sentir el cosmos de la mujer, y por órdenes de su ilustrísima sacando al caballero del dragón de dicho mundo.
Todo caballero acepta la nueva orden, aceptan custodiar y lamentan guardando silencio y luto por tal perdida de la joven diosa, teniendo como nuevo deber el seguir custodiando sus respetivos templos hasta elegir a sus nuevos sucesores sino antes llegará una guerra santa, ellos tendrían que defender el mundo aun con su vida y sin la protección física de su diosa.
Mu acepta quedarse en el santuario, entrenando a Kiki, el viejo maestro permanece en los cinco picos, sentado frente aquella cascada, Shyriu en ocasiones habla con él pero las respuestas el anciano son cortantes, el joven solo se dedica a entrenar y dominar mejor sus técnicas, es lo único que le dicta de manera directa y segura el hombre mayor.
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-Athena fue derrotada… y muerta… -su sonrisa es leve bajo aquella sombra de su casco-. El caballero dorado de Géminis es el nuevo patriarca…, no me sorprende…
El joven a su lado frunce el ceño, el general a su lado en ocasiones hablaba consigo mismo más que con otro, aunque fuera en voz alta y sonara a pensamientos pero en realidad era si lo repitiera solo para asegurarse de la información, y no sonaba a que no le sorprendiera sino que solo confirmaba sus sospechas.
-Nuestro emperador se encuentra confundido –agrega el joven de finas facciones- duda de querer llevar a cabo dicha guerra, de hecho creo que su objetivo ha sido aniquilado
El hombre más alto aprieta sus puños, conoce bien cuáles eran las intenciones de su “Señor” y el tiempo se les había ido de las manos, quien hubiera predicho aquello. Los dioses se decían inmortales e invencibles pero en cuerpos humanos, su carne se podría, se convertían en polvo, morían como cualquier otro ser vivo… Quizá no era tan mala idea esto; morir como cualquier otro ser, el dolor era demasiado y pésimo consejero a un corazón roto…
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Oscuridad…
La brisa fría…
Saga despierta al sentir un enorme cosmos a su alrededor, la habitación se encuentra tan extensa, era un mundo sin fin, su aliento es helado, su túnica es invadida por un frío. Sus pies descalzos tocan el suelo de piedra, se encuentra solo…
-Athena muerta… el mundo tan… predecible y solo –escucha una voz
-El mundo siempre tendrá a sus caballeros, dispuestos a combatir contra el mal
-El mal… -una sombra se presenta frente a Saga, vestido por una enorme túnica llena de oscuridad-, tus labios son como tu mente, divinos entre verdad y mentira. El mal ha gobernado, tú has gobernado
-Hades…
El filo de una oz brilla en medio de ese ambiente, de una abanicada y la sangre roja cae en aquel suelo, el casco de la armadura dorado de Géminis llora en ambos extremos, siendo partida como dos alma en soledad.
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-El sello… ha sido roto… -la voz del anciano maestro es alarmante, su mirada perpleja- es hora pero… ¿por quién has venido? –Pregunta bajando la punta de su sombrero para ocultar su rostro
-Por quien se interponga –escucha la voz detrás de él
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Continuará...