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An entire month with you (& ur luv) por BombayLove

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Notas del capitulo:

Con la complicidad de sus amigas, Maruko decide entregarle a Yasuko lo que había preparado para ella con motivo del Día de San Valentín.

Día 14: Genderswapped/ sexo opuesto.

¿Es necesario leer el capítulo anterior?: No.

Había estado preparándolo toda la noche para que saliera perfecto. Su curso intensivo de dos semanas en el manejo del chocolate más la ayuda de su madre, finalmente habían dado sus frutos.

— Por supuesto que no vas a recibir chocolates  — Había dado por sentado Kurako, sentada sobre su pupitre y arreglándose el cabello de esa forma tan elegante y a la vez, sensual que tenía —. Si eres fea — Desde que apareció en su vida (gracias a Nishikiko que, al tener a Kurako de vecina, decidió integrarla al grupo ya formado de amigas) ésta se había vuelto en una pelea continua de la cual Kurako siempre  salía airosa —. Y tampoco van a recibir el tuyo. ¿Comer algo preparado por ti? — La cara de la morocha se deformó un poco al adoptar una expresión de asco.

— No seas mala con ella, Kurako — Le dijo Hinako, de brazos cruzados al lado de Maruko —. No te preocupes Maru-chan. ¿Por qué no se lo das a Nishikiko-chan para que se lo dé?

— No. Puedo hacerlo por mí misma — Declaró la aludida, no del todo convencida.

— ¿Quieres que te acompañe? — Le preguntó Yokoko, sentada en el pupitre de al lado.

— Estaré bien. Gracias — Susurró, avergonzada.

Llegó hasta la puerta del salón, pero antes de abrirla, oyó la voz de sus amigas llamando su atención.

— ¡Maruko! — Canturreó Kurako.

Al darse vuelta, su grupo de amigas (incluyendo a Kurako y a la inexpresiva Subako) levantaron sus pulgares, deseándole la mejor de las suerte con esa seña. Avergonzada hasta la médula, la morocha sonrió. Abrió la puerta y se quedó petrificada. Justo ahí, frente suyo, estaba la razón por la cual había tomado esas clases, la razón de su insomnio desde quién sabe cuándo: Yasuko.

Sonriéndole, ahí estaba la compañera de Nishikiko, su kouhai. Y, del mismo modo, ahí estaba ella, sin poder ser capaz de emitir sonido.

— Buenos días, Maruyama senpai — La saludó la muchacha de corto cabello de un color cercano al dorado.

— Bu… Buenos días — Susurró la aludida.

— Oye, Maruko, ¿por qué no acompañas a Yasu a la biblioteca? — Le pidió Nishikiko, asomándose al salón apoyando su mentón sobre el hombro de la más baja. Su atrevimiento hizo que Maruko frunciera el entrecejo.

— ¡Si senpai no quiere, no hace falta! ¡En serio! — Exclamó Yasuko, negando con un movimiento de manos.

— No. No… Eh… Es decir… ¡Sí! ¡Quiero ir!

Yasuko la miró y le sonrió sinceramente.

— Gracias — Le dijo.

 

El camino a la biblioteca era un poco largo, pero la posibilidad de salir al patio y sentir la naturaleza y una leve brisa acariciando sus mejillas, hacía que valiera completamente la pena.

— ¿Pudiste adaptarte? — Le preguntó Maruko, caminando escasos pasos detrás de Yasuko. A diferencia suya, ella  parecía amar esa sensación de libertad. En cambio, Maruko, por dentro se derretía al observar su inocencia en cada una de sus acciones, en cada una de sus palabras.

Sabía por Nishikiko que Yasuko no había nacido en Japón, pero sus padres, sí, por lo que habían decidido regresar para que ella también conociera sus raíces.

— Sigo yendo a las tutorías — Respondió la aludida, caminando sobre el estrecho cantero al lado de la galería, con ambos brazos paralelos al suelo para mantener el equilibrio.

— ¿Sigues teniendo problemas con los kanji?

— Sí. Simplemente, es más fuerte que yo. No los retengo — Reconoció, llegando al suelo de un salto —. Me gustaría que Maruyama senpai me explicara cuando debo utilizar uno u otro.

 Maruko se quedó embelesada mirando a la muchacha: entrelazando sus propios dedos por sobre su pollera tableada, ladeó un poco su cabeza y la miró con auténtica ingenuidad. La caja con forma de corazón que llevó desde que salió del salón, estuvo a punto de caérsele de las manos.

Su sincera sonrisa la hipnotizaba y anulaba todos sus sentidos. Cuando se llevó una mano al rostro, se dio cuenta que sus mejillas estaban ardiendo.

— Yasuko-chan — La llamó. La aludida se giró para mirarla. Estaban a unos cuantos pasos una de la otra.

— ¿Sí? — Le preguntó la muchacha.

Sintiendo su corazón latiendo a mil pulsaciones por minuto, caminó los pasos que la separaban de Yasuko con grandes zancadas, y le extendió, cuando estuvo lo suficientemente cerca, lo que había estado manteniendo en secreto.

— ¡Feliz día de San Valentín! — Exclamó, finalmente, con ambos brazos extendidos hacia adelante y la cabeza gacha, sintiendo que toda su sangre se concentraba en sus mejillas.

— Gracias — Musitó, aceptando el gesto de su superior. Cuando  Maruko ya no sintió el peso de su confesión, fue incorporándose poco a poco, para terminar viendo a Yasuko examinando aquella caja de todas las formas y ángulos posibles —. Muchas gracias, senpai — Le agradeció, al borde de las lágrimas.

— ¡Ahhh! No, no, no. Por favor, no llores — Le pidió, sin moverse de su lugar.

— Lo siento, pero… Esto es demasiado hermoso. Me encanta — Reconoció la pelicorta, con una amplia sonrisa, mientras se sentaba sobre uno de los canteros y posaba su regalo sobre sus piernas. Alternadamente, su mirada se desvió a Maruko, que seguía de pie, y a su caja —. ¡Ah! ¡Pero yo no tengo nada para darle a cambio!

— No te preocupes. Para eso existe el White day — Le explicó la morocha.

— Pero tengo que darle algo a cambio ahora — Yasuko se quedó pensando qué sería lo más correcto que podía entregarle a Maruko, incorporándose al mismo tiempo en que dio con el regalo perfecto —. Ya sé. Cierre los ojos.

— ¿Eh? — Preguntó la aludida, con curiosidad.

— Sólo hágalo — Le pidió la muchacha, con un movimiento de mano.

— De acuerdo — Asintió Maruko, haciendo caso al pedido recibido.

Sintió un leve cosquilleo sobre sus mejillas, un penetrante aroma a flores y los suaves labios de Yasuko posándose sobre los suyos. Sin poder ser capaz de reaccionar como una persona coherente, abrió apenas sus ojos para ver el rostro de Yasuko teñido de una tonalidad rojiza. Cuando se separaron y ese mínimo contacto se deshizo, vio cómo la más baja se avergonzaba, y ya no era capaz de mirarla a los ojos.

— Perdón. Quizás no debí hacerlo, pero…

— Estuvo bien.

— ¿Eh? — Le preguntó Yasuko, mirándola.

— El beso… estuvo bien — Reiteró la muchacha, con una sonrisa —. ¿Y bien? ¿Vamos a ir o no a la biblioteca?

—Claro — Respondió Yasuko, sonriéndole y agarrándola de la mano, para seguir su recorrido, una al lado de la otra.

Notas finales:

¡Gracias por leer! ♥ ^3^ *chu~*

Espero poder seguir con este ritmo y poder traerles los días restantes como se debe ^u^


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