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En Azul y Negro por Eirin009

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En la cuidad Londres, dentro de un edificio se encontraba un joven de 14 años, cabellos azulados, piel clara y ojos color zafiro recostado en un sofá al lado de un hombre de apariencia elegante que tenía entre sus manos una agenda.


-Joven Phantomhive ¿quiere decirme que lo trae hoy aquí?- hablo un señor de 40 años de edad.


-Por nada especial, se volvió una rutina venir cada semana.


-Vaya parece ser que hoy está de buen humor- dijo sonriente.


-Jeremy no tengo el ánimo para bromear- contestó molesto.


-Está bien, ¿quiere contarme que sucede?- se acomodó en la silla y observó al menor quien no se movió -¿Volvió a suceder?


-Si- respondió volteando la vista al techo.


-Necesitas mejorar tus relaciones, si continuas así te quedaras sin amigos- soltó un suspiro al ver que no contestaba.


-No necesito gente molesta a mí alrededor- finalmente hablo.


-No se trata solo de eso, en al ámbito laboral usted necesitara de otros.


-Puedo hacer mi trabajo solo.


-Necesita relacionarse para formar una familia.


-Ya tengo una familia, no necesito una- contesto el menor volteando el rostro en gesto de molestia, el mayor solo soltó un suspiro, aquel joven siempre se mostraba cerrado ante el tema familiar, definitivamente ese día iba a ser como los otros.


-Llegara el momento cuando encuentres a alguien con quien desees compartir tu vida, alguien de quien enamorarte, no te digo esto para que te molestes, solo no quiero que estés solo- mostró seriedad y preocupación en su rostro.


-No necesitas preocuparte, tengo que irme, nos vemos- el joven se levantó e hizo una señal con la mano saliendo del consultorio dejando al otro sin nada que decir, era difícil que el joven fuese más expresivo, anoto en su agenda lo que había pasado y espero a su siguiente paciente.


El joven se dirigió a su casa, entro por la puerta colocando su abrigo en el perchero encontrándose con su ama de llaves.


-Bienvenido- le saludo una joven de lentes y cabello rojizo con una gran sonrisa.


 -Estoy de vuelta.


-La cena estará lista en unos momentos ¿Por qué no toma un baño primero?


-Está bien- subió las escaleras y se dirigió a su habitación, entro al baño, empezó a desvestirse y se introdujo en la bañera, mojo sus azulados cabellos y se recostó en el borde de la bañera, solo quería relajarse del día que había tenido, se quedó un rato meditando hasta  tocaron la puerta.


-Joven la cena esta lista, le deje su ropa en la cama- hablo la ama de llaves desde el otro lado de la puerta.


-Bajare en un momento- se levantó tomando una toalla, salió del baño y se vistió, bajo al comedor encontrándose a la misma joven -¿Qué cenaremos hoy?


-Bard preparo algo sencillo ya que está haciendo algo de frio, además hizo tarta de chocolate, últimamente lo he visto cansado así que pensé que le alegraría, Finny y el están durmiendo, terminaron cansados el día de hoy- dijo sentándose a la mesa, ellos siempre comían juntos, fue algo que se hizo costumbre entre ellos desde hace unos años.


-Gracias Meyrin- dijo con una pequeña sonrisa, terminaron de cenar y regresaron a sus respectivas habitaciones.


Al día siguiente estaba nublado, el joven salió de su casa y se dirigió a la escuela, al llegar las cosas no pintaban bien, aun así decidió entrar al aula, al hacerlo escuchó una voz llamando su atención.


-¡Hey miren quien llegó!- hablo un chico dentro del salón –Pensé que te dije no volvieras, aunque creí no vendrías después de lo de ayer, eres todo un masoquista- Ciel al verlo solo camino hasta su asiento ignorándolo y todo lo que había pasado el día anterior, todos guardaron silencio sabiendo que no les iría bien si lo hacían, tres de ellos se levantaron y se le acercaron.


-Te estoy hablando cerebrito- uno se acercó a su lugar y le tomo de la camisa, a lo que le dirigió la mirada.


-Suéltame- hablo con una voz fría.


-Parece que el pequeño se ha molestado, ¿Te crees muy importante solo porque adelantaste años y ahora estas en la universidad?


-No tengo nada que decirle a alguien que no puede contar hasta diez- dijo con superioridad e ironía, haciendo enojar al chico que le sostenía.


-De esta no te salvaras imbécil- iba a golpearlo cuando el profesor entro.


-¡Deténgase en este momento! No me interesa la razón por la cual pelean o quien fue el que comenzó, si no se comportan ambos serán suspendidos- hablo molesto.


-Está bien- contestó el joven resignado soltando a Ciel.


-Bien hoy quiero presentarles a un nuevo estudiante, fue transferido hace unos días pero tuvo unas dificultades, espero que se lleven bien con él- explico dándole paso a un joven alto de piel clara, cabello negro y ojos color escarlata –Preséntate.


-Mi nombre es Sebastian Michaelis, tengo 19 años y espero llevarme bien con ustedes- hablo con una voz elegante haciendo una reverencia, las chicas empezaron a murmurar y los hombres maldecían por el escándalo de las mujeres.


-Bien, por favor tome asiento al final de la clase- hablo el profesor,  Sebastian camino hasta el fondo observando a sus compañeros quienes no dejaban de mirarlo pero uno llamo su atención, se sentó a su lado y observó al joven con algo de asombro, si no se equivocaba su compañero tenía alrededor de 13 años, decidió ignorarlo pero no podía dejar de mirarlo, pensó hablarle pero fue interrumpido.


-Podrías dejar de mirarme, es molesto- hablo leyendo su libro.


-Perdona- se disculpó -Como ya sabes, soy nuevo así que pensé que podrías ayudarme a conocer el campus y ser amigos- dijo sonriendo.


-No necesito amigos, si quieres que alguien te muestre el campus ¿Por qué no le dices a las chicas que no dejan de mirarte desde que llegaste? Seguro se sentirán felices porque les hables- contesto señalando a las chicas que en efecto estaban observándolo.


-Si les hablara seria molesto, además tú eres alguien interesante- sonrió de medio lado observando al menor.


-Si solo vas a decir tonterías será mejor que te alejes- dijo molesto.


-Parece que te eh hecho enojar- habló con algo de burla -¿Podrías decirme porque?


-No quiero relacionarme alguien- respondió con una voz fría.


-¿Por qué? Eres bastante lindo y me gustaría saber más de ti- dijo mirándolo a los ojos a lo que el menor se incomodó- ¿Me enseñarías el campus?


-¿Si te lo muestro me dejarías tranquilo?- hablo cansado.


-Es un trato- sonrió -¿Cuál es tu nombre?


-Ciel Phantomhive- dijo cortante y Sebastian al ver que no diría nada más guardo silencio.


Terminaron las clases después de unas horas, el menor se dirigió a la cafetería que se encontraba en el campus siendo seguido por el mayor sin que él lo notara, observo como el joven se sentaba y pedía algo de beber, la imagen que mostraba el menor era tan tranquila que no pudo evitar acercarse en silencio y hablarle al oído.


-¿Estás listo para el recorrido?- Ciel se asustó y dio un pequeño brinco en su asiento haciendo reír a Sebastian.


-¡No aparezcas de esa manera!- le regaño.


-Perdona pero no pude evitarlo, te veías tan adorable y lindo- sonrió burlándose haciendo que Ciel se sonrojara un poco, iba a contestarle pero una voz le interrumpió.


-¡Vaya! Parece que tienes un nuevo amigo cerebrito- voltearon la vista encontrándose con sus compañeros de clase -Michaelis te recomiendo que no te juntes con él, todo aquel que se le acerca sufre accidentes, incluso sus familiares– Ciel apretó el puño enojado y agacho la mirada con algo de tristeza -¿Por qué no te juntas con nosotros?


-No gracias- respondió con una sonrisa falsa en el rostro, ya que había notado las acciones de su acompañante –No tengo ánimo para hablar con ustedes, ¿Podrían retirarse? Me molestan.


-¿Qué dijiste bastardo?- uno de ellos se acercó y golpeo la mesa sorprendiendo a Ciel, Sebastian se levantó, era más alto que aquellos sujetos y les miro fijo provocando intimidarlos.


-Creo que fui bastante claro, dije que se fueran- les dijo con una voz grave haciendo a los jóvenes retroceder –No se acerquen a nosotros de nuevo.


-Esto no se quedara así, vámonos muchachos- los tres se fueron de ahí dejándolos solos.


-No tenías por qué hacer eso- hablo Ciel tranquilo.


-¿Esto pasa todos los días?- pregunto el mayor sentándose a su lado.


-No te preocupes por ellos, solo les gusta llamar la atención.


-Si dices que está bien te creeré, será mejor cambiemos de tema, ¿podrías decirme tu edad?- Sebastian estuvo preguntándose la edad de su compañero, se veía bastante joven como para estar en la universidad, pensó que se veía más joven de lo que era pero lo descarto de inmediato consiguiendo curiosidad.


-Tengo 14 años- contesto tomando de su tasa sorprendiendo al otro.


-¿Estas bromeando?- había imaginado su edad pero pensó que tal vez solo era su apariencia la que parecía joven.


-¿Parece que estoy bromeando?- hablo con ironía.


-No, pero es algo asombroso que ya estés en la universidad- hablo sorprendido- ¿Por qué adelantaste años?


-No quiero hablar de ello- bebió de su tasa dejando al mayor resignado, sabía que no podía hacerlo cambiar de opinión.


-En ese caso no voy a obligarte- después de un rato decidieron irse ya que había comenzado a nevar, ambos caminaban juntos pero la nieve fue aumentando y tuvieron que ocultarse bajo una parada de autobús.


-Ciel parece que se está formando una tormenta, debemos darnos prisa si no queremos ser atrapados en ella- hablo el mayor sacudiéndose la nieve.


-¿Quieres ir a mi casa? Esta cerca de aquí- contesto algo agitado ya que habían corrido para ocultarse.


-Está bien, entonces vamos antes de que el clima empeore- ambos se dieron prisa y llegaron a la casa del menor, tocaron la puerta ya que Ciel había olvidado sus llaves esa mañana, Meyrin abrió la puerta viendo a su señor y a un invitado, quedó algo sorprendida, era raro en él invitar a alguien a la casa.


-Bienvenido joven- dejo el paso a ambos y tomo sus abrigos, estaban mojados ya que la nieve se había derretido en sus ropas cuando corrieron- Les preparare té caliente para que puedan quitarse el frio- sonrió y dirigió a la cocina.


-Subamos a mi habitación, te prestare algo de ropa- Sebastian le siguió, subieron las escaleras y llegaron a la habitación del menor- Espera aquí, te traeré algo que te quede- salió dejándolo solo, observo toda la habitación, era muy espaciosa y estaba decorada de un color azul con blanco,  después de unos minutos el menor regreso- Creo que estas te quedaran bien, puedes vestirte en el baño.


-Gracias- se dirigió al baño, después de cambiarse salió encontrándose a Ciel con una camisa de manga larga con un suéter azul cielo y unos pantalones negros logrando sonrojarle un poco, se golpeo internamente al reaccionar así –Te ves adorable con eso puesto- le dijo burlón intentando ocultar su sonrojo.


-No digas cosas como esas- le regaño algo sonrojado.


-No puedo evitarlo - contesto –Si no te molesta ¿de quién es esta ropa? No creo que sea tuya- dijo señalando la camisa de manga larga y el pantalón negro que llevaba puesto.


-Era de mi padre- contesto sin darle importancia- a él no le gustaba el color negro y nunca lo uso, pensé que se te vería bien- dijo con un ligero sonrojo.


-Gracias- sonrió al escuchar eso, llamaron a la puerta y Ciel la abrió dejando ver a la joven con un carrito de alimentos.


-Les traje él te y algunos aperitivos- hablo sonriendo, entro y deposito las tasas en la mesa que estaba en medio de la habitación.


-Sebastian, ella es mi ama de llaves Meyrin- dijo Ciel mientras se sentaba.


-Es un gusto conocerla- extendió la mano hacia la joven quien correspondió el saludo.


-Espero que disfrute su estadía, si necesitan algo llamen y vendré enseguida- hizo una reverencia y salió.


-¿Solo viven ustedes dos aquí?- pregunto mientras se sentaba.


-No, el chef y el jardinero también viven aquí, deben estar en la cocina hablando de ti- hablo tomando de su tasa.


-¿Por qué de mí?- pregunto curioso.


-No es usual que yo invite a alguien a venir, de hecho eres al primero que invito, conociéndolos están hablando de eso.


-Parece que les aprecias- dijo mostrando una sonrisa cálida.


-Son lo más cercano a una familia, después de todo desde que mis padres murieron ellos siempre están cuidándome- sonrió un poco, esto a Sebastian le sorprendió, esa sonrisa, aunque fuese pequeña era tan hermosa y mostraba felicidad.


-Me gustaría ser tu amigo- le sonrió cálidamente mirándole a los ojos.


-¿Qué?- respondió algo aturdido por el cambio del tema tan repentino.


-Si somos amigos tendré una oportunidad de salir contigo- hablo con normalidad.


-¿Salir? ¿Te refieres a salir al centro comercial o algún lugar?- pregunto.


-No, me refiero a tener una relación, aunque también me gustaría tener citas contigo- Ciel se sonrojo al escucharlo.


-¿Pero de que estás hablando?- pregunto aun sonrojado.


-Me refiero a que me gustas, quiero salir contigo ¿No es obvio?


-Pero te conozco desde esta mañana, además ambos somos chicos- dijo algo más calmado pero el sonrojo seguía en su rostro.


-Ahora que lo pienso nunca eh salido con otro chico antes, a decir verdad nunca me ha gustado alguien- coloco su mano sobre su mentón pensando –Nunca eh tenido una relación.


-Entonces no hay razón para que yo te guste- hablo intentando explicar.


-Si tengo una razón- dijo mirándole.


-¿Cuál es?- pregunto.


-Eres muy lindo, mi corazón late cada vez que sonríes, además me gusta tu personalidad, de hecho puedo decir que eres mi tipo- sonrió dejando al menor algo sorprendido y muy sonrojado.


-Eso no es razonable- intento calmarse pero estaba nervioso –El clima te debió haber afectado.


 -No vas a creerme ¿cierto?


-Claro que no, no es normal que pienses eso tan solo por conocernos unas horas antes.


-Déjame estar contigo entonces- dijo decidido –Voy a convencerte de que me gustas, dame la oportunidad para enamorarte.


-¿Enamorarme?- hablo nervioso, Sebastian se levantó, tomo la mano de Ciel y le miro a los ojos.


-¿Me darás una oportunidad?- hablo suave y acaricio su mejilla.


-Yo no sé- empezó a hablar pero Sebastian le interrumpió.


-Por favor- suplico acercándose a su rostro dejando al otro sin habla.


¿Si te digo que no, no lo aceptarías no es así?- suspiro- De acuerdo- acepto mirando esos ojos escarlata, Sebastian sonrió ante la respuesta, se acercó lentamente a su labios pero el tocar de la puerta lo detuvo, ambos se separaron y la puerta se abrió dejando ver al ama de llaves.


-Lamento interrumpirlos pero necesito decirles algo- Meyrin entro a la habitación fijando su vista en ambos –Al parecer una tormenta ha empezado, fue avisado que no se detendrá por unos días, también llamaron de la universidad y dijeron que no habrán clases hasta que la tormenta pare y puedan ingresar a las aulas.


-Entiendo, ¿Qué tan mal está el clima ahora?- pregunto Ciel.


-El clima está muy mal ahora, me temo que el joven Sebastian no podrá regresar a casa- miro al joven- Debería dejar que se quede aquí hasta que el clima mejore.


-No necesitan molestarse por eso, esperare a que se calme un poco y me iré, no vivo muy lejos de aquí- respondió intentando no preocupar a la joven.


-Lo siento pero eso no es posible, te quedaras aquí hasta que el clima mejore- Ciel hablo sorprendiéndolo, vio que el mayor iba a protestar pero no se lo permitió- No tienes otra opción, avisa en tu casa que te quedaras hasta que pare la tormenta- le vio directo a los ojos con los brazos cruzados.


-Entonces me quedare, no necesitas preocuparte ya que vivo solo en un departamento, espero no causar molestias- se rindió ante la petición del menor quien volteo a ver a la joven para preguntarle algo pero esta se adelantó.


-No se preocupe Joven amo, tenemos suministros suficientes para todos por un mes.


-Gracias.


-Por cierto la cena ya está lista, venía a avisarles cuando llamaron de la universidad.


-Está bien, vamos Sebastian- los tres bajaron al comedor encontrándose con dos personas, ambas eran rubias uno era mayor que los demás y el otro era más  joven.


-¿Así que él es la vista del Señorito?- hablo el más grande.


-Es muy alto, incluso más que tú- dijo el joven mirando al otro emocionado.


-Ustedes dos ¿Qué no tienen modales?- les regaño Meyrin algo molesta.


-No se preocupe por eso, está bien- Sebastian hablo intentando tranquilizar a la joven.


-Él es Bard, él está a cargo de la cocina y él es Finny se encarga del jardín- Ciel les presento.


-Es un gusto, soy Sebastian, estaré a su cuidado hasta que la tormenta pare- sonrió saludándolos.


-Cuenta con nosotros, te daremos el mejor servicio de tu vida- respondió Bard haciendo una pose con Finny imitándolo.


-Vamos a cenar entonces- les interrumpió Ciel, todos se sentaron en el comedor para poder cenar. Al terminar, los demás se fueron a cumplir sus deberes dejando solos al azabache y al menor.


-Te llevare a tu habitación para que puedas descansar- Ciel miro a Sebastian quien asintió, ambos empezaron a caminar, el mayor noto que nadie los veía y tomo su mano haciéndole mostrar un ligero carmín en sus mejillas – ¿Qué estás haciendo?


-Quiero tomar tu mano hasta llegar a la habitación- sonrió.


-Deja de hacer cosas extrañas- bajo su vista al suelo sonrojándose, intento soltarse pero no se lo permitió, llegaron a la habitación y le enseño donde estaba el baño y lo que necesitara, iba a irse pero el mayor le detuvo, se sentó en la cama y lo puso entre sus piernas abrazándolo por la espalda -¿Qué ocurre?- pregunto nervioso.


-Nada, solo quería abrazarte antes de dormir- se ocultó entre los cabellos del otro sonriendo -¿Por qué no te quedas conmigo?- le dijo recargando la cabeza en su hombro.


-¿Qué pasaría si los chicos nos descubren?- respondió nervioso y sonrojado.


-Les diremos que no podía dormir- sonrió galante -¿Entonces no estas negando que también quieres dormir conmigo?- le hablo al oído haciéndolo enrojecer.


-No, y-yo no quería decir- empezó a decir nervioso pero Sebastian tapo su boca para que no digiera nada más, le pareció tan lindo que si seguía escuchándolo haría algo indebido.


-Por favor, no me hagas hacer algo que no debo- libero la boca del otro de su agarre, dejándolo en confusión por lo que dijo, decidió hablar antes de que el otro preguntara lo que le había dicho –Quiero que duermas conmigo.


-¿Tenemos que hacer eso?- pregunto finalmente.


-Claro- sonrió -¿Me dejarías hacerlo?


-Pero solo por hoy, no aceptare una segunda vez- dijo mirándolo.


-Está bien, acepto la condición- se levantó, para apagar las luces y observo a Ciel acomodándose en la cama, sonrió y presiono el apagador, se recostó a su lado viéndolo en la oscuridad –Buenas noches.


-Si- respondió el menor y cerró los ojos intentando conciliar el sueño, no admitiría que dormir con el mayor le provocaba nervios así que le dio la espalda, Sebastian observo todos sus movimientos divertido, le acaricio los cabellos y beso su mejilla -¿Qué estás haciendo?- pregunto sorprendido.


-Vaya, pareces un tomate- dijo burlón logrando que el joven se avergonzara –Tranquilo, no voy a hacerte algo, solo quería darte un beso de buenas noches –le dijo eso abrazándole la espalda dejando al otro sin habla.


El joven se dejó abrazar al no saber qué hacer, decidió ignorarlo cuando descubrió que el otro se quedó dormido y al igual que él decidió irse a dormir.

Notas finales:

 

Todos los personajes pertenecen a Yana Toboso.


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