Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Fiel a tí por JessJe

[Reviews - 17]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Capítulo 5: Odio sin límites

 

-¡Esto es inaudito Jordan! Estrellaste un F16 en medio del desierto porque un objeto extraño se te puso en frente, ¿y no tienes idea de dónde está?

-Señor, le juro que desapareció. No sé cómo…

Noah esperaba a unos cuantos metros de la oficina de Ferris, sin embargo, podía escuchar los gritos del general.

-¿Cómo está Hal? –le pregunta Simon que recién llegaba.

-Ileso, aunque ahora no está pasando por su mejor momento con Ferris.

 

-Escucha Jordan, no creas que por tu hermanito y el abogado ese vas a hacer lo que se te dé la gana.

-Con todo respeto, general, no pido favores especiales, ni los espero tampoco. He hecho hasta ahora todo lo que me ha exigido y más, pero le juro que esa cosa salió de la nada, no tuve tiempo de maniobrar.

-Bien, bien. Esperaré las grabaciones. Por ahora retírese a su habitación, no lo quiero ver en los pasillos y mucho menos hablando con su noviecito.

Hal arrugó la cara pero respiro profundo. –Como diga general.

Al salir de la oficina, se encuentra con Simon y Noah. –Oye, ¿qué dijo al final? –le pregunta el rubio.

-Pues… nada Noah, esperará a las grabaciones. A mí no me interesa, igual sé que utilizará esto para sacarme del escuadrón… Simon, ¿cómo estás?

El moreno le sonríe apenas, -Bien, gracias por preguntar Hal. Me tengo ir, suerte con Ferris.

Simon se va, dejando a ambos solos. Noah observa con atención a su amigo, que no quita la vista de Simon. –Y… ¿cómo van las cosas con Lewis?

-Emm… ¿qué quieres decir?

-Vamos, Hal. Sabes de qué hablo. ¿Qué ha pasado entre ustedes?

Jordan volvió a ver alrededor con temor. –Oye, estamos solos amigo. Dime.

-Pues, después todo el “asunto”, nos distanciamos.

-¿Se distanciaron? ¿O te distanciaste? –le pregunta levantando la ceja.

-Noah, qué te puedo decir. No quiero que tenga problemas por mi causa. Todos en la base piensan que estuve con otro chico en el bar, los únicos que saben todo somos nosotros y Damon. Y prefiero que siga así, no quiero que se envuelva en un problema por mi culpa.

-Oh vamos, Hal. Eso es ridículo. El asunto fue tema de conversación unos días, pero después pasó. Todos aquí te aprecian hermano.

-Pues, no todos en realidad –responde al ver a Damon de lejos.

-¿Lo dices por Damon? Es un idiota mandilón Jordan. Hace todo lo que dice esa estúpida rubia, y como Andrea es amiga de Carol.

-Pensé que… bueno, se supone que éramos amigos.

-Irse a un bar y tomar de vez en cuando no te hace tu amigo. Ya lo viste con él. Pero Simon es harina de otro costal. Él realmente se preocupa por ti.

-¿Lo crees?

-Claro. Siempre está pendiente de lo que te pasa, y me pregunta cada vez que puede.

-¿Él… está molesto conmigo?

-No, creo que no, pero si está dolido. Habla con él, fuera de este sitio, para que no haya presión.

-Dime algo Noah, ¿cómo es que nada de esto te incomoda? ¿Dos de tus amigos homosexuales?

-Hermano, no tengo problema con eso, cada quien hace con su trasero lo que le da la gana.

-Que puerco eres Noah –le responde con una sonrisa.

-¿Por qué?  Es la verdad. Me saca de quicio la gente hipócrita y moralista. Mira a Ferris. Bien que juega de muy correcto y es un verdadero hijo de perra. Además, ustedes son mis amigos.

-Gracias Noah. Mira, iré a mi habitación, antes que me encuentre a Ferris en los pasillos y me ponga en detención.

-Claro, nos vemos amigo.

Jordan fue a los dormitorios, sin percatarse que otros lo observaban. Cuando entró al edificio, los cuatro lo siguieron.

 

Entre tanto, Bruce caminaba por la pista hacia un jet privado. Ahí, Alfred lo esperaba al pie de las escaleras. –Así que estaba vivo, amo Bruce.

El joven sonríe, -¿Cómo has estado Alfred?

-Bien señor, le aseguro que disfrute todas las comodidades de la mansión en su ausencia. Me da gusto verlo de nuevo.

Los dos entran y toman asiento. Después de unos minutos de vuelo, Alfred sirvió una taza de café y puso varios periódicos frente a él. Bruce la tomo, y antes de ingerir la bebida, disfrutó su aroma.

-Hace mucho no tomaba algo tan delicioso.

-¿El agua de río y los te de hierbas no eran de su agrado?

-No, pero el chang era de lo mejor.

“¿Chang?”, se dijo el mayor intrigado. Bruce tomó uno de los periódicos y leyó en voz alta el titular, Superman rescata 13 personas en derrumbe de edificio, por Lois Lane.

-Veo que ese hombre sigue dominando los titulares.

-Es difícil pasar desapercibido con todas las hazañas que ha realizado.

-¿Qué se sabe de él?

-Pues tiene gran fuerza, un aliento apaga incendios, y le gusta bajar gatos de los árboles.

-¿No se sabe quién es? ¿O qué pretende?

-¿Qué quiere decir?

Bruce vio la fotografía de Superman, -Con todas esas habilidades, podría hacer cualquier cosa, obtener lo que sea, y prefiere salvar gatos. Es extraño.

-Bueno, amo Bruce, hay que agradecer entonces que él sea así.

“¿Quién serás, Hombre de Acero?”, se preguntaba sin quitar su vista de la imagen.

-¿Y bien señor? ¿Cuánto tiempo se quedará?

-No hemos llegado a Gótica y ¿ya te aburriste de mi Alfred?

-Bueno señor, con usted nunca se sabe.

-Por ahora, me quedaré en Gótica. Quiero saber cómo va la empresa, y el estado de la ciudad.

-Me parece extraordinario, amo Bruce. Haré todo lo posible porque su estancia sea placentera y no sienta más deseos de irse nuevamente. Por cierto, ¿encontró lo que tanto buscaba?

-Lo sabré cuando esté en Gótica.

 

En un campo solitario de Smallville, sobresalían las criptas, algunas perfectamente cuidadas, otras olvidadas con el pasar de los años. Frente a una de ellas, estaba Clark Kent. Dejó unas flores junto a la lápida que brillaba con el nombre Jonathan Kent. Sintió el brazo de su madre rodeando el suyo. –Han pasado 6 años, y aún suspiró pensando que tu papá entrará por la puerta de la casa, sonriendo con su ropa llena de paja.

Clark sonrió, -Y sus botas llenas de tierra.

-¡Ay!, ni me recuerdes eso. Siempre terminábamos peleando por esa horrible maña suya de no limpiarse. Y luego… tú salías como una bala y limpiabas el piso para que estuviera tranquila –le dice al acariciar su rostro.

Clark volvió a ver la lápida, -Lo extraño.

-Igual yo, pero la vida es así Clark. Perdemos viejos amores, pero ganamos otros –le dice levantando la ceja.

-¿Por qué pienso que ya no estás hablando de papá?

-Vamos Clark, ¿me vas a decir que no hay nada entre tú y esa chica reportera?

-Ella… es única. Divertida, sarcástica, intensa… es muy diferente a Lana. Por cierto,  ¿qué has sabido de ella?

-Según su tía le está yendo de maravilla en New York, deberías ir un día y visitarla. Sé que la harías muy feliz.

-Es mejor que no –le dice mientras ambos se alejan –Ella hizo su vida aparte, está haciendo lo que siempre soñó, y yo soy parte de su pasado.

-Bueno, eso es cierto. Volviendo al tema de la señorita Lane…

-¡Mamá!

-¿Qué? Solo quiero llegar a tener nietos algún día.

Clark le sonrió bajando la mirada. –No estoy seguro si… podré hacerte abuela.

Martha cambió su expresión sonriente por una preocupada. –Escucha mamá, no sé podría serlo, no soy humano, es más, ni siquiera estoy seguro de qué soy.

-Pero eso no significa que tengas que estar solo toda tu vida. Clark puedes enamorarte, ya lo has hecho.

-Pero, ¿una familia? Ni siquiera sé si podría estar… bueno… con alguien…

Martha se detiene, viéndolo fijamente. -¿Hablas de sexo?

-¡Mamá!

-¿Qué? ¿Es un tema tabú? ¿Se te olvida que estuve casada por 30 años? No pienses que jugaba a la casita con tu papá en las noches.

-Por favor, mamá, no sigas –le dice avergonzado.

-Bien, bien. Solo quiero que no te cierres a la posibilidad de hacer tu vida con alguien, estoy segura que en alguna parte de este planeta hay una persona que puede robarse ese corazón tan inmenso que tienes.

Clark rodeó con su brazo el esbelto cuerpo de Martha, -Bien, pero mientras eso ocurre, la única persona que estará en este corazón serás tú.

Martha recostó su cabeza en su hombro y siguieron caminando. Sin embargo, en su mente estaban clavadas las palabras de su hijo, y pudo reconocer el temor que le embargaba. Así que decidió hacer algo al respecto.

 

Hal iba por los pasillos, después de haber dejado a Noah. Caminaba rumbo a su habitación cuando escuchó las risas de otros que venían hacia él.

-¿Qué pasó Jordan? ¿Extrañando a tu novio? –le dice Damon al acercarse a él.

Hal lo ignora y sigue su camino.

-Veo que no te rindes, ahora quieres hacerle el favorcito a Johnson.

En ese momento Hal perdió la calma, -¡Deja a Noah fuera de esto Damon!

-¿Qué pasa Jordan? ¿Por qué temes? Claro, sabes que gente como tú no son bienvenidos en ningún sitio.

-Vete al diablo Harris.

Hal se aleja pero se detiene al volver a escucharlo, -Pensandolo bien, Noah no es tu tipo, rubio, alto. No, a ti te gustan más bajos, morenos, con un lindo rostro de niña.

Al escuchar que describía a Simon se volvió y lo empujo contra la pared. –Deja de estarme jodiendo Harris.

Damon se le acercó al oído, -Me voy a encargar que tú y tu insoportable marica salgan de este escuadrón.

-Sí le haces algo a Simon te juro que…

-Oh, pero Harold, ¿no me digas que te enamoraste? ¡Qué tierno!...

La expresión sarcástica de Damon cambió por una severa, -Asquerosos como ustedes bajan la reputación del escuadrón Jordan. Pienso que ya guarde mucho tiempo ese secretico, es hora que tu noviecito haga su maleta, o lo obligaremos a hacerlo.

Hal en ese momento salió de sí y lo golpeó. Los que acompañaban a Damon lo tomaron y empezaron a golpearlo. En ese momento, Simon dio vuelta por el pasillo y vio la escena. Quiso ir, pero pensó mejor y corrió hacia afuera. Al salir del dormitorio, vio a Ferris con otros oficiales, y fue hacia ellos.

-Jordan –les decía casi sin aire –Están golpeando a Jordan.

-¿Dónde? –pregunta uno de ellos.

-En los dormitorios, vengan conmigo.

Los dos oficiales que acompañaban a Ferris fueron detrás de él. Pero Ferris se quedó unos segundos inmóvil, finalmente decidió ir también.

 

-¡Qué sucede aquí! –grita el oficial Morera al ver el desorden. Simon sintió angustia al ver a Hal en el suelo, con su rostro golpeado. Los cuatro agresores se alejaron.

El otro oficial se acercó a Hal. Estaba mareado y confundido.

-Creo que tiene una conmoción cerebral. Lo llevaré a la enfermería –le dice a su compañero.

-Hazlo, yo me encargo de esto.

Richards levanta con cuidado a Jordan y se aleja. –Lewis, vienes conmigo. –dice.

Damon y su grupo vuelve a ver a Simon, que va detrás de Jordan y el oficial Richards. Ferris se encuentra en el pasillo con ellos, y queda sorprendido al ver el estado del castaño.

-¿Quién hizo esta salvajada? –pregunta molesto.

-Harris, Lorens, Reid y Moore –responde Simon.

-Están con Morera. Dos de ellos son parte de tu escuadrón, será mejor que vayas, el asunto te compete.

-Como digas Richards.

Ferris se quedó observándolos, mientras estos se alejaban. “Malditos idiotas, esto llegó demasiado lejos”, se dijo y fue hacia el dormitorio.

 

Hal fue reaccionando un par de horas después. Al abrir los ojos, se alegró de ver dos caras amigas alrededor de su cama. –Jordan, ¿qué demonios? Si pensabas golpear a ese idiota, me hubieses avisado, para descargar estrés –le dice Noah sonriente.

-Sí, bueno. Creo que fueron ellos los que se relajaron usándome como bolsa de boxeo –le responde tratando de enderezarse.

-Espera Hal, no te muevas. El médico dijo que debías estar en reposo al menos 24 horas –le dice Simon.

-Descuida, estoy bien. Solo… me duele un poco la cabeza.

-Y el brazo, las costillas, la pierna, hermano, te dejaron hecho un moretón andante.

-¿Tan mal me veo, Noah? No me imaginé que te preocupabas tanto por mí.

-Oh, sabes que si linda –le dice coquetamente.

Hal se ríe a carcajadas, Simon sonríe tímidamente. En ese momento, entra Ferris, haciendo que el ambiente cambie por completo.

-General, sé que debo explicar…

-No Jordan espera –le interrumpe Noah, -con todo respeto señor él no está en condiciones de…

-No es necesario que me explique lo que estoy viendo por mis propios ojos Johnson. Sé que Jordan no puede dar explicación alguna en este momento, y tampoco es necesario –le responde fríamente. Luego vuelve a ver a Jordan, pero el castaño vio algo diferente en sus ojos.

-No necesito saber las razones que motivaron esa golpiza, hayan tenido toda la razón o no, ellos cometieron un acto salvaje, condenable por la normativa y también por el sentido común. No es la primera vez que los cuatro están envueltos en situaciones similares, y su reincidencia hizo fácil que se tomara medidas esta vez. Vengo a informarle que los cadetes Moore, Harris, Reid y Lorens fueron expulsados del programa. No será necesario su versión de lo sucedido, ya que el hecho habla por sí solo. Espero sinceramente que se recupere y vuelva a las prácticas.

Los tres se quedan sin saber que decir. –General… gracias –le dice Hal sorprendido.

Ferris asiente y sale del cuarto.

-¿Quién demonios es ese tipo y qué hizo con Ferris? –pregunta Lewis.

-Supongo que al final no es tan hijo de perra como pensaba.

Hal se queda en silencio. A pesar de la medida, sentía un extraño presentimiento, un temor que no podía explicar.

 

Aún faltaban varias horas para llegar a Estados Unidos. Alfred se acercó y vio a Bruce dormido. Suspiró al ver sus manos. La piel de sus nudillos estaba maltratada, prueba de que había tenido que luchar con mano limpia. La posición de su cabeza hizo que su cuello quedara expuesto. Tenía algunos cortes, así como su pecho, que sobresalía con su camisa abierta. Pero su atención se fijó en una cicatriz que apenas se asomaba entre la tela. Había sido apuñalado. Se preguntó que tanto tuvo que vivir en esos años. Simplemente tomó un bulto, se llevó un par de prendas, un boleto de avión a Londres, unos cuantos dólares y se fue. Cada uno o dos meses llamaba a la mansión, así Alfred se aseguraba que estaba vivo, pero nada más. La vida de Bruce no fue la misma desde la muerte de sus padres, a pesar de sonreírle y de vez en cuando bromear con él, había en sus ojos una sombra que al pasar los años, se hizo más oscura todavía.

Acercó una manta y lo cubrió. “Descansa, muchacho.” Fue hacia otro asiento y se recostó, ignorando las imágenes que pasaban por la mente de Bruce.

---

Era un callejón, decadente. Una farola solitaria iluminaba el oscuro lugar, con una luz amarilla apenas turbia en las paredes agrietadas, y el suelo de cemento. El otrora rojo carmesí de las paredes de ladrillo al fondo, que irradiaba brillantez y orgullo, se había desvanecido por los efectos del clima, y ahora estaba manchado con el graffiti y la suciedad. Al fondo del callejón, donde la luz apenas llegaba, tres figuras estaban en el suelo, agrupados juntos.

Un adulto Bruce se acercó a ellos. Sabía lo que vería, lo había visto por años, sin embargo, siempre iba hacia esa dirección, como infringiéndose el mismo castigo una y otra vez.

En el centro estaba un chico de 8 años, vestido de esmoquin. Su cabello negro, que en algún momento había sido peinado con delicadeza hacia atrás ahora estaba pegado en su rostro y su piel era más pálida que la luna. Miraba hacia la vasta oscuridad, con lágrimas que salían de sus ojos rojos de tanto llorar y que corrían por sus mejillas. Esos ojos enrojecidos, llenos de tanto dolor, contrastaban con su piel casi transparente, mientras su cuerpo temblaba al sentir gotas de lluvia que empezaban a caer.

Su madre yacía sobre el pecho de su padre, vestida con un hermoso traje negro y un abrigo rojo. Sus brazos yacían caídos a los costados, su cabeza colgaba boca arriba sin cuidado, dejando al descubierto su largo y delgado cuello. La sangre corría por sus labios rojos rubíes, tiñendo su cabello rubio. Sus ojos inertes estaban en dirección hacia la noche, llenos de restos fantasmales de terror grabados en ellos eternamente, su boca estaba semi abierta, paralizada y congelada, había muerto gritando.

Thomas Wayne estaba en el suelo, con su cuerpo de lado. Su mano derecha aún era sujetada por el pequeño Bruce. Sus ojos estaban centrados en Bruce con intensidad, con boca entreabierta, como si acaba de decirle algo a su hijo. Aquellas inmortales palabras que quedaron grabadas en su mente, “No tengas miedo, hijo”.

Un charco de sangre reposaba debajo de la mano izquierda de Thomas, manchando los puños blancos de su esmoquin. Sus dedos estaban ligeramente curvados alrededor de un collar roto de perlas que habían sido esparcidos en todo el callejón. Algunas de ellas eran blancas, otras rojas, una que otra con una mezcla de los dos.

Las más cercanas a los cuerpos tenían un rojo intenso, apiñados cerca del charco de sangre. Las que estaban en una distancia moderada tenían algunos lunares rojos.

Las más alejadas, las que se aventuraron más profundo en el callejón, eran pequeños orbes de hueso blanco que brillaban en medio de la oscuridad. Esas fueron las perlas que no habían sido manchadas por la sangre de Thomas y Martha Wayne.

La lluvia empezó a caer con mayor intensidad. El agua fue lavando la sangre alrededor. El chico empezó a temblar. El Bruce adulto se acercó al chico que lo volvió a ver, con un rostro sombrío, “Fue… ¿fue mi culpa?” –decía el chico angustiado. -¿Mamá? ¿Papá? ¿Yo dejé que pasara esto?

-No, no es así –le rogaba el adulto Bruce.

-Si no haces –le dice viéndolo fijamente –Ellos serán asesinados una y otra vez Bruce. Ellos morirán… por tu culpa.

---

En ese momento, Bruce despertó sobresaltado. Respiró profundo y volteó a ver a Alfred. Éste seguía dormido plácidamente. Se volvió a recostar sobre el asiento. “Nadie más vivirá lo que yo, nunca más”.

 

 

Ya entrada la noche, Martha llevó a Clark al granero. -¿Qué hacemos aquí, mamá? Está haciendo frío, deberíamos entrar mejor.

-Espera hijo, tengo que darte algo, es importante.

La mujer fue al fondo. Había un enorme mueble donde guardaban herramientas, hizo el intento por empujar, pero era pesado, y apenas lo movió unos centímetros. Clark movió la cabeza divertida, fue hacia ella, y sin dificultad empujó el mueble al fondo. Martha quitó los restos de paja que había en el suelo de madera, dejando a la vista una puerta con candado.

-¿Qué es esto mamá?

Sacó unas viejas llaves de su bolsillo y abrió el candado. Clark abrió la puerta, y se quedó frío al ver la nave que estaba ahí.

-Mamá, esto es…

-La nave que te trajo a nosotros Clark. El gobierno vino a Smallville a investigar el extraño fenómeno, pero tu padre había movido la nave en la noche. Lo ocultamos aquí.

-¿Por qué?

-Por miedo. Pensamos que tratarían de arrebatarte de nosotros. Nos prometimos mutuamente que no te la mostraríamos hasta que fueras lo suficientemente maduro y fuerte para valerte por ti mismo, y creo que es el momento. Clark bajó al lado de la nave. Sintió un escalofrío extraño. No tenía idea de quien era o de dónde venía, pero, ¿cómo este artefacto podría ayudarle?

Acercó su mano a ella y esta, que había estado inerte, encendió. Se abrió el compartimento y Clark miró en el fondo. Había un asiento cómodo, en forma de cuna, probablemente el sitio donde lo colocaron siendo un bebe, y al lado, tres cristales que sobresalían. Clark los tomó y uno de ellos se iluminó, mostrando a un hombre. Su cabello oscuro estaba con algunas canas, y su rostro le era familiar.

-Debe ser tu padre biológico, Clark –le dice su madre que estaba detrás suyo.

-He esperado por ti, hijo mío.

-¿Tú… quién eres?

-Debo explicarte mucho. Sé que tienes dudas. Pero antes, debes llevar estos cristales a un ambiente similar a nuestro planeta.

-¿Ambiente? –pregunta Clark sin entender.

-Busca el frío. –le dijo simplemente y desapareció.

-¿Qué busque el frío? ¿Qué quiso decir?

-Piensa hijo. ¿Cuál es el lugar más frío de la Tierra?

 

Era fin de mes. Los cadetes tenían permiso de salir y ver a sus familias. Noah y Simon iban tranquilos, conversando animadamente.

-¿Irás mañana a verlo?

-No creo, Noah. Su familia le llamó. Su mamá y sus hermanos estarán ahí. No quiero interrumpir.

-Sería una gran oportunidad de conocer a tu suegra.

-¡Deja eso Noah, por Dios!

-Oh vamos, Simon. Lo quieres. No te hagas más el difícil.

-No me hago el difícil, es solo que… si ellos me rechazan, Hal necesita ahora a su familia.

-No lo harán, recuerda que su hermano lo apoyó con todo ese asunto de su expulsión. Además, le hará bien tenerte cerca… piénsalo Lewis.

-¿Irás con tu familia?

-¿Qué? ¿Ver a mi padre borracho? No gracias. En cambio, conocí una linda chica el mes pasado, cuadramos una salida para hoy, así que pienso pasar un fin de semana envuelto entre las sábanas y sus lindas piernas bronceadas.

Simon sonrió, -Bueno, disfruta entonces.

-Oh amigo, por supuesto que lo haré. ¡Nos vemos! –le dice mientras se aleja.

Simon sigue su camino hacia su auto. Dudaba si ir al hospital o no, pero realmente quería estar con él, más después de lo que habían hablado esa tarde, cuando Noah los dejó solos.

--

-No quise hacerte daño, en serio. Pensé, no sé, que al distanciarme así te mantendría lejos de problemas –le trata de explicar Hal.

-Yo lo sé, Hal. Pero me hiciste más daño así. A veces pensaba que tú, bueno… te interesaba alguien más.

El castaño tomó su mano, -Eso jamás. Estas… consciente que… lo que siento por ti es más que sexo, ¿no?

Simon sintió que su corazón se encogía, -Yo igual.

Hal sonrió y lo atrajo hacia él, besando tiernamente sus labios.

-Oye, mañana vendrá mi mamá y mis hermanos, ¿quieres conocerlos?

-Yo… no lo creo conveniente.

-Claro que sí, por favor Simon.

El moreno se quedó dudoso, -Bien, lo pensaré.

---

 

Simon seguía perdido en sus pensamientos. Pero a pesar de sus temores, sentía una gran emoción.

-Hola, Simon –escuchó. Miró adelante y vio a Moore y Lorens frente a él. Caminó hacia atrás y al voltearse Reid le propinó un fuerte golpe en la quijada. Damon estaba junto a ellos, sonriendo. Lo tomó del cuello y lo puso contra el auto. -¡Sabes que por tu culpa  y de tu maldito novio nos expulsaron, marica!

-Ustedes… se lo buscaron –le dijo con la voz entre cortada.

-¿Así? Espero que no te moleste cargar con los golpes que le faltaron al idiota de Jordan, hijo de puta –le dijo mientras lo golpeaba en el estómago.

El silencio del parqueo estaba interrumpido por los golpes y los gemidos de Lewis. Fue así durante varios minutos, hasta que todo quedó en silencio.

 

A la mañana siguiente, Hal se preparaba para ser dado de alta. Revisó entre su ropa, y sonrió al ver el anillo que aquel ser le había dado. Lo acercó y volvió a leer en silencio aquella inscripción. Aún sintió un poco de nerviosismo al recordar que los extraños símbolos cambiaron a su propio lenguaje con solo rozarlo. Iba a leerlo en voz alta, cuando la puerta se abrió. Esperaba que fuera su familia, pero se sorprendió al ver a Noah.

-Ey, pensé que estarías con tu chica, ¿qué haces aquí? –le pregunta mientras se sienta en la cama.

Noah estaba pálido, trataba de hablar, pero la voz no salía de su boca.

-¿Sucede algo? Tienes cara…

-Hal… escucha…

-¿Qué pasa?

-Bien… ammm… encontraron a Simon estaba mañana en el parqueo.

-¿No entiendo? Por favor Noah, dejá de dar tantas vueltas, ¿qué le pasó a Simon?

-Lo golpearon.

Hal se paró de inmediato. -¿Dónde está? ¡¿Cómo está?!

-Lo llevaron en cirugía, está aquí mismo, tres pisos más arriba.

Hal no esperó. Salió corriendo del cuarto, seguido por Noah. Entraron al ascensor. –No entiendo. ¿Quién hizo esto? ¿Fue un asalto?

-No lo creo.

Hal abrió los ojos, -¿Damon?

-¡No lo sé! ¡Nadie sabe nada! ¡Lo dejé en ese mismo parqueo a las 9 de la noche. Estuvo… Dios, como 8 horas en el suelo, solo. No tengo idea de quien pudo haberle hecho esto, Hal.

Llegaron al piso correcto y fueron a toda velocidad, pero Hal se detuvo a unos cuantos metros. Reconoció a la madre de Simon, hablando con un cirujano. Noah se quedó junto a él, esperando. En ese momento la mujer empezó a gritar, clamando por su hijo, negándose a que este había muerto. El médico trató de contenerla, pero ella empezó a caer, completamente destrozada. Hal no se acercó, dio media vuelta por el pasillo. Noah cerró los ojos, limpió una lágrima y siguió a su amigo, que entraba al ascensor.

Jadeaba, y su vista estaba perdida. -¿Hal? Amigo yo…

-Yo lo maté –susurró.

-¿Qué? ¡No! ¡No digas eso!

-Ayer le dije que lo quería y ahora está muerto… yo lo hice… provoqué esto.

Noah tomó su rostro y lo obligó a verlo. –Escúchame bien, Hal Jordan. Lo que pasó no es tu culpa. Tu lo amabas, ambos se amaban. No te sientas responsable por esto. Culpa a los hijos de puta que lo mataron. Ellos lo van a pagar, te lo juro.

Los ojos hasta entonces vacíos, empezaron a llenarse de lágrimas. –Y eso qué. No hará que él vuelva… Lo perdí, Noah. Perdí a Simon.

Noah lo abrazó con todas tus fuerzas. Hal recostó su cabeza en su hombro, y lloró desesperado. Un dolor profundo como una cuchillada se introdujo en su alma, un vacío que lo embargaba.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).