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Kinds por ZioneSqualle

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Notas del capitulo:

Segundo cap, obvio (? El siguiente lo publicaré el lunes c: sin falta

Me demoré un par de días en subir este, pero mejor tarde que nunca (?

ZS

       Jeremiah aún tenía en la cabeza el sonido de la “cítara” de Alconsef en la mente, quien hizo una presentación en vivo para el acto del Dragón del Anochecer. Recordaba cómo el salón de baile se oscurecía, para que luego aparezcan diversas estrellas en el techo, y unas líneas celestes trazaron la figura de un hermoso dragón azul tridimensional holográfico. Su mente quedaba en blanco después de aquello, y sentía cierta incomodidad en cuanto a su cuello debido a dormir en una mala posición. Mientras se acostumbraba a la luz brillante del sol (que para su mala suerte, caía sobre sus ojos) y a la claridad del cielo diáfano, finalmente pudo despertar. Se sentó de inmediato, estirando su cuerpo albo mientras respiraba fuertemente y pestañeaba; la luz solar evitaba que pudiera abrir los ojos por completo.

-       ¿Ya las 12 y media? – se fijó la ventana, que en una de sus esquinas marcaba la hora, la temperatura y el día de la semana. Una suerte que fuera un feriado.

       Entonces se dio cuenta de algo: el sol nunca entraba por la ventana de su dormitorio al amanecer, sólo cuando ya era casi de noche. Aquel no era su departamento, había dormido con alguien más. Incrédulo, giró el rostro, esperanzado de poder ver el cabello platino desordenado de Kenian, mas sólo encontró el celeste de Aide. Aide bostezó, sin levantarse de la cama o abrir los ojos. Jeremiah se sintió decepcionado: Kenian lo había abandonado en medio de la festividad más grande del año, quizás por otro u otra. O podría haber sido que el albino haya abandonado a Kenian; cuando el alcohol estaba de por medio, Jeremiah era capaz de aceptar cualquier oferta sexual. “Al menos Aide es lindo y no es un viejo de 50. Ojalá pudiera olvidar el Baile de los Dragones del 3104”.

       Tuvo ganas de merodear por el cuarto, pero se encontraba desnudo (salvo por los calcetines) y sentía algo de frío. Por suerte, el sol no afectaba la piel de los albinos, ya que apenas nacer, los doctores de la Clase A se encargaban de que (mediante manipulación genética) no sufrieran daños al recibir rayos solares. El único defecto era que después de aquello se volvían algo sensibles al frío. Sacó ropa de los cajones de Aide (quien tenía buen gusto) y se la colocó (no era la primera vez que usaba algo del armario de otros), sintiendo que aquellos tonos de blanco sólo lo hacían ver más pálido. Lo malo de tener la piel tan clara era que algunas ropas lo hacían parecer una estatua de mármol viva. Caminó de un lado a otro por la casa, contando elementos como sillas, cuadros, canales televisivos, número de hologramas en las paredes, interruptores activados por la voz, aparatos activados por la voz, y elementos del año 2989.

-       Una época gloriosa – llegó hasta un estante lleno de libros del año 2500. Acarició la portada de la colección de los primeros libros electrónicos jamás hechos. En lugar de burdas tabletas como las que usaban, eran 5 libros reales en blanco (con portada, hojas en medio y contraportada, como los libros antiguos, salvo que vacías de texto y color), a los que debías recitar el título de alguna historia existente y cambiaban su contenido automáticamente dependiendo del texto de la historia. Estaban en el estante las versiones de 500 y 1000 páginas, mas no las de 2000. Era imposible leer un libro de 700 páginas en un libro electrónico de 500 (ya que sólo cambiaban el contenido de las páginas, pero no podían añadir más), así que debían siempre comprar otros – Quizá un regalo del presidente Innominado. Deben costar una fortuna.

       Avanzó entre el estante donde guardaba todo tipo de libros originales, esos de papel y letras a tinta, varios completamente antiguos.

-       Diablos, tiene un libro de poesía anterior al 1800. ¿De dónde consigue todo esto? Pensé que fueron sacados del mercado.

        Finalmente vio un calendario del año actual (3107), con una única fecha marcada con un círculo. Algún cumpleaños o aniversario, no le importaba a Jeremiah. Siguió su camino, llegando hasta una mesa decorativa donde se instalaban unas fotografías dentro de marcos. Una de ellos llamó su atención: Aide se encontraba al lado de otro muchacho, pero a diferencia del Aide actual, llevaba el cabello de varios tonos más oscuros, se asemejaba al azul en lugar de al celeste. “Nadie con sentido común dentro de la Clase A querría tener el cabello oscuro. ¿Qué no fue por eso que se inventó la modificación genética?” El otro chico no le llamó mucho la atención, así que simplemente dejó el cuadro en su sitio. Los otros dos eran mucho menos interesantes: una especie de desierto y un pastizal. Parecían trucadas debido a lo fuerte que se notaba el tono celeste del cielo diurno, aunque tenían una extraña belleza fácilmente perceptible por una persona con un poco de romanticismo en su corazón, cosa que a Jeremiah le importaba mucho menos que el cáncer de su madre. Encontró una foto colgada en la pared donde se hallaba el televisor: era de noche, y había una enorme cantidad de velas encendidas sobre el suelo. No supo qué significaba, y aburrido como estaba, prendió la pantalla negra en la pared (uno de los últimos modelos de televisores), y cambió canales hasta encontrar una película que le llamara medianamente la atención.

-       Buenos días – Aide acababa de despertar, el cabello celeste se enrulaba en desorden. Había sido lo suficientemente cuidadoso como para colocarse ropa, sin saber que a Jeremiah poco o nada le iba a afectar verlo desnudo otra vez. Con todos los encuentros que había tenido en su vida, no se sentía incómodo incluso si alguien decidía pasearse sin ropa por la calle.

-       Tienes unas fotos bastante raras, ¿sabes? – Jeremiah no respondió al saludo por dos razones: era ya pasado el mediodía, y no tenía ganas de formalidades - ¿Y qué le hiciste a tu cabello? Era azul antes.

-       Tenía 19 en esos tiempos. El cabello azul me duró hasta los 23 o 22. No recuerdo bien la fecha en la que lo devolví al tono natural.

-       ¿Ya cumpliste 23? Pensé que éramos de la misma edad – Jeremiah sonrió al decir eso. Haber tenido sexo con alguien mayor lo animaba, se sentía superior a los que tenían su edad. Y era otro nombre a la lista de sus encuentros de una sola noche.

-       Tengo 27 ahora. Los cumplí hace un par de meses, el 9 de julio para ser exacto – peinó sus rizos con la mano, con actitud despreocupada.

-       Feliz cumpleaños, entonces – se levantó y le dio un abrazo de cortesía, costumbre que repetía con todos los que cumplían años. No se dio cuenta de que Aide acababa de poner el cuadro donde aparecía con el desconocido boca abajo, ocultando su fastidio.

-       Descuida, no celebro mucho los cumpleaños, no desde que inicié mi trabajo con el presidente Innominado.

-       ¿En serio? ¿Por qué? – Aide se soltó delicadamente cuando Jeremiah dijo aquello, sin muecas de fastidio pero tampoco de agrado. Tenía un rostro tan inexpresivo y una voz tan monótona y fría que llegaban a resultar hirientes sus conversaciones sin variaciones del ánimo.

-       Demasiado trabajo para poder celebrar algo. No puedo pedir vacaciones o recesos extras.

-       Eso es algo muy cruel. ¿Lo sabes, no?

-       No para mí – Aide esbozó la sombra de una sonrisa – Me gusta lo que hago, y prefiero mil veces decidir cosas de importancia en cuanto a nuestra sociedad que estar comiendo un pastel que puedo comer el resto de los días.

-       Siempre me ha parecido interesante el trabajo que hacen ustedes. Digo, es como tener la batuta en una orquesta.

-       En realidad, la batuta sería el presidente Innominado. Nosotros le damos opciones para solucionar algún conflicto, y él escoge la mejor opción, o toma nuestras opciones y las convierte en algo mucho más favorable.

-       ¿Cosas como los nuevos métodos del APTO?

-       A-algo como eso – un pequeñísimo fruncimiento de cejas acompañó la frase.

-       Dime, ¿cómo funciona el tratamiento APTO, lindura? Siempre quise saber cómo se hacía– revolvió un poco su cabello, buscando que volviera a su corte natural.

-       Es algo complicado. Si alguien que no sea de las 2 jerarquías inmediatas al presidente Innominado desea aplicarlo en algún individuo, debe primero abonar 5 millones de créditos. Ya sabes, gastos y todo lo demás. Tu compañero… – chasqueó los dedos intentando recordar el nombre - ¿Kenian?

-       ¿Sí?

-       Hizo ese abono unas cuatro veces.

-       Qué gasto – cruzó los brazos, realizando un gesto de enfado - Me parece una pérdida de tiempo total. Digo, si no puedes intentar corregir a un mono, mucho menos a un Clase C.

-       No concuerdo con eso, pero… - Aide miró a un lado, un poco incómodo, fijándose en uno de los relojes - Ahora debo irme.

-       ¿Hoy? ¿En el cumpleaños del presidente Innominado? Es feriado – Jeremiah jugó con su cabello blanco, examinando las puntas y alisándolas para que volvieran a formar su corte carre hasta los hombros. Aide se apartó para caminar hacia su habitación, mientras buscaba entre su ropa pudo contestar.

-       No cuando se trabaja directamente con él, en ese caso los feriados debemos presentarnos a la 1 allá. Tus padres también trabajan hoy, pensé que lo sabías – Aide hablaba con un tono de voz más fuerte para que Jeremiah pudiera oírlo, aunque éste ya se encontrara completamente sumido en el hastío.

-       No lo sabía. Todo lo relacionado con esos viejos estúpidos me importa un bledo – canturreó el albino en un susurro, estirando su cuerpo y bostezando. Extrañaba su casa, y no tenía sentido quedarse en aquel departamento si Aide no iba a estar – Me voy ahora entonces, ya nos veremos luego – salió por la puerta principal sin molestarse en oír una respuesta. Aquel joven de cabello celeste no era un gran hablador.

-       ¿No quieres que te lleve? – Aide gritó para poder ser escuchado. Jeremiah cayó en la cuenta de que dejó su auto en casa. Aceptó,  esperando a que su ligue terminara de vestirse y bajara con él hasta el estacionamiento, y en unos pocos minutos había llegado a su departamento, gracias a aquel modelo nuevo de transporte que sólo los pertenecientes a las tres jerarquías podían tener.

-       Gracias – se despidió por última vez, y subió a su piso. Tenía un mensaje de Kenian en la pantalla holográfica de la sala, donde le informaba con orgullo que había pasado la noche en casa de Diagaide. Jeremiah apagó la pantalla holográfica y prendió su televisor, obviamente afectado por el mensaje. Al cabo de unos instantes, estrelló uno de los adornos de escritorio contra la pared. “¡¿Cómo pudo pasar la noche con ese estúpido rubio en lugar de conmigo?!”

 

 

 

 

-       No entiendo por qué fuiste con Diagaide, es un idiota – al día siguiente, Jeremiah sentía una opresión entre el pecho y el estómago cada vez que pensaba en el mensaje de ayer. Un sentimiento nuevo y desconocido para él – Creí que no te agradaba. Siempre te quejabas de que el cabello a rayas amarillas y rosas le quedaba horrible.

-       Mucho alcohol. Tú te habías ido con alguien que no alcancé a ver, y yo estaba al borde del desmayo. Sólo pesqué lo primero que picó el anzuelo.

-       No sabes pescar, guapo – Jeremiah frunció el ceño, pero luego una especie de cosquilleo cubrió sus mejillas, pecho y labios. “¿Quiere decir que él deseaba irse conmigo?”. Torpemente, cerró una de las operaciones que realizaba en la pantalla holográfica de la oficina de ambos, debido a la súbita concentración de calor de su cuerpo. El de cabello plateado notó aquello, lo que lo preocupó un poco. Ambos necesitaban aquellas operaciones.

-       ¿Estás bien? – Kenian colocó una de sus manos en la frente de Jeremiah al notar el color rojo de sus mejillas. La temperatura era alta, pero no lo suficiente como para ser algo que requiera un médico. Por suerte, no era fiebre. Sólo un bochorno – Es el primer color que veo en tu piel. Siempre eres tan blanco… - sonrió de costado, bajando la vista y luego clavándola en los ojos de su compañero - Aunque no se ve nada mal.

-       ¿E-en serio? – el albino se sorprendió ante aquello, luego cerró la boca apenas acabó la frase. Lo que acababa de decir sonaba estúpido – Debe ser un choque de calor o algo, habré bebido ayer – hizo una mueca mientras se encogía de hombros.

-       Bebiste solo, ¿no? – Kenian hizo que se sentara en una de las dos sillas de la oficina empujándolo suavemente, empezando a desabrochar el gran abrigo del albino - ¿Y ni siquiera llamaste para invitar un par de copas?

-       Pensé que estabas tan ocupado con Diagaide que no querrías aceptar, cariño – puso los ojos en blanco. Otra vez la opresión en el cuerpo, y una rara irritación de los ojos. “¿Qué mierda me pasa?”

-       Siempre tengo tiempo para pasarla contigo – Kenian dijo aquello como si dijera “¿Tienes los resultados de la última entrega?”. Apreciaba a Jeremiah de una forma que no podía explicar, y sentía que aquel chico de piel blanca no era del tipo de personas que sintiera atracción por alguien con quien acababan de follar, cosa que lo desanimaba de intentarlo. Aunque perder una oportunidad con él ayer fue un error que no pudo perdonarse.

-       Déjalo, yo lo hago – tomó con fuerza la muñeca de Kenian y la retiró antes de que llegara cerca a los botones situados en su entrepierna. Su corazón latía con rapidez ante aquel contacto. El de cabello platino se encogió de hombros y siguió con su trabajo.

       Jeremiah respiró hondo varias veces, quitándose el molesto abrigo y quedando en la camiseta blanca de cuello de tortuga. Tocó su espalda por encima de la prenda, pero no encontró rastro alguno de sudor. Parecía que todo el calor de su cuerpo se había ido hacia su rostro y corazón, el cual latía como si de un gran tambor se tratara. Tuvo miedo durante unos instantes, pero luego un impulso hizo que su mirada se posara en Kenian, lo que sirvió mucho mejor que una anestesia. Recorrió con sus ojos todo su cuerpo alto y esbelto, admirando cada pequeño movimiento que hacía. Notó su manía de sacudir los dedos uno por uno cuando su mano no tenía nada que hacer y se encontraba colgando del brazo, y sus dudas al escribir un par de palabras en dialecto A (el lenguaje que los de la Clase A usan cuando se trataba de asuntos que concernían al presidente Innominado y el ICB. En total, hay 27 dialectos distintos, uno por cada sociedad de Clase A. Jeremiah residía en la Clase A principal, ya que en ella vive el presidente Innominado. El resto de grupos de Clase A utilizan el dialecto B, dialecto C, etc., dependiendo de su cercanía con la Clase A principal). Siempre le daba algo de risa verlo debatir en la correcta escritura de la palabra “recibir”. Admiró cada pequeño detalle de su compañero, sintiendo cómo su pulso se normalizaba. Sentía una extraña comodidad en observarlo tan cerca, sin nadie que pudiera distraerlo. Como si su corazón, en lugar de correr desbocado, se tomara un respiro, un par de tragos, y reposara tranquilo sin ninguna prisa en seguir bombeando sangre.

-       ¿Vas a seguir viendo cómo hago mi trabajo, o te pondrás de pie y me ayudarás en esto? No puedo enviar los resultados sin que los corrobores.

-       C-claro – Jeremiah se levantó del asiento sin ponerse el abrigo, e inició con los cálculos pendientes. “Me acaba de mandar algo y he respondido. ¿Qué me costaba hacerme el difícil? ¿Estoy perdiendo el toque?” A pesar de que el aire acondicionado estaba encendido, no sentía frío. Sólo una necesidad de volver a mirar a Kenian, al menos una vez más.

Notas finales:

Nos vemos el lunes! O no (? Depende de si te agrada u odias la historia :v pon tu opinion en un review!

ZS


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