Suerte, a veces la tenía a veces no, ¡¡Demonios simplemente no tengo suerte!!. Al fin salgo de esa cárcel blanca, tuve que bajar del edificio por las escaleras exteriores, con el frio que hacía y con la poco luz me era imposible ver, y ahora qué? Al no ver nada me tropecé con no sé qué, tenía ruedas y lo demás fue golpe tropiezo, golpe, zombies. Y así fue como acabe corriendo por mi vida, otra vez. Bonita historia ¿no?. Con el fusil sin balas era inútil, solo correr no serviría, tenía que escapar lo más rápido posible y como ya un declarado nerd deberían saber que mis piernas no son las más rápidas del mundo. Buscaba algo, un auto, un camión, hasta una bicicleta. Pero… ¡NO! La vida me odia y como tal lo único que encuentro al menos funciónable es una moto, color negra; hermosa a decir verdad, pero inservible para alguien que no sabe usarla
-¡Mierda! - pronuncio al oír el rugido de una de esas bestias cerca de mí, por lo único que me guiaba era por esos ojos rojos que brillaban amenazadores en la oscuridad. Agh! Yolooooo!!!!!
Lose ridículo hacer eso pero bueno, no tenía otra opción así que ahora en vez de luchar con zombies luchaba por mantener el equilibrio en la moto, debía admitirlo una moto era más rápida que un camión, los perdí sin darme cuenta más atento de no caer de esa “bestia negra” a la cual montaba.
No tenía sueño, no lo tenía para nada, y en lo que iba acostumbrándome a usar la moto ya había amanecido, el sol se alzaba ante el horizonte encegueciéndome con su brillo, ¿Cuánto tiempo había pasado encerrado? Detuve la moto, sin ninguna señal de vida me eche en medio de la carretera, me sentía débil y cansado, ahora que me daba cuenta había enflaquecido al punto de comenzar a notar mis costillas. Que suerte que no tuviera un espejo cerca seguro me vería deplorable.
Me levante y volví a prender la moto, corrí recto por el camino, hasta llegar a una ciudad, más que ciudad eran de esos lugares en medio de un viaje en los que te paras para comer, nada más que un mero punto en tu viaje, estaba silencioso, me acerque a un restaurant ´probablemente estaría desolado y sin nada que pudiera servirme, aun así, me adentre un poco en el lugar con el único fin de encontrar algo de comer, no había nada la habitación en los que debería haber algún tipo de suministro estaba vacía decepcionado volví a recorrer los pasillos para continuar mi viaje. Pero me detuve en una puerta al escuchar un leve quejido proveniente de esta, abrí la puerta lentamente encontrándome con la cabeza gacha de un hombre sentado en el suelo, no pareció darse cuenta de mi presencian hasta escuchar el chirrido de la oxidada puerta hizo falta un pestañeo para tenerlo encima mío con lo que parecía una pequeña daga apuntada directamente a mi cuello
-¡¡Que haces aquí!! ¡¡Vete!! ¡¡Vete!! ¡Vete!! – me repetía con voz rasposa el hombre agitándome con un brazo mientras con la otra mantenía la daga cerca de mi cuello. Tenía los ojos rojos con claras ojeras como si se hubiera trasnochado o no hubiera dormido en toda su vida, detuvo su movimiento y me miró fijamente - ¡TU! ¡Tú serás la carnada perfecta! Contigo como distracción podre huir de esas cosas!!!- gritaba con histeria yo había comenzado a forcejear este loco iba a matarme, ¡no! Yo debía vivir y no dejaría que cualquiera me matara ¡eso no!
-¡su el…te…me! - decía forcejeando y dando patadas al aire ante los brazos que intentaba sofocarme, sostenía la daga en su boca apretándola con los dientes de manera muy fuerte, seguía intentando quitar sus manos de mi cuello tarea imposible con esa fuerza bruta que el poseía, acercando más su cara a la mía pude sentir el olor a alcohol provenir de su boca desvié mi mirada para ver el lugar donde el yacía sentado ahí estaban varias botellas de cerveza y dos bolsitas con un polvo de color blanco. Este tipo se drogaba.
Poco a poco la falta de aire me provocaba desesperación por no poder aspirar y sentir tanta presión en el cuello ¡me iba a matar! No, no podía acabar así, no para mí, logre darle una patada en el estómago que hizo cayera de espalda, me senté y comencé a inhalar y exhalar de manera frenética desesperado por la falta de aire. Pero no tenía tiempo para eso ese hombre se estaba levantando y volviendo a tomar la daga que había caído de sus manos, fui más rápido y tome el arma antes que él, me posicione sobre el imposibilitándolo de cualquier movimiento, colocando la daga en su cuello
-je! Tienes miedo niño?! Por qué no lo haces de una vez?! - ante sus palabras burlonas apreté un poco más la daga provocando un pequeño corte acompañado de un delgado hilillo de sangre que recorría el largo de la pequeña hoja de metal. Me sonrió de manera cínica, aleje la daga de su cuello y la puse en su corazón - no juegues conmigo niño, eres un debilucho incapaz de matarme- basto eso para que incrustara el pedazo de metal con todas mis fuerzas en su corazón, lo vi con una expresión de dolor, saque rápidamente la hoja de metal y volví a incrustarla con más fuerza, él se removía entre mis piernas, con sus orbes mirándome con el más puro odio, esta sensación se me hacía familiar y la odiaba, volví a incrustar más fuerte la daga
-maldito - escupió sus últimas palabras junto con la sangre su pulso dejo de sentirse y su piel se volvió pálida rápidamente, lo mate, el murió, estaba hecho
“eso fue fácil”
Fue mi único pensamiento al ver su cuerpo sin vida, mi manos húmedas y pegajosas por la sangre me entregaban la sensación más repugnante que pudiera sentir, me aleje del cuerpo que comenzaba a soltar sus fluidos ahora innecesarios, para acercarme al lugar donde estaba sentado el hombre efectivamente todo el lugar olía a alcohol pero detrás de unas cajas en las que estaba apoyado se encontraba una mochila de cuero, la abrí encontrándome con comida una botella de agua, galletas, dulces, pan y una que otra fruta que comenzaba pudrirse además de un encendedor y más de una cajetilla de cigarrillos. Este hombre estaba podrido. Levante la mochila debajo de esta estaba en una manta envuelta un arma, je! Un fusil igual al mío con una cantidad de municiones conveniente, tire el fusil no lo necesitaba yo ya tenía el mío, y aunque odiara admitirlo ese fusil lo tomaba como el “regalo” de un idiota al que deje cuidando a una niña. Estaba por salir contento por mis nuevos hallazgos pero me detuve a ver la “manta” que cubría el fusil, ese montón de tela la sacudí descubriendo su verdadera forma una capa era verde, verde oliva como el cabello de Az, acaricie la tela, suave como el cabello de Az, me quede con la cabeza apoyada en esta tela frotando mis mejillas con el suave material, hasta sentir como en mis pies estaba un líquido desagradable y pegajoso, era la sangre del hombre que había llegado hasta mi. Me hundí un poco más en la tela
-Az… sobreviví, me viste lo mate antes que él lo hiciera. Lo mate, Az… ya no soy tan inútil…. Mi querido Az…. - susurre hundido en la tela del color del cabello de Az un hermoso verde oliva. Era hora de irme me coloque la capa pero al hacerlo una foto cayo de está dejando ver a una familia de tres una madre, una hija y… un padre, era el desgraciado que ahora se desangraba en el suelo
-hasta tu tenías familia ¿he? – le digo al cadáver, saliendo con la fotografía en manos.
Salí del restaurant pero el olor a sangre en mis ropas solo atrajo a unas bestias, tome la mochila y la cargue en mi espalda por debajo de la capa, no tuve tiempo para pensar y solo conducía en línea recta, no los perdía y estas cosas eran fastidiosamente más rápidas que de costumbre
-¡Mierda!- grite al ver a una de esas cosas saltar en cima del volante de la moto pisando mis manos y dejándome cerca de su cara, salte por instinto, me dolió como mil demonios pero los perdí por un momento el suficiente como para colocar las municiones en el fusil e intentar dispararles, uno se colocó en mi encima y con el fusil le di directamente en la cabeza, a ese le siguieron otro y otro y otro más, mi puntería solo me permitió darles en la pierna estomago hombro y a uno con suerte en la cabeza, ese murió mientras los otros seguían arrastrándose hacia mí, me acerque a ellos un poco más y les di en la cabeza un tiro a cada uno, estaban muertos. Fue una suerte que solo fueran cinco
Volví con la moto que había avanzado un poco más solo para después caerse en medio de la acera la recogí y verifique que sigue sirviera, después la lleve a una gasolinera para llenarle un poco más el tanque planea salir de ahí y continuar mi viaje a donde sea, como sea. Tenía que encontrarlos
Lo haría como fuera
Aproveche el momento para comer algunas golosinas de la mochila y volver a llenar la misma con más comida que robe del supercito que tenía la gasolinera que no era mucho, pero era algo. Volví a subirme a mi “Bestia negra” y partí en línea recta por el mismo camino.
El resto es solo cuento seguí conduciendo por el camino con algún que otro altercado, como perder el equilibrio en la moto o ser perseguido por esas cosas, cuando el camino se dividía en dos yo solo tomaba una moneda y lo hacía a la suerte así fue hasta que llegue a una ciudad, primero había entrado a un supermercado por comida y después a un edificio de esos que venden cosas eléctricas para encontrar algo con que cargar la cámara y así ver el resto del video, aun la curiosidad no cesaba y deseaba seguir viendo toda su historia hasta el final hasta que lo entendiera por completo, a él, al asesino de mis padres.
No encontré lo que buscaba, pero si a una molesta plaga, pequeña en comparación de otros que había visto este zombie media solo tres metros, y pasó por fuera del edificio, no planeaba enfrentarlo, no iba enfrentarlo solo esconderme esa era la mejor opción eso iba a hacer cuando vi, a unas cuchillas que parecían arder en fuego en forma de boomerang cortarle la cabeza a esa cosa, seguí a ese boomerang con la vista hasta ver como se perdía encima del edificio, vi como con un pedazo de madera rompían la ventana y de ella entraban dos hombre uno que tenía el boomerang en manos tenía la cara cubierta por una lisa mascara negra que solo dejaba ver un castaño cabello salir de él detrás de él estaba otro hombre con la misma mascara puesta y el pedazo de madera en manos, antes de que pudiera reaccionar ya estaba acorralado en una esquina con esos dos rodeándome, el primer hombre tenía el boomerang en mi cuello
-¿estas infectado? – pregunto el primer hombre, negué con la cabeza. Tenía miedo, estos hombres eran intimidantes.
-tu nombre – pregunto el segundo. Siento un poco arder mi cuello, ese boomerang me estaba quemando la piel
-Andrew – no espere que mi voz sonara así, tan fría fue inesperado considerando lo nervioso que estaba. Fue ahí cuando con una mano en el bolsillo sentí la daga en mis manos, la misma que use esa vez
-Je!, hay que llevarlo, la señorita estará feliz de saber que lo encontramos – dijo el primer hombre, ¿me iban a llevar?¿a dónde? No, no podían llevarme aun, debía encontrarlos
-¿A dónde me llevaran? – pregunte inocentemente, el boomerang comenzaba a quemarme el cuello aunque parecía no hacerle nada al hombre que lo agarraba, seguí preguntando haciendo que se concentraran en mi rostro para así poder sacar la daga de mi bolsillo
-eso no te importa – la clave en su brazo, apretó un poco el boomerang en mi cuello pero después lo soltó dejándome libre
-tienes razón, porque no iré ahí - le dije volviendo a empuñar la daga esta vez contra su pierna
-¡Niñato Imbécil!-me grito el otro, en un intento de golpearme con el pedazo de madera, me agache y desagarre parte de su chaqueta junto a su piel, con la tela desgarrada podía ver claramente en su brazo el tatuaje de una serpiente bañada ahora con su sangre- ¡Maldito! – volvía a gritarme esta vez dirigí la daga a su rostro cortando una parte de su máscara permitiéndome ver uno de… sus brillantes ojos rojos. Gire un poco a ver al otro a través de esa abertura para los ojos se podía apreciar una leve luz roja. Pestañee un poco y corrí, salí del edificio. Intentando convencerme de que eso era solo mi imaginación, mi mera imaginación. Eso no podía ser, eso no era, ellos no tenían esos ojos rojos. Esto no era real…
°°°°°°°°° En el edificio°°°°°°°°°
-Debimos dejarlo así? Quería hacerle por lo menos una cicatriz- decía un castaño de ojos negros, sacándose por completo la máscara negra
-La señorita nos pidió que fuéramos gentiles con el – decía un azabache de ojos grises, para después con su lengua acariciar su brazo que instantáneamente dejo de sangrar e hizo que su herida se cerrara
-Sí, pero es una presa fácil, demasiado débil
-demasiado gentil
-disfrutare atormentándolo y quebrando su alma
-jeje! Si, para después llevárselo a la señorita
-si… todo por la señorita
-….Señorita….
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Salí del edificio corriendo, el cuello me dolía como mil demonios aun sentía como me quemaba agarre un poco la parte afectada el solo toque me irritaba además de quemarla el filo había provocado pequeños cortes ¡Demonios! En serio dolía. Había dejado la moto a unos metros del edificio porque se acabó el combustible así que ahora iba a encontrarla y llevarla a una gasolinera por combustible. Mi cometido no se cumplió al ver a una pequeña cerca de mi moto con una mujer al lado, al principio creí que era mi imaginación que últimamente me jugaba malas pasadas, pero no fue así porque la mujer se giró y me miró fijamente de pies a cabeza
-¿estás bien?- fue lo que suave voz pronuncio al verme, después de todo estaba cubierto de sangre seca y otra fresca de esos hombres, sangre, pero no mía
-Si- le respondo con una sonrisa.
Fue cuando la conocía a ella Susana era su nombre y el de la niña Sophie, ellas me llevaron a un colegio que con autos, púas y demás chatarra había sido blindado convirtiéndolo en un refugio de esas cosas, entramos por un agujero en una esquina, y fuimos recibidos por una gran cantidad de mujeres y niños pocos hombres, ahí casi solo había mujeres. Amor fraternal fue lo que me demostraron al curar algunas pequeñas heridas que tenía en especial la del cuello me pusieron un ungüento y me vendaron el cuello al parecer la herida era más profunda de lo que creí. Me prestaron ropa que me quedaba holgada y dejaba ver que solía pertenecer a alguien mayor por lo viejo y anticuado de la ropa, igual no me queje.
El colegio no era grande pero de alguna manera se respiraba ¿paz? No sé si fuera eso pero al menos yo sentía tranquilidad, el sol caía y veía como algunas mujeres hacían una fogata y con unos simples ingredientes preparaban comida para los que nos encontrábamos ahí. Susana coloco el plato de sopa frente a mi aspire el olor hace cuanto no comía comida casera. Lo disfrute deguste la comida y disfrute el buen momento de hablar y conversar con otras personas, el haber estado solo con mi sombra me había hecho olvidar lo ameno que es tener alguien con quien conversar
En medio de pláticas y risas todos formábamos un círculo alrededor del fogón tantomadres niños y adolescentes. Escucharlos me informo de sus situación, al parecer los zombies llegaron en montón al colegio en un dio común cuando las madres iban a recoger a sus hijos y los adolescentes salían con sus amigos, se vieron acorralados e hicieron del colegio su refugio claro para todo había un sacrificio y más de una vida se perdió en ello, pero ahí estaban alegres y enfrentando cada día, todo eso ¿Por qué? No me atrevería a preguntar pero encada una de esas mujeres veía algo una pequeña chispa en sus ojos, amor maternal lo dirían algunos, otros el deseo de vivir, para mi eran ambos era ese amor maternal que le tenían a sus hijos lo que las sostenía día a día esperando estar ahí para protegerlos, su deseo de vivir para proteger lo amado. Eso lo teníamos todos pero era una madre la que lo demostraba más
Estas mujeres son admirables
Dormí cómodo en medio de niños todos cobijados caímos en un profundo sueño