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La Alianza de los Reyes por MidNightFlower

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Notas del capitulo:

Ya estoy aqui!! wii!! espero que esten muy bien estrellitas!! Mil gracias a LRMV, Anonimo y a la dulce Elenaa por comentar!!

Espero que sea de su agrado el siguiente capi!!~ A leer se ha dicho! :D

Acomodando su gruesa capa sobre sus hombros, dio un último vistazo a su imponente castillo de hielo, tan majestuoso y estático que parecía labrado sobre las estalagmitas y la nieve que cubría el valle.


Draco sabía que no había oportunidad de ponerse melodramático por dejar el hogar que le vio nacer pues no estaba seguro si algún día volvería a él. “Hay que ser fuerte…” se dijo inhalando con profundidad, alejando de su mente cualquier descompuesto pensamiento amenazara con adueñarse de él.


El anillo de magia pura brilló en su anular sintiéndose extrañamente cálido, como si vibrara al sentir tan cerca las demás armas mágicas y aquello le provocó calma.


El semigigante iba a la cabeza, seguido de un muy parlanchín Dumbledore que iba montado sobre un threslar. Draco conocía el bosque de hielos eternos como la palma de su mano, podía deambular sin perder el norte y sin miedo a los extraños moradores que lo habitaban, pues esa región que se respiraba tan llena de magia, era demasiado sagrada para los Malfoy –Black.


-¿Qué es ese sonido?- preguntó con curiosidad Remus viendo como si no lo pudiera ver, las sombras susurrante de la parte más viva del bosque.


Draco sonrió, pero Regulus con sequedad se animó a hablar.


-Son los espíritus de nuestros antepasados… les gusta vagar por el bosque para distraer a los viajeros…-


-Si sabían eso ¿Por qué venimos por aquí?- dijo la castaña arrimándose a Charlie que miraba todo con hosquedad.


-Porque es el camino más corto para llegar a la Tierra de Nadie- dijo Draco sin poder evitar rodar los ojos. Típico de la tan preciada bruja más astuta del siglo “sigue sin poder dejar de ser una metomentodo”


-Pero…- estuvo a punto de reprochar, pero fue detenida por Sirius.


-Descuida Hermi que teniendo al rubiales con nosotros, los dichosos espíritus no se atreverán a acercársenos- dijo con mofa –es una de las ventajas de ser soberano del sur-


Draco y Regulus solo bufaron. Era de esperarse por la jovialidad del príncipe del Norte, pero ninguno de los dos estaba acostumbrado a tanta frescura.


-¿Dónde creen que será un buen lugar para acampar?-


-Como a un kilómetro de aquí hay un claro, que sería ideal para esto…- murmuró Draco mas para sí que nada pues sus ojos no podían ni parecían querer despegarse de ese jovencito rubio que lucía tan absorto en sus pensamientos que no prestaba atención a nada.


En definitiva le intrigaba, casi podía jurar que era la réplica exacta de…


Negó con la cabeza cuando sintió ese peculiar golpeteo en su pecho y como la sangre se aglomeraba en sus mejillas mientras la burla se instaba en su cabeza enrollando y desenrollando los hilos de su confundida mente entre Caos, claridad, razón, locura, balance, tristeza...


Sabía que era tonto actuar de esa manera, y además era imposible que ese chiquillo tuviera algo que ver con él. “Mi Hiperion murió hace tanto…” pensó con tristeza apretando sus ojos mientras colocaba sus manos contra su pecho.


"El caos da paso a la claridad... la razón no se trunca con la locura... el balance es más fuerte que la tristeza..."volvió a recitar en su mente calmándose al instante, manteniendo su fría cabeza en donde debía estar, en la misión.


Caminando por la espesura de los mantos blancos escuchaban los tenues canticos de los espíritus. Aquellos canticos que cuando era niño siempre le ocasionaron escalofríos.


-Elogios infinitos a usted en esta solitaria e infernal noche eterna en el velo lejano del sur; la luz celeste salió tímida en la flor de la mañana; nada en el corazón, nada más que un sopor lento que se marchita…-


-Vaya que estos espíritus sí que saben cómo poner los pelos de punta…- exclamó Sirius desviando su mirada a los ojos amatista de su hermano. Seguía tan hermoso como lo recordaba, solo más alto y fornido que antes, con sus delicadas facciones endurecidas, su cabello como siempre acomodado en rizos cerrados tan bien acomodado que simplemente quería perder sus dedos en esa suave textura.


Cuando los ojos de Regulus le regresaron la mirada, pudo notar su molestia y su pronunciado ceño fruncido, al parecer pese al tiempo transcurrido, aun no lograba perdonarlo.


-Rayos…- pensó con tristeza desviando su mirada hacia el cielo invernal que con copiosidad dejaba caer sus lágrimas blancas sobre todos los presentes.


*-.-*-.-*-.-*-.-*-.-*


Cuando llegaron al claro, todos acordaron desempacar y acomodar sus tiendas con hechizos de protección de y de calefacción pues las temperaturas con la llegada de la luna siguieron descendiendo por debajo de los 0°C y tanto para Hermione como Hagrid y Charlie siendo de clima tan cálido, aquello era la muerte.


Habían acordado reunirse en la tienda de Charlie cuando terminaran para planificar, pues ya estando todos juntos ¿Qué era lo que procedía?


Sabían que debían de estar listos y en sintonía; si no había unidad, no tendrían chance alguno si Harry realmente era el causante de toda la oscuridad circundante del ambiente y más aún si tenía tan maquiavélico plan en mente.


Hermione ya con todo listo, sus aposentos y libros en orden, esperaba pacientemente sentada en la mesa circular, la llegada de los demás reyes. Se veía tan calmada e imperturbable que Charlie dudaba en algún momento sentirse de esa manera.


Las dudas llegaban y danzaban en su mente acallando con gritos y vueltas los lamentos de su pesado corazón. Tan cerca de saber la respuesta a sus atormentados cuestionamientos, esa profunda llaga sobre su Bill que con nada sanaría, más que con la justicia, ya sea contra aquel tan mencionado mago oscuro, o contra sí mismo, pues si de algo era consiente, era que él también tuvo parte de contribución en su cruel deceso.


“Bill… si tan solo estuvieras aquí…” murmuró mirando la espada plateada brillando con la luz mágica de Hermione que flotaba en la carpa.


Estaba seguro que él sabría qué hacer, que era lo mejor para todos y lo que derivaba, siempre fue así y jamás pensó que el mundo giraría de tal manera donde ahora, él era el que tendría que decidir.


El chiquillo rubio entró sin decir palabra para sentarse en la mesa al lado de la castaña y pudo sentir nuevamente esa extraña vibra que le provocaba. Era bastante raro, pero tratando de relajarse, inhaló profundo, lo que menos necesitaba era sospechas en su grupo y probablemente solo eran imaginaciones suyas ya que nadie había mencionado nada con respecto al pequeño Scorpius.


Draco enseguida entró con Regulus pisándole los talones y arrugando la nariz observó la rudamente labrada mesa de madera, era lo que menos pensaba, pero considerando las finas obras de madera tallada proveniente del Oeste, esperaba algo mejor que eso.


“Ni para decir algo porque son tan delicados que se ofenderían” pensó exhalando un suspiro sentándose con toda su gracia frente a Hermione dando una inclinación leve de su cabeza a modo de saludo.


Charlie sin perderse ningún movimiento de los presentes, pudo ver que los ojos grises del rey del bosque invernal miraban a Scorpius sin perderlo de vista, tan intensamente que parecía que de un momento a otro se echaría a llorar.


No entendía su comportamiento, pero no había la suficiente confianza para preguntar por su bienestar. Inhaló con fuerza nuevamente.


Pudo escuchar como Regulus bufó cuando Sirius seguido de Hagrid y Remus tomó asiento al lado del pequeño rubio y parecía instarlo a verlo, ansiándolo con sus ojos de tormenta. Charlie rodó los ojos, el príncipe no era nada discreto en su pensamiento que cual libro abierto, cualquiera parecía poder leerlo.


Por ultimo llegaron Severus y Dumbledore con su paso lento, saludaron a todos y el ojinegro se limitó a darle un rápido abrazo a su ahijado Draco y una palmada en el hombro a Regulus siendo la única vez que sonrió en todo el día.


Sabía que le tocaba a él comenzar a hablar, pues era el quien inició todo ese circo.


“Tú puedes Charlie… si puedes enfrentarte a un colacuerno, esto es pan comido…” murmuró una voz en su cabeza muy parecida a la de su dulce Bill y se armó de valor.


-Bueno mis queridos amigos, henos aquí en el corazón del sur finalmente juntos para reservar la paz de LastWorld. Nuestro primordial objetivo es evitar cualquier afrenta de parte del Mago Oscuro Harry Potter…- todos los presentes se tensaron al pronunciar ese nombre. Mientras unos apretaban sus manos en puño por la desazón que les provocaba, otros se llevaban las palmas al pecho con semblante descompuesto siendo los más allegados a Harry quienes alzaban la mirada con el anhelante deseo de que todo resultara bien.


-Cualquier cosa que sepan sobre la espada del cristal oscuro, es pertinente que la digan-


Todos guardaron silencio pensativos en lo que acababa de solicitar.


-Es una espada mágica tan poderosa que con solo agitarla desprendería de sus cimientos una montaña y acabaría con toda una nación completa…- dijo Remus mirando a todos los presentes.


-La mayoría de los aquí presentes sabemos que reside en la Tierra de Nadie Charlie… y que se necesita un tremendo poder mágico para sacarla del cofre en el que se encuentra…- dijo Sirius rascando su barbilla haciendo memoria de lo que le habían hecho memorizar los ministros que lo habían coronado.


-También se sabe que es custodiada por los dos guardianes designados por Merlín…- dijo con voz calmada Dumbledore dándole un sorbo a su té de canela mirándoles por arriba de sus gafas de media luna.


-¿Quiénes son los guardianes?- preguntó Scorpius sin mirar a nadie en específico.


-Los sabios dicen que don dos dragones que yacen lado a lado de la entrada de la profunda cueva en la que esta oculta la espada… probablemente un opalaye de las antípodas y un Ironbelly…- contestó Charlie rectificando en su mente que lo que sabía con antelación, era correcto.


-¿Y que vamos a hacer? ¿Planear una ofensiva para atacar entre nosotros 10 al tan temible Harry Potter?- preguntó Regulus llegando al meollo del asunto pues nadie parecía querer llegar a él.


-¡Claro que no, que es Harry, nuestro querido Harry! No podemos simplemente llegar a su morada en el Rio Muerto y mostrarnos hostiles con él si no nos ha dado motivo Regui-


-¡No me digas así!- vociferó dando un brinco de su asiento sobresaltado a todos -¡no tienes ningún derecho!- Remus habló para romper la tensión que se había instado.


-Pero Sirius tiene razón Regulus, no podemos llegar a la Tierra de Nadie lanzando hechizos a diestra y siniestra… Harry podría asustarse y tomarnos como enemigos, lo cual no somos, simplemente queremos razonar con él y motivarlo a reaccionar-


-Pero si no estamos preparados podría sorprendernos…- dijo Hermione manteniendo calma su mente, por más que adorara la idea de recuperar a su querido amigo, no era suicida, conocía los rumores de su gran poder y más aún porque en su momento lo vivió en carne propia.


-Por favor Herms, que es Harry de quien hablamos, seguro solo está confundido, pero sé que si hablamos con él-


-Claro y estamos yendo todos nosotros para una linda platica motivacional con el mago más oscuro que ha visto LastWorld y seguramente nos va a recibir con los brazos abiertos y una invitación para tomar el té, Black- siseó Severus al animago que no se amedrentó.


-Mira Quejicus, no tengo ganas de discutir contigo, si no te parece, ahí está la puerta para que regreses a tu terrible reino de inseguridad- los dos se pusieron en pie para comenzar a atacarse tal y como lo hacían cuando eran chiquillos.


-¡Suficiente!- exclamó Charlie golpeando la mesa –si no pueden comportarse civilizadamente con sus aliados, esta compañía no tiene sentido. Si no confiamos los unos en los otros, la guerra estará perdida de antemano.


-Pero no sabes que realmente sea una guerra…- intentó refutar Sirius siendo cayado en el acto por Severus.


-¡Es una maldita guerra Black!- 


-¡No te consta!-


-¡Yo lo vi!- gritó Severus -¿dudas de mi palabra?- Remus apretó su mano mirando fijamente a su amigo.


Sabia de la habilidad de leer mentes del consorte de su querido amigo Remus, pero darle la razón a ese hombre era más de lo que podía soportar. Hizo una comisura volviendo a sentarse.


-No…- gruñó como respuesta –pero Harry no es malo, yo lo se… es mi querido cachorro que vi nacer, lo cuide durante toda su niñez... lo siento en mi ¿tú no crees en eso?- el de ojos de ónix rechistó.


-Te creemos, Sirius- contestó solamente Remus por su esposo que solo rechistaba entre dientes –porque yo también lo siento…- el castaño sonrió calmando la clara enemistad por el momento y Charlie frotando su seño suspiró.


-Puede que Harry fuera nuestro amigo años atrás, pero la gente cambia y el no pude ser la excepción. Tenemos que estar listos ya que esto no funcionará si estamos desunidos- dijo firmemente Charlie, esperando inocentemente que todo pudiera ser fácil y que no tuvieran que emplear la fuerza y la magia para frenar a Harry.


*-.-*-.-*-.-*-.-*-.-*


Tras hora y media de discusión y planificación, todos quedaron conformes con la idea de seguir directo a La Tierra de Nadie para cerciorarse que la espada del Cristas Oscuro siguiera en su lugar sagrado y de no estar, tendrían que enfrentar con todo el dolor de su corazón a Harry y su maldad…


Siendo Regulus uno de los últimos en salir, Sirius aguantó la respiración queriendo interceptarlo. Había tanto que decir y esa era su oportunidad.


-Por fin solos…- murmuró Sirius tratando de tocar el delgado hombro de Regulus, siendo reprendido al instante por una daga en su cuello.


El de ojos como la tormenta se sobresaltó por el filo y el semblante dolido que le dedicó su adorado hermano. Sirius estaba sin palabras. Los ojos de su hermano ardían, pero no sentía miedo, ni de ellos ni de la afilada daga. Si su cuello no estuviese en peligro, seguramente le robaría un beso.


-Vuelves a intentar hacer eso y me importara muy poco asesinar a un rey…- dijo fieramente clavando solo un poco más su arma contra el cuello de hermano.


Lo único que sentía menguando su amor era el dolor en su pecho por la forma en la que lo miraba y le hablaba, como si todos sus sentimientos se hubiesen congelado como las frías tierras en las que vivía y eso no quería creerlo.


Sabía que las imposiciones ajenas y la distancia los había separado, pero se negaba a creer que su amado Regulus ya no albergara nada más que odio por él; no podía ser tan tarde…


-Pero Regui…- intentó decir –tenemos que hablar-


-¡NO! ¡Tú y yo no tenemos NADA de qué hablar! si estamos nuevamente juntos no es por gusto… tenemos una misión por delante que nos exige esta cercanía, pero es todo-


-Si tan solo me escucharas querido mío- dijo tomando su mano sin importarle el corte fino que le hizo en su garganta. Regulus no le permitió acercarse más y lo empujó contra la nieve para apartarlo lo más lejos de él.


-Deje de ser tuyo cuando te fuiste de mi lado…- dijo dando un paso hacia atrás acallando el nudo que sentía en su garganta. Tanto dolor de esperar que volviera, que cumpliera aquella promesa vacía que le hizo cuando niño…promesa que como era obvia no iba a cumplir. Sirius valoraba más su propia libertad que cualquier otra cosa, incluso él. Estaba decidido a no caer nuevamente –no vuelvas a buscarme…-


*-.-*-.-*-.-*-.-*-.-*


-Estúpido perro sarnoso…- murmuraba Snape aun molesto por las innumerables intervenciones de Sirius y su extraño buen humor, en definitiva siempre lograba sacarlo de quicio.


-Ven a descansar Sev y deja en paz a Sirius que ya sabes que no me gusta que estés enojado por mucho tiempo, te va a hacer daño- dijo Remus invitando a la cama.


El rey del Este bufó quitándose el grueso abrigo negro para dejarlo en el suelo, alegrándose por la calidez que Remus había invocado en su carpa para complacerle y sacándose los zapatos anduvo descalzo un rato más antes de tranquilizarse.


-Eres demasiado condescendiente con ese pulgoso- dijo Severus acurrucándose en los brazos de su esposo. Remus sonrió dándole un beso en la coronilla, deleitándose con el aroma avainillado de su cabello y la piel expuesta que le estaba obsequiando su consorte.


-Es porque es mi amigo de la infancia, le quiero mucho- dijo Remus descansando su cabeza en la de su refunfuñón consorte que se removía inquieto.


-Pero es un sinvergüenza, mira que hostigar a si al pobre de Regulus que ya ha tenido suficiente de él y luego aquí con su pose fresca para aclamar la inocencia de su adorado ahijado, me recalienta…- siseaba iracundo.


-Mira que le dedicas mucho tiempo a Sirius, creo que tendré que comenzar a sentirme celoso…- dijo Remus mirando los ojos acerina que le regresaban una indignada mirada.


-Ni tienes porque estar celoso, yo odio con todo mi ser a ese costal de pulgas, pero a ti…- un tenue sonrojo invadió las pálidas mejillas.


-¿A mi qué?- preguntó con una divertida sonrisa -¿también me odias? ¿Me quieres? ¿Me tienes indiferencia?- las mejillas ganaron color y con cariño rodeó su cuello.


-Te amo…- murmuró dejándose besar por un muy complacido Remus. Sus lenguas se enredaron jubilosas de poder encontrarse, saboreándose como viejas amigas, probando el interior húmedo y deleitoso que las envolvía.


A veces les parecía que había pasado más tiempo del que realmente había transcurrido entre la distancia y su gran amor. ¿Cómo se las habían apañado estado lejos él uno del otro sin enloquecer? Para Remus, Severus era su fortaleza y el hogar donde siempre podía volver, donde no había miedo a su bestia interna y siempre con la palabra acertada lo recibía con todo y sus demonios.


Por el contrario para Severus, Remus representaba todo lo correcto y ternura que siempre le fue negada en la vida, sus manos siempre estaban dispuestas a recibir lo peor de él, las duras afrentas y ácidos comentarios que manchaban su personalidad, siempre con una cálida sonrisa y cariño sacaba lo mejor de él y lo instaba a ser mejor.


Remus giró su cuerpo para ponerse encima de su amado esposo, dejando se llenar de las suaves caricias que repartía en su cuerpo, moviéndose en un delicioso vaivén que hacia jadear a Severus que cerraba sus ojos y arqueaba su espalda para tener más contacto con el cuerpo de su amado.


-¡Espera! ¡No podemos, nos van a oír! ¡Y… y… Tienes guardia en hora y media! ¡Remus… ahh!- chilló Severus sintiendo como como el hombre lobo devoraba con gula su pezón, trazando círculos en él, torturándolo hasta enrojecerlo.


-Yo creo, querido mío…- murmuró dándole un lengüetazo a su ombligo dispuesto a seguir bajando –que es tiempo más que suficiente para disfrutarte…- Severus tembló.


*-.-*-.-*-.-*-.-*-.-*


Tras mandar una lechuza a su querida familia, Hermione ansiaba darles a conocer que se encontraba bien, que todos lo estaban y no temieran por ellos, pues ya en la misión todos prometían apoyarse los unos en los otros y sabía que sí, había un mínimo de posibilidad que fallaran.


-¿Que estás haciendo Hagrid?- preguntó curiosa Hermione sentándose al lado del gigante.


-Estoy trazando mi conocimiento, por cualquier cosa- dijo Hagrid deleitándose con la oscuridad del cielo, como si pudiese sospechar lo que pronto vendría que tomaría por sorpresa a más de uno.


La luna clareaba cuando se dejaba ver entre las sombras de las nubes y Hermione se acurrucaba más en su grueso abrigo viendo como el vaho salía de su boca. La primera guardia les había tocado a ellos y la estaban llevando bien. Hagrid sabía muchas cosas y era entretenido hablar con él pues su curiosidad innata anhelaba empaparse con cualquier conocimiento que tuviese a su alcance.


-Yo me ofrezco a hacer la segunda guardia- dijo el pequeño rubio sentándose al lado de Hagrid. Los dos adultos se sorprendieron por lo decidido que hablaba el niño y sonrieron.


-No tienes que preocuparte Scorpius, nosotros podemos hacerlo, tu descansa- dijo Hermione en tono maternal instándolo a regresar a la tienda, pero el ojiverde negó efusivamente.


-Estaré bien, no suelo dormir mucho… y si mi vigilia puede ser de ayuda, me daré por bien servido- dijo el muchacho con un asentimiento.


Tanto Hermione como Hagrid se regresaron a ver y notaron que apenas era la media noche. Seguro en una hora llegaría Sirius y Remus a hacer la siguiente guardia y Hagrid asintió.


-Siendo así, cuanto me alegra contar con un muchachito tenaz- dijo alborotándole los cabellos platinados recordándole esa pequeño gesto divertido a Harry y las innumerables veces que se había colado en su cabaña para que le contara historias divertidas de sus tiempos de viajero –vamos Herms- dijo bonachón a lo que con abatimiento Hermione se levantó.


-Cualquier problema, nos despiertas…- el chico asintió regresando a ver el amplio paraje espectral, donde más de un alma se veía y deambulaba sin rumbo hasta perderse en la espesura del bosque.


 

Notas finales:

Bueno eso es todo por el momento! ¿como creen que les vaya a nuestros heroes? ya pronto veremos mas accion!! 

El siguiente capitulo es un mini extra que se llama Capitulo 5.5: Alabanza al Padre!

Nos leemos prontito! Besos~

pd. Como en la siguiente actualizacion les regalare un 2 x 1, les adelanto que en el capitulo 6 veremos algo super fuerte asi esten preparados! :D


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