Scorpius inhaló profundo sin perder detalle alguno del hermoso paisaje que se alzaba delante de sus ojos entre blancos y azules tenues que se desvanecía en sombras. Todos ya estaban dormidos en sus tiendas, soñando con la inevitable conquista que tendrían pronto al llegar a la Tierra de Nadie, pero que no conseguirían por la terrible sorpresa que se llevarían cuando averiguaran demasiado tarde que todo había sido planeado con antelación. “¿Cuán ilusos podían ser?” se preguntó el chico avivando las llamas de la fogata a sus pies.
No había mucho ruido alrededor, las almas de los bosques invernales se había callado y eso le daba una extraña paz interior que lo impulsaba a hacer algo a lo que no estaba acostumbrado pero que sentía en su pecho y no podía contener; sonreír. Si sonreía era porque ya pronto todo terminaría y por fin él obtendría todo lo que siempre soñó. “Ya falta muy poco”
Era increíble cuanto habían avanzado; como habían seguido entre estrellas de reino en reino, por veredas inhóspitas, entre peligros al acecho y por fin había alcanzado el arcoíris que apenas y podía vislumbrarse en el inicio de su travesía.
Después de tanto andar por fin los reyes de los cuatro reinos estaban juntos; las cuatro armas mágicas estaban unidas en una sin par armonía y finalmente podía clamar que su misión estaba terminada.
Miró al cielo despejado y alzó las manos. Sabía que él estaba acompañándolo aunque no estuviera presente de forma tangible; podía sentirlo y sabía que podría escucharle; aquello le daba una tranquilidad inimaginable y una fortaleza que le motivaba a seguirse moviendo. Siempre había sido así desde pequeño. Él jamás lo había abandonado a su suerte, siempre miraba por él cuidándolo de todo mal, protegiéndolo de la adversidad, queriéndolo como ninguna otra criatura podría quererlo a pesar del problema con su naturaleza, a pesar de estar incompleto.
-Sabes que lo que estoy haciendo es solo por ti…- murmuró al viento que soplaba del Este, llevándose su alabanza con él. No sentía nada más en su pecho que e infinito agradecimiento y alegría de poder ser útil –sé que estarás satisfecho y orgulloso de mi Oh glorioso y poderoso señor…-
Juntando sus piernas contra su pecho, exhaló un suspiro tranquilo. Si todos decían que el mago oscuro era malvado, él lo era también… pero ya no importaba. Todo estaba encajando tal y como él lo había planeado y nadie podría hacer nada para detener el flujo del río una vez que se puso movimiento.
Sabía que aún faltaba camino para llegar a la Tierra de Nadie y más aun de llegar al corazón de la cueva donde habitaba aquella rarísima arma del Cristal Oscuro, pero el corazón de Scorpius latía tempestuoso y casi podía ver el semblante de victoria, el puño alzado al aire, el sonido de trompetas estruendosas con los coros aclamando el nombre y la supremacía de esa figura encapuchada que tanto le quería y que tanto respetaba.
-Vamos a lograrlo… padre…-