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Contra el tiempo por acuariuscorpio

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Notas del capitulo:

Hola, hola!!

Sí, sí, he tardado más esta vez, ¿Un mes, quizás?, lo sé soy muy cruel xD 

Pero a decir verdad estaba castigada de mi lap, por el bajo de calificaciones. aunque ¿Qué creen? ya subí jaja, por ello quería festejar con ustedes mi regreso a amor yaoi (? y esta vez para siempre xD

Bien, bien, perdonen lo lenta que soy para escribir. Siempre he sido así, realmente admiro a tod@s los que escriben rápido,por esa imaginación magnífica, deben comprender que no todos la tienen :c

Agradecer a todos los que leen la historia :) especialmente a las chicas que me han apoyado en el transcurso de la historia como Scarlettverseus Yasha, TiFa, Camil, Milikin Black e invierno 81. Realmente les agradezco! 

En fin...sin más que decir, espero disfrueten el capítulo :3

 

 

Capítulo X

“Hola querido pelirrojo:

Siempre he pensado que eres una persona inteligente, claro que vos lo eres. Aunque otras personas no lo crean. Estoy sumamente orgulloso de ti, creo yo que os has llegado a resolver el código, pero no has ido a mi llamado, eso me pone muy, pero muy triste. Sinceramente una parte de mí ansiaba que nos conociéramos, pero has sido bastante inteligente como para no asistir, no obstante otra parte de mí se alegra de que no se haya hecho nuestro contacto. Creo que debemos darnos más tiempo, no sé…¿Para conocernos mejor? O ¿Para planear vuestra nueva jugada? No lo sé. No creo en las coincidencias.

¿Qué opinas de todo lo que has pasado?

¿Te ha servido de algo?

¿Cómo piensas enfrentarme cuando se llegue el día?

Son tantas incógnitas, son tantas preguntas, son tantas variantes y muy poca participación la tuya, estoy llegando a cansarme, querido Camus. Espero pronto puedas confrontarme. Nos leemos pronto.

PD: Te aseguro que Death está bien, al menos por ahora. Digo, por si tenías una duda de su paradero.”

He leído cada frase más de dos veces buscando sentido alguno. No lo encuentro y vuelvo a suspirar de nuevo. Miré de nuevo el reloj que estaba fijado en la pared, marcaban veinte para las nueve. He quedado de verme con Aioria, en su departamento, no me dijo la razón y tampoco la he preguntado, afortunadamente hoy entramos tarde a clases por lo que con una última vista he salido de mi casa.

He llegado puntualmente a su departamento, no ha llegado nadie a excepción de Afrodita.

—Hola querido—dijo primero entré al departamento de Aioria. Se veía más animado, por lo que me permití relajarme un poco.

—¿A qué hemos venido aquí?—pregunté una vez que Dita dejó de abrazarme. Aioria sonrió de por medio e invitó a sentarnos.

—Antes que nada, disculparme por mi comportamiento estos últimos días…—habló sonriente como siempre, mientras sus esmeraldas se paseaban de Afrodita hacia mí.—Especialmente pedirte una disculpa, Camus. Sé que Surt y yo no nos llevamos bien y…

—No te preocupes—interrumpí con una sonrisa, en un intento de animarlo—Ya todo pasó, ahora bien…¿A qué no has citado?

Aioria sonrió complacido por mi respuesta.

—Quiero que me ayuden a declarármele a Shaka.

Tanto Dita como yo nos miramos complacientes, mitad asombrados, mitad alegres.

—¿Declarártele a Shaka?—preguntó Afrodita expectante, claro con una evidente y fingida sorpresa.

—Así es.

—Vaya, eso es nuevo ¿En verdad eres Aioria?—preguntó el peliceleste intentando acallar la sonrisa que se asomaba en su boca.

—Claro que sí, intento de elegancia.

—¿Intento de elegancia?, maldito gato irrespetuoso—vociferó de nuevo, indignado.

—Ehh…¿Y qué es lo que haremos?—interrumpí tratando de mediar una paz entre ellos. Ambos pararon al mismo tiempo olvidando por el momento su pequeña pelea.

—Pues…no lo sé—contestó por fin Aioria—Esperaba que ustedes me dieran una idea…—sonrió nerviosamente—Por eso los cité.

—¡¿Qué?!—Exclamamos al unísono. Sinceramente no podía creer como es que una persona careciera hasta ese punto de creatividad.

—Ya, ya…¿Por qué gritan?—preguntó una voz a nuestras espaldas, claramente conocida para todos los presentes.

—¡Milo!

—El mismo de siempre—sonrió, mientras su mirada se posaba en mía—Hola, ¿Me podrían decir el motivo de sus exclamaciones?

Afrodita suspiró, mientras negaba con la cabeza un sinfín de veces.

—En resumen, Aioria se va declarar a Shaka, pero el muy…—calló al ver como el griego de ojos verdes levantaba una de sus cejas—Aioria no sabe cómo declarársele.

—Sabía que eras tonto…—afirmó esta vez Antares—pero ¿Tanto?, ¿Es posible que una persona resguarde tanta tontería?, parece que sí.

—Gracias, me hacen sentir mejor.

—Sabes que es broma.

—Claro.

—¿Por qué no le dices que lo amas y ya?—opinó Kanon quién iba llegando junto con su hermano y novio.

—Porque él no es tan tonto como tú—replicó Saga acompañando su “regaño” con un suave golpe en la cabeza de su gemelo—Discúlpenlo, sus neuronas a veces no funcionan bien—sonrió de nuevo posando sus esmeraldas en mis ojos. Un hueco en mi estómago se hizo presente.

“¿Por qué terminamos, Camus?”. La pregunta asaltó mi mente en un abrir y cerrar de ojos. El nerviosismo se hizo presente y aparté la mirada de él, concentrándome esta vez en alguien más. Para mi mala suerte aún recordaba todo lo ocurrido ayer, su mirada triste, su sonrisa tierna, su comprensión…Todo.

Negué inconscientemente. Y mis ojos esta vez se dirigieron a Antares que se encontraba discutiendo con Aioria y Afrodita. Recordé esta vez el beso proporcionado por el griego y un suave sonrojo acudió a mí. No supe qué era peor; si tener que rememorar las cosas vividas con Saga o tener que recordar ese beso a mi parecer bastante apasionado.

—¿Y entonces qué haremos?—hablé de nuevo en un intento de escapar de mis pensamientos. Todos me voltearon a ver, quedándose estáticos en el momento.

—¿Y si elaboramos una fiesta?—propuso Antares, mientras su mano se encontraba en su mentón dándole un aire reflexivo—Podemos organizar una fiesta donde podamos poner diversidad de juegos y ahí…puumm te le declaras—finalizó con un aire triunfal.

Todos nos miramos entre sí, poco convencidos, bueno sólo Saga y yo.

—Es una excelente idea—exclamó Aioria con un brillo en sus ojos—Es original, divertida y…

—Poco romántica—interrumpió Afrodita, mientras una de sus manos peinaba su cabello celeste.—El toque de romanticismo es lo que les falta, yo me encargaré de que así sea.

Ahora sí, todos nos miramos entre sí. Claramente Afrodita era el más apto para ese tipo de cosas.

 

II

 

Después de un sinfín de ideas, hemos quedado en la idea de que será una fiesta con alto estilo romántico a petición de Afrodita. Nos hemos quedado callados, sumergiendo a la habitación en un incómodo silencio.

—Creo que ya debo irme—dije, antes de levantarme. Todos posaron sus miradas en mí—debo de hacer algunas cosas—murmuré.

—¿Cosas?—preguntó Antares, mientras sus turquesas chocaban contra mis ojos.

—Sí…

—¿Qué cosas?—preguntó esta vez Saga.

—Tengo que ir a un lugar.—respondí lo más serio que pude, para después despedirme y salir de aquel departamento.

Sé que todos se han quedado sorprendidos por mi repentina despedida, pero no le tomo la importancia que debería. Últimamente no me he sentido bien y, aunque finjo bastante bien, creo que cada vez me está costando “fingir” que estoy bien. Suspiro aliviado. Camino lateralmente hasta encontrarme con un jardín. He quedado embelesado, ante su majestuosidad. Es inmenso; su pasto verde claro hace juego con el blanco mármol que tiene por piso, claramente hay árboles, pero están acomodados a una exactitud increíble, dando ese toque de elegancia, las bancas se encuentran dispersas a lo largo de aquel hermoso jardín, en donde varios animales se encuentran sin el temor de ser lastimados.

—¿Hermoso, no?—escucho una voz a mis espaldas.

—Sí—contesto sin apartar mi mirada del jardín.

—¿Es la primera vez que vienes, Camus?—volvió a preguntar. Asentí en respuesta.—Se llama Elíseos Terrestres

—¿Elíseos terrestres?—pregunté asombrado.

—Sí, en la mitología griega, los campos elíseos era un campo en el paraíso en el cual se iban las almas de las personas puras, además de los dioses. Este jardín se llama así, debido a que se le conoce como un pequeño paraíso. Creo que en París hay una avenida así, ¿no?

Asentí anonado.

—¿Te gustaría ver qué hay en el centro?

Esta vez sí que volteé a ver a mi interlocutor, Antares yacía de pie a unos metros de mí con dos manzanas en sus manos, sonrió de manera coqueta al mismo tiempo que caminaba hacia mi persona.

—Toma—prosiguió, mientras depositaba una de sus manzanas en mis manos—Amo las manzanas, así que si te doy una es que eres mi confianza—murmuró antes de posarse delante de mí y caminar hacia el frente.

No podía creer que un jardín tan bello, pudiera estar aquí. El centro de mismo era por demás increíble. En él se encontraba una enorme fuente de la diosa de la guerra, Atenea acompañada de Niké, al igual que de su escudo, en la base de aproximadamente de un metro de altura escurría agua dándole aún más un toque de elegancia.

—¿Sorprendente, no?—volvió a hablar, pero esta vez él no me miraba, sino que sus ojos estaban puestos en la diosa.

“Quizás se sienta orgulloso de su historia”, pensé.

—Hay dos “centros” dentro del mismo jardín que es este, y el otro es un lago, pero es igual de bello...si quieres algún día podremos ir a verlo.—finalizó sonriendo.

Sonrió, sonrió, sonrió…sonrió, pero no de una manera común a como lo hacía, sino de manera sincera, una que hizo que mi corazón saltara dentro mi pecho.

—Claro…—correspondí a su sonrisa—podremos venir con los demás…algún día.

Volvió a sonreír y callamos, a pesar de ello, no quedamos en completo silencio, pues los niños que se encontraban en el lugar corrían alegres, al mismo tiempo que el agua de la estatua se estrellaba contra el mármol.

 

III

 

Todo ha sido realmente extraño. Antares últimamente se ha comportado más tolerante, como si fuéramos viejos amigos. Después de dejar el jardín, me ha acompañado a casa, ya es de noche y  hemos platicado de temas triviales. Admito que su forma de ser ahora, me agrada.

—¿Qué crees que le haya pasado con Ángelo?—preguntó apenas hubiéramos llegado a mi casa. Volteé a mirarlo más que sorprendido por la pregunta. No me lo esperaba. Aunque, pensándolo bien, Antares es amigo de Afrodita. Dudé en hablar.

—No lo sé—fue lo primero que se me vino a la mente.—Afrodita está muy decaído por lo de Death…

Antares calló ante la mención de Dita, su única reacción fue contraer los puños en señal de enojo.

—Lo sé…—murmuró—pero no soporto ver a Afrodita de esa manera.

Bajé la mirada. Sentía lo mismo que Antares, ver Afrodita en ese estado me rompía el corazón y…y no podía hacer nada, no por el momento.

—Death es uno de mis mejores amigos, cuando me enteré de que desapareció, fue muy duro para mí.

Su mirada se inclinó aún más hacia el piso. Él ya no me miraba, sus rizos caían a causa de la gravedad. Me acerqué a él y lo tomé los hombros, haciendo que la mitad de su cuerpo se levantara y lo abracé.

Estaba llorando, jamás pensé verlo así.

—No llores—supliqué, mientras él correspondía a mi brazo—haremos todo lo posible por encontrarlo—susurré.

Sinceramente en ese momento  no supe por qué lo abracé, quería consolarlo a como diera lugar, quizás porque él hizo lo mismo conmigo días antes.

—Lo encontraremos—afirmó, mientras se secaba las lágrimas.—pero necesito que me hagas un favor.

—¿Cuál?

—¿Qué es lo que sabes?

De nuevo su pregunta me tomó por sorpresa. Enfoqué mi mirada en sus ojos que me miraban expectantes y atentos ante una posible respuesta.

“Todo y a la vez nada”

—Lo esencial—respondí, midiendo mis palabras—Que Death desapareció y que Afrodita está muy triste.

—¿Seguro?

—Por supuesto.

De nuevo un choque de miradas se dio, queriendo analizarse mutuamente, hasta que por fin las turquesas cedieron.

—Entiendo.

No dijimos más, la mirada de Antares se mostró fría que, por un momento pensé que todo lo pasado horas atrás había sido solo un sueño o en vano.

Volvió a sonreír.

—Nos vemos luego. —habló luego a manera de despedida, asentí en respuesta.

 

IV

 

Me he quedado pensando en todo lo que ha acontecido. Me cuesta creer que haya visto esa otra parte de Antares, es realmente contradictorio. Aunque debo a admitir que a mis ojos, se ha vuelto un poco menos frío  conmigo o grosero.

—Bahh, tonterías—me digo a mí mismo, en un intento de olvidar todo. No puedo olvidar el beso que nos dimos días antes.

Aún puedo recordar los suyos moviéndose encima de los míos. Lo recuerdo perfectamente, al punto de que he puesto la yema de mis dedos encima de mis labios.

Niego incontables veces.

“¿Por qué lo recuerdo?”

“¿Por qué lo recuerdo?”

“¿Por qué lo recuerdo?”

Mi corazón ha empezado a latir desmesuradamente.

Un movimiento rápido, rápido, rápido. Tanto que, da miedo.

“¿Es posible que un órgano haga todo esto? No, mejor dicho, ¿es posible que una persona haga todo esto en mí?”

—Esto no significa nada, fue solo un reto, tanto él como yo teníamos que cumplirlo.—me hablo firmemente con la esperanza de convencerme a mí mismo.

Me he quedado conforme con ese argumento estúpido, al menos por ahora.

Decido olvidarlo por el momento. Creo que la desaparición de Death es más importante.

Es 29 de septiembre. Han pasado dos días desde de la desaparición Ángelo y no he podido hacer nada. He leído más de una vez la carta aunada al poema.

“Espera, espera, no huyas. El peligro es inminente.

Todo es confuso, nadie tiene la respuesta,

Tu fiel y única compañera es tu mente.

La sinfonía más linda es la que está compuesta;

Por tu dulce miedo.”

Termino de leer el primer cuarteto. Suspiro cansado, no logro comprender sus palabras escritas, nunca fui muy bueno con los poemas. Bufo por enésima vez.

—Odio el leguaje figurado—digo, mientras golpeo mi cabeza contra el poema, con la intención quizás de hacerle daño y que me dijera algo.

Mi esfuerzo es en vano. Una leve desesperación me embarga por completo.

“¿Por qué de todos los géneros literarios, tiene que escoger este para decirme algo?” pienso con ofuscación. Admito que le tengo miedo a lo desconocido

Miedo. Miedo. Miedo. Miedo. De repente esa palabra parece hacer eco en mi mente. Miro con recelo la palabra impregnada en ese pedazo de papel desgastado a causa del estrujamiento.

Para mi sorpresa, me doy cuenta del significado de la primera estrofa.

—Pareciera que me está alertando de algo.—comento a para mí mismo, haciendo posibles conclusiones—pero…¿de qué?...quizás de que no debo confiar en nadie—aseguro al fin.

Vuelvo a leer de nuevo. Mi mente se ha vuelto a nublar, por lo que me enfado y decido guardar de nuevo el papel en mi mochila…quizás mañana se le muestre a alguien.

 

V

 

Decidí mostrarle el poema a Antares. Una incertidumbre me embarga al tener que dárselo, siendo que un día antes le había mentido. Acaricio mi cabello por décima vez en menos de dos minutos, tratando de disminuir el cosquilleo a causa del nerviosismo.

Espero a que Antares llegue a la escuela.

Aunque, para mí mala suerte Antares no se vislumbra por ningún lugar,  en su lugar veo a Kanon y Saga caminar hacia mi dirección.

—Hola—saludaron al unísono con una leve inclinación de cabeza.

—Hola—contesté sin mucho ánimo. Distraído, quizás.

No dijimos más, por lo que nos sumergimos en un silencio incómodo. Nos miramos entre sí, hasta que por fin Kanon se retiró con la excusa de que pronto comenzarían sus clases.

—¿No vas a ir a tus clases?—pregunté en un intento de quitar el silencio incómodo que se había instalado entre ambos.

—Claro, cuando empiecen.—respondió con una sonrisa… ¿tímida?

Por una razón inexplicable, su respuesta atrajo mi atención.

—¿Entonces?—pregunté, animándole a que siguiera.—¿No vas a clases con Kanon?

—Ehh…no.—contestó, mientras sus ojos se instalaban en los míos—A pesar de que estudiamos criminología, él está en el área de investigación y yo de psicología. El empieza las clases una hora antes que yo, por lo que sale más temprano.

—Pudiste haber dormido más.

—Sí, pero tenía que venir a hablar con la maestra de tu clase.

—¿Para qué?—pregunté con curiosidad.

—Milo no vendrá hoy. Está enfermo, así que me encargó que hablara con su maestra, para comentarle de su “situación”.

—¿Situación?—pregunté extrañado por el uso de ese término. Más no obtuve respuesta.

—Camus, Afrodita me dijo que a nosotros nos tocaría comprar las ensaladas para la fiesta—contestó, evadiendo mi pregunta—Cuando salgas de aquí, te espero para irlas a comprar.

Sonrió al finalizar su diálogo, quedándome aturdido en el transcurso.

¿Comprar ensaladas solo Saga y yo?

Ilógico.

Un leve sonrojo acudió a mí, olvidando por unos momentos mi nerviosismo. Afortunadamente para ese entonces, Saga ya no estaba a mi lado, sino con la maestra. Suspiré resignado, mientras me encaminaba a mi lugar.

—¡Hola, Camus!—escuché a mis espaldas. Volteé hacia el origen del llamado y encontré a Surt parado a unos cuantos metros de distancia al mismo tiempo que hacía un ademán de saludo.

—Hola Surt—respondí con una sonrisa.

—¿Cómo estás?

—Bien, bien, ¿Y tú?

—Bien, bien.

Callamos después de dirigirnos con unas cuantas palabras, sin embargo nos sonreímos. Aunque…a diferencia de otras ocasiones en la que me quedaba sin nada que decir y sentía una inmensa incomodidad, ahora me sentía reconfortado, confiado…quizás cómodo y ¿protegido? a lado de Surt.

Sonreí internamente, quizás podría confiar directamente en Surt y decirle lo que me pasa…

“¿Puede ser que puedo confiar en alguien?”

“Puede ser que esa persona realmente sea Surt. No Antares, no Saga, no Aioria, Afrodita o Shaka”

En nombre de Surt resonó en mi cabeza como un rayo de esperanza. Nunca me había dejado llevar por mis impulsos, siempre había sido una persona que se iba más por la lógica y que dejaba de lado sus emociones. Creía que las personas que dejaban llevar por los sentimientos, siempre salían mal. Aunque claro, yo jamás me detuve a pensar en ellas. Carecía de empatía, pues no me ponía en el lugar de ellas y…ahora me encuentro en la misma situación desesperada de poder confiar en alguien. En la primera persona que aparezca de ser necesario.

—Surt…—hablé rápidamente sin estar seguro de que me hubiese escuchado.

—¿Qué pasa?—contestó, mientras su cabeza se posicionaba a mi dirección.

—Yo…yo…—dudé. Dudaba de cómo plantearle lo que había vivido.

—¿Tú?...—me invitó a proseguir, pero las palabras se atoraban en mi garganta. No, no era un nudo en la garganta como muchos acostumbran a decir, porque no tenía miedo. Simplemente no podía hablar.

—Chicos a sus lugares. La clase está a punto de comenzar—habló la maestra Sasha al mismo tiempo que se instalaba en su propio asiento.—¿Alguien sabe de lo que hablamos la clase anterior?—preguntó, apenas hubo nombrado lista.

El salón quedó en silencio. No porque no supieran lo que habíamos hecho anteriormente - evidentemente la clase anterior fue hacer una autopsia - sino porque quien participara, la maestra le preguntaría detalles que no cualquiera pudiera responder y…lamentablemente Antares no se encontraba. Un escalofrío me recorrió al recordar a quién nos había tocado examinar.

“Albiore”

Aún no superaba su muerte y en mis tareas a investigar. Él estaba en los primeros puntos.

—La clase anterior vimos acerca de la elaboración de una autopsia.

Alguien de la clase habló, cortando en el proceso al silencio dentro del salón.

Todos viramos hacia nuestro salvador. Shaka yacía de pie mirando con atención a la maestra, sin temor alguno ante las miradas de los demás. Admito que me sorprendió su repentina participación y no, no, no es que lo haga menos, pero admitámoslo, Shaka no es el tipo de estudiante participativo y extrovertido como Antares o el mismo Afrodita. Él es como yo, una persona introvertida y reservada.

—Vaya, estás en lo correcto Shaka Dahjal —respondió la maestra, ante las miradas curiosas de los demás—¿Y qué fue precisamente lo que aprendiste?

Sus celestes ojos titubearon. Y no era para menos, él detestaba la medicina forense, era el área a la cual nunca ingresaría, él prefería la criminología que derivara de la psicología. Ladeó la mirada hacia el lugar de Afrodita el cual estaba vacío. Tampoco había asistido al igual que Aioria.

—¿Y bien?—volvió a interrogar.—¿Acaso no aprendiste nada?

El salón seguía expectante mientras los segundos pasaban, sintiéndose largos y pesados.

—Claro que sí, maestra—habló de nuevo, pero esta vez con una media sonrisa en su rostro—aprendí que para elaborar una autopsia, lo primero que se debe hacer es revisar su ropa o prendas que puedan dar un indicio de cómo murió, ya sea porque hubo violencia antes de morir o no. Después tenemos que revisar su físico en general, para ver las condiciones en las que se encontraba el cuerpo al igual tener que buscar marcas que puedan dar pie a la manera en que falleció. Finalmente si todo lo demás antes descrito se encuentra limpio, se procede al análisis más a fondo del cadáver.

Todos quedaron sorprendidos incluida la maestra. Su explicación denotaba seriedad y que en verdad había aprendido más que nadie en la clase.

—Bien, puedes sentarte.

La clase continuó sin el menor preámbulo, claro, no sin antes felicitar a Shaka por su exitosa explicación. Sonreí feliz por mi amigo, en verdad se merecía ese crédito. Miré a mi costado. Recién empezaba otoño, por lo que las hojas de los árboles empezaban a deslizarse al compás del aire. Amaba el otoño, no por el frío, sino por el color anacarado que adquirían las hojas.

Regresé mis ojos a mi mesa a donde deberían estar. Un libro abierto yacía sobre mi escritorio. La maestra había pedido que leyéramos uno acerca de la medicina forense, del cual apenas había leído sólo unos cuántos párrafos. Lo cerré con flojera, cayendo en el acto una hoja pequeña. Con curiosidad la recogí, pensando que quizás era una nota de la clase.

“La confianza es la principal causa de las traiciones. ¿En quién confías, Camus?¿Quién será el primero en traicionarte?”

Miré consternado la nota. Evidentemente no se trataba de algo escolar, sino de algo personal. Miré hacia todas partes, buscando con la mirada un gesto que pudiera delatar al dueño de la nota. Nadie me miraba, todos estaban atentos a su lectura.

—Camus…Camus…—susurró Shura a mis espaldas—toma—dijo después de que me hubiera volteado. Era otra nota. No tuve que buscar remitente para saber de quién se trataba.

“¿Qué es lo que me querías decir? La maestra no te dejó decirme”

Era Surt, pero ya no estaba convencido de decirle lo que me pasaba.

 

VI

 

 

Las clases habían terminado, por lo que alisté mis cosas y me preparé para salir.

—Camus, espera…—escuché la voz de Surt  a lo lejos.

—¿Qué es lo que pasa?—pregunté, olvidando por un momento la nota que había leído antes.

—¿Qué es lo que me querías decir?—preguntó un tanto ansioso.

Lo miré sin saber qué decir. No se me ocurría ninguna excusa como para quitarme ese lío.

—Se me ha olvidado—respondí al fin.—a lo mejor es de poca importancia—sonreí quedamente.

Su rostro denotó decepción, y no era para menos, quizás él se esperaba algo más, algo que yo no estaba dispuesto a decirle.

Me alejé de él, dejando que mis cabellos ondearan al compás del aire. No tenía prisa por llegar a mi destino, al final de cuentas sabía que Saga me esperaría. No estaba lejos de la realidad, pues al cruzar el portal de “Facultad de Criminología” yacía Saga de pie con las manos a sus bolsillos. La escena en sí se me hizo de lo más curiosa, hacía tanto tiempo que no lo veía así de “nervioso”. Lo conocía perfectamente.

Quizás cómo él a mí.

La idea me causó escalofríos.

—Hola…—Saludé apenas llegué a su altura.

—Hola—Respondió con una sonrisa a la cual le correspondí.

Nos miramos por unos largos segundos, sin saber qué decir. Ninguno delos dos se atrevía a romper el silencio.

—Hacía tanto tiempo que no salíamos…

Habló por fin. No con un “vamos por las compras” o un “vamos a comprar las cosas”. No, habló con una indirecta.

—Sí…—respondí, sin saber muy bien cómo responder.

—Como en los viejos tiempos…

Asentí. No porque quisiera, sino por respeto. Ya sabía por dónde iba.

“El tema de nosotros”

A decir verdad, por el momento una parte de mí no se sentía con las ganas de hablar algo de lo que ya era “pasado”, por otra parte, ansiaba con ello.

Desvié la mirada, tratando de huir de las esmeraldas expectantes, quizás esperando mi reacción.

Vi una silueta conocida acercándose.  Me parecía familiar, por lo que puse mi empeño en reconocerla, probablemente con la excusa de “dar por zanjado el tema antes de”

“La profesora Sasha”

—Hola Camus, Hola Saga—habló con una sonrisa cuando se hubo instalado a nuestro lado, traía una libreta en su mano izquierda mientras que en la derecha sostenía su bolso—Que bueno que te veo, Camus—continuó—…pensé que todos ya se habían ido—suspiró aliviada—Necesito que me hagas un gran favor, ¿Podrías llevarle esta libreta a Milo?

No esperó respuesta, pues apenas hubo terminado de hablar, me entregó la libreta. Sinceramente yo no pensaba negarme si es la duda que tienen.

Se despidió rápidamente, un beso en la mejilla y adiós.

Viré hacia Saga con una fingida expresión de pena.

—No te preocupes, la tarea te llama. Iremos mañana.

Asentí y sin más me dirigí a la casa de Antares. Caminé lentamente, no tenía prisa en llegar. Miré la libreta curioso, en ella tenía grabado el nombre de la maestra, quise indagar y la abrí en la primera página. En ella tenía un mensaje con una letra pulcra.

“Hola alumno tonto, Saga ya me avisó por qué no llegaste a clases. Ni pienses que te justificaré las faltas.

Por otro lado, ya estoy investigando lo que me pediste. Créeme, no te saldré barata. Te mandaré la información por un medio confiable.

Atte:

Tu superior, Sasha.”

Quedé sorprendido por el lenguaje utilizado por la maestra. Nunca se dirigía así, no obstante no me incumbía. Aunque tenía ciertas dudas al contenido. No le presté mucha atención, quizás era una tarea.

Toqué apenas llegué. Me esperaba ver un griego rubio enfermo, sonreí ante mi tonta imaginación.

No tardaron en abrir, la puerta se abrió de par en par dejando ver una silueta que hacía años no veía...

—Degel…

Notas finales:

Gracias por leer :3

Espero les haya gustado. Esperaba agregar la búsqueda de Death, pero el capítulo me quedaria muy largo y sería tedioso leer, así que lo pondré en el próximo cap uwu

Si les ha gustado o no el capítulo me pueden hacérmelo saber con comentario. Acepto sugerencias, relamente me alegraría mucho saber lo que piensan ustedes :3 

Nos leemos pronto *-*/


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