Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Contra el tiempo por acuariuscorpio

[Reviews - 50]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola a todos *-*/

Se que he tardado un poquitín en actualizar xD pero es que las musas me han abandonado,  más la escuela y el maldito internet chafa xD

Así que pido una disculpa a esas personitas que desde hace tiempo me han pedido una continuación y solo hacía la espera más larga uwu. Aun no recupero mi inspiración por completo, por lo que pido un poco de compasión sino salió el capítulo como quería que saliera, prometo que le echaré más ganas en en próximo cap xD

Han vuelto a salir los rayos del sol como siempre, iluminando todo cuanto tocan, con una suave caricia, un delicado beso, un cálido abrazo. Me he despertado temprano, para recibir el amanecer.

—Cielos, el día ha amanecido muy hermoso—digo para mí mismo, mientras estiro mis brazos en señal de pereza.

Camino con paso lento hasta el espejo y puedo observar pequeñas ojeras debajo de mis ojos, mientras que mi rostro se denota más pálido y más triste de lo normal, suspiro para luego ir al baño y lavarme la cara.

—Esto no puede seguir así…—digo al aire mientras termino de secar mi rostro.

Peino mi cabello escarlata y tardo unos pocos minutos, pues mi cabello es lacio por naturaleza, no puedo evitar sonreír, pues los Acuarius nos caracterizamos por el cabello largo y sumamente “caído”.

He terminado de cambiarme y no sé qué hacer, una rápida idea se me cruza por la mente; “Debería leer” digo para después salir disparado a una mini biblioteca que tengo en el cuarto de a lado, tardo horas leyendo y mi vista se encuentra cansada, por lo que dejo de leer y me quedo sentado en esa silla sin hacer nada, con la vista perdida. Visualizo el reloj, marca las tres con quince minutos, suelto un bufido y sigo con mi vista la manilla del reloj que marca los segundos. Uno. Dos. Tres. Cuatro…un sonido de llamada suena y corro a responder.

—¿Bueno, quién habla?—contesto a modo de saludo, detrás de la línea emiten una risa queda.

—Soy yo, lindo—recibo a modo de respuesta, sonrío ante tal palabra, “lindo” pues no hay que ser muy listo para saber quién la dice a todo el mundo.

—¡Hola Dita!...

—¡Hola Camusín!—responde con el mismo entusiasmo, me quedo callado esperando lo que tiene que decir, más no emite sonido alguno, por lo que me obligo a contestar para alargar la conversación, al final de cuentas no tengo nada que hacer.

—Amm…—dudo en responder—¿Para qué me hablas Afrodita?
—¿Cómo estás lindo?—Me responde con otra pregunta, sonrío, pues me ha ignorado, quizás sólo quiere conversar un rato me digo.

—Pues bien, ¿Y tú?…

—También, bien.

—Ah…qué bien, Afrodita—digo, pues no sé cómo mantener una conversación—Amm… ¿Dita?

—¿Qué pasa?

—¿Para qué me querías hablar?

—Amm… ¡cierto!...oye…no...espera, ¡Yo quiero decirle a Camusín!—escucho decir a Dita antes de escuchar la voz de Shaka.

—Hola Camus, lo que Dita quería decirte es que hoy planeábamos salir juntos, ya que ayer no disfrutamos muy bien que digamos la salida, debido a … tu amigo, Camus.

—Ahh…yo…

—¡Rayos Shaka, pásame el teléfono!— escuché gritar a Dita al otro lado de la línea, pude imaginarme la escena de Shaka con el teléfono, mientras el peliceleste lo miraba con “odio”.

—Toma…

—¡Hola de Nuevo, Cariño! Al fin Shaka me concede el poder de nuevo—exclamó entusiasmado—¿Entonces qué dices, vendrás con nosotros?

—Amm…claro.

—¡Perfecto, buena elección, Camusín!—Exclamó con alegría—pasamos por ti a las cuatro de la tarde, ¡quiero que ya estés listo!

—No, espera…tú no sabes dónde vivo…

—Jajaja eso es lo que tú crees, lindo.

—Dita, pero tú nunca me has visitado.

—Amor, lindo, bello ¿Por quién me tomas?... tengo los suficientes contactos como para localizar a uno de mis amigos—suspiró—además siempre hay una primera vez, ¿No, Camus?

—¿Cómo…?

Callé abruptamente, mientras un escalofrío recorría el largo de me espina dorsal. Y es que ¿A quién no se le erizaría la piel el que uno de tus amigos pueda localizarte tan fácilmente y más en la situación en la que me encuentro?

“Me estoy volviendo paranoico”

Repetí varias veces esa frase para tratar de alejar esos pensamientos nada convencionales, mientras que al otro lado de la línea telefónica se escuchaban murmullos que, para mis oídos eran difíciles de entender, como si estuvieran en otro idioma que yo no domino.

—Camus…Camus…Camus…¿Camus?... ¡Maldita sea Camus, responde!

—¿Eh?...—dije después de salir de “mi pequeño trance”

—¿Camus, escuchaste lo que te dije?

¿Decir la verdad o mentir?Dos respuestas, dos salidas. Ambas tenían consecuencias, sin embargo decidí mentir, era la “salida” más fácil.

Grave error.

—Sí…

—¿Qué es lo que te dije Camus?

—Eh… ¿que sabías en donde vivía?—dije dudoso.

—Camus Aquarius, ¡eso no dije!...pff…bueno, olvídalo, pasaremos por ti a las cuatro en punto, espero que estés listo.
 
Y sin más colgó. Visualicé el reloj que estaba al lado mío y mi sorpresa fue que marcaba las tres con cuarenta y cinco. Corrí directo al cuarto a alistar un cambio de ropa, abrí el clóset y observé las diversas camisas que tenía.

—Rayos, rayos, ¿Qué me pongo?—dije con aire desesperado, pues tan sólo tenía quince minutos  para cambiarme y bañarme—Cielos, mejor me meto a bañar, sí, mejor me baño primero.


Cuando hube terminado de bañarme tuve que elegir la ropa que iba a utilizar, al final terminé eligiendo una camisa verde claro de mangas cortas para darme un aire informal con un pantalón negro.

—Luzco pasable ¿No, Tobi?—dije a mi perro, quién sólo se dedicaba a mirarme.
Hubiera seguido con mi inspección corporal, de no ser porque sonó el timbre de mi puerta.

— ¡Ya voy!—grité para después correr a atender la puerta, la abrí y mis ojos no pudieron hacerse más grandes al ver a la persona parada a unos cuantos pasos de mí.

—Hola, pelirrojo.

—Hola…Antares.

Quedamos minutos parados sin saber qué decir, su mirada turquesa me veía con intensidad, cohibiéndome al instante, sin una razón aparente, un tenue calor invadió mis mejillas, quizás tornándolas de un suave carmín.

—¡¿Qué?!—dije después de escuchar la risa de Antares.—¡¿Qué es tan gracioso?!

—¿En serio lo quieres saber, Camus?

—Sí.

—¿De veras, de veras?

—Sí.

—¿Seguro, seguro?

—¡Sí!

—¿Qué me darás a cambio de mi sinceridad, pelirrojo?—susurró cerca de mi oído, no supe en qué momento había avanzado hasta posicionarse a tan solo unos cuantos centímetros de mí, haciendo que escalofríos recorrieran mi cuerpo y mis mejillas sintieran un calor demasiado peligroso.

—Sí…—contesté en un susurro quedo.

—Jajajaja ¿te estás escuchando lo que estás diciendo?

—¿Eh?

—No, no, no pelirrojo. Me estoy riendo de que tus mejillas están sonrojadas.—contestó mientras me miraba con una sonrisa burlona.

—Eres un…

—Eha eha, tranquilo, pelirrojo…Yo sólo dije la verdad. Cualquiera que te hubiera visto, habría asegurado de que yo te gusto—dijo mientras se pasaba las manos por el cabello—claro que, ¿Quién no se enamoraría de mí?...aunque puedes estar tranquilo, sino supiera de que me odias ya lo habría jurado.

Un tic en mi ojo se hizo demasiado fuerte.

—Ja. ¿Quién se enamoraría de ti?

—Todos, querido pelirrojo.

—Sí, claro, todos…—una fugaz idea se pasó por mi mente. De seguro tendría la victoria, aún seguía resentido por la anterior derrota—a excepción de Surt.

Su rostro borró rápidamente esa sonrisa burlona cambiándola por una seriedad, sin embargo, no duró mucho, pues su compostura se recuperó al instante.

—Me hubiera gustado decir “Touché” y darte la victoria, pero soy muy orgulloso para hacerlo, así que aquí va mi argumento…¿Quién quería andar con “ese”?

—Yo.

Ahora sí que en su cara se vio relejada la estupefacción.

—¿Interrumpo algo chicos?—habló esta vez Afrodita quien acababa de llegar junto con Shaka.

—¡Sí!

—No—contradecí a Antares.

—Bien, bien ¿Milo le entregaste a Camus lo que te dije?

—Apenas se lo iba a entregar…

—¡Y qué esperas!

—Toma…—dijo, mientras me entregaba un paquete—te lo manda Afrodita.

Lo recibí con recelo, pues no me confiaba de sus “buenas acciones”, aunque claro, no me podía suceder nada malo, pues ahí estaba Dita.

—Gracias, Antares.

—De nada.

—Ya, ya chicos, Camus, luego te lo pones, pues no tenemos tiempo como para que te pruebes eso.—Dijo mientras caminaba al auto aparentemente de Shaka.—Vámonos, Camus.

Asentí y me encaminé a la misma dirección que Afrodita. Dejando ahí a Antares.

—Me da una inmensa alegría verte, Camus—dijo Shaka ya que estaba arriba en el auto.

—A mí también, Shaka.—contesté con una tenue sonrisa.
 
No dijimos más, nos sumimos en un silencio poco común, mientras recorríamos las calles de Atenas; se veían puestos por doquier, restaurantes, jardines y una que otra florería.

—¿A dónde vamos?—pregunté después de aburrirme del paisaje urbano.

—Buena pregunta, Camusín…la verdad es que nosotros tampoco sabemos—dijo, mientras se encogía de hombros.

—¿Y si vamos por Death y Aioria?...

—Eso no será posible—contestó esta vez Shaka—Aioria se enojó conmigo por “permitir” que tú estuvieras con Surt—sonrió—pero no te preocupes, ya se le pasará.

—¿Tú y Aioria son novios?

—¿Có-cómo? No, no…no somos novios, Camus—dijo sonrojándose—es sólo mi amigo.

—Jajaja sí, sí, lo que tú digas—replicó Afrodita—¿Lo ves? Hasta Camus que hace poco te conoce cree que tú y Aioria tienen algo que ver y no como “simples amigos” como te no lo quieres hacer creer—sonrió—Además no puedes tener engañado al gran Afrodita.

—¡Cállate, Afrodita!

—Shaka, yo…creo que Dita tiene razón en lo que te dice—dije mientras le hacía un guiño, provocando que Shaka se sonrojara a más no poder—Además…Dita creo que tiene más experiencia en esto, a lo que veo tiene de pareja a Death y por eso te lo…

—¡¿Qué?!—gritaron los dos al unísono.

—Afrodita, ¿Por qué no me dijiste que tú y…y Death eran novios?—preguntó con una sonrisa Shaka mientras miraba a un sonrojado Afrodita.

—Por-por… ¡por que no es mi novio!—dijo esta vez Dita sonrojándose hasta las orejas.

—¡Ajá!... ¡te he hallado en la mentira!—dijo mientras señalaba con dedo acusador al pelicieleste—Camus es un gran revelador, gracias, Camus.

—Yo…yo…

—¡Death y yo no somos nada!

—¡Tampoco Aioria y yo!

—Pero te gustaría que fueran…

—¡Claro que no!....a menos que, me estés diciendo esto para que yo te diga que también te gustaría que anduvieras con Death.

—¡No! ¿Cómo crees? Death y yo…sólo somos amigos.

—Chicos…

—¡Qué!—contestaron al mismo tiempo.

—¿Puedo dar mi opinión?

—Amm…claro.

—Creo que ustedes están enamorados de Death y Aioria…

—No lo…

—Déjenme continuar—suspiré y tomé paciencia para decirles lo que tenía que decir—Desde que llegué al instituto y los conocí, tuve la vaga sensación de que tú—miré a Shaka— querías a Aioria porque lo seguías a donde quiera que él iba. Y tú—dirigí mi mirada a Afrodita—me di cuenta de que te gustaba Death porque al igual que Shaka seguías y corregías a Death de todo. Y no me digan que no, porque apuesto lo que sea de que es verdad lo que digo.

Ambos me miraron  con una extrañeza y suspiré cansado. “Éstos no tienen solución”.

—Podría ser que a mí me guste Death…

Tanto Shaka como y yo volteamos a dirección de Afrodita, quien estaba con el rostro pensativo, quizás reflexionando de su “reciente confesión”.

—¿No creen que tenga lógica lo que dijiste, Camusín?

—¿Eh?

—Sí, nunca lo había visto de ese punto, he conocido a Death desde hace cuatro años, ha sido mi amigo, pero lo trato diferente como a ustedes…

—¿Entonces sí te gusta?—Exclamó Shaka sorprendido.

—Yo nunca aseguré que me gustaba, sino que podría…caber la posibilidad de lo que dijo Camus.—sonrió para después mirar a Shaka—además, también podría ser cierto lo tuyo con Aioria.

—Eh… ¡No! ¿Cómo creen?... ¿Aioria y yo? Nooo…están equivocados…creo.

—Ajá…

—¡Lo digo en serio!

—Lo que tú digas…Shaka.

—¿Y a ti Camus no te gusta alguien?

—¿Yo?—contesté mientras sentía ambas miradas celestes sobre mi persona.

—Sí, tú.

—No, no hay nadie que me guste.

—¿Seguro?—preguntó Afrodita con una ceja levantada.

—Claro.

—¿Seguro, seguro?

—Sí, ¿por qué no debería de estarlo?

—No lo sé, hoy en día hay bastantes inseguridades, tú entiendes, Camusín.

—No, no lo entiendo—contesté al borde de la desesperación—Afrodita, mejor guarda silencio… esa actitud me hace recordar a una persona en estos momentos no deseo recordarla.

—Bien, bien…pero ….¿no hay nadie que te guste?

—¡Ya dije que no!

—Mmm…entonces…¿No hay problema de que seas pareja de Milo?

Esa fue “la gota que derramó el vaso”, no sabía si llorar y golpear a Dita o salir corriendo de ahí. Traté de calmarme mientras contaba mentalmente. Uno, inhala. Dos, exhala. Tres, inhala. Cuatro cálmate.

“Tranquilo, Dita no sabe que odias a Antares hasta morir”

—Sí, si hay problema…

—¿Cuál?—esta vez habló Shaka.

—Antares tiene…pareja.

—Jajaja…si lo dices por las chicas que rodean a Milo, tranquilo, él no las ve como “sus parejas”, mira que es bastante guapo y coqueto…

—No me interesa saberlo…

—Jaja, querido, no estés celoso.

—No estoy celoso. Además no nos llevamos bien.

—Sí tú lo dices…

—Sí…creo que ya no me gustó esta plática—dije tratando de dar por zanjado el tema.

—Sí, a mí tampoco me ha estado gustando esta plática—apoyó Shaka—además, no hemos ido a ningún lado, nos hemos quedado estacionados aquí por casi una hora.

—¡Cierto!... lo malo es que ya es tarde, tendremos que ir a un lugar a cenar.

—Sí, ¿pero a dónde?

—¿Al mismo lugar de ayer?

—Podría ser…

—Yo digo que vayamos ahí y después veremos qué haremos.

—Vale, vale.

Shaka condujo alrededor de media hora hasta llegar al restaurante de ayer, pues estábamos casi al otro lado de la ciudad.

—Por fin hemos llegado—exclamó Afrodita cuando al fin se pudo visualizar el gran letrero del restaurante. Shaka estacionó el coche y bajamos del auto.

Entramos al restaurante y de nuevo me dejé influenciar por el agradable aroma que emitían las velas al llegar, nos sentamos en una de las tantas mesas del lugar y pedimos nuestras respectivas comidas, después de ello se presentó Aioria, sonriendo como siempre

—Buenas noches, chicos—habló cuando hubo llegado a nuestro lugar.

—Buenas noches, Aioria—contestamos al unísono.

—Ah… Camus, lamento mi comportamiento de ayer, espero me disculpes—sonrió para después volver a mirar a Shaka— ¿Podemos hablar?—dijo, mientras Shaka asentía levemente  y se iban a otra de las mesas del lugar, aunque no muy alejada de la nuestra.

—¿Dita?....¿Qué haces aquí?

—¡Death!...

—Ah… lo siento—dijo apenado—Buenas noches, chicos.

—Buenas noches Death.

—¿Dita qué haces aquí?...¿no se supone que debes de estar con Shaka y Camus en el parque de diversiones?

—Debería estar…pero no lo estoy, como lo ves, aquí estoy.

—ya vi, ya vi…ya que estás aquí ¿no crees que sería buena idea ayudarme a cocinar?
 
Me sentí fuera de lugar en esa plática, en la cual no había cupo para mí, decidí entretenerme viendo las velas del lugar y alcancé a visualizar una cabellera azulada y ondulada “no puede ser” me dije a mi mismo, ese no podía ser Antares. Afortunadamente para mí, no lo fue, porque de seguro estaba delirando, Antares era rubio y el personaje que vi no era rubio.

—¿Camus?...

—¿Eh, qué pasa?—contesté agobiado.

—Últimamente estás muy distraído, deberías cuidar eso, Camusín.—dijo dándome una de sus tantas sonrisas—te decía que si me podrías esperar unos momentos aquí, voy a ir con Death a ayudarle en la cocina.

—Ah… sí claro.—quería negarme y decirle que no me dejara solo, ¿pero quién era para prohibirle que se fuera?—aquí te espero.

Ambos asintieron y se dirigieron a la cocina del restaurante dejándome solo. Emití un leve suspiro y apoyé mis antebrazos en la mesa y en ellos mi cabeza. A lo lejos se escuchaban las voces de Shaka y Aioria “Platicando”.

—Yo…Shaka quería disculparme por lo que pasó ayer, no era mi intención que te enojaras conmigo por el comportamiento que tuve…

—Aioria, ayer estuviste mal, sé que Surt no nos cae bien por cosas que él ha hecho, pero no es motivo para demostrarlo en público y encima en frente de Camus que apenas es nuestro amigo ¿qué crees que pensará al verte en ese comportamiento?

—Shaka…yo…lo lamento.

—Está bien, pero recuerda que tenemos que cooperar con Milo para lo de Camus…sino…

—¿Por qué tan solo, Camus?—escuché que me decía una voz conocida haciendo que perdiera el hilo de la conversación—O ¿estás llorando? Dado la posición en la que estás…

—¿A eso viniste, Antares?—interrumpí, mientras me incorporaba y fijaba mis ojos en las turquesas que tenía por ojos.

—La verdad no, vine por otro asunto…—volteó a otra dirección, para después volverme a mirar—pero te vi y quise venir a saludarte y a…

Calló mientras me miraba fijamente. “Tranquilizate Camus” me repetía en un intento de calmarme, pues esa mirada tan…penetrante hacía que un nerviosismo me invadiera.

—¿A qué?...

—A disculparme…

—¿De qué?

—De lo que ha pasado anteriormente…

—Ah…eso, no hay de qué disculparse.

—Pero yo quiero disculparme, Camus.

—Hazlo.—dije mientras emitía una sonrisa de burla. “Es mi momento de gloria”—te espero.

—Mira que malo eres, Camus.—rió—puedo ver en tu cara que estás disfrutando de mi pequeña desgracia.

—Yo nunca dije que no me estaba burlando de ti, Antares.
—Ja, sí que eres inteligente, eres digno de que te pida disculpas.

—¿Tengo que ser digno?

—Así es.

—Entonces, ya que soy digno—me acerqué hasta encararlo y sentir su respiración a escasos centímetros de mí—¿Por qué no escucho proferir alguna disculpa de tu parte?

—Touché…por fin me has ganado francesito.

—Siempre he esperado este momento—volví a mi lugar original—¿Cómo sabes que soy francés?

—Intuición…quizás…

—Claro, sobretodo.

—¿Qué? El que no me creas no es asunto mío.—dijo mientras se encogía de hombros—además tu nombre es francés ¿o me equivoco Acuarius?

—Sí…

—¡Eh, Milo! ¿Qué haces aquí?—exclamó Afrodita cuando hubo llegado a la mesa con un par de platillos.

—Nada, vine a visitar a Death, pero vi a tu amigo solo y decidí hacerle compañía.

—Qué buen samaritano eres, Milo.

—Exacto, creo que con esto debería irme al cielo ¿No creen?—Tanto Dita como yo empezamos a reírnos sin una pizca de piedad—Van a ver, síganse burlando que ya los veré arder en el infierno, mientras yo me estaré burlando en el cielo.

—Sí, sí, sigue soñando, Milo.—contestó Dita—Oye lindo, creo que no podré quedarme contigo, el bueno para nada de Death necesita mi ayuda…¿Milo puedes llevar a Camus a su casa?

—¿Yo?

—Sí tú.

—¿por qué debería?

—¿Recuerdas que me debes varias…?

—Acepto, vámonos, Camus—dijo mientras tomaba mi muñeca y salíamos del restaurante.—Sube al auto, tengo que hacer una llamada.

Asentí y obedecí a Antares. Después de unos minutos él también se introdujo en el auto.

—Hola…sí ¿por qué no me contestabas?...ah, ya lo sé, me salió un contratiempo y llegaré un poco tarde, nos vemos después, adiós.—dijo para después colgar. Nos sumimos en un incómodo silencio hasta que llegamos a mi casa, donde el me dejó para despedirse de una manera “arrogante”.

“Nunca lograré comprenderte Antares” me dije mientras veía su coche alejarse parsimoniosamente por la calle. Primero actuaba tranquilo, quizás intentando arreglar las cosas entre nosotros y después actuaba como siempre.

—Es un grosero.—dije al aire mientras suspiraba y caminaba rumbo a mi casa.


Al entrar observé otro sobre, era de un color azul que indicaba tristeza. Lo abrí con lentitud y me senté en la silla más cercana que pude encontrar.

“Para: El lindo pelirrojo.

¿Cómo estás? Sí preguntas por mi estado de ánimo, creo que el sobre habla por sí solo, aunque tengo sentimientos encontrados. Soy demasiado volátil ¿No lo crees, querido? He sabido que te gusta la historia de Grecia, sí es muy linda, es por eso que la he escogido para la cuna de varias muertes, en especial la arquitectura del Partenón.

Pero no te exaltéis, aún no te llega la hora, soy muy paciente con mis víctimas, sólo espero que me descubras pronto, porque tampoco tengo demasiada paciencia.

Recuerda, Camus. Esto es un juego donde sólo hay un ganador”

Notas finales:

Gracias a todos por leer, acepto críticas constructivas o sugerencias, ya saben soy abierta a todo al igual que me encantaría leer lo que les gustó de la historia o por el contrario, lo que no les agradó. 

Nos vemos pronto *-*/


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).